Siete proposiciones banales sobre Europa

Andrés Gastey 

 

1. Vamos mal. 

Cualquier reflexión en torno a la Unión Europea suele arrancar con un rapto lírico, y cuarto y mitad de mitología adquirida en un “todo a cien”. Es habitual una referencia a la antigüedad clásica y que, a continuación, se recuerden los horrores de los que nació la Unión, así como  el logro que ha supuesto la instauración en esta parte de nuestro continente de la paz perpetua entre quienes fueron durante siglos enemigos irreconciliables. Se glosan, acto seguido, los éxitos que han jalonado el crecimiento del proyecto europeo: la prosperidad, las ampliaciones, el mercado único, el Parlamento, el euro, Schengen…

 

Ciertamente, es una trayectoria impresionante. Sin embargo, no se puede vivir eternamente de los logros del pasado; menos aún en nuestros tiempos atropellados, que devoran la Historia casi a un ritmo superior al que la producen.

 

Así que es preciso reconocer que vamos mal. Europa está atascada. Hay una justificada sensación general de parálisis. La opinión favorable a la Unión decae entre los europeos.

 

2. De momento, los anglosajones han ganado la partida. 

Disponemos hoy de cierta perspectiva que nos permite hacer un balance de cómo se ha reorganizado el mundo desde el gran cataclismo que supuso la implosión del bloque del Este.

 

Hay que felicitarse, primero, por lo que no pasó. No ha habido un gran holocausto nuclear, lo que era una preocupación real a principios de los 90. Cuando la URSS se desmigajó, miles de cabezas nucleares quedaron transitoriamente fuera de control. Se calculaba entonces que había en los países surgidos de la Unión Soviética más de 15.000 personas con conocimientos técnicos suficientes para montar una bomba nuclear operativa. Kazajstán, Ucrania y Bielorrusia heredaron arsenales nucleares a los que, afortunadamente, renunciaron a cambio de su reconocimiento. Lo peor, así pues, se evitó.

 

Además, los pueblos de la Europa central y oriental recuperaron la democracia de modo relativamente poco traumático. El acceso simultáneo a la libertad y a la dignidad por parte de millones de ciudadanos europeos es uno de los momentos más altos de la evolución de nuestro continente.

 

Pero algo había que hacer con ellos. Se barajaban dos visiones alternativas del futuro de Europa. La primera, la continental, propugnaba una integración orgánica y política en la Unión de los países de la Europa central y oriental, con ritmos más acelerados (Alemania) o más pausados (el resto). La segunda, la anglosajona, primaba un enfoque exclusivamente económico y militar, porque para los anglosajones, que siempre han mirado el mundo desde su condición insular y su vínculo esencial con los Estados Unidos, Europa debe ser poco más que un mercado y un colchón de seguridad. Hoy por hoy, cuando se adopta la directiva de las 60 horas de trabajo y la OTAN tiene miembros a menos de 200 kilómetros de San Petersburgo, parece claro quién ha ganado la partida.

 

3. Quien mucho abarca poco aprieta 

La Unión se ha expandido hasta los 27 miembros. La ampliación de 2004 casi duplicó el número de países integrantes (12 más), incorporando a Estados de tamaño medio o pequeño (salvo Polonia), relativamente pobres, de escasa tradición democrática o de escasa tradición a secas –Eslovenia, Eslovaquia, las Repúblicas Bálticas-.

 

La ampliación se llevó a cabo sin que se modificasen las reglas de funcionamiento de la Unión. Los mecanismos que se establecieron cuando Europa era un asunto de 6 países se habían ido estirando, con ajustes mínimos, en las sucesivas expansiones a 9, 10, 12 y 15 miembros. Pero en 2004 ya era evidente que no podrían funcionar con eficacia para un club con tantos miembros. Ahora bien; las reformas institucionales se desacoplaron de la ampliación, y el fracaso de la Constitución ha dejado a la Unión con un entramado institucional que todos reconocen inadecuado.

 

El problema, sin embargo, no reside tanto en la carpintería institucional tras la ampliación como en la esencia política del proyecto de integración. El letón medio no percibe Europa del mismo modo que el español medio. Los ciudadanos de algunos países que han recuperado (o adquirido por primera vez) la soberanía hace menos de tres lustros simplemente no están dispuestos a participar en un proyecto cuya dinámica integradora exige la renuncia a ámbitos importantes de soberanía. Y sus prioridades e inquietudes políticas no coinciden con las nuestras.

 

4… Pero también la “vieja Europa” asusta. 

Como a 27 no vamos a ninguna parte, lo lógico sería replegarse.

 

Los paradigmas ya están definidos: la escolástica europea habla de “cooperaciones reforzadas”, “Europa de varias velocidades”, “geometría variable”, “grupos pioneros” o “círculos concéntricos”. De hecho, este es un enfoque de integraciones sectoriales que ha sido de lo más productivo y eficaz: los ejemplos de Schengen o el euro son suficientemente elocuentes. Cabe imaginarse una línea de progreso hacia, por ejemplo, un ejército europeo (en parte, ya iniciado), un servicio exterior europeo (del que también hay un embrión), policía europea… Alguna vez se entrará al toro de la progresiva armonización fiscal, y así sucesivamente, hasta que la Unión vaya articulándose como una verdadera federación de Estados, seguramente asimétrica al principio, vinculados con cada vez mayores lazos de solidaridad entre ellos.

 

Como muchos no están dispuestos a seguir por esta vía, hagámoslo a plazos con quienes lo deseen. Desde luego, parece que España sí que está por la labor y se sumará a todo proyecto europeísta.

 

Pero echemos un vistazo alrededor. Descontando Portugal, para nuestro país cualquier cooperación reforzada pasa necesariamente por la participación de Francia, Alemania y, probablemente, Italia: Sarkozy, Merkel y, sobre todo, Berlusconi; es para pensárselo.

 

5. Hagamos de la necesidad virtud. 

A lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, Europa ha sido un apéndice irrelevante del gigantesco continente euroasiático. Mientras que en el África nilótica o en el Extremo Oriente florecieron durante milenios civilizaciones de asombroso nivel tecnológico y espiritual, nuestro rincón del mundo albergaba subculturas que apenas permitían a los hombres despegarse de su animalidad. No está escrito que la preeminencia europea, adquirida en los últimos siglos a raíz del desarrollo del capitalismo, vaya a mantenerse indefinidamente.

 

El mundo de las próximas décadas va a ser distinto del que hemos vivido hasta ahora. ¿Podremos los europeos mantener en él nuestro régimen de libertades, prosperidad y justicia social al que estamos tan apegados? Dependerá de cómo nos organicemos.

 

Cualquiera comprende que, por sí solos, incluso los países europeos más potentes tendrán muchas dificultades para lidiar con los gigantes del mundo emergente. No se trata sólo de competir económicamente con ellos, sino de estar en condiciones de definir las reglas del juego (sostenibilidad medioambiental, equilibrio comercial, corresponsabilidad social de las empresas) de las relaciones económicas mundiales.

 

Agrupados eficazmente, sí podremos probablemente influir, e incluso condicionar, la marcha del mundo para conducirlo por cauces que nos sean favorables. Relancemos, pues, Europa.

 

6. Sangre, sudor y lágrimas. 

Desde hace 40 años, la apelación a Europa como marco y objetivo de todos nuestros anhelos ha sido una constante de la etopeya política española. Salía, además, gratis, porque lo que podíamos esperar de Europa eran dos cosas: una fuente generosa de financiación para superar nuestro atraso y un ancla para nuestras libertades con la que librarnos de los escollos del casticismo, siempre acechante. Las circunstancias son ahora ligeramente distintas: Europa ha cambiado y ya no es ese proyecto prístino del que solo cabía derivar ventajas para nuestro país.

 

El modelo al que, creo, podemos aspirar es el de una Unión fragmentaria y, sí, una arquitectura de círculos concéntricos, aunque no necesariamente cerrados.

 

En mi opinión, a España le convendría propiciar una integración muy ambiciosa de un núcleo duro reducido de países; una verdadera federación soberana con sustancia política propia, que actuaría en todas aquellas áreas en las que las decisiones a nivel federal representasen un valor añadido (política económica, política exterior y de defensa, justicia, policía, inmigración, energía, medio ambiente, etc.). No hay que ocultar que este proyecto implicaría cierta dilución de nuestro país en la entidad superior, lo que pondrá los pelos como escarpias a los guardianes de las esencias. En última instancia, tenemos que decidir si estamos dispuestos a ser gobernados por un alemán o, peor, por un francés, en un espacio político en el que, por ejemplo, las comunicaciones deberían hacerse en una sola lengua oficial (que no podría ser otra que el inglés).

 

El segundo círculo concéntrico abarcaría a la actual Unión de 27 (excluyendo tal vez al Reino Unido), y tendría naturaleza esencialmente económica. Un tercer círculo abarcaría todo el actual espacio europeo y postsoviético, concretando una alianza militar. El que, como algunos pretenden, la seguridad del continente se perfile de espaldas a (cuando no en contra de) Rusia es un disparate.

 

7. Europa necesita europeos. 

Pero incluso esta visión de una Unión Europea restringida a los afines y más integrada políticamente plantea graves inconvenientes. El primero, ya referido, es que nuestros vecinos y socios potenciales (y no hay otros) vacilan en su europeísmo.

 

En los momentos de dificultades, la tentación de caer en la introspección es habitual. El de la “preferencia nacional” es un discurso muy socorrido en estas coyunturas, desde sus versiones paleolíticas de deriva xenófoba a las algo más elaboradas en las que se invoca la protección de nuestros modelos de convivencia.

 

Lo cierto es que no hay democracia sin demos, y no me parece a mí que hayamos avanzado mucho en la transmisión a nuestros ciudadanos de los valores comunes que definen Europa. No estaría mal que empezásemos a enseñar a nuestros jóvenes quién fue Goethe, a qué se dedicaba Ibsen o cómo entendió el cine Roberto Rossellini. Claro que soy consciente de que lo que escribo parece ciencia ficción, especialmente en un país en el que se asiste con pasión a dos grandes debates educativos: la objeción a la enseñanza de los valores constitucionales y la “tercera hora” del castellano en Cataluña.

 

Lo que me conduce a la primera proposición: vamos mal.

17 comentarios en “Siete proposiciones banales sobre Europa

  1. Ah! .. ¿Pero hay economía sumergida?
    Ya dije que a Suarez la corespondió la transicion, a Gonzalez la modernización, a Aznar la reflotación económica y que a Zapatero le tocaría ahora resolver el tema de la economía sumergida.
    Lo malo es que el sumergido es él

  2. Unos le piden al PP que arrime el hombro y Pepiño, como siempre, que arrime la cara.
    Habrá entendido que en época de crisis lo importante es cuidar la eco-manía y por eso él sigue, erre que erre, repitiéndose en sus chorradas.

  3. Gastey: «la etopeya política española». Ya te vale.

    Coincido en que los problemas comienzan a volverse serios con la expansión de 2004 al Este y a países inverosímiles como Malta, que debería ser calificado como resort turístico pedregoso de la UE antes que Estado miembro. Lo curioso es la actitud de España: apostó igualmente por la expansión y la profundización, como si no hubiera un trade-off etopéyico ente ambos. Aquí hemos sido partidarios, gobiernos y ciudadanos, del «cuanto más, mejor» en todos los ámbitos: Schengen, sí, unión monetaria, sí, fondos de cohesión, sí, PAC, sí, expansión al Este, sí, constitutición europea, sí… Un poco absurdo tanto sí, la verdad. Ahora todo se ha fastidiado y resulta difícil salir del atasco, salvo que se acaben prohibiendo los referendums en toda Europpa a partir de ya.

    En el repaso ponderado y con las dosis justa de pesimismo de Gastey, sorprende que no se mencione un problema fundamental de la UE: que el diseño institucional y las reglas de juego son tales que resulta relativamente fácil des-regular, o regular a favor del mercado, pero es casi imposible compensar a nivel supranacional con políticas sociales o de bienestar. Eso se deja en manos de los gobiernos nacionales, que sin embargo quedan con las manos atadas en casa por las obligaciones y compromisos que proceden del mismo plano supranacional. En otras palabras, que hay un sesgo descarado, cada vez más evidente e irritante para la ciudadanía de países tradicionalmente europeístas como Francia, en contra de las políticas sociales. Así no es de extrañar que la desafección vaya creciendo.

    Ultima cosa: suena a esencialista y nacionalista eso de que no hay democracia sin demos. Si no hay historia común, tradición y valores compartidos, no hay posibilidad de tomar decisiones colectivamente. Hombre, eso no. El demos no antecede necesariamente a la democracia. Se puede crear política y democráticamente si los ciudadanos se convencen de las ventajas de ampliar los demos nacionalies (supongo que Gastey dirá «demoi») e integrarse en uno mayor, de ámbito europeo.

  4. Creo que fue sobre 1985 cuando se permitió regularizar fiscalmente dinero negro en pagárés del tesoro a cinco años. Supongo que algo habrá que hacer, pues la situación económica en España empieza a ser bastante preocupante.
    ::
    La propuesta de Montoro de los 30.000 millones es un brindis al sol. En este momento, curiosamente, no hay Gobierno «serio» del mundo que deje caer un banco «propio». Sería el final de su sistema financiero. Pero si pensamos que la propuesta de Montoro es honesta, lo que de verdad está transmitiendo es que existe la «posibilidad» de que algún banco o entidad financiera quiebre, propiciando más alarma social de la que pretende evitar. Por cierto, 50.000 millones para el rescate del segundo banco hipotecario alemán.
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    ¿Qué piensa el distinguido núcleo de economistas del blog sobre nuestra «propia» crisis? ¿Es todo responsabilidad de EEUU o se puede hacer algo en esta parte del imperio? ¿No está un poco paradito el Gobierno?

  5. Nuestra solidez bancaria proviene en que, si en los EEUU uno deja de pagar la hipoteca, pierde solo la casa, por lo que en un momento dado puede estar más interesado en entregar la llave que en pagar su deuda hipotecaria, si el bien ha bajado de precio, mientras que aquí, si no pagas la hipoteca pierdes hasta la sangre.
    Una cosa es arrimar el hombro y otra el tener que ir siempe aparejado y tirando del carro, como hace la sociedad española en beneficio del sistema y de los muchos parásitos que tambien se nutren de él.
    Con los euros que esconden los fanfarrones se les recarga al pueblo de obligaciones.
    Vivan las caenas!!

  6. Eso si. Unos guardan los euros bajo el colchón con la mano derecha y otros con la izquierda. No confundamos.

  7. El comentario 12 de Polonio ayer me confirma que no supe expresarme bien hace un par de días. Lamento que haya entendido lo que me atribuye, pero lo considero producto de la celeridad con la que improvisé mis líneas. Ojalá tuviera más tiempo.
    Dicho esto, en relación con el artículo de hoy coincido básicamente con las apreciaciones de Don Cicuta.
    Saludos.

  8. [9]
    Sin problema. Seré yo quien te ha entendido mal.

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    [7]
    Fernando, ahí tiene una buena oportunidad Montoro (y Rajoy) para «arrasar» con el electorado: proponer cambiar la legislación hipotecaria española al modelo americano. Hoy, mientras ZP se reune con los presidentes de los bancos, sería un buen momento para anunciarlo. 🙂

    ::

    Tienes razón, Fernando, en lo de Pepe Blanco. Pero este es el nivel que tenemos. Lo peor es que se ha pasado un año diciendo que no había crisis y ahora le recrimina a la derecha que no ayude para salir de la crisis. Como usted diría: «Enfín».

  9. Joer don Polonio que cosas tiene usted.
    Eso de traer el modelo americano como tratamiento para los créditos puede resultar aún demasiado oneroso. Mejor que se nos aplique a la ciudadania el modelo «Montilla» (PSC/Caja de Ahorros) Aunque si se le dice al presidente que hay que suprimir las condonaciones de deudas de los partidos políticos seguro que le dice que ahora no, que no quiere ahora líos con la iglesia católica con el tema de la planificación familiar.

  10. Buenas tardes caballeros callejeros y cabelleras al viento:

    Hasta la fecha España es uno de los pocos paises que no tiene problemas con sus bancos ni entidades financieras (¿ esto es una redundancia?).
    Inglaterra,Francia,Alemania estan cagaitos con la posibilidad de que sus bancos quiebren en esta coyuntura de crisis.
    Y este menda que os escribe se pregunta:
    ¿Por que Rajoy no hizo una gira por todos esos paises para decirles a sus ciudadanos que esta crisis era «la hostia,tú» y que iba a acabar con sus gobiernos (que miraban hacia otro lado ,sin moverse del asiento ,petrificados como el gobierno español de Zapatero)?.
    ¿Como es que Montoro no se ha reunido con los banqueros para darles mas esperanzas de liquidez?.

    ¿volvera a ser Telefonica del estado?.

    ¿Son las empresas las que despiden trabajadores y los mandan al paro,o es el gobierno de España?.

    ¿Como es posible que unas empresas que dan beneficios no puedan hacer frente a los pagos por falta de liquidez?.
    ¿ Cuantos yates ,yets,limusinas,coches de empresa se deben vender para reflotar las empresas que entran en crisis para que no tengan que hacer despidos?.

    ¿realmente la bajada de salarios hara que los empresarios no despilfarren tanto dinero ganado?.
    ¿Y si no es rentable un negocio ,porque se mantienen a base de alargar las deudas sine die hasta la bancarrota total?.

    Haria mas preguntas, pero tengo que economizar fuerzas ,estamos en crisis,¡coño!….JAJAJA…que nervios.

  11. La verdad que es que tenemos a unos inversores que segun la diarrea que tengan ese dia compran o venden….por lo visto hoy se han cagao todos….jeje.

  12. ¿Existía la europa monetaria y financiera, al menos?. Al parecer, ni eso. Irlanda toca el silbato y Alemania se apunta a la melodía. El tengo que salvar mi trasero se extiende por doquier, Holanda, Suecia, Dinamarca….tocan areebato Esta Europa, en la que, ingenuos de nostros, muchos crímos, se va al carajete hasta en aquello que podía darle un barniz de cierta unidad.
    No es que sea la Europa de los mercaderes, que afirmaba algún otrora considerado radical demagogo, (estaré siguiendo su camino?; es que se está conviertiendo en una gran casa de lenocinio repleta de mercachifles de tacón alto y enorme bolso de las maravillas cortejados por unos gestores de la Cosa Pública que corren en desbandada… y tonto el último.

  13. Mucho hablar de la solidez de la banca española, pero como no salgan pronto a decir que los depósitos están garantizados al 100% se va a pensar eso de: dime de que presumes ………….
    Joer, que se trata de decir que el que haya metido su dinero en la banca española lo tiene seguro y garantizado. Otros paises ya lo han hecho/dicho. ¿Por qué no se dice aquí? ¿O es que no lo está?

  14. ¿De veras se cree alguien que si ·»La Banca de cualquier país» sufre un crash generalizado, van a estar garantizados los depósitos de los bancos de TODOS los paises que afirman que están garantizados?. A otro perro con ese hueso. Lo que ha abierto Irlanda es la guerra de los depósitoas en Europa, a la que ha contestado Alemania con fuego de mortero y abriendo la veda del sávese quien pueda.
    Aunque, ciertamente, los banqueros y cajeros españoles harían bien en decirnos, de forma, esta vez si, concertada y clara, que nuestros depósitos están seguros, refrendando así aquello que afirma tanto MAFO como Solbes.

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