Podemos es sexy

Lobisón

 Todos conocemos rupturas de pareja en las que una de las partes decide reconstruir su vida con una persona que a sus amigos nos pone los pelos de punta. Y, aunque no puedo decir que tenga mucha experiencia en estos casos, sospecho que lo peor que puede hacerse es tratar de abrirle los ojos sobre los múltiples aspectos negativos o disfuncionales de su nuevo amor. Es bastante evidente, sin embargo, que esto es lo que hacemos —sobre todo los viejunos— cuando insistimos en clamar contra los infinitos puntos débiles de Podemos como opción política. El problema es que Podemos resulta sexy para muchos electores que han visto venirse abajo sus ilusiones sobre las opciones políticas a las que anteriormente apoyaban.

Algunos de los que ahora se escandalizan ante las limitaciones de Podemos habían anunciado antes su tentación de abandonar la militancia o romper el carné, como se sigue diciendo pese a que los actuales carnés plastificados no pueden quemarse ni romperse sin la ayuda de las tijeras del pescado. Para quienes no tenían antes una militancia, la tentación es votar algo que demuestre a los partidos de ‘la casta’ que hay alternativas, que tienen una opción de salida que no pasa desapercibida, que se convierte en un fenómenos mediático masivo no sólo por sus aciertos comunicativos sino por el perfil nuevo y desconocido de sus representantes.

No todo el mundo ha pasado por la Facultad de Políticas de la Complutense, y hay mucha gente a la que no le importa que La Tuerka se emita en un canal de propiedad iraní, o que los creadores de Podemos se hayan beneficiado de financiación venezolana. Esto puede ser un grave error, pero es improbable que insistir en estas cuestiones vaya a provocar en los electores desencantados con los partidos tradicionales el deseo de volver al redil. Por el contrario, machacar una y otra vez con las peligrosas conexiones internacionales de Podemos sólo sirve para que los críticos adquieran una singular similitud con Esperanza Aguirre y estas buenas gentes.

Decir que Podemos es feo no va a convencer a los electores desencantados que lo ven sexy, sino que puede ser contraproducente. Habrá que esperar a que sus contradicciones internas se vayan mostrando a la luz pública. Y la cuestión clave, en todo caso, seguirá siendo ofrecer a los electores razones para votar otra cosa. El PSOE ya tiene un líder joven y mediático, y ahora el problema es cristalizar un discurso atractivo pero realista, que combine la doble dimensión española y europea, huyendo de gestos retóricos —y contraproducentes— como votar contra Juncker o atacar al gobierno en sus torpezas diarias sin proponer alternativas.

12 comentarios en “Podemos es sexy

  1. Sólo una duda: ¿argumentaría de igual manera el autor si la fuerza emergente, la que encandilara a los desencantados, fuera una del tipo Frente Nacional (ya se sabe, «el primer partido obrero de Francia»)?

  2. También un +/- 30% de españoles sigue considerando, según las encuestas , muy sexi al PP. Esperamos también a que sus contradicciones se vayan mostrando poquito a poco o k asemos, Lobisón?

  3. También hay quien se escandaliza ahora de las limitaciones de Sánchez. Y eso que ya se advirtió que el chaval tiene buena percha. Sólo buena percha.
    Si, querido Lobisón, esperas que Sánchez se descuelgue con algo que no sea un lugar común o una ocurrencia, te aconsejo que te armes de paciencia.

  4. Polonio, el PP no es un partido emergente, sino una pareja de toda la vida. Barañain, el argumento se sostiene aún más en el caso de partidos tipo Frente Nacional: regañar desde la izquierda a votantes que ya no se identifican con la izquierda no es muy útil.

  5. La viñeta de eldiario.es que nos trae Pratxanda contrapone dos momentos de la vida de un personaje (con morritos) con un intervalo de más de treinta y cinco años, con un único momento de la de otro personaje (con coleta) cuyo futura trayectoria, como es lógico, desconocemos. Sacar conclusiones de tal comparación no tiene sentido. Todo inicio es una página en blanco y no se puede prever ni juzgar el futuro de esa trayectoria ahora desconocida, pero tampoco otorgarle más valor del que tiene ni, menos aún, contraponerla a otra trayectoria ya concluida. Eso sí, con un canto en los dientes se daría el segundo personaje, el de la coleta, si pudiera garantizar(se) que al cabo de los años podría presentar un balance vital y una hoja de servicios aunque fuera ligerísimamente parecida a la del otro (el de los morritos).
    También desconocemos cual pueda haber sido la trayectoria vital de los anónimos ciudadanos que parecen mostrar su decepción por la evolución del primero, en el que se supone habrían confiado en aquel primer momento suyo (suponiendo que los momentos o sucesos reflejados den cuenta de la evolución que se pretende sugerir) e imaginar que podrían “volver a la casilla de salida” y confiar en mejor suerte.
    Pero hay dos o tres cosas al menos que sí sabemos: sí que conocemos cual ha sido la evolución de la sociedad española en su conjunto en estos treinta y cinco últimos años y sabemos cuán pocos de los españolitos actuales pueden imaginar o pretender hacer creer a los demás que se equivocaron en un determinado momento en 1974. Y sabemos cómo eran en 1974 (y después) muchos que iniciaban entonces un camino diferente al del personaje criticado (también entonces), que era un camino muy similar al que ahora acomete el segundo personaje: sabemos dónde estaban, cómo evolucionaron y donde están. Y lo fácil que es pasar de justiciero (a lo Savonarola) a disfrutar de tarjetas opacas.
    Todo lo cual no permite obtener conclusión alguna, pero sí aconseja desconfiar de las comparaciones imposibles y más aún de las profecías de moralistas y demagogos de pacotilla.

  6. Lo que no se les puede negar es que son modernos. No hay más que oírles cantar L’estaca. Conmovedores.

  7. No acabo de entender esa distinción entre «emergentes» y «no emergentes» a la hora de la crítica. Me parece que en el fondo es tratar al personal como si fuera tonto: si no le damos cancha, si despreciamos a esos de Podemos, seguro que no crecerán. O eso parece el argumento. Me da que la sociedad está más madura que todo eso.
    Tampoco entiendo que todo se deba analizar desde la óptica partidista ( de partido) como si fuéramos tertulianos de tv. «Contraproducente» para quien? Que la crítica a Podemos le beneficia a Iglesias y hace perder votos al PSOE? Y qué si así fuera? Me importan los argumentos de esa crítica y muy poco si eso perjudica o benéficia al PSOE. O a otros partidos. Sigo sin ver el argumento de Lobisón.

  8. Pues yo voy a dar mi opinión, oigan:

    Por lo menos en España el partido contestatario, rarillo, populista o como se le quier llamar, no nos ha salido por la ultraderecha bestia. No son el Frente Nacional, no son Amanecer Dorado. Eso es una suerte se mire por donde se mire.

    Lo que más me gusta de PODEMOS es que hoy por hoy son los que mejor hablan. Asi de simple.
    Sus portavoces -descartando a Monedero- tienen un análisis de la realidad que a mi me resulta creíble y está bien estructurado.Tienen discurso, hilan, relacionan, contactan con la realidad de manera solvente. Cuando oigo a alguno de estos me hace escucharles hasta el el final.

    No pasa con ninguno de los demás -si acaso salvando muy relativamente a Ciutadans- todos sin excepción parecen mensajes calculados, vacuos, previsibles, desesperanzadores..y encima hasta con una oratoria pobre. Coño, por lo menos que hablen bien.Yo no se en que bendito momento aqui se empezó a imponer que los políticos tenian que parecerse cada vez mas a la voz de los GPS.

    Creo coincidir con el espíritu del articulo de Lobisón en una cosa, lo de la contraprodución.

    Algunas criticas a PODEMOS me parecen muy «idas de olla». Por dar mas lustre al castellano, las veo exageradas, haciendo unos juicios de intenciones subjetivos, usando adjetivos desproporcionados, trayendo a colación ejemplos resonantes pero poco fundamentados etc.

    Yo eso, como creo entender que propone Lobisón, también lo percibo como contraproducente en el sentido en que acaban centrando la crítica más en el que la pronuncia que en el objeto criticado.

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