Políticas de la demanda

Ricardo Parellada

 

 

No parecen muchas las nociones económicas con las que se puede suponer familiarizado al público general. Una de estas pocas ideas económicas, que se escucha en cualquier bar o en cualquier discusión de aficionados al fútbol sobre los fichajes de su equipo para la siguiente temporada es, me parece, “la ley de la oferta y la demanda”. Por otro lado, es posible también escuchar en cualquier sitio y entre aficionados a cualquier cosa (exceptuando quizá a los del fútbol) referencias a la “crisis ecológica” o al “cambio climático”.

 

 

Para vincular ambas ideas sería deseable, en mi opinión, que circulara también ampliamente una tercera: la idea de política o educación de la demanda. Naturalmente, las políticas de la demanda siempre han formado parte en alguna medida de la gestión política. Mi observación es simplemente que esta idea debería formar parte mucho más claramente de esas tres o cuatro ideas económicas que todo el mundo parece entender, como oferta y demanda, inflación, euríbor y tasa de desempleo. Y que esta idea debería aparecer en los discursos generales de los políticos para que el interés por los problemas ecológicos no parezca puramente retórico.

 

Uno de los pilares políticos y económicos de nuestro mundo es la protección de las libertades. La restricción de las libertades se justifica de distintas formas: si dañan a otro, para garantizar la igualdad de oportunidades y, según algunos, para compensar desigualdades extremas o aliviar a los más desfavorecidos. Pero si introducimos consideraciones ecológicas este marco, aunque sea tan general, es incompleto. El medio es finito. Este factor es nuevo en la historia y ha de tener una relevancia cada vez mayor en nuestras concepciones de las libertades y las opciones a nuestro alcance.

 

La finitud del medio otorga una importancia pública a la reflexión hasta ahora privada sobre lo necesario y lo superfluo, sobre prioridades y simples gustos personales. Pero el lenguaje de los límites, lo suficiente y la autocontención no es lo que da su mayor atractivo al discurso político, suficientemente atareado con las demandas del crecimiento y la igualdad. La finitud del medio nos obliga a poner un contrapeso al lenguaje de las libertades y a introducir una nueva y difícil consideración en la deliberación individual y colectiva: ¿cuánto es suficiente?

 

Los países desarrollados y las grandes potencias en desarrollo consumen demasiados recursos naturales y ensucian demasiado el ambiente. La cuarta parte de la población mundial consume (consumimos) tres cuartas partes de los recursos naturales. Hay otros caminos ecológicos importantes, como la eficiencia y las tecnologías limpias, pero no son suficientes. Sigo y recomiendo las propuestas de Manfred Linz, Jorge Riechmann y Joaquín Sempere. La suficiencia y la autocontención deben formar parte de la conciencia política.

 

A continuación me propongo simplemente señalar algunos ámbitos en los cuales creo que en el debate público debería aparecer más claramente este nuevo factor.

 

1. El agua. El consumo de agua doméstica por habitante se ha reducido en España en los últimos años. Se atribuye este descenso a las políticas de concienciación de que el agua es un bien escaso. Se trata de un buen ejemplo de política y educación de la demanda, que demuestra una respuesta muy positiva de los ciudadanos ante un mensaje claro y comprensible. La gente no vive más cómoda gastando menos agua en las casas, pero comprende que es un bien común y escaso y que con muy poco esfuerzo se puede gastar menos. Y hasta le puede coger el gusto a un poco de austeridad.

 

Sin embargo, la comunicación de la necesidad del ahorro no se ve acompañada de otros mensajes igualmente sencillos y fáciles de comprender. Y la razón parece ser el temor a que resulten impopulares. España es un país seco en el contexto europeo, pero en España el precio del agua del grifo es uno de los más bajos de Europa. La ministra de Medio Ambiente lo insinuó alguna vez y el resultado ha sido la supresión de su ministerio. ¿Por qué pensamos que la gente no entendería el mensaje de que el agua del grifo en España es muy barata y que tenemos que pagar más por ella? ¿No se puede subir escalonadamente el precio para consumos domésticos altos (por no hablar del golf y otros disparates), para incentivar el ahorro y asegurarse de que se cuida en invierno el agua de las piscinas y no se rellenan en verano?

 

2. La luz. El consumo energético de los países ricos no se puede generalizar sin que estalle el planeta. En España estos días la CNE ha propuesto al Ministerio de Industria una subida de la luz superior al 11%. Es cierto que en la prensa general hay explicaciones de la diferencia entre lo que cuesta generar la energía y lo que pagamos por ella. Pero el mensaje tiende a reducirse a la subida del precio, su impopularidad y su incidencia en la inflación. ¿Es necesario que las luces navideñas que iluminan nuestras ciudades y nuestros corazones compitan con el sol? ¿Es necesario que de noche en las autopistas españolas se vea tan bien como de día? ¿Es tan difícil consumir un poco menos para compensar el efecto de la subida del recibo?

 

3. La salud. El sistema sanitario español es modélico. Pero, aunque la percepción sea la contraria, los recursos son limitados y costosos, por lo que es necesaria también la educación de la demanda. Esto se pone especialmente de manifiesto en ocasiones como la huelga de médicos de atención primaria que ha tenido lugar hace unos días. Uno de los motivos principales de esta huelga ha sido la escasez de profesionales en los centros de atención primaria, en especial pediatras, que parece corresponder a una mala planificación de las plazas ofertadas para estudiar medicina durante años en las universidades y a las mejores condiciones de trabajo que obtienen muchos médicos españoles en el extranjero. No obstante, los médicos han constatado que durante la huelga, gracias a los servicios mínimos, no se han colapsado las consultas y se ha podido atender a buena parte de las consultas relevantes. Lo que ha bajado fundamentalmente, dicen, son las consultas innecesarias, es decir, los paseos que da mucha gente al médico para contarle sus penas y pasar el rato. De nuevo: educación de la demanda.

 

4. El coche. ¿Cuándo nos van a empezar a cobrar un buen peaje por meter el coche en la ciudad? Desde luego, para moverse con soltura por los garitos de la ciudad hay que ser un todo terreno, pero no es necesario circular en un vehículo todo terreno. Los coches con consumos más altos y ruedas de tractor tendrán que pagar bastante más. Y si estuviéramos en EEUU habría que decir una y mil veces que la gasolina es escandalosamente barata. No sé si esta es la raíz de todos los males, pero parece la raíz de muchos y un tema tabú en las campañas presidenciales.

 

Cuando se venden coches y casas la economía va bien y cuando no se venden va mal. Y el crecimiento de la economía se presenta como la solución de todos los males, entre ellos el paro. En los debates económicos entre los políticos los datos del crecimiento de la economía funcionan como argumentos definitivos. ¿Es posible sugerir que por crecer más no necesariamente vamos a vivir mejor? ¿Que se puede gastar menos? ¿Que la proliferación de artilugios inútiles no nos garantiza la felicidad? ¿Que se puede trabajar menos horas y repartir el trabajo? Una pregunta técnica: ¿la restricción del consumo es necesariamente letal para la economía? Hay expertos que dicen que no y a los ignorantes nos vendría muy bien encontrar análisis sobre estas cuestiones en el debate público.

 

Cuando yo era un chaval, el padre de un amigo me comentó una vez con mucha guasa y sabiduría: yo a mi hijo le pago lo necesario, lo conveniente lo pagamos a medias y, desde luego, lo meramente útil se lo paga él. Naturalmente, buena parte de las negociaciones y el cachondeo familiar se convertían en materia de definiciones y clasificaciones para ordenar las cosas en las categorías de necesario, conveniente y útil: los estudios, los zapatos, los libros, el cine, la gomina, los helados…

 

Cada quisque es libre de tener un coche o tres y de poner el termostato de su casa (y de las tiendas, edificios, autobuses) en invierno y en verano a la misma temperatura. Qué gustito pasear por casa en manga corta cuando nieva fuera. Qué gustito ponerse un jersey en el fresquito del aire acondicionado. Pero la idea no es la apelación exclusiva a la austeridad voluntaria, sino la necesidad de que aparezca cada vez más en el discurso político el lenguaje de los límites y la autocontención. Si la gente es receptiva hacia medidas de austeridad voluntaria como gastar menos agua en casa, creo que lo será mucho más hacia las medidas encaminadas a restringir el gasto general. Enfocar las propuestas de subir el precio del agua o la luz siempre desde el temor a que son impopulares me parece dar por sentado, injustificadamente, que la gente es boba e infantil. Quizá la gente (es decir, los votantes) sí que entienda y agradezca que se diga claramente que tenemos que pagar más por el agua, que no hay que hacer perder el tiempo al médico que te sale gratis o que crecer más y más no tiene por qué hacernos más felices.  

 

23 comentarios en “Políticas de la demanda

  1. Plas! Plas! Plas!

    Respecto a los recursos finitos…. yo creo que en la Irlanda del XIX ya intuian algo.

    2) Hablemos de contaminación lumínica… que saldrán algunos periodistas filosocialistas a hablar de ecologistas de salón que quieren que Barcelona parezca la Bucarest de postguerra (Arturo San Agustín en El Periódico)
    Hablemos de segir aumentando la productividad con menor gasto energético, como afirmaba Joan Saura en una entrevista preelectoral. El gilipollas de director de El País en Catalunya habló de «vuelta al neolítico». La derecha escandinava se lo ha propuesto y lo va consiguiendo. Otros «ciudadanos» como Félix de Azúa escriben columnas hablando sobre los ecologistas de salón que salvan paisajes con respecto a la interconexión con las redes francesas. Vaya!, es un cuestión paisagística y no de modelo energético! O es que Endesa subvenciona C’s?

    3) sobre que los ciudadanos de estepaís abusamos de algunos servicios médicos algo había leído en un reportage sobre los médicos extranjeros que han venido a currar aquí (lituanos, cubanos, etc.) Era una de las constantes en sus contestaciones

    4) Creo que España es uno de los países con menor porcentaje de transporte ferroviario de mercancías. Pero vamos a tener un AVE que se va a c… la perra!

    1) Respecto al agua sólo le diré que existe un plan secreto para matar de sed a los valencianos y los murcianos. Tras lo cual Catalunya invadirá Valencia y refundará los desiertos catalanes (DD.CC.) . Chaves dará Andalucía a ALQaeda que invadirá Murcia. Ríase ud. del Pacto Ribbentrop-Molotov! Y ZP lo consiente y Rajoy se ha rajado

    Por otra parte, algunos recursos como los alimentarios no es que sean hoy por hoy finitos, es que estan mal repartidos. Otros modelos, es que son inviables (MacDonalds y comer pescado fresco 5 veces por semana y que no sea de piscifactoría) O que venga Econcon y lo explique.

    Y la gente, sí, somos bobos e infantiles

  2. Ah! Y UpyD a favor de las nucleares, con un par!

    Y de lo de Ascó… qué opina el ministro del ramo que ha sido articulista de DC? O no le toca a él?

  3. He recibido el artículo de R. Parellada con entusiasmo y agradecimiento, tanto por la importancia de lo que trata como por la constatación de no ser el único que se ha preguntado (muchas veces) si el principio algo fetichista que considera al crecimiento económico como el objetivo por antonomasia de toda medida económica de los estados y las empresas no nos estaba llevando directo al abismo. Como la economía es una de aquellas zonas donde mi ignorancia brilla con fulgencia mayor, he sentido a menudo que sería preferible callar antes que cuestionar uno de los pilares de nuestra cultura capitalista. Pero hemos llegado a un punto en que hasta los ignorantes tenemos que hacer uso de nuestro derecho ciudadano a la opinión desinformada. Porque no hace falta ser un genio de la economía para darse cuenta de que somos demasiados en el planeta, consumimos como desaforados y ensuciamos como porcinos en día de fiesta. No creo que sea necesario ser alarmista, como suelen serlo muchos grupos ecologistas a quienes un porvenir oscuro concede razón de existencia y hasta es fuente de placer secreto, pero tampoco se puede ya pretender no tener nada que ver con el asunto y dejar que se las arregle el gobierno que elegimos, que para eso está. Una cultura de la autocontención razonable parece inevitable, como señala Parellada, algo que requeriría el retorno a ciertos valores clásicos, como la austeridad, la temperancia o la prudencia, virtudes orientadas, en algunos de sus aspectos, a la contención de la satisfacción inmediata de los deseos y pasiones. Me atrevo a pensar que la incontención actual de occidente podría tener algo que ver con la revolución de las flores de los años sesenta, al menos como reforzante de tendencias inherentes a los mercados e incluso a los seres humanos dejados a sus propio recursos, libres de las contenciones vitales que representaban una ética protestante o budista, por mencionar dos de ellas. Pero visto el asunto desde una perspectiva más modesta, el caso del agua demuestra que no tiene que ser tan difícil incitar a los ciudadanos a tomar en cuenta el impacto general de sus actos de consumo. Las flores hippies también trajeron a la conciencia popular la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza, algo que suena a cliché insulso, pero que tiene una validez innegable en contextos más prácticos, como el del agua, o el de la necesidad de reciclar el papel o el vidrio. En muy pocos años, en términos históricos, se ha difundido una conciencia ecológica que hace ahora más fácil pedirle al público que en lugar de irse de vacaciones a Tailandia, podría tal vez pensar en visitar a la abuelita de Ríofrío que no ve hace tanto tiempo, o al menos pagar la compensación de la marca carbónica que ofrecen ahora muchas aerolíneas. En fin, que celebro el artículo de Parellada y le conmino a escribir más en extenso sobre este tema tan importante.

  4. Gracias, Ricardo Parellada: sobredosis de sensatez.

    Yo creo que los poderes públicos deberían estimular la necesaria «toma de conciencia» sobre la insostenibilidad a largo plazo del modelo actual de consumo con paquetes contundentes de medidas, incentivos y desincentivos. Sí; probablemente el agua, la energía y la sanidad sean socialmente demasiado «baratos», pero esa afirmación debe matizarse. Lo ideal sería poder discriminar los precios hasta su individualización en función de las necesidades y capacidad de cada ciudadano… Pero, ojo, que nos deslizamos por una peligrosa pendiente, el nefando y subversivo «de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades».

    Abrazos para todos.

  5. Por una vez estoy de acuerdo sin matices con una frase deTeoura :
    Ricardo Parellada ha desplegado una buena dosis de sensatez….¿cuando es la proxima manifestacion? ¡quiero conocer sus identidades secretas!….jeje.

    Me ha venido a la cabeza y me pregunto ¿por que se empeñan en hacer campos de Golf ,en sitios donde el agua es escasa y dificil de conseguir si no es con un trasvase del Ebro?.
    Tambien me pregunto como esos mismos empresarios no se han planteado hacer campos de Golf con cesped artificial de plastico o biodegradable ….o ya puestos por que no ponen una pantalla gigante en medio de un desierto alicantino para jugar al Wii con los colegas al Golf o al tenis …o al tiro al plato….la cuestion es que la gente disfrute de un paisaje virtual en pleno desierto …estamos en el siglo XXI…¡señores!.

    Yo a mi hijo le doy dinero cuando lo pide…pero con una condicion que me de lo que le sobre al dia siguiente…me da igual si son 2 € como 50 €…todo ese dinero que ahorra me servira mañana para seguir siendo atento a sus suplicas.
    El problema esta en que por regla general se lo gasta todo y eso provoca un conflicto de intereses que soluciono con un:
    «Lo siento …Se ha acabado tu asignacion semanal…jeje.».

    Sobre las nucleares no me pronuncio, porque mi idolo es Homer Simpson y eso es mas que un comentario.

  6. Estupendo artículo y estupenda reflexión de Pratxanda.
    Voy a poner un par de ejemplos más.
    Los aceites usados de coche, los ecologistas piden que se reciclen y se reutilicen. Mientras tanto tenemos centrales energéticas que funcionan con fuel. Es decir, metemos el hidrocarburo chachi a quemar y reciclamos el aceite para mi motor. Pues no, oiga, queme usted el aceite de mi motor y deme a mí el chach guay. Pero si propones esto, es que eres un antiecologista y para tí la solucion es quemar.

    Con las basuras, una vez que se intenta reducir su generación, reutilizar todo lo posible, reciclar todo lo que se puede… ¿qué hacemos con el resto de basura? ¿con esa bolsa de plástico que tarda siglos en descomponerse? Pues lógicamente aprovechar la energía que encierra mediante su incineración. Las incineradoras de basuras emiten bastantes menos contaminantes que cualquier otro tipo de empresa industrial. Si cualquier acería, por poner un ejemplo, tuviese que cumplir las normas sobre dioxinas o furanos que tiene que cumplir una incineradora, no tendríamos acero.

    Otro ejemplo. Lo ideal, y lo que marca la directiva europea en materia de residuos es: Reducción en origen, reutilización, reciclaje, valorización. En este orden. Pero si hacemos un análisis de ciclo de vida, veremos que a veces perjudicamos más el medio ambiente reutilizando que reciclando, por ejemplo. Sin ir más lejos las botellas de sidra, de coca cola o de agua. Para conseguir los standares de higiene que cualquiera de nosotros pide, se tienen que lavar las botellas con sosa y otros productos agresivos con el medio ambiente.

    En definitiva, hace falta un debate sereno y analizar los pros y los contras de cada medida antes de ponerse con sloganes que raras veces tienen razón. Y greenpeace no me tiene a mí mucha pinta de saber por donde andan en cuanto a visión global del mapa energético de un país.

    Un saludo.

  7. ¡Saludos a todos!

    Gracias a Alguien (y compañía) por hacer frente al hacker con tanta celeridad.

    Excelente artículo de Ricardo Parellada, con quien coincido en el diagnóstico, aunque no en el remedio (quizás, porque he dejado de creer en la benevolencia colectiva).

    En la construcción de un nuevo sistema moral deontológico, basado en el imperativo categórico, Kant expresó la proposición «actúa sólo de acuerdo a la máxima tal que puedas desear que se convierta en ley universal». Una sociedad construida sobre la base de estos principios puede resultar admirable como ideal, pero presenta un problema esencial de implementación. Esto es algo que sabemos bien desde que se publicaron los fundamentos de la acción colectiva.

    Las campañas de concienciación relativas al consumo de agua contribuyeron a reducirlo. Para algunos, el cambio en los hábitos de consumo que llevaron a tal ahorro se produjeron por la asunción generalizada de un compromiso individual con un uso sostenible de un recurso cada vez más escaso, como si la ciudadanía se hubiese aplicado el principio Kantiano para establecer un nuevo patrón de consumo. Sin embargo, en mi opinión, la campaña funcionó porque descubrimos que derrochábamos agua debido al mal uso y que podíamos reducir el consumo -y, por tanto, el gasto-, sin reducir nuestro disfrute. Así, introdujimos un par de botellas en la cisterna; cambiamos los grifos de la ducha por unos de menor sección que aumentaban la presión del agua y, en consecuencia, reducían el caudal necesario para producir el mismo efecto; y se incrementaron las ventas de los lavavajillas de consumo eficiente -que también ahorraban electricidad-. Y, paralelamente, experimentamos una reducción en nuestras facturas que contribuyó a que la toma de conciencia, impulsada con acierto desde las administraciones públicas, fuera sostenida en el tiempo.

    Soy partidario de un cambio en los patrones de consumo para hacerlos sostenibles. Y opino que las administraciones públicas deben promover campañas de concienciación, cuyo fin ha de ser el de informar a la opinión pública. Pero la única garantía de que podamos dar solución a los problemas planteados por Ricardo Parellada es que nos dotemos, a través de las administraciones públicas, de los incentivos necesarios para que la máxima Kantiana pueda ponerse en práctica como el resultado de un ejercicio individual de comparación de los costes y beneficios de llevar a cabo una determinada acción. En definitiva, así es como obramos en (casi) todo.

  8. Una pregunta: tengo entendido que, en términos relativos, los países en vías de desarrollo son menos eficientes energéticamente que los países desarrollados. ¿Es verdad? Si lo fuera, querría decir que crecimiento económico y destrucción del planeta no van necesariamente unidos. Me gustaría saber más al respecto.

    Sobre la cuestión principal: personalmente no ahorro agua, desde que leí que el 25% del agua se desperdicia en españa por el mal estado de las tuberías. Hasta que no se arregle eso, yo no estoy por la labor de ahorrar. Además, en el edificio donde vivo pagamos agua no por lo que consumimos, sino diviendo el gasto total del edificio entre los metros de cada piso. Completamente absurdo. Ahora bien, supongamos que esos problemas se resolvieras: el dilema sería entonces elegir entre incentivos económicos o concienciación ciudadana. El incentivo económico consiste en subir los precios de tal modo que no compense derrochar el agua en tonterías, aunque serán los más pobres los que más ahorren. La concienciación consiste en que todo el mundo se convenza de que no hay que derrochar el agua. Una de las dificultades es que los incentivos económicos pueden debilitar la conciencia ciudadana. Es decir, una vez que el Estado utiliza los precios para modificar los hábitos de consumo, la gente ya se desentiende del problema, sabiendo que el Estado está en ello. Por otro lado, si sólo se recurre a la concienciación, habrá mucho fresco suelto que se aproveche de la situación.

  9. Hola Ricardo, tengo comentarios que otros ya han escrito. No parece justo que el esfuerzo en ahorro o el gasto del agua, siendo un bien necesario, dependa sólo del dinero. En mi comunidad de vecinos, por ejemplo, el gasto de agua se divide tal cual entre el número de pisos, sin tener en cuenta el número de personas que viven en cada piso, para corregir esto tenemos que pagar nosotros un nuevo contador de agua, igual no me compensa, no lo sé. Y por supuesto si depende del dinero siempre serán más irrespetuosos los que más dinero tengan. No creo que sea posible pero se podría limitar a un número determinado de litros por persona, o comunidad, o … y punto?
    Lo mismo que el peaje que mencionas para entrar con coche a las ciudades, al final sólo entrarán en las ciudades los que no tengan problema en pagar peaje, de nuevo los que tienen más pasta. Me equivoco?

  10. Le tengo que decir a Don Cicuta que el 25% del agua que se desperdicia en España por el mal estado de las tuberías va a parar siempre al vecino de abajo….por lo tanto es un buen remedio tener un buen seguro de hogar para esos contratiempos…otra cosa es que el seguro sea eficiente en tiempo y forma.
    Tambien quiero darle unos consejos para ahorrar agua aunque pague por metro cuadrado de vivienda y no por consumo:
    Es sabido que para ahorrar agua es conveniente ducharse antes que bañarse…pero hay mucho despistado que no pone el tapon en la bañera con lo que el agua de la ducha va al desague sin ser aprovechada para tirar por el Water con un simple cubo que puedes comprar en un «todo a euro.».
    Para Lavarse la cara y afeitarse …lo mismo..a la vieja usanza de la palangana mañanera y lo que sobre al cubo .
    Asi sucesivamente con toda el agua usada.
    Son los remedios de la abuela que siempre he aplicado con soltura.
    Tengo que añadir que no dispongo de piscina…que si no, no veas la cantidad de mierda que podria evacuar sin gastar un solo duro.
    Ahorrativo que es uno…..jeje.

  11. Ah! se me olvidaba ..aprovechar las lluvias para aclarar la colada tendida en el tendedero de arriba.

  12. Echo en falta en el nuevo formato de la portada de DC aquella sección que figuraba en la franja vertical de la derecha y que recordaba periódicamente el nick de los participantes en general. Para los que intervenimos poco o, más bién, casi nada, el hecho de ver el nuestro alli nos hacía ilusión o, al menos, se lo hacía a un servidor. Si es posible reanudar aquella buena idea, estoy seguro de que seria bien recibida.

  13. Permitame Sr Parellada que ponga este enlace..es que Amistad Civica se esta descojonando y ustedes tiene que saber por que….jeje.

    Dicen que a Manuel Fraga le han llamado ¡Rojo! en la CoPPe…..JAJAJA….que nervios.

  14. Lo siento parece que no admiten enlaces…les ruego que acudan a la pagina web de la cadena Ser y accedan a las palabras de Fraga…sobre la vida en el PP…jeje.

  15. Primero se fue Zaplana con las telefonicas,despues Acebes dice que el no quiere ser menos pero que el dinero de momento no le importa…San Gil le da una patada en los mismisimos a marianico el corto y hace un momento Ortega Lara acaba de anunciar que se va del Partido Popular poniendole al borde del precipicio…..lo siento Fernando a marianico el corto le veo mucho futuro en la Oposicion y a Rosa Hype la veo aglutinando la Rebelion Civica.

    Mientras tanto Fraga nos deja a todos flipando situandose a la izquierda radical de Mayor Oreja,San Gil y Esperanza Aguirre….si hasta he oido que en la CoPPe le han llamdo ¡Rojo! a FRAGA IRIBARNE EX MINISTRO DE FRANCO.

    Pienso que a nadie de nosotros se nos habria ocurrido imaginar tales consecuencias del pirronismo….jeje.

    Le ruego de rodillas y suplicando a Ignacio Sánchez-Cuenca que venga a Debate Callejero para decirnos con pelos y señales lo que esta pasando…¿tiene alguna informacion proviniente del futuro mas inmediato?….

    Por Favor que lo escriba pronto sera un buen regalo-homenaje a la labor de combate hackeriano de J.C «el Rey de las teclas» y Mr Alguien.

    Pasalo…JAJAJA…que nervios.

  16. Todo economista sabe que los recursos son escasos, y que hay que administrarlos bien, asignarlos eficientemente, se dice. Y que una forma de asignarlos es el mercado. Es decir, el recurso tiene un precio, que es el que determina lo que se ofrece de ese recurso y lo que se demanda. Y también se sabe que si el precio es nulo, la demanda es prácticamente infinita, y que mientras más alto es el precio, menor es la cantidad que se demanda (y mayor la cantidad que se ofrece). Hay otras formas de asignación, las colas, los enchufes…., pero de todas las conocidas, el mercado es la menos imperfecta.

    Todos sabemos que el agua es escasa, muy escasa en España, y que debemos restringir nuestro consumo para que llegue para todos. Pero ¿basta esta concienciación colectiva para que lo restrinjamos suficientemente? A la vista está que no. Yo he visto, como supongo que todos ustedes, chorros de agua regando jardines, públicos y privados, en pleno verano, a pleno sol, sin el menor reparo. O, este septiembre, concretamente, en la provincia de Almería, chorros continuos regando un campo de golf también a pleno sol. Insultante. Y cabreante. ¿Qué solución tienen esos altos consumos? Clarísima: subir el precio. No hay otra. Lo que haga falta. ¿Qué eso es injusto para las personas de rentas bajas? Pues se hace escalonadamente, por rentas o por consumos, como sea. Pero cada uno tiene que pagar el agua que conume y el que quiera despilfarrarla, tiene que pagarla a precio de oro. Es la única forma conocida de que deje de hacerlo.
    Y con la electricidad, tres cuartos de lo mismo. ¿A alguien se le pasaría por la cabeza que parte de nuestro consumo de teléfono móvil fuera acumulado en un llamado «déficit tarifario» de las compañías que no se sabe quién va a pagar en el futuro, si los Presupuestos del Estado o los futuros consumidores? A todo el mundo semejante idea le parecería una locura y, sin embargo, eso es lo que está pasando con el consumo de electiricidad en España. El que quiera consumir mucha electicidad, y disfrutar del fresquito en épocas de calor tórrido y de temperaturas calentitas en épocas gélidas y tener la casa iluminada a la perfección, tendrá que pagarlo caro. Y esa es la única forma conocida, como con el agua, por la que se hará un poco más austero. Pagando cara su falta de austeridad.
    Y, por supuesto que yo estoy a favor de la Sanidad Pública y gratuita para todo el mundo, pero tengo la seguridad de que si, por ejemplo, hubiera que pagar un precio simbólico, pero distinto de cero (un euro por ejemplo) por visita al Ambulatorio, seguramente las salas de espera de estos centros estarían menos colapsadas por visitantes que en realidad van a pasar la mañana contándoles rollos al médico, y eso redundaría en una mejor asistencia sanitaria para todos.
    Estas medidas son impopulares. Ya lo sé. Pero son indispensables.

  17. Fantástico resumen de la situación, por mi que no quede.
    El día que se deje que el agua tenga el mismo tratamiento que el resto de productos, la demanda se regulará sola.
    Solo una cosa. Es que veo que quien más agua gasta es el estado, al que me da la impresión que le importa más bien poco el precio del agua. Porque esos jardines que se riegan, se riegan con agua «pública». ¿como evitamos eso?

  18. Muchas gracias por los comentarios.

    Problema: incentivos y concienciación. Pmqnq explica muy bien el funcionamiento del mercado y casi todos menos Sarah reconocen la necesidad de que se pague de verdad por recursos como el agua y la electricidad como única forma cabal de control del consumo. A ello me he referido y por eso he dicho que no era cuestión sólo de austeridad voluntaria. Por eso no creo que mi remedio haya sido proponer el imperativo categórico, como dice Antesala.

    Pero creo que la idea de política de la demanda señala algo más. La idea es que colectivamente nos preguntemos si determinados consumos particulares y colectivos son razonables, para intentar reducirlos si no lo son. No estoy inventando nada, sino diciendo que el problema debería estar mucho más presente en el debate público. Ejemplo: nos podemos preguntar si las luces de navidad son un depilfarro o no con independencia de que el ayuntamiento correspondiente tenga presupuesto para pagarlas a precio de mercado. En tiempo de sequía se prohíbe llenar las piscinas porque es un gasto prescindible, con independencia de que el quiera llenarlas pueda pagar el precio de mercado. Pmqnq dice que el despilfarro de agua sobre campos de golf a pleno sol es sangrante y que la paguen a precio de oro. Supongo que no quiere decir que todo el mundo pague ese agua a precio de oro, sino que la paguen a precio de oro ellos porque es un gasto absurdo, luego está introduciendo criterios que van más allá del ajuste de lo que pagamos a los costes. Creo que la reflexión colectiva (en la que se basa la regulación) sobre lo necesario, lo conveniente y lo útil está mucho más presente en este asunto de lo que creemos. De ahí también las propuestas de escalonar los precios por rentas o consumos. Joaquín Sempere (U. Barcelona) habla de austeridad autoimpuesta colectivamente o austeridad de segundo grado, frente a la austeridad voluntaria. Y la razón principal para planearla es ecológica.

    De acuerdo en que en la sanidad pública se debería pagar un precio simbólico como un euro por acto médico. Siempre se podría introducir algún eximente, por ejemplo para pensionistas con enfermedades crónicas que necesitan consultas de control frecuentes.

  19. Vuelve la Rebelion Civica a las calles de Madrid.

    SMS
    “Mañana viernes, a las 12 horas en Génova 13, concentración en apoyo de María San Gil y Ortega Lara. Acude y difúndelo”.

    Espero que la retrasmitan pòr TeleMadrid.

  20. Ricardo
    con que paguen los que utilicen agua fuera del consumo privado me vale…

    Por mi que no quede
    si se sube el precio del agua para esos de campos de golf, por ejemplo, ellos subirán la cuota y ya está, y supongo que me tengo que basar en el derecho a poder tener un campo de golf para admitir que en cualquier caso no se está ahorrando agua… no es eso de lo que se trata? o se trata de dar dinero al estado?

  21. Estoy totalmente de acuerdo con Ricardo Parellada en que es conveniente que se abra el debate sobre el consumo de recursos escasos, contaminantes o saturados.

    En mi comentario anterior, simplemente cuestionaba la conveniencia de apelar al voluntarismo como medio para inducir comportamientos sostenibles y proponía los incentivos como mecanismo apropiado. Intuía que el artículo de Ricardo Parellada, que titulaba «Políticas de la la demanda», sugería que la acción colectiva podría emanar de la conciencia individual. Así lo he entendido al leer el siguiente pasaje de su artículo, que ejemplifica una política de la demanda:

    » El agua. El consumo de agua doméstica por habitante se ha reducido en España en los últimos años. Se atribuye este descenso a las políticas de concienciación de que el agua es un bien escaso. Se trata de un buen ejemplo de política y educación de la demanda, que demuestra una respuesta muy positiva de los ciudadanos ante un mensaje claro y comprensible. La gente no vive más cómoda gastando menos agua en las casas, pero comprende que es un bien común y escaso y que con muy poco esfuerzo se puede gastar menos. Y hasta le puede coger el gusto a un poco de austeridad.»

    Ricardo Parellada atribuye la reducción del consumo de agua a la comprensión por parte de los ciudadanos, considerados individualmente, de que se trata de un recurso escaso, cuyo consumo puede reducirse con un poco de esfuerzo. Mi discrepancia es con esta tesis, que es la que ha centrado mi crítica anterior.

    Por otra parte, el artículo también menciona los precios -como la imposición de peajes por conducir en la ciudad- como mecanismo de corrección de comportamientos nocivos. Asimismo, propone que se incremente la intensidad del debate sobre los consumos que son razonables y los que no, aspecto que enfatiza en su comentario número 18. Yo estoy de acuerdo con ambas propuestas generales.

    Existen diferentes fórmulas para adecuar los consumos a patrones sostenibles. Y las medidas pueden ser mucho más ambiciosas que la concienciación o la imposición de precios, ambas necesarias. Junto a estas, es posible influir en los comportamientos por la vía de la regulación impositiva o prohibitiva. Por poner un ejemplo de EE.UU, que no se caracteriza precisamente por seguir un modelo de desarrollo sostenible, el reciclaje es obligatorio en muchas ciudades, en las se imponen sanciones a los que incumplen la normativa (los vecinos del edificio en el que vivo, en el que la mayoría somos extranjeros y desconocíamos la norma, recibimos un impreso con instrucciones precisas sobre cómo separar los residuos, junto a un apercibimiento municipal, que nos informa de la multa que tendremos que pagar si reincidimos).

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