Violencia y utopía en Estados Unidos

Lobisón

No se suele recordar que en los años sesenta del siglo pasado, cuando se produjo la gran ruptura generacional, también en Estados Unidos surgieron movimientos revolucionarios violentos. En algún caso, como el de los Panteras Negras, el olvido puede tener una más o menos explícita componente étnica, que hace muy difícil encontrar un tono que no caiga en la displicencia. Pero tampoco se suele hablar del SDS y del Weather Underground, el pequeño grupo que se pasó al terrorismo y que reclutó su minoritaria militancia entre estudiantes blancos.

Ahora se ha estrenado una película de Robert Redford, Pacto de silencio (2012), basada en la novela de Neil Gordon Los que te rodean (The Company You Keep, 2003). Una antigua militante del Weather se entrega a la policía y obliga a ajustar cuentas con su pasado a otros militantes, treinta años después de haber pasado a la clandestinidad y de haberse buscado y construido nuevas vidas. La película no ha recibido críticas muy entusiastas —el inefable Carlos Boyero dedicaba más de la mitad de la suya a lamentar el pésimo resultado de la cirugía estética sobre Redford, que actúa además de dirigir la película—, y sin haberla visto me atrevo a pensar que la novela de partida puede no haber ayudado.

En efecto, la novela de Gordon es bastante interesante, pero la resolución del embrollo tiene demasiadas similitudes con ese género tan estadounidense en el que la clave es un proceso judicial con sorpresa, algo que también sucedía en El discreto encanto de la vida conyugal (State of the Union, 2005), de Douglas Kennedy, aunque en esta última el elemento que desencadenaba el regreso del pasado era un antiguo militante de izquierda convertido en cristiano renacido y figura de los medios, que denunciaba a una ex militante (y amante) a la que había obligado a sacarle a Canadá cuando las cosas se le habían puesto crudas. En la de Gordon aparecen además algunos rasgos de las novelas de Harlan Coben (el empresario de éxito que echa una mano en el momento clave).

Todo esto puede resultar un poco plano a quienes recordamos un tiempo (1971) en el que dos estrellas del rock —Paul Kantner y Grace Slick, de Jefferson Airplane— dedicaban una canción que era todo un himno elegiaco a la weatherwoman Diana (Oughton), que el año anterior se había volado a si misma accidentalmente cuando preparaba un atentado sangriento. Las contradicciones morales están ausentes o son escasamente tratadas en estas miradas literarias hacia un pasado no tan lejano.

No se puede decir lo mismo de la última novela de Ricardo Piglia, El camino de Ida, en la que el alter ego del autor, Emilio Renzi, profesor visitante en una universidad de New Jersey, se ve sorprendido por la muerte de la profesora Ida Brown, con la que mantiene un relación clandestina y obsesiva, y abocado a una investigación que le lleva a entrevistarse, tras su detención, con Thomas Munk —trasunto de Theodore Kaczynski, el Unabomber—. La muerte de Ida no queda aclarada, pero tampoco se resuelve el problema de la ambigüedad moral de nuestras acciones. Tanto Ida como Thomas Munk parecían haber optado por vivir a la vez varias vidas, compartimentadas y simultáneas. Munk para no ser detectado por el sistema, Ida quizá para dar cabida a las diferentes dimensiones de su personalidad.

Piglia, conocido sobre todo por su novela Plata quemada, se formó en buena medida leyendo novelas policiales, además de casi toda la literatura contemporánea, pero ésta no es una novela policiaca, sino más bien metafísica, aunque la narración introspectiva y la descripción de la vida en el campus, y luego en California, atrapan con fuerza al lector. Mi único reproche sería que el retrato de Munk, como una versión moderna del Wittgenstein más atormentado y luciferino en su afán de pureza, parece mejorar mucho al Kaczynski real, igualmente chiflado pero más plano.

5 comentarios en “Violencia y utopía en Estados Unidos

  1. Lobisón desaparece y reaparece en menos de 24 h. Y yo intento escribir con un IPad (este es el segundo intento, tras perder, aún no sé por qué, lo que había escrito sobre el post de anteayer/hoy). Tarea para la vuelta de vacaciones: explicar por qué odio el IPad. Sólo una duda respecto al título del artículo. Esta claro lo de la violencia en los grupos que menciona Lobisón, pero ¿la utopía?

  2. La utopía la ponían ellos, aunque fuera disparatada. Casi todos los grupos terroristas postulan algún tipo de utopía.

    Amenaza: si haces chistes malos, o preguntas retóricas, verás sólo fugazmente los posts del día siguientes (a mi también me pasó, y quedé algo desconcertado), y además el iPad no dejará de hacerte maldades. Eso sí yo estoy aprendiendo a amar el iPad después de luchas con la Samsung de una amiga.

  3. Pero que conste que las erratas de mi post anterior las he logrado con un PC tradicional y con teclado. Ay.

  4. Ya se que lo utópico lo ponían ellos, no se lo iba a redactar el FBI ((que igual también en algún caso). Lo que quería decir ( es difícil con este aparatejo en el que a duras penas escribo) es que no me parecía tan claro el componente utópico de SDs o wether Underground en comparación con el componente utópico de sendero luminoso o de las brigadas rojas o la Baader meinhof u otros europeos o asiáticos

  5. Enla película «El Mayordomo» sale a relucir el grupo de los Blackpanters que pretendía enfrentarse al Establishment blanco de forma violenta. En efecto, el mayordomo es un negro que nació en una plantación de algodón hijo de ex-esclavos que seguían siendo maltratados. Su actitud con los blancos que le dan su trabajo de camarero es de total sumisión y es asi como llega a ser uno de los mayordomos de la Casa Blanca. el caso es que este negro tiene un hijo que se mete en los blackpanters mientras este grupo se dedica a ayudar a la comunidad negra mediante métodos cooperativos, ayudando a los mas desfavorecidos. Sin embargo el grupo empieza también a llevar a cabo pequeños actos violentos. Hay una discusión entre padre e hijo sobre si eso es moralmente aceptable, pero elpadre sobre todo insiste en el lado pragmático. «Te estoy pagando una educación universitaria para que triunfes en la vida, no malgastes tu vida en ese grupo guerrillero.» Es un poco lo del enfrentamiento entre Camus y Sartre que mencionaba ayer Frans. Los documentales que se intercalan en la película muestran la brutalidad de la policía de los estados del sur contra los negros cuando estos exigen igualdad de trato en los transportes públicos, vateres, restaurantes y cafeterias y universidades. Entiendes perfectamente la actitud del hijo. Pero luego te muestran a un Luther King que por medio pacíficos consigue grandes logros.

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