Wikileaks, el fin del secreto diplomático

El crítico constructivo

Mientras el PSC se desplomaba en las urnas el pasado domingo, la política exterior norteamericana encajaba un golpe de una magnitud tal que todavía resulta prematuro calificar. En realidad no, no ha sido la política exterior norteamericana la que ha sido herida de muerte, sino una forma particular de practicar la diplomacia, envuelta siempre en el secreto y, frecuentemente, rebasando los límites de la legitimidad, cuando no directamente violando la legalidad. Una manera de entender la diplomacia, por otra parte, compartida casi de forma universal por cualquier Ministerio de Asuntos Exteriores que se precie.

Casi todo en esta vida tiene pros y contras y esta masiva filtración de mensajes confidenciales entre Washington y sus embajadas no es una excepción. En este sentido, parece legítimo que la correspondencia privada permanezca como tal, con independencia de quienes sean los interlocutores. Es más, cabe argüir que sin confidencialidad la diplomacia no tendría razón de ser, que no tendría ninguna utilidad y por tanto, tampoco sentido. Sea, pero también cabe argumentar que la confidencialidad y el secretismo elitista e ilustrado -todo para mi ciudadano pero sin su concurso ni su conocimiento- con el que la diplomacia viene desempeñándose desde hace siglos, ya no tiene cabida en el mundo de hoy, en la era de internet, las ONG, las democracias liberales y la universalidad de los derechos humanos.

La diplomacia ha servido tradicionalmente y debería seguir sirviendo para que los diferentes países puedan mantener relaciones fluidas, contener los conflictos evitando enfrentamientos bilaterales y, en la medida de lo posible, aunar esfuerzos para contribuir a mejorar la situación internacional.

Las cosas han evolucionado mucho desde los tiempos en que la diplomacia se ejecutaba por medio de enviados personales y correos a caballo pero, en esencia, su objetivo debería seguir siendo el mismo. Y, sin embargo, con demasiada frecuencia los diplomáticos modernos se dedican, por instrucción o devoción, a tratar de alterar el libre desarrollo de licitaciones públicas en los países de destino, cuando no directamente a tratar de influir activamente en el devenir político de los países que los acogen. Una cosa es informar de lo que ocurre y tratar de asegurar la interlocución con las nuevas autoridades y otra bien distinta coadyuvar a su emergencia o reprimirla.

Esta perversión se da mucho más frecuentemente, claro está, en el caso de los países poderosos, sea EEUU en general, los diplomáticos franceses en África, los británicos en la Commonwealth o los españoles en Latinoamérica.

Lo malo, mejor dicho, lo bueno, es que la revolución de las telecomunicaciones ha propiciado que la correspondencia ente capitales y emisarios sea mucho más prolija, completa y fluida, y por tanto, también mucho más permeable a los hackers, a los bocazas y a los soplones.

Como llevo casi dos décadas trabajando en asuntos de relaciones exteriores y he mantenido contactos regulares con diplomáticos estadounidenses a lo largo de mi carrera profesional, el domingo pasado, después de devorar las primeras revelaciones con avidez, se me ocurrió buscar mi nombre entre los cientos de miles de documentos filtrados no fuera a ser que se hubiera filtrado el contenido de alguna de mis reuniones. Lo intenté pero abandoné rápidamente porque los nombres no parecían estar disponibles. Y también porque, ¿qué más daría que mi nombre saliera citado en algún telegrama filtrado por algún diplomático americano con el que me haya citado en el pasado?

En mi desempeño profesional he tratado de mantener presente el consejo de mi primer jefe: no hagas nada, tampoco en tu vida privada, cuya publicidad no seas capaz de afrontar. En otras palabras, sé consciente en todo momento de que todo lo que digas o hagas puede ser utilizado en tu contra. Dicho consejo me fue dado en un contexto semi novelesco en el que mi teléfono daba señales inequívocas de haber sido pinchado y todo hacía pensar que había cámaras de vídeo en nuestro entorno que vigilaban con quien nos reuníamos.

Es decir, si te metes el dedo en la nariz, hazlo a sabiendas de que en cualquier momento alguien puede venir a presionarte con las imágenes grabadas de ese momento. Y lo mismo vale para encuentros sexuales y, por supuesto, para las entrevistas profesionales: todo lo que digas puede ser usado en tu contra.

Contra lo que pudiera parecer, el seguimiento de este consejo no lleva necesariamente a la parálisis y al silencio, especialmente si lo que se dice y hace es perfectamente legítimo y por tanto defendible, lo cual no implica necesariamente que no sea audaz o atrevido.

Valga como ejemplo este o cualquier otro artículo escrito por mí en este foro. Prefiero firmar con pseudónimo por una mezcla de comodidad, discreción y prudencia, pero su llegara el caso, no tendría problema alguno en defender todas y cada una de las opiniones expresadas por mí desde esta tribuna.

Lejos de mi cualquier pretensión de pureza o rectitud extremas, y tampoco creo pecar de ingenuidad por recurrir al concepto acuñado por los anglosajones del «enlightened self interest», difícilmente traducible pero que vendría a ser algo así como «interés propio ilustrado», o en beneficio mutuo. Es decir, intereses propio que al mismo tiempo beneficien a la otra parte.

La filtración de Wikileaks en modo alguno atenta contra la capacidad diplomática para perseguir este tipo de intereses, dado que la publicidad de las gestiones no supondría el más mínimo reproche. En cambio, la publicidad pone en jaque a todos aquellos que dan instrucciones vergonzosas, y a aquellos que las cumplen.

Con este trasfondo, Wikileaks no será un problema para que cualquier diplomático ejerza de lobbysta subrayando los méritos de las empresas de su país en una licitación abierta del país de acogida, pero si supondrá un freno a la aventura de ir un paso más allá y ofrecer sobornos o amenazar con represalias en caso de que empresa nacional patrocinada no sea seleccionada.

¿No es una buena noticia? A mí me lo parece por numerosas e intensas que sean las voces que reclaman mantener el secreto del sumario argumentando la necesidad de no poner en peligro a los diplomáticos y a sus fuentes.

No hay ninguna razón válida para que el pueblo, la ciudadanía, no pueda conocer las argumentaciones y gestiones de sus diplomáticos a favor de intereses legales y legítimos. Y los que no tienen nada que esconder o de lo que avergonzarse tampoco deben sentirse amenazados porque su labor sea sometida al escrutinio público.

Puede que su tarea sea algo más incómoda y que se vean forzados a modular algo más el lenguaje a la hora de calificar a sus interlocutores. Pero, sobre todo, lo que la filtración de Wikileaks provoca es que los diplomáticos deban atenerse a lo que se espera de ellos, dejando de lado la tentación u órdenes de ponerse a jugar a aprendiz de brujo o inmiscuirse en cualquier otra tarea que no soporte la carga de la publicidad. Y eso no sólo no es malo sino que es muy positivo.

18 comentarios en “Wikileaks, el fin del secreto diplomático

  1. Buenos dias Critico Constructivo,caballeros callejeros y cabelleras al viento:
    La pretension del periodismo de querer que no hay secretos de estado,es como pretender que los estados logren su confianza,con las cartas boca arriba y «colocados» con el suero de la verdad.
    Hombre, digo yo ,que si fuera asi ,todo seria mucho mas surrealisticamente desconcertante , curioso y sorpresivo que lo es ahora.
    Imaginense un ladron negociando con su vecino los cuadros que le va a robar mañana por la noche mientras el duerme…divertido a pesar de ser desconcertante ¿quien se lo creeria?…pues si fueramos todos «colocados» con el suero de la verdad,¿seriamos mas felices y nuestros miedos se disiparian?.

    En fin,que si Wilkileaks no existiera,el periodismo lo crearia,no solo de porno vive el hombre,tambien se corre cada vez que ve la verdad o su caricatura.

    Gracias Wikileak me he corrido mucho contigo,una buena paja mental al año no hace daño…uyyy….aaahhhh…..me vuelto a…..chiiii….ejem…..jeje.

  2. Gracias, CC.

    Tu línea me parece, en general, correcta. Yo añadiría algunas reflexiones más:

    – Como bien dices, debemos de ser conscientes de que TODO lo que se sube a la web por cualquier vía es susceptible de difusión. No hay mecanismo de seguridad invulnerable. Sin ir más lejos, estoy seguro de que llegará el día en que se revelará quién está detrás de cada alias de cuantos aquí intervenimos.

    – Sí parece conveniente o necesario un cierto margen de confidencialidad en la actuación del Estado. Por ejemplo: nos interesa conocer hasta qué grado puede estar el ejército marroquí infiltrado por los islamistas, o si están o no en condiciones de montar la marimorena si les da el subidón nacionalista. ¿Es legítimo que el Estado procure informarse de estos datos? Creo que sí, y que no necesariamente toda la información debe ser abierta o estar disponible.

    – Otra cosa distinta es buscar el amparo del secreto para cometer ilegalidades, lo que resulta inaceptable. Ningún Estado debe conducir su política exterior por la vía del soborno, el asesinato o la amenaza, y en ese sentido me parece que wikileaks sí ha cumplido un papel positivo. Juzgo mucho más importante lo que publicaron sobre la guerra de Irak (como el asesinato a sangre fría de aquellos doce desgraciados por un Apache en Bagdad) que lo que ha trascendido ahora.

    – En esta entrega, veo que predominan valoraciones subjetivas y cotilleos; no creo que se haya hecho un gran servicio a la libertad de expresión. Es cierto que les hemos atribuido a los medios de comunicación un papel cuasi constitucional de control de los ejecutivos, pero no dejan de ser empresas privadas persiguiendo su beneficio. Por eso me tomo siempre con algo de escepticismo sus apelaciones a la «Ã©tica periodística», la «primera enmienda» y otras zarandajas. Los gobiernos democráticos tienen un mandato popular para cumplir un programa, a lo que dedican sus esfuerzos; en última instancia, los medios aspiran a enriquecer a sus propietarios, por mucho que algunos periodistas puedan sentirse sacerdotes de la verdad revelada.

    – En los cables de la Embajada norteamericana en Madrid no habrá salido tu nombre, pero sí han salido nombres de personas a las que conoces, por lo demás buenos funcionarios que cumplieron su papel en el cargo que desempeñaban. Para cualquier funcionario sensato, ver su nombre en los diarios debe de ser motivo de disgusto. ¿No tienen derecho a la privacidad?

    Abrazos para todos.

  3. ¿Privacidad? ¿En conversaciones entre funcionarios públicos sobre temas que afectan a su trabajo y que pagamos todos? Discrepo, Teoura. Puede que sea deseable algún grado de confidencialidad, aunque los llamados a guardar la confidencia son sus depositarios, nunca terceros, como son los periodistas en este caso. Pero no veo nada de privacidad en que un funcionario de la embajada americana llame a un fiscal de la AN para que archive el caso Couso. Si al final los han cogido con el carrito de los helados pues que respondan de sus actos, si es el caso. Otra cosa es si estuvieran hablando del partido del Barcelona en el salón de su casa. Eso sí es privacidad. Creo.

    Me han chivado que en la próxima tanda de papeles y documentos de Wikileaks sale toda la verdad sobre DC.

    ::

    Pero lo que produce miedo es seguir los mercados estos días, y ahí está «casi» todo a la vista. ¿O no?

  4. Pues si es cierto que, tal como anuncia Polonio, toda la verdad sobre DC va a salir en los papeles con los wikileaks estos, me atrevo a dar un consejo: todo el que tenga algo que ocultar, que lo diga voluntariamente, es mejor. El que avisa no es traidor. AC, y todos los que cobrais de fondos reservados, decidlo ya.

  5. Vale;PMQNQ,soy un clon de Ava Gardner con la mente de un extraterrestre abducido por Ziluminatius,cobro del estado ,si,cobro del estado y mi fidelidad estan alta que ni los años ñuz me sirven para medirla….para que luego digan que los «hombrecitos verdes» ,cuado se sepa todo mas de uno mirara al espacio y se cagara de miedo cuando se de cuenta que NO SOY EL UNICO….JAJAJA….que nervios..

  6. Creo que los diplomáticos, sobre todo los de los paises democráticos, a partir de esta magna filtración, sí van a ser muy, muy cautos en sus mensajes a sus gobiernos. Dice CC: «La filtración de Wikileaks en modo alguno atenta contra la capacidad diplomática para perseguir este tipo de intereses, dado que la publicidad de las gestiones no supondría el más mínimo reproche. En cambio, la publicidad pone en jaque a todos aquellos que dan instrucciones vergonzosas, y a aquellos que las cumplen.» Se refiere CC a los intereses que no solo son buenos para su país , sino también para el país contrario. Pero la frontera entre estos y los vergonzosos – los que solo son buenos para su país y para ciertas personas o partidos del país contrario – no es tan fácil de trazar. Por ello creo que los diplomáticos van a ser quizás excesivamente cautos con su palabra escrita u oralmente registrable. Volveremos a los tiempos de la valija diplomática, que el secretario de embajada se ataba a su muñeca y transportaba a su país con todos los mensajes secretos. Llegados al Ministerio, no serán informatizados, sino guardados en sótanos con 7 llaves o quemados despues de leídos. Volveremos a los mensajes en códigos secretos, difíciles de descifrar. Lo que no creo es que desaparezcan los intereses no confesables.

  7. Gracias Critico Constructivo. No solo por el artículo, con el que coincido en gran parte, sino por la sinceridad con la que nos regalas en este auditorio. Yo, por ejemplo, soy de los que siempre negaría haber dicho lo que he dicho en este foro; Imaginémonos que el euro no cae y que España no es intervenida… ¡Menuda vergüenza pasaría!:-)

    Ahora en serio; creo que:

    1.- La agresión a la comunidad internacional no es la que dice Clinton, sino la que ejerce EEUU al resto del mundo, especialmente a la ONU.

    2.- Wikileaks es solo una vertiente (en este caso positiva) de la crisis; mucha mayor información disponible que provoca convulsiones grandes y todos tenemos que adaptarnos. Las empresas están muriendo, sufirendo y reinventandose, el ciudadano también; por lo tanto los gobiernos deberían hacerlo.

    3.- Se confirma de nuevo la pobre imagen y escaso aprecio por nuestros políticos e instituciones por parte de EEUU y en especial de Zapatero, muy lejos del liderazgo planetario que Leire Pajín proclamó a los cuatro vientos.

  8. El crítico constructivo hoy nos ilustra en DC del cambio de paradigma que está produciendo en la sociedad global gracias a internet. El futuro siempre acaba llegando y éste sólo es un «pequeño» paso para poner a cada uno en su sitio. Quién piense que el mundo seguirá igual, lo que desea es que el mundo siga igual.

    Se puede tapar, ignorar, desestimar que puede existir un mundo mucho mejor al que resignadamente estamos acostumbrados, pero el tiempo acabará destapando la miseria de aquellos que pudiendo acelerar el futuro se limitan a perpetuar el pasado por que es el único que conocen.

    haz algo por un futuro más mejor de lo mejor: http://actuable.es/peticiones/valorar-vida-como-recurso-riqueza-sostenible

    El Barça ya ha demostrado que los valores los tenemos en casa.

    Saludos eufóricos.

  9. Recuerdo un curso de verano de la UNED sobre terrorismo y libertades públicas.
    Salió en la conversación, delante de un par de profesores de Derecho Constitucional y un diputado socialista, el tema del CNI. Yo resumí diciendo que los servicios secretos están para cometer ilegalidades el diputado socialista me dijo, «hombre, no puede decir usted eso» yo le pregunté,. ¿por qué? ¿no es cierto? y el me dijo «no, no he dicho que no sea cierto, digo que no puede usted decir eso».
    Los servicios secretos tienen su razón de ser porque tienen que hacer cosas que la policía no puede hacer. Tanto la policía como la guardia civil tienen servicios de información ¿qué razón de ser tiene entonces el CNI? ¿podríamos asumir que se hicieran públicas las acciones del CNI? Pues no sé, lo que tengo claro es que nuestros servicios públicos perderían efectividad si sus paredes fuesen de cristal.

  10. Gracias por el articulo a CC.

    Me parece finísima y muy acertada la tesis central de que no es tanto el secreto o confidencialidad, sino el que lo importante es que lo que se haga, sea a la luz publica o sin ella, tiene que ser moral. La vieja y querida etica kantiana que de puro simple resulta revolucionaria casi.

    Asimismo suscribo, a mi tampoco me importaría poner el nombre y apellidos verídicos, pero me temo que más de uno se iba a decpcionar. El halo de misterio siempre induce a la fantasia, y la fantasia casi siempre es mas interesante que la realidad.

  11. No se si al decir esto me matizo a mi o a Pablo Franco (por cierto, él si pone su nombre auténtico), pero creo que una cosa es lo que hace la diplomacia y otra los servicios secretos. ¿Enfoque pragmático? Puede ser aunque desde mi punto de vista existen diferencias. Una cosa es que el embajador A en el pais B colabore con la organización de un golpe de estado u operaciones conexas y otra distinta es que se tengan que desvelar como el servicio secreto A se ha infiltrado en la organización criminal B.

    ¿Nos vale así?

  12. Hay otro argumento claro en defensa de la discreción, o secreto, en las tareas de información que, junto a otras también importantes (asistencia consular, promoción económica, fomento cultural) y otras menos importantes (representación), se supone que desempeñan los diplomáticos. Es el siguiente: esas gentes operan a veces en entornos políticos y sociales en los que los que los criterios de lo admisible o legal difieren enormemente de los vigentes en las democracias. En cualquier régimen dictatorial, es bueno conocer cómo funciona no solo el gobierno, sino también la oposición. Recabar la información de fuentes no oficiales a veces implica violar la legislación de esos países. Y creo que Clinton sí tiene razón cuando afirma que, en algunos casos, dar a conocer el nombre de las fuentes puede poner vidas en riesgo. Dicho esto, claramente hay un abismo entre esta legítima preocupación y la voluntad de encubrir acciones criminales.
    __

    ¡Por fin un punto de discrepancia, Polonio! Mi comentario se refería a «funcionarios» (por definición, profesionales que cumplen instrucciones superiores) cuyo nombre se hace público en wikileaks. Hay algunos casos. Ellos no toman decisiones, ni son responsables, sino meros transmisores, de las que otros toman. Evidentemente, un funcionario puede y debe desatender una orden claramente ilegal; pero, ¿es entrevistarse con un diplomático estadounidense y transcribir el contenido de la entrevista para conocimiento de sus superiores algo ilegal? No lo creo: y el funcionario sí tiene derecho a la privacidad. El que los de wikileaks hagan público su nombre es, cuando menos, una pequeña faena.

  13. ¿No sería lógico empezar por plantear que estamos, en primer lugar, ante un robo?
    Un robo que además crea perjuicios, sólo perjuicios (bueno y algun beneficio económico a los vendedores de DVDs y fascículos diversos.

  14. Gracias por los parabienes, en su caso, y por las discrepancias. Precisamente porque hay servicios secretos no es necesario que el resto de funcionarios, diplomáticos incluídos, incurra en ilegalidades.
    Claro que en ocasiones la mención de un nombre pone a esa persona en peligro, al menos en riesgo potencial. Han procurado evitar revelar nombres en situaciones análogas. Pero también les pone en riesgo chantajearles para colaborar, dejarles tirados sin cumplirles las promesas de asilo, etc, y todo eso también sucede. Es decir, cuando uno colabora con un gobierno extranjero contra el propio por ser éste malo, asume un riesgo y la posibilidad de que se filtre tu nombre entra dentro de él.
    Yo no tengo ninguna gana de que se sepa mi verdadero nombre en este foro ni de salir en ninguna publicación como protagonista de una conversación sobre un tema delicado. La mejor manera de evitarlo es no escribir aquí y ser hiper discreto en tales conversaciones. En ese sentido, soy muy imprudente y no creo por ello ser merecedor de castigo. Pero como ha dicho alguien, lo relevante es el contenido de lo que escribo o digo en mis conversaciones profesionales. Si es defendible moralmente, si sale mi nombre a la luz será una incomodidad pero no un problema grave.

  15. Señor constructivo: probablemente deben cometer las ilegalidades los servicios secretos para que no los cometan los cuerpos diplomáticos. Pero entonces me asalta una duda. Es solo en las películas, que los espías siempre estaban contratados como agregados culturales en las embajadas?. Me temo que separar ambos ámbitos no ha de ser fâcil muchas veces…

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