Parábola de Gordon Brown

Lobisón

La política británica es bastante emocionante, al menos vista a través del cine —In the Loop, The Ghost Writer— o simplemente a distancia. Las oscilaciones de la intención de voto y de la popularidad del primer ministro laborista, Gordon Brown, no han cesado desde que sustituyó a Tony Blair en junio de 2007. Tuvo un primer momento de gloria, al convencer al electorado de que su gobierno suponía un cambio real respecto a los de Blair, pero perdió su ventaja en pocos meses, tras mantener una confusa ambivalencia sobre el posible adelanto de las elecciones que provocó el cierre de filas de los conservadores tras el liderazgo modernizador y centrista de David Cameron.

En octubre de 2008 comenzó un nuevo auge de la figura de Brown gracias a su manejo de las secuelas para el Reino Unido de la crisis financiera global. No sólo demostró audacia y rapidez, sino que sus actuaciones se convirtieron en un punto de referencia para el resto de la Unión Europea y para Estados Unidos. Su mensaje electoral en ese momento (‘no es tiempo para novatos’) subrayaba la debilidad fundamental de Cameron: su inexperiencia y falta de ideas propias en el campo económico.

Pero luego se acumularon las malas noticias económicas. Aunque se hubieran tomado las medidas financieras correctas, la recesión y el desempleo se cobraron un alto precio. En un país, por cierto, en el que no se puede pensar que fuera necesario liberalizar el mercado de trabajo —existe despido libre, como en Estados Unidos— ni ajustar el sistema de pensiones, ya que las pensiones públicas son escandalosamente bajas.

A perro flaco todo son pulgas. Mientras Cameron y los conservadores se distanciaban en intención de voto de un gobierno maltrecho, se desataron sucesivas crisis internas de los laboristas: tentaciones de huida a las filas de los liberal-demócratas, conspiraciones para sustituir a Gordon Brown como primer ministro. Y, para colmo, el escándalo del informe sobre los abusos de los parlamentarios, que mostraron a un buen número de ellos dispuestos a utilizar fondos públicos para gastos injustificables desde el punto de vista de su función.

Ahora de nuevo un sondeo muestra una notable recuperación de los laboristas. Según la encuesta de YouGov para The Sunday Times, éstos obtendrían un 35% del voto —frente al 37% de los conservadores—, pero 317 escaños frente a 263. Las diferencias entre votos y escaños se explican por la existencia de una tercera fuerza, los liberal-demócratas, en un sistema uninominal que conduce a resultados nada proporcionales aunque facilite la formación de mayorías de gobierno.

Esto sucede además cuando se acaban de publicar en la prensa acusaciones, tomadas del libro del periodista Andrew Rawnsley The End of the Party, sobre el pésimo carácter que muestra Gordon Brown en sus relaciones laborales. Puede que estas acusaciones hubieran hecho más daño al sonriente y amable Tony Blair, puede que los británicos juzguen que, tal y como están las cosas, es normal que Brown se impaciente y esté de mal humor. O puede que los primeros atisbos de recuperación económica le estén beneficiando.

Pero hay otro elemento. Cameron, con su mensaje centrista, no representa a las bases del partido conservador, bastante thatcheristas, y su obsesión por la imagen y la iniciativa en las críticas al gobierno le ha llevado a algunas sonoras meteduras de pata que subrayan su falta de experiencia y de conocimiento del país real. Es cierto que el voto conservador siempre cierra filas para evitar que gobierne la izquierda, le guste o no su propio candidato, pero a los electores centristas o no definidos puede parecerles arriesgada la apuesta de cambiar de caballo sin haber salido de la crisis, y cuando hay serios motivos para dudar de que Cameron sea algo más que un producto de laboratorio.

11 comentarios en “Parábola de Gordon Brown

  1. Es la suerte de un pais sin a penas peso ideológico en la decisión del votante. Los sondeos siempre reflejan la satisfacción de la población con la gestión, por lo que la eficacia se premia y la ineficacia se castiga en tiempo real y sin distorsiones.

  2. Hay dos cosas que me han llamado siempre la atención en la cuestión que aborda Lobisón: la desconcertante sucesión de oscilaciones en la popularidad y el hecho de la aparente frialdad con que los peores augurios -cundo los sondeos ofrecían perspectivas catastróficas para el laborismo-, eran recibidos por Gordon Brown. Aparentemente al menos, no se han producido esos vértigos y propensiones colectivas a la melancolía -ante los malos augurios-, tan frecuentes entre nosotros.

    Por otra parte, no me extrañaría que en tiempos de crisis el electorado no fuera muy crítíco con los relatos sobre el mal humor del señor Brown. Carácter que casa bien con el aspecto desaliñadp que casi siempre presenta, en claro contraste con la imagen impoluta y la la sonrisa eterna -¿eternamente falsa?- del encantador de multitudes que era Blair.

    Es posible en Gran Bretaña, más que en España, funcione la valoración de la gestión a la hora de validar o cambiar gobiernos, como apunta Fernando (1). Pero no hasta el punto de descartar el peso ideológico en la decisión del votante. Opino más bien lo contrario. El agrupamiento continuado del voto tras las dos grandes opciones políticas -laboristas y conservadores-, es resultado en buena medida del sistema electoral peor refleja también la consolidación de la orientación ideológica entre la mayoría de ese electorado. Y como dice Lobisón, » el voto conservador siempre cierra filas para evitar que gobierne la izquierda, le guste o no su propio candidato». ¡No hay mejor constatación de la importancia del factor ideológico en el voto de los británicos!

    En realidad, lo del «cierre de filas» de los conservadores es una constante en muchos países. No ocurre lo mismo entre las izquierdas. Hay diversos factores que pueden explicar pero es difícil no considerar un decisivo éxito político/cultural de la derecha el que haya conseguido inocular -gracias a su dominio abrumador de los medios, entre otras cosas-, la «desideologización» del voto de los sectores sociales progresistas mientras en su propio mundo no se andan con remilgos a la hora de unirse en bloque cuando se trata de conquistar o mantener el gobierno frente a la izquierda. Mucha gente de izquierda tiene a gala hacer uso de una valoración desprejuiciada, sin ataduras ideológicas, como si esas fueran un lastre anticuado. Muchas gentes de de derecha -que siempre han acusado a las izquierdas de aferrarse a viejos dogmas-, ni se plantean eso del voto desprejuiciado. En contra de lo que sugiere Fernando, creo que el voto de los conservadores europeos es abrumadoramente «ideológico».

  3. Por alusiones.

    Lo primero que habría que plantearse, cuando se habla de voto ideológico a la hora de comparar España con Inglaterra, es que se entiende en cada país por voto ideológico y donde comienza la bifurcación ideológica en la teórica toma de decisiones por parte de los gestores. Nuestros políticos venden el falso desarrollo de una política en «V» y en la que la ideología impregna todo, por lo que desde la base se trata de buscar acciones diferenciales, aunque en realidad no las haya. En Inglaterra, y en la mayoría de las economías occidentales, la ideología no toma acción hasta después de un amplio tramo de gestión común, necesario y fuera de toda ideología. Es un tipo de gestión en «Y» y en la que la copa, que detrmina la bifurcación difrencial, es cada vez menor y el cuello, que determina la coincidencia, más prolongado. Hay bastante menos ideología diferencial en las decisiones que afectan a la vida diaria de los ciudadanos y, por ello, mucha mayor facilidad a la hora de alternar el voto entre las dos principales opciones por parte de la población si, ésta considera que la suya le pueda estar fallando.

  4. Ya, Fernando, como en Madrid Comunidad, en el Ayuntamiento de la Villa y Corte, en el Reino de Valencia, en la Dipu de Castellón y en las Baleáricas Islas, donde el número de implicados, imputados, procesados y condenados con carné peperí, incluyendo ¡¡ dos presidentes de la Comunidad ¡¡ configura una lista de dimensiones mórbidas.

    En cuanto al voto ideológico/no ideológica en la Pérfida Albió, decir que el diario de Pedro oJt, «El Mundo», afirmaba ayer taxativamente que la sincera exposición por parte de Cameron de sus propuestas anticrisis y de sus recortes sociales es uno de los factores que han determinado que el Labour Party pase de ser el tercero en las encuestas, incluso tras los liberal-demócratas, a un empate técnico y posibilidades serias de victoria. Y eso que Cameron es la cara amable de los tories, en cuyo seno abundan los thatcheristas furibundos que casi le consideran un «rojeras». Esto explica el silencio marianesco: si Rajoy nos contara qué clase de puestos de trabajo pretende crear y cómo reformaría el mercado de trabajo, igual las alegrías demoscópicas no serían tantas.

    Otrosí, aún a riesgo de despertar al felón y que Don Alguien me mande a fundar «Debate Jergonesco», decir que también del diario de Pedrete extraigo una sorprendente columna llena de elogios por parte de Santiago González, «Santiagón» para los no-amigos, en los que pondera como históricos e impresionantes los resultados de la lucha antiterrorista en manos de Rubalcaba, y elogia la vía de cambio político vasco un año después de las eleciones autonómicas de 2009. Es significativo que uno de los más furibundos antizapateristas y socialistas de la caverna no haga bromas sobre «Facebook» para menoscabar los logros en esta materia ni considere los mismos como parte del «proceso de claudicación», como el bisojo ex-presidente y ex-miembro de la AVT Alctatraz llegó a opinar. Decir que Santiagón es otro de esos miembros de la prensa de derecha extrema que elogia a Leona hasta el paroxismo, con lo que creo que alguno ha equivocado la consigna.

    Buenas tardes y felicidades al articulista.

  5. Fé de «ratas»: do digo «uno de los más furibundos antizapateristas y socialistas …» quiero decir «uno de los más furibundos antizapateristas y antisocialistas …».

  6. No me queda nada claro en el artículo de Lobison si la encuesta que cita se ha producido antes de la publicación del libro que también cita de Rawnsley (jo, que nombre!). Me parece que este libro le va a perjudicar en las próximas encuestas. En «The End of the Party», Rawnsley le describe como paranoico, chuleta, caótico y agotado. También dice que es aficionado a lanzar objetos a su alcance como proyectiles a sus secretarios/as y que ha llenado de agujeros las partes recubiertas de tela del interior de su automóvil. Su equipo electoral ha reaccionado lanzando una imagen distinta. Esta imagen se sustenta en una comparación con el lider conservador Cameron. Asi, se dice que Brown es capaz de situarse en la piel del inglés medio, comprendiendo sus inquietudes mientras que Cameron transparenta la tranquilidad y relajo de la clase rica y privilegiada. Le han dicho que narre sus problemas personales mientras intenta sonreir, lo que le cuesta mucho. Asi, últimanente cuenta qué alimentos sacrifica para no engordar o cómo se declaró a su mujer. También afirmó en la tele que «las alegaciones de que sacudo o empujo a otras personas son completamente falsas». Lo que no hay duda es que Cameron, en efecto, tiene un aire de clase alta inconfundible y confirmado por estudiar en Eton. ¿En que manera, la clase media inglesa va a preferir repetir con un Brown que sale de sus filas inequívocamente o va a buscar el cambio con un señorito? La prolongación de la crisis con los sacrificios que comporta hacen preferir a un nuevo gobernante. Al parecer, el elevado déficit/PIB inglés va a alentar a los especuladores a apostar contra la libra esterlina próximamente – ya ha caido mucho respecto al euro – y esto puede ser mortal para Brown y el laborismo inglés.

  7. Osea… que los especuladores quieren que los ingleses abracen a los neo liberales de clase alta…..los de clase baja deben ser los españoles que siguen los consejos de la FAES…digo yo ¿no?.

  8. Las perspectivas de Brown son negras desde que finalmene consiguió suceder a Blair, con la excepción de la emergencia económica, que cita Lobisón, que le dio mchos puntos temporalmente. ahora bien, Gran Bretaña es bastante imprevisible y si no acuérdense de cómo Major consiguió vencer a Blair, creo que en 1992, cuando nadie daba un duro por él. Aparte de la crisis, lo que peor tiene Brown en su contra es el hartazgo de tantos años de Labor party, que es que son ya muchos… y que es un tipo que se hace quere muy poco. Y luego está la crisis de la deuda del futbol, que está empezando a estallar y que en Gran Bretaña en particular puede tener efectos revolucionarios!

  9. Historias de una noche cercana.

    Hay otros Brown mas inquietantes….jeje.

    «Los Ondulantes» .

    Fredric Brown.

    Definiciones del diccionario abreviado Webster-Hamlin, edición de 1998:
    Ondulante: un invasor.
    Invasor: inórgano de la clase radio.
    Inórgano: ente incorpóreo, invasor.
    Radio: 1. clase de inórganos. 2. frecuencia etérea entre la luz y la electricidad. 3. (obsoleto) método de comunicación usado hasta 1957
     
    Las salvas inaugurales de la invasión no fueron estruendosas, pero fueron oídas por millones de personas. George Bailey estaba entre esos millones. Elijo a George Bailey porque fue el único que llegó a tener una vaga intuición de lo que pasaba.
    George Bailey estaba borracho, y dadas las circunstancias no se lo podía culpar por ello. Estaba escuchando avisos radiales de la clase más repulsiva. No porque él quisiera escucharlos, desde luego, sino porque su jefe, J.R. McGee de la red MID, le había dicho que los escuchara.
    George Bailey escribía avisos para la radio. Lo único que odiaba más que la publicidad era la radio. Y ahora dedicaba su tiempo libre a escuchar irritantes y nauseabundos avisos comerciales en una emisora rival.
    – Bailey – había dicho J.R. McGee -, deberías familiarizarte más con lo que hacen otros. Especialmente, deberías estar informado sobre lo que hacen los clientes nuestros que usan varias emisoras. Francamente, te sugiero…
    Uno no se opone a las francas sugerencias del jefe si quiere conservar un trabajo de doscientos dólares por semana.
    Pero uno puede beber whisky sours mientras escucha. George Baile bebía whisky sours.
    Además, entre una tanda comercial y otra, jugaba al gin rummy con Maisie Hetterman, una atractiva dactilógrafa pelirroja del estudio. Era el departamento de Maisie y la radio de Maisie (George, por principios, no tenía radio ni televisor), pero George había traído el licor.
    – …sólo los mejores tabacos – decía la radio – entran dit-dit-dit cigarrillo favorito del país…
    George miró la radio.
    – Marconi – dijo.
    Desde luego quería decir Morse, pero como los whisky sours lo habían mareado un poco su primera corazonada se acercó más a la verdad que la de cualquier otro. Era Marconi, en cierto modo, de un modo muy especial.
    – ¿Marconi? – preguntó Maisie.
    George, que odiaba hablar con la radio encendida, se inclinó para apagarla.
    РQuise decir Morse Рdijo -. Morse, como en los boy scouts o en el cuerpo de se̱ales. En un tiempo fui boy scout.
    – Vaya si has cambiado – dijo Maisie.
    George suspiró.
    – Alguien se creará problemas, transmitiendo en código en esa longitud de onda.
    – ¿Qué decía?
    – ¿Decía? Ah, quieres decir qué decía la señal. S…, la letra S. Dit-dit-dit es S. SOS es dit-dit-dit da-da-da dit-dit-dit.
    – ¿La O es da-da-da?
    George sonrió.
    РDilo de nuevo, Maisie. Me gusta: Y creo que t̼ tambi̩n eres da-da-da.
    – George, quizá sea realmente un SOS. Enciéndela de nuevo.
    George la encendió de nuevo. El aviso de cigarrillos aún estaba en el aire.
    – …caballeros del gusto más dit-dit-dit …guido prefieren el gusto superior de los cigarri-dit-dit-dit. En su nuevo paquete, que los conserva dit-dit-dit y ultrafrescos…
    – No es un SOS. Son sólo eses.
    – Como una tetera, o… Oye, George, quizá sea un truco publicitario.
    George meneó la cabeza.
    – En ese caso no taparía el nombre del producto. Espera un minuto hasta que…
    Extendió la mano y movió la perilla de la radio un poco a la derecha y un poco a la izquierda, y una expresión incrédula le inundó la cara. Movió la perilla hacia el extremo izquierdo, tanto como podía. No había ninguna estación allí, ni siquiera el zumbido de una nota de transmisión, pero la radio decía dit-dit-dit, dit-dit-dit.
    Movió la perilla hacia el extremo derecho. Dit-dit-dit.
    George apagó la radio y miró a Maisie sin verla, lo cual no era fácil.
    – ¿Algo malo, George?
    – Espero que sí – dijo George Bailey -. Por cierto espero que sí.
    Pensó en tomar otra copa y cambió de idea. Tuvo la repentina corazonada de que algo importante estaba ocurriendo y quería estar sobrio para evaluar las cosas.
    No tenía la menor idea de cuán importante era.
    – George, ¿qué quieres decir?
    – No sé qué quiero decir. Maisie, demos un paseo hasta el estudio, ¿eh? Creo que habrá cosas interesantes.

    (continuara)

    Cada noche a la misma hora,o un poquito mas tarde ,o un poquito antes,depende de si la Luna esta despierta o sueña con el Sol…JAJAJA…que nervios.

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