PODEMOS: la mejor baza del PP (Tercera y última entrega).

Barañain

En las dos entregas anteriores he comentado la recepción acrítica de Podemos por una parte de la izquierda española, deslumbrada más por el gesto que por el contenido programático del partido emergente. Justo es reconocer las excepciones de quienes se han atrevido a llamar a  las cosas por su nombre: “Sus rasgos ideológicos iniciales combinan en mayores o menores dosis recetas extraordinariamente simplificadas de neopopulismo, antieuropeísmo, anti-partidismo y antisistema, así como un izquierdismo maximalista aplicado sin muchos matices a todas las causas”, escribía José Ramón Montero (“Podemos como laboratorio político”).

http://elpais.com/elpais/2014/06/11/opinion/1402474591_271003.html

Para este analista, los mensajes de Podemos se articulan “sustituyendo la habitual lógica izquierda-derecha por la típicamente populista de `los de arriba contra los de abajo, los mayordomos de los bancos contra los representantes de los ciudadanos´ (como señalaba Pablo Iglesias en una comparecencia recogida en EL PAÍS el pasado 6 de junio), pero esa solución no suele llevar muy lejos, ni puede hacerse durante mucho tiempo cuando lo que esté en juego sean decisiones relevantes sobre intereses contrapuestos”. Por su parte,  Antonio Elorza (“La ola”)  aportaba una visión inquietante de las trayectorias  intelectual y  militante  de los  promotores de Podemos. (http://elpais.com/elpais/2014/06/13/opinion/1402669397_082667.html )

Por más que les disgusten las comparaciones, denostar la política y a los políticos (“la casta”), reducir el combate a una lucha contra la corrupción y privilegios de “los de arriba” y hacerse abanderados del auténtico sentir del pueblo, es común a los modernos populistas; ya se trate del movimiento del italiano Beppe Grillo o del Tea Party en EEUU  (estos se refieren a “Wahington” para nombrar a “la casta”) o del renovado Frente Nacional francés. De todas formas,  las anteriores valoraciones críticas son,  insisto, excepcionales en un panorama en el que generalmente se elude el análisis concreto.

Se resalta como factor positivo en Podemos lo que supone de politización de un sector social hasta entonces huérfano o invisible, lo que distinguiría este fenómeno de las otras variantes del populismo conocidas. Pero, de momento, esa politización sólo se ha traducido en la expresión de un malestar que, por muy airado que se exhiba,  al dirigirse contra esas imprecsias “élites” o “castas” -desviando la atención hacia las instituciones políticas-,  elude cualquier análisis veraz sobre el origen de la crisis, sobre su gestión en Europa y sobre las posibilidades de que la salida de la misma sea en condiciones menos desfavorables a las clases populares. Politización no es asumir acríticamente un programa que ni siquiera es que sea maximalista sino que se agota en el mera enunciado de deseos, como en una carta a los Reyes Magos. Pero el terreno de la política no es este, sino el de los medios y pasos a dar para acercarse a su consecución.

Valorando su “fuerza expresiva” más que otra cosa, algunos incluso hacen compatible su admiración respecto por el ímpetu de Podemos con un lúcido pronóstico pesimista ante el que cabría esperar, al menos, una  actitud  menos condescendiente. Para otros, lo válido es el aldabonazo que supone su aparición porque servirá de acicate para que otros -singularmente, el PSOE-, se pongan las pilas y se recuperen. Uno de los exponentes de la visión condescendiente de Podemos que citaba en mi post anterior – Jordi Gracia (“El problema no es Podemos” en El País del 11/06/14)-, ya advertía de que “el PP puede subsistir con holgura y Podemos crecer visiblemente, cada uno por su cuenta, con un solo objetivo: descapitalizar al PSOE (pues) a los dos les puede convenir esta nueva pinza en España.” Pese a ello, apostaba por un «voto vigilante a la izquierda» del centro-izquierda (o sea, del PSOE) cuya fortaleza, por descontado, cree muy deseable. Es el tipo de pasatiempos que sólo se conciben en la izquierda frívola: es impensable un razonamiento similar entre los intelectuales de la derecha, y así nos va a unos y a otros.

Otros dan por supuesto que lo tosco y antipolítico del planteamiento inicial de Podemos revela  sólo su inevitable inmadurez y que cambiará a medida que se consolide. Por supuesto, nada está escrito  y en los próximos meses las distintas expresiones políticas de la izquierda van a tener que dar pasos decisivos para su futuro a medio plazo, cuyo resultado es imprevisible. Esto es obvio tanto en Podemos – que necesita consolidar una organización que le permita obtener un rendimiento electoral en las municipales y generales a la altura de las expectativas levantadas-, como en el PSOE, inmerso en un proceso de renovación de su dirección que promueva la reconciliación interna, sin la cual parece poco probable conseguir la complicidad ciudadana. Pero también Izquierda Unida, desestabilizada por la aparición de Podemos, que amenaza con limitar su propio potencial de crecimiento, se ve abocada a actualizar su discurso y su modus operandi  si no quiere verse descolgada.

Los mensajes lanzados en pro de una confluencia entre IU y Podemos de cara a los futuros comicios respondían probablemente a la euforia de la noche electoral europea.  Pero no me parece que esa confluencia convenga a ninguna de ambas partes y, de hecho, enseguida salieron voces más autorizadas a enfriar aquel entusiasmo precoz. En Podemos tenderán a  huir de todo aquello que evoque una ideologización más definida (es mucho más rentable, ahora mismo, plantear el dilema arriba/abajo que el de derecha/izquierda) y, al menos entre sus promotores,  hay un temor reverencial a verse abducidos, infiltrados o condicionados por alguna fuerza política ajena a su invento. Tanto en IU como en Podemos el discurso en pro de su unidad  generará tensiones y resistencias.  Sin duda, en esa confluencia imaginada IU podría aportar la estructura que a Podemos le falta, algo valioso sobre todo de cara a las elecciones municipales y autonómicas y ello multiplicaría las posibilidades de éxito. En eso se basa el cuento de la lechera. ¿Pero por qué habría de entregar esa que es su ventaja competitiva? Además, en la trayectoria de IU lo que ha prevalecido es el deseo de control de su aparato. No les veo yo a los comunistas cediendo gratuitamente esa parcela de poder.

No hay que descartar que bien sea porque la unidad de populismo e izquierda radical ( IU y Podemos) se abra finalmente  paso o por efecto de la competición entre ambas formaciones, pueda producirse una moderación de lo que representa Podemos y que de ese “desván de ideas recicladas lanzadas como puñales contra el sistema”  tal vez pueda salir un programa claro, susceptible de concitar un apoyo mayor del hasta ahora conseguido. En cualquier caso, lo que no se podrá evitar es la fragmentación del voto de la izquierda y la consiguiente anulación de cualquier posibilidad de gobierno alternativo al de la derecha. 

Por eso el éxito de Podemos es, hoy por hoy, la más sólida baza del PP para perpetuarse en el poder. No sólo porque le quita la hierba bajo los pies  a su principal competidor –el único posible-, sino porque le facilita la tarea en la que ahora se empeñará que no es otra que la de recuperar el voto de centro ahora perdido en la abstención, una vez comprobado que no tiene  riesgo de pérdidas por su lado más derechista. No necesitarán esforzarse mucho, les bastará con moderar determinadas actuaciones desde el gobierno (por ejemplo, sobre la ley de aborto de Gallardón o de seguridad ciudadana de Fernández Díaz), con exhibir los indicios de recuperación por débiles que sean  y con asustar con el peligro de triunfo de la alianza bolivariano-comunista.

 

Pero es posible que los procesos de readecuación a las nuevas condiciones no culminen a tiempo y que todas formaciones políticas, incluido el PP, no lleguen  con los deberes hechos a la gran cita de las próximas elecciones generales.  Puede ocurrir entonces que el resultado de estas (como el que pronostican algunas encuestas recientes) sea tan disperso y difícil de gestionar que imposibilite una mayoría de gobierno como las que hemos conocido hasta la fecha en nuestro país. Si la minoría mayoritaria del PP no tiene socio que le garantice una gobernación mínimamente estable, una vez descartado el apoyo de los soberanistas, y el PSOE queda muy lejos de tal posibilidad (ni siquiera sucumbiendo  a la tentación de contorsionismo hacia la izquierda radical), la formación de un gobierno estaría seriamente comprometida. Pero es para formar gobierno para lo que se hacen las elecciones, no para constatar simplemente  la diversidad de las opiniones de los ciudadanos.  Quienes han despotricado contra el bipartidismo y añorado esta sopa de letras –¡el no va más del pluralismo!-, se podrían encontrar con un panorama que, como profecía autocumplida, no dejara  otra opción que aquella que han denostado, la gran coalición entre PP y PSOE.

 

Hay quien ya alerta de la posibilidad de que “en año y medio nos encontremos con un Gobierno de coalición con dos partidos noqueados y un Congreso inmanejable”, algo que demasiados y demasiado rápidamente han desechado como peligroso e indeseable sin argumentarlo suficientemente; en realidad, sobre esa posible gran coalición no ha habido debate sino, una vez más, descalificación apriorística, algo en lo que los españoles somos expertos, e impresiones  paranoides (“ una operación en marcha que responde a oscuros intereses empresariales”). Pero, mal que les pese, esa podría llegar a ser la única solución posible.  Pero esta es otra historia y tiempo habrá para abordarla.

4 comentarios en “PODEMOS: la mejor baza del PP (Tercera y última entrega).

  1. Bueno, otro día si eso discutir sobre lo qu es y no es populismo, porquè a mi en la Prtaxipedia me sale la cara de Revilla. Y, decir que la culpa es de ZP, de muy fino analista no es.

    Ahora bien, el problema no es lo que se les promete a los votantes de Podemos, si no de lo que huyen. QUe sí, que igual el de la coleta no es muy de fiar, pero, qué quiere que le diga… es ver a Rubalcaba diciendo noseque de revisar concordato y votar a Pablemos.

    Más que rollos sobre la casta y el populismo, Podemos (Y antes la CUP, C’s o icnluso PxC) vienen a poner un nuevo clivaje en política aparte del social (Izq-der) o nacional (Esp-Periferia) y es el de «nueva política (bipartidismo dinástico – más democracia). En este aspecto que se lamente IU que lo han piillado con el pie cambiado vale, pero el PSOE, que ha gobernado la mayor parte de estos 39 años…

    **A ver… a quien quereis salvar? a Barrabás y su tricolor o a Jesús Madina que tiene raices republicanas PEROOOO..

    — A Barrabás, a Barrabás!!! Muerte a la casta monárquica

    LA cuestión, insisto, no es que lo que prometa Pablemos sea más o menos posible. Solo que sus ganas de CAMBIARLO sí son más creíbles que las del PSOE. El PSOe es ya, un partido dinástico.

    Por otra parte, la mejor baza del PP es el sistema electoral que para algo lo inventó la UCD. Y el PSOE no canvió y ahora lo lamenta. Bueno tampoco, igual prefiere estar en la oposición a hacer políticas de izquierda. Cons istemas más proporcinales el PP lo tendría crudo.

    Y ojo, porque el PP no se si va a recuperar los votos de 2011. Su Pablemos está pro llegar.. o no!

    Pregúntele a Sanchez Camacho sobre Albert Rivera

  2. Hay más, Diferentes clase trabajadora (en parte de diferente edad y tipo de contrato) vota socialdemocracia clásica o nuevas izquierdas. Aquí y en Grecia.
    http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-06-22/la-clase-media-pobre-sera-la-clave-del-futuro-electoral-y-de-podemos_149890/

    Y lo del PP con datos

    http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/hoy-competidores-electorales-PP_6_273732625.html

    Hay més politólogos y opinologos varios que los que escriben para la CASTA de El País.

  3. Populismo son muchas y diversas cosas. Con rasgos comunes. por eso, en el artículo aludía yo al tea Party, al Movimiento de beppe Grillo o al FN francés. Me ha parecido excelente el artículo de Ruiz Soroa cuyo enlace he colgado esta mañana.

    Este articulillo es de hace días y la verdad es que se ha quedado relativamente viejo enseguida. Por un lado, las maniobras del grupo promotor de Podemos a cuenta de su próxima asamblea organizativa han dejado claro que, pese a la apariencia naif, no están dispuestos a dejarse arrebatar el manejo del invento a las primeras de cambio: y si el intento en ese sentido del grupúsculo «Izquierda Anticapitalista» ha provocado el lío ya conocido, es fácilmente imaginable lo que ocurriría en un hipotético proceso de conversaciones con IU. Por la otra banda, el PP confirma estos días que sólo le resta recuperar el voto centrista perdido (la reformilla fiscal y los cambios en la Ley del Aborto tienen esa finalidad). Para completar la jugada, basta con dejar va la nueva oposición de Podemos que se muestren tal cual son.
    Hoy, Pablo Iglesias ha dado nueva dosis de su pensamiento político cuando ha explicado que “el terrorismo ha causado dolor, pero también tiene explicaciones políticas”. El tío es un jeta de cuidado. Utilizar el adversativo «pero» no tiene sentido: todos los terrorismos (sean de izquierda o de derecha, nacionalistas o no) tienen explicación, base o finalidad política. No hace falta ser profesor de ciencias políticas para soltar semejante perogrullada. Pero, en el discurso político, al decir eso -y quedarse tan tranquilo-, está mandando un mensaje de comprensión/entendimiento con el mundo de la izquierda abertzale solidaria con el crimen. Más o menos es lo que se desprendía del programa de debate en Hispan TV al que hice referencia en el primero de los posts de esta serie (“Pablo Iglesias en tres vídeos”).
    Es muy de agradecer que algunos, como Ignacio Sotelo, no se estén andando con contemplaciones a la hora de evaluar a estos personajes: http://www.publico.es/politica/529025/sotelo-podemos-es-una-falsa-alternativa-revolucionaria-que-garantiza-mas-represion

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