Maastricht, ¿febril la mirada?

LBNL

Tras el tremendo avance que supuso el Acta Única que en 1987 sentó las bases para la creación del mercado único, el Tratado de Maastricht o Tratado de la Unión Europea, firmado el 7 de febrero de 1992, constituyó un hito en el proceso de integración continental al transformar la comunidad económica en un proyecto de unión política dotada de una serie de competencias en áreas inéditas como las relaciones exteriores o justicia e interior.

La ampliación de 12 a 15 y luego a 27 Estados (pronto 28, con la incorporación de Croacia) y las continuadas dificultades institucionales enfrentadas por las sucesivas reformas del Tratado(Edimburgo, Amsterdam, Niza) y no suficientemente resueltas con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa el 1 de diciembre de 2009, fueron haciendo decaer el ímpetu “federalizante” de Maastricht.

En el haber, éxitos como el Tratado de Schengen (del que se desmarcaron Reino Unido e Irlanda pero al que se sumaron países extra UE como Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein). En el debe, las resistencias de los Estados Miembros a ceder el control inter–gubernamental de la política exterior y de seguridad de la Unión. Y aún así, la Unión ha sido capaz de desplegar misiones securitarias y pacificadoras en muchas partes del mundo y contamos con instrumentos como la euro-orden atajo de la extradición intra-UE.

Más recientemente la viciosa espiral de déficit-austeridad-recesión-más déficit en la que está imbuida la Unión desde hace un par de años amenaza directamente el futuro del euro, antaño joya de la corona, y con él quizás también la viabilidad del sueño de la integración europea en su totalidad: Gran Bretaña vuelve a aislarse por decisión propia, los periódicos griegos reviven acusaciones de nazismo, las opiniones públicas son cada vez más nacionalistas…

Sin embargo, la cercanía del abismo podría, como otras veces en el pasado, operar como el mejor acicate para un nuevo paso significativo hacia la integración política.

Por un lado, la crisis ha expuesto con crudeza los riesgos asumidos al no haber complementado la Unión Monetaria con una verdadera unión económica. En la práctica, esta carencia está forzando cesiones de soberanía no previstas en los tratados como ilustran la compra de deuda pública por el Banco Central Europeo, los relevos en los gobiernos italiano y heleno y la asunción por parte de diferentes Estados, incluida España, de límites estrictos a los déficit presupuestarios aún antes de que sean acordados en el nuevo Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria– que debería firmarse el próximo 1 de marzo y entrar en vigor el 1 de enero de 2013. No digo que sean positivas, me limito a constatar que la crisis provoca cesiones de soberanía hacia la Unión que eran impensables cuando se negoció el Tratado de Lisboa.

Por otro lado, en paralelo a su presión incansable en pos de la austeridad presupuestaria máxima, la Canciller alemana Ángela Merkel está apuntando a la necesidad de progresar hacia una unión política en la que la Comisión funcione como un verdadero Gobierno europeo y el Consejo Europeo como Senado o segunda cámara de representación territorial de un Parlamento Europeo verdaderamente representativo de la ciudadanía europea.

El proyecto no es en absoluto nuevo: ya en octubre de 1990 la ex Premier británica Margaret Thatcher contestaba con una triple negativa a una propuesta similar del entonces Presidente de la Comisión, Jacques Delors. Igualmente, dicho modelo venía implícito en el concepto de “núcleo duro” y “varias velocidades” que en 1994 propugnaron Wolfgang Schaüble y Karl Lammers en un documento del grupo parlamentario de la CDU/CSU que tuvo amplia repercusión en su momento aunque poca aplicación práctica.

En este contexto en el que los agoreros anuncian el fin cercano del euro y con él el de la Unión en su conjunto, en realidad podríamos estar asistiendo a una reactivación del proyecto de integración continental que de momento no somos capaces de apreciar. Hasta la fecha, Merkel esboza sólo una mayor armonización fiscal y supervisión presupuestaria por la Comisión y el Eurogrupo, en parte porque su fiel aliado, el Presidente francés Nicolás Sarkozy, está a favor de ceder nuevas competencias a la Unión pero sólo en la medida en la que permanezcan en manos del Consejo Europeo. Es decir, más gobierno europeo sí pero de carácter inter-gubernamental, no en manos de instituciones supra-nacionales como la Comisión o el Parlamento.

En todo caso, cualquier propuesta de reformas institucionales tendrá que ser sometida en su momento a los procelosos procedimientos negociadores comunitarios y habrá que determinar si son de aplicación al conjunto de la Unión o sólo al Eurogrupo, como el nuevo Tratado recién concluido.

Ahora bien, no es descartable que la fuerza de los hechos siga forzando cesiones de soberanía no previstas y, en la medida en la que no lleguen a provocar el colapso de la Unión Europea, posibilidad que lamentablemente tampoco es descartable, la dinámica insufle nuevos bríos al espíritu federalista de Maastricht, aprovechando también algunas coyunturas favorables como por ejemplo, la elección directa del próximo Presidente de la Comisión por el Parlamento Europeo (en vez de por el Consejo Europeo como hasta ahora) que surja de las elecciones de junio de 2014, tal y como mandata el Tratado de Lisboa.

Quizás, sólo quizás, dentro de otros veinte años, las amenazas que acechan hoy a la Unión no sean más que un mal recuerdo del que se ocupen sólo los historiadores mientras los demás vivimos una Unión completamente diferente en la que sea cotidiano que las instituciones “federales” detenten una cuota mucho mayor de soberanía política. Nadie recuerda hoy tampoco que la Unión monetaria hubo de superar al menos dos naufragios (el informe Werner por la crisis del petróleo y el Sistema Monetario Europeo a manos de Soros y compañía) antes de eclosionar.

Es verdad que la cortedad de miras de quienes dirigen la Unión no da motivos de entusiasmo. Más bien al contrario, Europa parece abocada a un suicidio económico-social que arrase no sólo con el proyecto de integración continental sino también con la paz social que llevamos disfrutando desde la segunda guerra mundial.

Pero también es cierto que, dejando por un momento de lado la rabiosa actualidad, veinte años no son nada en la vida de un proyecto tan ambicioso y de tanto calado histórico como la construcción de Europa y quién sabe si, una vez más, seremos capaces de hacer de la necesidad virtud. Eso sí, en bien de todos y de la propia Unión, convendría que aprendiéramos las lecciones de la crisis actual y fuéramos capaces de domeñar las fuerzas del neoliberalismo económico que han ido apropiándose de la Unión y su construcción en los últimos años.

17 comentarios en “Maastricht, ¿febril la mirada?

  1. Empiezo con una autocrítica: uno de los mayores errores de juventud que he cometido consistió en creer en el proyecto europeo. Hoy me da vergüenza recordarlo. Espero que las esperanzas del articulista no se materialicen nunca. La UE se hizo como se hizo: es un orden institucional que beneficia a las élites políticas y económicas del continente, con un desequilibrio claro de origen hacia la liberalización económica y sin capacidad para tomar medidas redistributivas serias (salvo en el ámbito de la regulación de derechos del consumidor y cosas así). Es muy poco democrática la UE en su funcionamiento interno, con instituciones sin legitimación popular como la Comisión, el BCE o el Tribunal de Luxemburgo. Encima, los Gobiernos utilizan a la UE como coartada para hacer recortes y desregular aquí y allá.

    Espero que de la crisis no salga lo que contempla LNBLNB. La mayor parte de la opionión pública europea (y no, precisamente, por motivos nacionalistas) se niega en rotundo a nuevos avances y nuevas cesiones de soberanía. Ya hemos tenido bastante y a la vista están los resultados. Los eurócratas, cuando se pusieron con la UEM, no tuvieron mejor ocurrencia que encargar a los gobernadores de los bancos centrales el diseño institucional del euro. Y así ha salido la cosa.

    En España, sobre todo en la socialdemocracia, sigue habiendo un papanatismo europeísta preocupante. Nos hemos equivocado con el euro: mientras EEUU va saliendo del hoyo, aquí vamos a peor y se nos deshacen los Estados del bienestar. Reconozcamoslo y volvamos al punto inicial, sin ensoñaciones de que esto se arregla con «más Europa».

  2. Cicuta, el problema no es Europa o España, el problema es que nos hemos dejado comer el coco durante los últimos 30 años y hemos confiado en que la liberalización del tráfico de mercancias, servicios y capitales, sin libertad de circulación de personas pero con desregulación de todo, era buena para todos. Y no lo era. La liberalización es buena siempre que venga, como todo, convenientemente regulada. Lo mismo que las privatizaciones: son buenas para unas cosas y malas para otras. Y en las últimas décadas nos hemos dejado convencer de que la banca pública era intrínsecamente menos eficaz y por tanto un lastre, cuando la banca privada tiende al desmán financiero y a secar el crédito cuando no puede ofrecer lo que los accionistas demandan.
    Pero nada de eso es un problema de Europa sino de la socialdemocracia en general, aquí y en Copenague, en Dublín y en Varsovia. El BCE no es más independiente que el Banco de España antes de la creación del euro y tampoco más que la FED, que sin embargo sí puede actuar como prestamista de último resorte.
    No es un problema de cesión de competencias sino de cómo se administran. Y teniendo en cuenta la dirección que lleva el Gobierno español, o la que mantuvo el anterior, no hay diferencia ideológica si dichas competencias se administran desde Bruselas o desde Madrid.

  3. Oiga!! Señor LBNL!!! Hable por usted!!!! ‘nos hemos dejado comer el coco durante los últimos 30 años y hemos confiado en que la liberalización con desregulación de todo….’ eso lo será usted!!!! 🙂

    Conclusión, según su explicación estamos donde estamos por gente como usted que se deja comer el coco fácilmente……. jejejeje (jejejé por no llorar…..)

  4. 1. Me temía que acabaríamos así: don Cicuta, abrumado por el caos, se ha hecho carlista.

    8. Mujer, la culpa no es de LBNL, no creo que él se haya dejado comer el coco tanto: es una forma de hablar.

    Por cierto, recomiendo un libro lúcido y divertido de un señor llamado Ha-Joon Chang (lo díficil es recordarlo cuando se llega a la librería): 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo. Una de las cosas que dice es que no es nada evidente que los economistas sean quienes mejor gestionan la economía, como nadie confiaría a un físico teórico la reparación de una lavadora.

  5. Por supuesto que me he dejado comer el coco, yo y mucha gente más. En mi descargo creo que publiqué por estos lares algo titulado doble timo criminal que hablaba de cómo nos timaron diciendo que todo iba cada vez mejor y nos querían volver a timar ahora diciendo que la solución al timo financiero global es que la clase media se apriete el cinturón. Y también recuerdo otra pieza titulada cuándo aprenderán los economistas…

  6. Historias para no dormir.

    El Partido Popular no quiere en sus filas argumentos «judeo-masonicos»…¡¡Cachis!!.

    Cifuentes cree que ha sido sometida a un «linchamiento absoluto»

    La delegada de Gobierno de Madrid se siente «asustada» por las reacciones en el PP tras pedir que el partido no se defina como cristiano.

    La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha denunciado hoy haber sido sometida a «una especie de linchamiento absoluto» por proponer una enmienda a la Ponencia del Congreso del PP para que se elimine la palabra «cristiano» de la definición ideológica del partido.

    http://www.publico.es/espana/422388/cifuentes-cree-que-ha-sido-sometida-a-un-linchamiento-absoluto
    :::

    No, si al final le cogeremos afecto a la delegada del gobierno…ahora nos acompaña en el sentimiento….JAJAJA….que nervios.

  7. Pedía Saramago en «El Hombre Duplicado» que la historia se enseñase del presente al pasado, intentando encontrar en la historia la explicación para los fenómenos que vivimos, contando los hechos históricos desde la perspectiva de la influencia que estos han tenido en nuestras vidas. Pero a mí, como a casi todos los que estamos entre los 18 y los 81 años de edad, nos enchufaron la milonga de los Reyes Católicos y las proezas del descubrimiento (ojo: ¡descubrimiento!) de América, y nos hablaron de los Romanos como los dominadores del Mare Nostrum. Si alguien está pensando en hacer un curso de Historia del Pensamiento Económico, le recomendaría que leyera el artículo de Magallanes de ayer. En 5 minutos he conseguido encontrar un hilo conductor a los conocimientos con los que me bombardearon en 28 sesiones de 100 minutos cada una y mediante los innumerables artículos de ilustres académicos que me hicieron tragar. Parte de culpa tendré, pero tanta chufla no me sirvió más que para rellenar uno de los requerimientos para conseguir un título que me abriera las puertas a un mercado laboral que después entendí que no existía en la forma en que me lo habían pintado -esta es la palabra- en los libros de segundo de carrera. Oferta, demanda, precios y cantidades. Y todo el mundo feliz, salvo que nos impongan un salario mínimo que impida malévolamente que las curvas se encuentren en forma de cruz, en el mismo punto en el que un párroco se situaría para reclamar la fe de los feligreses en el idioma que la Curia le autorizase a utilizar. Y al que pida entender lo que se dice le llamamos Protestante.
    Uno de los mayores errores de juventud que he cometido consistió en desdecirme de mis críticas de otra juventud más temprana frente al proyecto europeo. Hoy me da vergüenza recordarlo.

  8. Por cierto, hacerse Carlista con la que está cayendo no es destacable. Cueste lo que cueste… En estos días que corren, lo que tendría mérito es hacerse Juancarlista. ¡Ay, Campechano, qué guerra nos dan los niños! La culpa es de los padres, que las visten como princesas.

  9. Comprendo el desasosiego de Antesala 13….a veces pienso que para que nuestros intereses pesqueros y agricolas fueran respetados ,deberiamos salirnos de la Union Europea y convertirnos en un estado asociado de Marruecos…..ejm.

  10. Lobisón 9… si usted lo dice me quedo más tranquila….. 🙂

    Bien por Cristina Cifuentes!!

  11. A Antesala #13: Muchas gracias por decir que aprendiste en 5 minutos mas historia del pensamiento económico que en 28 sesiones de 100 minutos. Creo que exageras 10 pueblos como diría la mujer de Camps a El Bigotes agradeciendo sus regalos. Cuando lo escribí no pensé que tendría muchos lectores satisfechos. ¡Cosas de la oferta y la demanda! Por algo Baptiste Say decía que la oferta crea su demanda.

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