Si Alemania invade Dinamarca

Alberto Penadés 

Aprovecho las horas finales del día nacional para comentar algunos aspectos del interesantísimo libro de Ignacio Sánchez-Cuenca, Más democracia, menos liberalismo.  (Madrid: Katz, 2010), que recomiendo a todos los blogueros.

 El libro se organiza en cinco capítulos. El primero defiende una cierta concepción de  la democracia, y los otros cuatro sacan consecuencias: para la autodeterminación, para el significado de la representación, para el papel de las constituciones y para el lugar de los jueces en la política. A mi juicio el más profundo es el que dedica a la representación, en el que cuestiona muy eficazmente, a partir de su comprensión de la naturaleza de la ideología, muchas de las nociones de la moderna teoría positiva de la democracia. Los capítulos cuarto y quinto son muy agudos, y muy polémicos (el anterior me parece simplemente verdadero). Sin embargo, en esta nota quiero dedicar unas líneas a la autodeterminación, que es el que menos me convence. Siento ser tan parcial. Aunque ya aviso que es mi amigo y que lo admiro.

Antes, conviene decir que el libro defiende una concepción de la democracia que se distingue de la noción minimalista habitual en ciencia política,  pero que evita ser tan maximalista como para envolver conceptos tradicionales de la teoría normativa que, como la “voluntad general”, tienen un referente empírico y un sentido lógico dudosos. El creciente peso real de las instituciones contramayoritarias en la historia de las democracias recientes, que en el libro se hace correr parejo al adelgazamiento del concepto mismo de democracia en la teoría política, es indicativo de que el ejercicio tiene interés práctico además de teórico. La noción de autogobierno  tiene un papel importante en la argumentación, pues con ella se pretende rebasar la caracterización de la democracia más bien procedimental, basada en la igualdad de derechos, y más bien “liberal”.

Vaya por delante que estoy de acuerdo en el resultado práctico del capítulo sobre autogobierno y autodeterminación, y es que las demandas de secesión razonables deben poder ser procesadas de forma, a su vez, razonable en una democracia; y que una ley de “claridad”, a la manera propuesta en su día por el TC de Canadá para la eventual secesión de Quebec, es un buen ejemplo de solución. Creo que estoy de acuerdo por liberal tanto como por demócrata, pero eso lo podemos dejar correr. Lo que no comparto es que ello nos comprometa con cierta naturalización de las naciones como entidades, cosa que creo que hace el autor en su texto, ni con hablar de derechos colectivos.

Voy al núcleo. Para un liberal, según afirma Sánchez-Cuenca, lo único que puede justificar la secesión es la opresión a los ciudadanos -o súbditos- por el estado, algo que no se observa, por definición, en condiciones democráticas. Sin embargo, para el autor es evidente que tiene que poder justificarse de otro modo. Por ejemplo, si (atención, es un experimento mental) Alemania invade de forma pacífica Dinamarca y los daneses no notan nada a partir de entonces, salvo que han perdido la independencia (todos sus derechos individuales se respetan como nuevos ciudadanos de la democracia alemana), no por ello les negaríamos el derecho a querer recuperar su independencia.

El siguiente paso consiste en preguntarse: si el derecho a la secesión es concebible incluso en condiciones democráticas ¿quién puede ejercerlo? Pues en una página clara del texto se responde que “un grupo territorialmente concentrado que cuente con posibilidades de formar un Estado viable”. Por último, entonces  ¿cómo debe ejercerse? Pues, por analogía con el “divorcio” entre humanos, de forma multilateral (al menos, bilateral), iniciándose mediante un referéndum debidamente regulado que muestre una voluntad clara de separarse, seguido por negociaciones y consenso entre las partes.

Hasta aquí no me parece difícil concordar. Y eso que de establecer que existe al menos un caso de secesión legítima, el hipotético, a establecer que existe una clase bien poblada de casos en el mundo hay un paso que no se da claramente en el libro. Ahora bien, ¿por qué identificar a esos grupos concentrados que pueden formar un estado viable con grupos nacionales?  Personalmente no entiendo las razones del autor para este paso (creo que las pp. 76-7), y no me refiero con ello solamente a que muchas naciones, sean lo que sean, están territorialmente dispersas (al menos en parte). Peor aún, para justificarlo se traen a cuento los “derechos colectivos”, pues su naturaleza descarta que unidades más pequeñas que el grupo nacional (digamos, municipios) puedan ejercer ese derecho.

Entiéndase bien, no es un argumento organicista, es fino, pero aun así me parece equivocado. El derecho a la autodeterminación, afirma Sánchez-Cuenca, es colectivo como el derecho a la huelga, pues no se puede ejercer individualmente. Sin embargo, el derecho a la huelga lo tienen todos y cada uno de los trabajadores, y el que quiera puede optar por no ejercerlo; en eso no es distinto de otros derechos individuales, salvo en que es un derecho a coordinarse y, por tanto, como el derecho de reunión, puede llamarse “colectivo” sin mayores consecuencias (porque no hay huelgas ni reuniones de a uno). El derecho a la autodeterminación no se reivindica como un derecho a la acción colectiva, sino como el derecho de un sujeto colectivo, que es cosa distinta.

Por analogía con la incapacidad de un individuo para ejercer el derecho colectivo a la huelga, afirma Sánchez-Cuenca que un municipio u otra entidad menor que un “colectivo nacional” (que suponemos, será generalmente viable y concentrado) no puede ejercer el derecho colectivo a la autodeterminación. De esta forma, sin tener que admitir que las naciones son sujetos colectivos orgánicos, llegamos a que son los candidatos legítimos a ejercer el derecho a la autodeterminación. A mí me parece una coincidencia demasiado feliz con la ideología nacionalista, sin asumir sus premisas.

Imagínese un estado en el que el 10% de la población vive en el 10% territorio tiene el 1% de la riqueza y un rasgo etno-nacional distintivo. Imaginemos que el 90% restante se quiere “independizar” de ese 20%. A eso lo llamamos formar un bantustán, y en general abominamos de eso. Podemos usar el argumento de la viabilidad de uno de los estados, pero seguramente hay algo más, parece haber razones de justicia. Imaginemos ahora que ese 10% tiene en realidad el 30% de la riqueza y se quiere independizar. Para mí no hay mucha diferencia, salvo de grado, se ve que soy liberal. Creo que para Sánchez-Cuenca tampoco, y por eso insiste en que la solución final debe ser bilateral. ¿Pero entonces, por qué privilegiar a los colectivos nacionales?

En mi opinión, salvo que se sea nacionalista, si una amplia mayoría de los ciudadanos de Álava y Navarra no desean acompañar a Guipúzcoa y, tal vez, Vizcaya, en su independencia, no hay razón para que lo hagan (y el resto es “viable”). Hay que ser pragmáticos, si hay alguna población o valle  contiguo que desee moverse, de uno u otro lado, podrá hacerse, pero si no es contiguo, tendrá que adaptarse; y si es más importante para los Navarros estar todos juntos que pertenecer a uno u otro estado, pues que lo piensen antes.

El nacionalismo es una ideología, el sentimiento de pertenencia a un grupo no hace de ese grupo una nación como proyecto político. Y por tanto es una ideología que se puede o no compartir, lo que no hace que sea un embrujo o una superchería, pero se puede no compartir. El verdadero “punto ciego” del nacionalismo es que el  lema “una nación, un estado” es imposible sea cual sea el vector de propiedades que se incluya en la definición de nación: lengua, religión, genealogías o linajes, fronteras naturales o históricas… Salvo que se ataje con “quienes quieran tener estado”, pero entonces no se puede hacer, sin pedir el principio, a las naciones el sujeto del derecho a decidir si quieren estado.

Que las naciones sean construidas no quiere decir que no sean reales ni importantes. Posiblemente existe una gradación en la que, si bien muchas naciones son borrosas, otras resultan bastante nítidas. Pero sí implica que podemos poner medios políticos para, democráticamente, acomodarlas dentro del estado,  tanto o más como los grupos nacionalistas pretenden que el estado democrático se acomode a sus demandas.

Creo que Sánchez-Cuenca podría sopesar el dato, que no puede ser casual, que si bien es cierto que los periodos de democratización son susceptibles de verse acompañados de modificaciones en las fronteras estatales, por lo demás son los regímenes no democráticos, y no los democráticos, los que con más probabilidad alteran sus fronteras (anexiones, intercambios, cesiones… y secesiones).

Para finalizar, me parece irónico que sea en los regímenes que mantienen importantes vestigios pre-revolucionarios, al menos en forma de la jefatura del estado, las monarquías del norte (Gran Bretaña, Canadá, Países Nórdicos, Países Bajos) la secesión sea algo admitido y admisible.  Y no hace falta pensar mucho para darse cuenta de que es la tradición liberal más bien que la democrática, si hay que escoger, la que hace que en estos países (y no, digamos, en Francia) la secesión sea relativamente poco problemática.

En fin, lean el libro. Vale mucho la pena.

Coda.

Dinamarca es el único país del mundo sin Fiesta Nacional, según la Wikipedia. En realidad el Reino Unido también carece, como conjunto, de Día Nacional, pues cada país constituyente celebra su Santo, y en Inglaterra el día de San Jorge ni siquiera es fiesta laboral.

En las Islas Faroe se celebró un referéndum para independizarse de Dinamarca el 14 de septiembre de 1946: 48,7% (5,660 votos) a favor y 47.2% (5.499 votos) en contra, resto blanco y nulos.  Dinamarca anuló el referéndum, se disolvió el parlamento local y se hicieron elecciones en las que los partidos contrarios a la independencia ganaron una clara mayoría. Dinamarca concedió después (1948) el autogobierno.

57 comentarios en “Si Alemania invade Dinamarca

  1. Magallanes, desde ya te digo que Rajoy saldrá, como siempre, por los cerros de Úbeda: dirá aquello de «no he oido las declaraciones del Sr. Alcalde de Valladolid», «no sé nada al respecto» o «no conozco el contexto en que esas palabras se han pronunciado». De las chicas peperiles, sería grata sorpresa un rechazo tajante al respecto, pero vistos otros precedentes (Fraga y sus «menudencias», Zaplana, etc …) poco espero de ellas.

    A pesar de lo que puedan decir, hace ya mucho tiempo que el PP ha demostrado ser un partido ultramontano, lejos de la necesaria alternativa de centro-derecha democrático que necesita cualquier país de nuestro entorno.

    Buenas noches tengan.

  2. Que bien ha estado hoy esto, de verdad. De los mejores días del blog.

    Quiero decir solo un comentario tonto. No creo que impida, para ser buen ministro, no tener oposiciones. Solo faltaba con los egos que gastan los altos cuerpos de la administración, que encima fuese condicion «sine quae non», haber cantado con exito los x temas…

    Y ya está.

  3. No llegaremos a un acuerdo, Cicuta: pero el que cites Palestina o Chechenia como ejemplos me reafirma en la confusión con la que te enfrentas al asunto de la autodeterminación. Todos mis comentarios se referían, según he dicho, a cómo operaría este derecho o «proyecto político» en nuestro entorno inmediato, en contextos democráticos; es ahí donde resulta un bodrio.

    No arribarem a un acord, Pratxi: pero el fet de que al teu argument vulguis establir un paral·lelisme entre el dret d’autodeterminació i el de vaga o a l’avortament em ratifica en la confusió mental de la teva aproximació al assusmpte.

  4. Bueno señores creo que ya va siendo hora de hablar de los hombres del PP de Rajoyibus como ellos hablan de las mujeres del PSOE de Ziluminatius.
    Se han dado cuenta de lo respingon que tiene el culito el Sr Montoro,yo es que cuando lo oigo hablar es que…¡uy mejor no lo digo!,no vaya a ser que me detengan por bestialismo irredente….si fuera el ginecologo León de la Riva me lo iba a pasar bomba con el….le iba a hacer una cesarea con mis uñitas…jiji.

  5. Teoura, mi confusión mental perpétua y mi sistema de razonamientio majadero son legendarios en este blog. Eso no es decir nada. Y más allá de mi tambien legendario maltrato ala sintaxis, no creo que me haya entendido bien.

    NO es la cuestión principal comparar el derecho de huelga, el del aborto, o el de autodeterminación EN SI, no es ese el tema, sino decir que el argumento de suscita más problemas de los que intenta resolver es falaz y puede servir para negar derechos: individuales y colectivos (si eso existe) . O quizas dicho de otro modo, no es un argumento, es una excusa.

    Por ejemplo: si ante un movimiento republicano, se niega el derecho al referendum, etc con el argumento de que la republica, con sus divisiones políticas , costosas elecciones, etc suscita más problemas de los que se resuelve, no es que me encuentre ante una persona preocupada por la estabilidad, etc. Es que es un monárquico! Ud puede seguir pensando que comparo el derecho de autodeterminación con el tipo de jefatura del estado

    Item donc: Se queja de que ISC tenga debilidad por los nacionalismo presuntamente oprimidos. Puede ser, y en consecuencia deberíamos preguntarle porque se suita ud. a favor de los nacionalismos presuntamente opresores (excepción del tema Israel -Palestina si lo incluye en el conjunto)

    Otra frase que no entiendo bien es, tal es mi confusión mental…

    Cuando esas reivindicaciones tienen por objeto dinamitar un marco democrático penosa y precariamente consolidado, o cuando se fundan en consideraciones etno-racistas

    Coontestación A. Pos fale y qué. Eso vale para el derecho de autodeterminación y el derecho de huelga, o el de ciudadania. Cualquier reivindicación que quiera ser antidemócratica y racista está mal, pero ahora no hablamos de eso, hablamos de substituir una marco democrático por otro democrático. A nos er que implicitamente piense que quenes queren ejercer el derecho de autodeterminación no son demócratas. Per cierto, donde dan los carnets?

    Contestación B Yo quiero dinamitar el marco democratico penoso y precario que se ha consolidado en 30 años. Yo y el 50% de los catlanes como yo queremos un estado propio para Catalunya. Democrático en todos los casos, a debatir si federal, confederal, libre asociado o totalmente independiente. Además quiero joder el derecho individual de Don Juan Carlos de Borbón a residir en España. Buenoooo, a residir en la Zarzuela cuanto menos. CUal es el problema? En base a qué no puedo plantarlo? Qué tal 55/55 como Montenegro? 🙂

    Otro sí. SIn animo de ofender, tanta claridad mental no le ciega??

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    ALGUIEN: hay quien hay que avisar de lo de Miguel Sebastian es a PAblo Franco: pfrancootero@gmail.com

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    ALGUIEN: Debate Callejero, digame
    Pratxanda: esta Montillaaaa, que se ponga

  6. Sí, Pratxanda, a veces me ciega, la verdad.

    «Yo y el 50% de los catlanes como yo queremos un estado propio para Catalunya». Participación en la última oleada del referéndum independentista en Cataluña: 6 %.

    No creo que el argumento de que el «derecho de autodeterminación» genere en nuestro entorno un lío impracticable resulte falaz. Estamos hablando de articular espacios políticos complejos, como lo es España, con fórmulas viables. Creo que se puede ser instrumentalista en esta cuestión: no se trata de un asunto que afecte a la dignidad esencial de la persona (derecho al aborto, a la huelga, etc.), donde, en democracia, no cabe sino el reconocimiento y punto. Aquí se tiene que matizar más, y se puede perfectamente descartar lo que es un bodrio.

    La monarquía me parece objeto perfectamente legítimo de cualquier controversia. Creo que ésta debe plantearse dentro del marco existente, porque para la toma del Palacio de Invierno ya soy mayor. Del mismo modo, la negociación de cómo organizar la distribución de poder político y económico entre territorios de un espacio complejo también me parece perfectamente admisible, dentro del marco existente (si éste es democrático, como lo es -precariamente- el nuestro), porque cualquier otra vía generará violencia. Así que hay que resignarse: reforma constitucional o nada. Por eso estoy en profundo desacuerdo con ISC y contigo: predicar en España un «derecho de autodeterminación» protoconstituyente es una receta para la catástrofe.

    Sí que pienso que el nacionalismo en España tiene raíces antidemocráticas: todo nacionalismo, el de Ramiro de Maeztu, el de Sabino y el de Puigcercós. No defiendo a toda costa el «statu quo», ni lo hago por razones imperiales. Creo que se puede avanzar (cuando haya demandas reales) en la descentralización de algunas competencias y la centralización de otras (que de eso, para sorpresa de muchos, va la UE). Si yo fuera nacionalista modelo ERC, abogaría por la inmersión en castellano en toda la península. No es el caso.

    Por cierto, me parece curiosa la evolución del independentismo catalán. Parece que, descartando trasnochados romanticismos etno-racistas, el enfoque Bossi es lo que está prosperando más. Por la vía del «Espanya és un mal negoci» va avanzando -hasta el 6 % en Tarraco, últimamente.

    Los carnets, en las comisarías (creo).

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