Los desplazados colombianos: las víctimas «invisibles»

Erika Fontalvo Galofre

A tan sólo una hora de Bogotá, en el municipio de Soacha, se encuentra Altos de Cazucá, hogar de decenas de miles de desplazados: hombres, mujeres y niños que viven en medio de una pobreza abrumadora, hacinados en casas de cartón y bolsas de basura, con un desempleo generalizado, sin posibilidad de educarse por la falta de escuelas y con enfermedades de todo tipo, entre ellas, desnutrición y trastornos sicológicos que difícilmente encuentran atención por la reducida presencia del Estado que carece de una política seria y sostenible para afrontar esta problemática. El drama que se vive a diario en Altos de Cazucá se repite en decenas de ciudades colombianas donde los desplazados no tienen garantizado el acceso a los derechos básicos como el trabajo, la educación y la salud. Tampoco cuentan con suficientes espacios de recreación, medios de transporte y muchas veces tienen restringidos sus derechos a la libre expresión, a la libertad de asociación y de conciencia. Por eso no es de extrañar que en muchas ocasiones ni siquiera se les garantice la vida. El conflicto, el terror, esa violencia maldita que los expulsó de sus lugares de origen los sigue acosando como una llaga que va extendiéndose por toda su piel hasta quedarse allí para siempre causando un daño irreversible. Y junto a esta dura y caótica realidad que socava las esperanzas de estos colombianos desplazados se encuentra otra verdad, tan dolorosa y cruel como el hambre, el frío y el miedo que padecen a diario: la indiferencia. Indiferencia de buena parte de un país que desconoce, se niega a reconocer o que olvida muy rápido los rostros de la tragedia que lucen los compatriotas que, con enorme frustración y desconsuelo, tienen que dejar lo poco que tienen para no ser víctimas de la infamia. Frente a esa otra Colombia que los ignora e incluso los desprecia, los desplazados resisten aferrados como antorchas que se niegan a apagarse en medio de la oscuridad más profunda.

La eterna discusión sobre las cifras del desplazamiento en Colombia se ha convertido en una debate político que le ha restado protagonismo a las víctimas. La guerra de datos,  entre la institución estatal que lleva el tema y que desde 1995 registra 2 millones de desplazados frente a los 3,8 millones de las ONG especializadas que los contabilizan desde 1985, es un conflicto agotador. Por supuesto, es imprescindible saber cuál es la dimensión real de esta crisis humanitaria, una de las más graves del mundo según la ONU, para garantizar la respuesta del Estado a través de una política pública eficaz. Pero más allá de la cifra exacta, está claro que son muchos y que siguen aumentando.

Por eso es responsabilidad de los medios de comunicación ocuparnos del tema desde la perspectiva que demanda: la denuncia del olvido en el que estas personas se encuentran, sus dramáticas condiciones de subsistencia y el reiterado incumplimiento del Estado para hacerle frente a sus obligaciones, tal y como lo ha reclamado en varias oportunidades la Corte Constitucional de Colombia que, en una sentencia de 2004, exige al Estado que cumpla con lo que dice la Ley.

Lo primero es reconocer que todos los esfuerzos resultan insuficientes para informar como se debe acerca de esta realidad. Se ha perdido mucho tiempo, tiempo valioso para crear conciencia, para construir un tejido social que nos permita ser más solidarios con esas personas de las que no nos ocupamos. Los propietarios y directores de medios de comunicación en Colombia se rasgan las vestiduras, pero en realidad están muy lejos de adquirir el grado de responsabilidad y compromiso frente a la absoluta tragedia que viven millones de compatriotas. ¿Por qué no nos duele el sufrimiento ajeno? me pregunto a diario desde la comodidad de mi casa en Madrid cuando evoco el profundo vacío que reflejaban los ojos de los habitantes de Bojayá al ver su pueblo en ruinas. Recuerdo que tras los enfrentamientos entre grupos de extrema derecha e izquierda, en mayo de 2001, más de 110 personas murieron atrapadas en una iglesia en la que se refugiaron pensando que sería un lugar seguro. Luego de recoger los pedazos de sus seres queridos, miles emprendieron la huída protagonizando uno de los casos más sonados de desplazamiento forzado en Colombia durante los últimos años.

Durante varios días, centenares de personas, familias enteras, ancianos, niños atemorizados y muchos de ellos, enfermos y perturbados arriesgaron sus vidas navegando durante días enteros hasta llegar a la capital del departamento, Quibdó, para dejar atrás el dolor de la muerte que les había alcanzado como nunca antes.

Muchos estuvimos allí registrando lo sucedido, pero tras un tiempo nos marchamos dejando en los improvisados albergues a estas personas. Hoy muchas de ellas siguen sin regresar a Bojayá porque lo prometido sólo se ha cumplido a medias. Este es el limitado registro de lo que pasa en Colombia con los desplazados. Es muy triste tener que reconocer que los utilizamos sin ocuparnos realmente de sus necesidades futuras y de que rara vez los acompañamos en la  búsqueda de una solución definitiva para sus problemas.

El sufrimiento de los desplazados colombianos no acaba cuando se apagan las luces de las cámaras. Sigue indefinidamente y se incrementa con la indiferencia de los medios de comunicación de Colombia que, al igual que el Estado, no se comprometen lo suficiente para garantizar espacios permanentes a las víctimas que merecen ser escuchadas y reconocidas para que nunca olvidemos su dolor y sacrificio.

No importa cuántos sean ni cuánto tiempo haya transcurrido desde que fueron obligados a marcharse de sus pueblos, a dejar sus hogares, a abandonar sus tierras; los desplazados deben seguir siendo una prioridad en nuestras agendas informativas como una exigencia diaria que nos obligue a darles el lugar que se merecen.

Y para lograrlo, debemos dejar de percibir el desplazamiento como un suceso e incorporarlo como una temática social que nos afecta a todos, que nos alcanza a todos aunque nos resistamos. Hay que avanzar hacia un cambio de mentalidad contundente e inaplazable que nos conduzca a darles voz y rostro a los que hoy no la tienen, pero que  casi siempre tienen una valiosa lección de vida y fortaleza que darnos. Escucharlos y compartir sus experiencias nos acerca al reconocimiento del problema y a la búsqueda común de posibles soluciones.

En Colombia, existe una importante presencia de medios españoles. La mayoría de los grandes diarios y la televisión pública cuentan con corresponsales permanentes que, en la mayoría de las ocasiones, se ocupan de contar aquí las noticias que a diario se registran en el país y que, suelen tener su origen en el conflicto.

Muchas veces, esos periodistas que son profesionales muy bien formados y con gran experiencia, incurren en graves imprecisiones que hacen mucho daño y le hacen un  flaco favor a sus propios medios ante los ojos de las personas que tenemos un mínimo conocimiento sobre nuestro país. Leía un caso de estos el otro día en el diario El Mundo que publicaba la ruta que había seguido un periodista tras la pista de la señora Ingrid Betancourt, en poder de las FARC. Este señor ubicaba regiones por las que él supuestamente había pasado en lugares absolutamente incorrectos, dando la sensación de un desconocimiento profundo del país y lo peor, de que las FARC estaban en lugares en los que realmente no ejercen un control como el que él relataba.

Los periodistas españoles, como los británicos, los franceses y los de muchas otras nacionalidades, entre ellos, los colombianos, encontramos en este antiguo y crónico conflicto, una forma de buscar protagonismo, de denunciar lo que a nuestro juicio es lo más acertado y muchas veces, olvidamos la importancia que tienen las víctimas.

En ocasiones sin rigor y faltando a la verdad, o con un tratamiento que no es el más adecuado porque no presenta una completa visión de las partes, se otorga mayor visibilidad a los actores armados ilegales, y también legales, y se relega a un segundo plano a los desplazados que merecen, como ningún otro actor, que se les permita expresarse y contar su drama porque es, a mi juicio, la mejor forma de reflejar lo que sucede en el país.

Yo he sido testigo de cómo se “forran� periodistas extranjeros en Colombia “vendiendo� exclusivas a medios internacionales gracias al juego que les dan por ejemplo las FARC, concediéndoles unas declaraciones o facilitándoles el acceso a una zona de conflicto o a uno de sus campamentos. Si ellos quieren hacerlo y pueden, tienen la libertad de hacerlo, pero en esa búsqueda de la imparcialidad y de la verdad que defendemos los periodistas, es hora de que los medios internacionales sean más solidarios con la realidad de las víctimas colombianas, con los desplazados que rara vez son requeridos por ellos.

En Colombia las víctimas, la mayoría de ellas desplazadas por la violencia, están liderando procesos para hacer visibles sus necesidades y demandas. Muchas de ellas están siendo perseguidas y asesinadas por los líderes de la extrema derecha que, de “dientes para afuera�, dicen estar vinculados a un proceso que pretende garantizar la verdad, la justicia y la reparación, cuando en realidad siguen con sus acciones criminales.  Es un momento decisivo para mirar hacia lo que pasa en Colombia y lograr que los medios españoles y, en general, los internacionales se ocuparan del tema.

No es tan difícil cambiar la perspectiva de informar acerca del conflicto colombiano. Hay una serie de hechos que evidencian la profunda crisis social y humanitaria de millones de personas en Colombia. Los desplazamientos no sólo se producen por los combates o enfrentamientos entre las fuerzas irregulares y estatales, también el retorno de la guerrilla a territorios antes ocupados por los grupos de extrema derecha, las fumigaciones en áreas de cultivos ilícitos, los ataques a sectores de la población que reciben subsidios del gobierno generan movilizaciones permanentes. Además está el confinamiento, provocado por la siembra de minas antipersona en las afueras de pueblos y zonas rurales o porque los grupos irregulares deciden sitiar la localidad.

Estas son situaciones que se conocen muy poco, que no despiertan mucho interés y que merecen la pena ser denunciadas en foros internacionales y, a través de los medios de comunicación nacionales y extranjeros que, muchas veces, por razones de seguridad o simple indiferencia, pasan del tema.

En Colombia, durante 2006, se desplazaron diariamente unas 600 personas. Es como si localidades enteras de España, pequeñas poblaciones abandonaran su lugar de origen y residencia para iniciar un calvario que los llevará por un tortuoso camino marcado por el abandono, la indiferencia y el olvido.

Es imperativo establecer alianzas entre esas distintas entidades con el objetivo de ofrecer una respuesta mucho más efectiva que ayude a visibilizar la situación de los desplazados y otros grupos vulnerables en Colombia. Ellos, los más débiles, las minorías étnicas, son los que terminan soportando, en la más absoluta soledad, la presión del conflicto que persiste en buena parte del territorio nacional y que mantiene vigentes las causas estructurales del desplazamiento en el país.

Actualmente, ACNUR, aliado con la Iglesia Católica, con la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento Codhes, con la Defensoría del Pueblo, la Registraduría Nacional, la Contraloría y la Alcaldía de Bogotá, ha promovido marcar 2007 como el Año de los Derechos de las Personas Desplazadas, para despertar la solidaridad con estos colombianos.

Además se están llevando a cabo jornadas de recolección de firmas por todo el país, que cuentan con el respaldo de estos organismos. Se busca que por lo menos un millón de compatriotas que se solidaricen con quienes sufren el desarraigo y le pidan al gobierno nuevas y definitivas acciones a favor de los desplazados.

Es prioridad que Colombia y la Comunidad Internacional, a nivel institucional y social, pongan en marcha iniciativas que ayuden a visibilizar los hechos que provocan el desplazamiento forzado en el país. El desconocimiento de lo que allí sucede crea una situación de aislamiento y abandono de las comunidades afectadas por el conflicto, lo que agrava su condición de vulnerabilidad.  

El Estado está en deuda con los desplazados colombianos a los que tiene la obligación de reconocer como víctimas civiles del conflicto, según la Ley 387 de 1997. Además, está obligado a restituir sus derechos fundamentales, así como a restablecer sus condiciones de vida alteradas por el desplazamiento y a concertar la reparación por los daños causados. En Colombia, esa ley que este año cumple 10 años es, a juicio de la ONU, una normativa recomendable, pero como suele suceder en el país, existe una gran diferencia entre lo que dice y y lo que se hace.

Se calcula que durante los últimos años más de 4,8 millones de hectáreas les fueron arrebatadas a unas 250 mil familias campesinas. Detrás de esa sistemática campaña están los jefes de las grupos de extrema derecha que hoy responden ante la justicia como parte de su estrategia de desmovilización.

Es en ese escenario, que llena de desconsuelo a las víctimas, donde los medios juegan un papel valioso. Dejarlos en el olvido porque el Estado no produce informaciones que merezcan ser registradas o asumir una posición tibia frente a sus justas demandas es “tremendamente cruel� para sus aspiraciones de sentirse parte de una sociedad que está en la obligación de integrarlos. Es imprescindible que los medios colombianos y extranjeros permanezcan atentos a los pasos que da el Estado para garantizar la realización  efectiva de los derechos reconocidos de los desplazados, como es su obligación.

Medios colombianos e internacionales, sectores estatales e independientes, organismos multilaterales, organizaciones sociales, grupos de apoyo y todos aquellos que estén en disposición de actuar estamos llamados, con urgencia,  a promover alianzas para generar mayor solidaridad con las víctimas de la violencia en el país, con los desplazados.

Olvidar, aislar a los millones de desplazados colombianos es condenarlos a un destierro sin final, es perpetuar el dolor de un conflicto que parece no tener solución. Ser solidarios, pensar en la tragedia que han tenido que vivir esas personas, no una sino muchas veces, es una forma de construir un país que merece una oportunidad.

19 comentarios en “Los desplazados colombianos: las víctimas «invisibles»

  1. Se nota que sólo los *de letras* y los viajeros románticos madrugamos.
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    La realidada que cuenta Erika la conocía, aunque poco, por una amiga venezolana. Es verdad que sólo existe aquello que está en los medios de comunicación. Internet debería romper el monopolio de la información de los grandes grupos y llevar la mirada a otros ámbitos que se ocultan al ciudadano normalmente, pero está costando trabajo y la fragmentación es insolidaria por definición. A veces tienes noticias de dramas que llevan años, muchas décadas, en la realidad y de los que jamás se informa. Esas páginas de internacional repiten paises, muy pocos, con la misma facilidad con que jamás se informa de muchos otros de los que sabemos nada. Latinoamericana es ya casi una metáfora con cuatro datitos y algún tópico del que no sabemos salir en Europa. Igual DC ayuda, gotita a gotita, a conocer otros mundos (aunque todos están en este mundo).
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    Y frente a esa realidad que muestra Erika está la nuestra.

    ¿Se han fijado cómo ha sido mandar a parar, matar el partido, como en baloncesto, para que esta calma chicha deje al aire el culo de nuestra derecha y el personal hable de las cosas cotidianas?
    Ahora la gente habla de si la Salgado va a obligar a los funcionarios a comer verduras, de si la Chacón está casada o arrejuntada o de si los 2500 euros es obligatorio cobrarlos. Lo normal. Ha sido dejar de hablar de Eta para que todo vuelva a su sitio.
    Incluso este silencio de normalidad nos ha dejado ver lo evidente: don Mariano lleva escrito la palabra derrota en la frente. ¿Se han fijado? Pobre hombre. Con la calma, Piqué ha aprovechado para darse de baja, Rato ha visto más futuro tras Mariano que en el FMI y Gallardón y Esperanza andan viendo el momento de asaltar el castillo. Tremenda derecha.
    Y encima se les muere Polanco. Intente usted a) meter al empresario en la cárcel b) joder sus empresas c) hacerle boicot, para terminar en el velatorio diciéndole a la viuda y los hijos que lo sientes mucho, que vaya por dios, que no somos nadie y que son cuatro días. Yo creo que Mariano es gafe. Si Zp tuviera la mala leche de HT ya habría convocado elecciones pero se ve que no quiere hacer mucha sangre.
    Que siga la calma.
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    Espero no haberles despertado. Sigan durmiendo ( y dormidos). Ya saben.

  2. Buenos Dias Erika Fontalvo Galofre.
    A veces cuando veo ,oigo,leo en los informativos las tragicas noticias que vienen de fuera de nuestro pais como la que tu haces referencia,tengo la sensacion que mas que concienciarnos con el problema humano en el que viven inmersas muchas personas ,nos estan diciendo algo asi como:
    «Veis,si es que no estais tan mal como creeis hay gente que esta muchisimo peor que vosotros,asi que no os quejeis tanto».
    Otras veces el mensaje se retrasmite con tal grado de morbo e impudicia que cuesta mucho admitir que las lagrimas vertidas ante ciertos reportajes sean «lagrimas de cocodrilo».
    Entiendo que en una sociedad tan globalizada,los temas a tratar sean tantos que el mero hecho de concretar los apartados ya nos haga de por si «selectivos» a la hora de leer las noticias ….y todos sabemos por esperiencia que «una noticia» solo permanece en el tiempo si el interes mediatico lo estima conveniente…..y claro esta que dejamos de lado el ver la realidad para crearnos un mundo imaginario donde las mentiras y las trampas estan a la orden del dia.

    Hoy al encontrame con tu articulo de «denuncia» sobre una situacion concreta en Colombia he tenido una sensacion de profunda verguenza al comprobar en mi mismo mi falta de conocimiento sobre el tema…inmersos como estamos en la «marabunta nacional».

    ¿Son los medios periodisticos conscientes del sesgo que adoptan ante las noticias en si mismas?

    Se esta creando una especie de saturacion mental ante tanta noticia…una especies de cayo mental que nos hace decir «sesgadamente»:
    ¡No me comas el coco!

    Unas veces porque politicamente no nos convencen y otras porque la crudeza de lo expuesto es tal que somos incapaces de encontrar una solucion aunque sea solo intelectualmente.

    Gracias Erika Fontalvo Galofre por tu escrito de hoy que nos devuelve a la realidad de un Mundo en plena crisis y que nos hace ver lo mucho que seguimos mirando a nuestro ombligo.

  3. 1 Juan P.G.

    Parece que , una vez asumida la imposibilidad de la marcha atrás de ANV a las instituciones, el comandante del PP haya se haya dado por contento y mandado parar, tras ver a Otegui y De Juana en la carcel, a las policiías deteniendo a etarras y abortando intentosasí como a Navarra sin vender.

  4. Muy interesante artículo. Es curioso como de Colombia sabemos bastantes más cosas que de otros países de su entorno. No me refiero sólo a Gabo, Shakira, Juanes, Carlos Vives y demás. Las FARC son más conocidas que Tupac Amaru y hasta el FLN, dirigido durante años por un cura español, ha tenido más impacto mediático, por no hablar de Pablo Escobar, los cárteles de Medellín y Cali, etc. Sabemos que hay droga, corrupción y una guerra larguísima, con atentados y paramilitares. Pero nadie habla de los desplazados, mejor dicho, de los millones de desplazados. Sí, la situación en Darfur es peor pero coño, al menos un millón y medio de personas echados de sus casas y viviendo en pocilgas desde hace años, décadas en algunos casos, se parece un poco al drama de los refugiados palestinos, que éste sí es conocido por todos. Pero no, yo no tenía ni idea de que el problema tenía tal dimensión, ni tanta duración, ni de que el estado colombiano desprotegiera tanto a sus ciudadanos. Os imaginais lo que sería que solamente tres mil personas hubieran tenido que dejar el País Vasco y vivieran en chabolas alrededor de Madrid y Barcelona? Porque no estamos hablando de la gente – decenas de miles en nuestro caso, probablemente – que deciden mudar de casa y trabajo en vista de los problemas, acoso, amenazas e impuestos revolucionarios. Estamos hablando de gente muy humilde echados a sangre y fuego de sus pueblos y sólo con lo puesto, sin ninguna posibilidad de volver salvo que el Estado colombiano les garantice que no les van a volver a matar impunemente, algo que todavía no ha sucedido. En fin, una tragedia invisible a escala mundial así que muchas gracias por traerla a colación.

  5. Impresionante el artículo de Erika, sobrecogedor. La situación de los desplazados en Colombia y otros países contrasta con la hipocresía de los países occidentales: barreras a la entrada de inmigrantes, recortes a la ayuda al desarrollo y políticas de natalidad (como los 2500 euros), en vez de una decidida ayuda al desarrollo, que aunque el gobierno socialista la ha elevado, sigue muy lejos de los objetivos del milenio.
    Y, a todo esto, ¿que hace el gobierno colombiano? Se supone que es un gobierno homologado, que reune todas las credenciales que se exigen a los países de América Latina. Se le pone como ejemplo frente a Evo Morales, Correa, Chavez o Kirchner. Hipocresía por partida doble. Gracias, Erika.

  6. Buenos dias:
    Bienvenida a la nueva articulista, si es que se decide a quedarse por estos lares un tiempo.

    Agredezco que nos muestres otra cara de la realidad que no conocemos. Comentas mucho el papel que los medios tiene en esto, a la hora de hacer de voceros de los sin voz. ¿Se puede en unas condiciones como las colombianas 1ª informar realmente con libertad, 2º que el mensaje «cale»donde tiene que calar?

    Saludos

  7. Perra Mítica pone énfasis en un asunto curioso. Uribe, aparte de no ocuparse de sus desplazados, es tan populista y demagogo como Chavez. Chavez es más zafio, sin duda, y más feo y más gordo: nunca pasó por Harvard como sí hizo Uribe. Y Uribe nunca dio un golpe de estado y no ha cerrado ningún canal de televisión. Pero al igual que oimos hablar sin cesar del «aló presidente» semanal de Chavez, nunca se oye nada de las asambleas vecinales que preside Uribe cada sábado durante varias horas en poblaciones periféricas, cubiertas por la tele pública y aderezadas con llamadas a diferentes responsables políticos para que arreglen en el acto los problemas expuestos por el pueblo: Uribe el conseguidor. Igualico que Chavez. Y en cuanto a lo gordo, lo del golpe y lo del cierre de la tele, cabe decir que Chavez tiene muchas menos connivencias con narcos a sus espaldas. Es curioso que Uribe fuera Gobernador de Antioquia, sí, donde está Medellín, durante los años en los que en Medellín Pablo Escobar y los suyos se cargaban a todo el mundo. Al padre de Uribe lo mataron las FARC y él se inventó las brigadas Convivir, de autodefensa, de las que salieron los actuales paramilitares con los que se ha embarcado en el proceso de desmilitarización por el que todos los jerifaltes se librarán de sus crímenes de guerra por el módico precio de siete años de trena. Mientras que sus subordinados vuelven a delinquir porque necesitan un jornal. No digo que Uribe sea el demonio: de hecho es absurdo negar que el país ha mejorado muchísimo en los últimos 6 años. Pero me repatea oir que él es dios y Chavez el demonio.

  8. Estremecedor el relato de Erika Fontalvo. Ella se pregunta que por qué no nos duele el sufrimiento ajeno. Es una pregunta de difícil respuesta. Supoongo que, en parte, por desconocimiento de la existencia de una tragedia de la magnitud como la que ella nos cuenta hoy sobre los desplazados de Colombia. Y en ese deconocimiento tienen una responsabilidad grande los medios de comunicación. Impresionante también lo que nos cuenta de los periodistas que «se forran» en Colombia consiguiendo exclusivas, o la constantación de lo que ya sospechábamos sobre la calidad del «periodismo de investigación» del periódico El Mundo.

    Pero no es solo desconocimiento lo que nos hace vivir ajenos a tragedias como la de los desplazados colombianos. Es también esa tendencia a mirarnos el ombligo, o ese pueblerinismo, o ese paletismo, no sé cómo llamarlo, que nos lleva a estar todo el día dándole vueltas a nuestros problemas, rizando el rizo hasta niveles increíbles. ¿Qué pensaría cualquiera de esos desplazados si se le dijera eso de «no es la paz, es la libertad», o cualquiera de todas esas frases tan manidas y estúpidas que tanto se prodigan por nuestros lares? ¿O si oyeran hablar de todos estos que afirman que el problema más importante del país es que «hay que entregar las actas» (por cierto, parece que ya se les ha olvidado esa estupidez)? Nos mirarían como a locos. Y harían bien.

    Yo también quiero animar a Erika Fontalvo a que siga escribiendo en Debate Callejero y nos siga contando cosas de su país. Es aire fresco dentro del viciado debate político del nuestro.

  9. El artículo de Erika Fontalvo me ha impresionado profundamente. No solo expone y narra unos hechos con bastante grado de precisión y detalle, sino que define el problema, observándolo desde diversos ángulos y atribuyendo la responsabilidad del tremendo fenómeno a quienes la tienen: en primera estancia, los violentos que matan a los habitantes de esas zonas, si no se desplazan y, en segunda, el Estado que no hace sin duda lo suficiente para evitarlo y ,después, los abandona en su terrible desgracia. Por último, también denuncia Erika el papel de los medios de comunicación en Colombia e internacionalmente. Efectivamente, el problema es de una magnitud y una injusticia tan impresionante (entre 2 y 5 millones de personas hacinadas y desterradas de sus hogares por unos asesinos) que resulta difícil comprender esta especie de connivencia aparente en no denunciar más y mejor en Colombia y en otras partes del mundo la terrible situación de estas víctimas. Este artículo podría muy bien servir para ello. Yo me pregunto ¿porqué no Erika envía este artículo a la prensa nacional e internacional? Es verdaderamente una pena que se pierda la oportunidad de poder difundirlo dado el contenido tan profundamente interesante del mismo y lo bien escrito que está.

  10. Grave error el secuestro de El Jueves. Y no sólo por lo que implica de falta de respeto a la libertad de expresión y por el efecto amplificación de la zafia viñeta motivo del secuestro, sino porque en el número secuestrado EL JUEVES PUBLICABA LAS FAMOSAS ACTAS DE LAS REUNIONES ENTRE ETA Y EL GOBIERNO. Me las acaba de leer por teléfono un amigo que compró el número antes de ser secuestrado y son totalmente desternillantes. Si alguien consigue un ejemplar y las transcribe, total o parcialmente, en DC, podríamos reírnos un rato. De verdad que son tronchantes.

  11. El sábado por la mañana en Lugo, mi padre compró El Jueves. Ya veis que la rebeldía me viene de padre (y de madre). En el quiosco nos dijeron que la policía los estaba recogiendo quiosco por quiosco. Como cantan Fito&Fitipaldis:
    «…la verdad es que me interesa sólo porque esta prohibido…»

  12. Yo creo que las leyes que hacen «secuestrar una publicacion» estan obsoletas.
    Yo impulsaria otras penas ,como en el caso del Jueves….yo en vez de secuestrar la publicacion..les pondria como condicion que todos llos Jueves de cada mes tuvieran que estar, los responsables del caso mencionado,en pelotas delante de La Zarzuela desde las ocho de la mañana hasta la una del mediodia.
    Yo creo que eso seria mejor que secuestra una publicacion satirica….y encima nos podriamops reir un rato de lo pequeñita que la tienen.

  13. Desde luego que si se estima que lo del Jueves era algo que aparte de vulgar merecía castigo, lo óptimo habría sido sancionar económicamente pasados unos días de la publicación, cuando ya se hubieran devuelto los ejemplares sobrantes. Metes un multazo de 200.000 euros y ya se lo pensarían dos veces antes de repetir. Como cualquiera otro. El problema es que creo que la multa no habría prosperado porque dado que los caracteres no llevaban nombres y tal, ningún juez podría haber no amparado el recurso, porque la publicación no era ilegal. Y por tanto el secuestro es, aparte de una torpeza, una gilipollez supina. Si yo fuera el Director del Jueves pediría daños y perjuicios a ver cómo justifica un tribunal que esas dos figuras eran SSAARR y además que ello es delictivo.

  14. Pues mira por donde salen republicanos del armario y tó,quien lo iba a decir:

    El portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Eduardo Zaplana, ha defendido hoy la gestión que hizo el Gobierno de José María Aznar del atentado del 11-M y volvió a hacer referencia a que no se sabe toda la verdad sobre el mayor atentado de la Historia de España. Un Zaplana que, «con la verdad por delante» no critica e incluso aplaude la labor de oposición que su partido ha realizado en los últimos tres años. Con respecto al polémico secuestro de la revista El Jueves Zaplana insinuó la culpabilidad del Gobierno al afirmar que «el fiscal general puede recibir las instrucciones y recomendaciones del Gobierno en un momento determinado».
    —————————————————

    Ya tenemos a alguien con pedigree para salvar la libertad de prensa y pensamiento palabra y omision.
    Amen.
    Todos a salvo con el PP.
    Votalos y comprate El Jueves de contrabando.

  15. El secuestro de El Jueves sólo se le ocurre al que asó la manteca y a Conde Pompido, aunque admito la posibilidad de que los dos sean la misma persona. La vicepresidenta empieza a reconocer que fue un error. Los autores de la portada de marras ya tienen fecha para declarar ante el juez del Olmo, no se le ocurrirá empapelarlos, espero. No quiero verme en la calle manifestándome por la libertad de expresión. Y yo, que tenía la vaga esperanza de ver a Letizia en la portada de Interviú, mucho me temo que voy a quedarme con las ganas, con este precedente a ver quién osa.
    Amigo Amistad, en vez de poner en pelota a los responsables de El Jueves mirando a la Zarzuela yo pondría a Conde Pompido.
    Es una tontería, pero lo cuento: durante algunos meses fui colaborador de El Jueves, cuando la revista era un bebé. No recuerdo de aquella época ningún secuestro y eso que eran unos tiempos políticamente más inseguros y peligrosos.

  16. Pues eso es a lo que me refiero :¡¡Que los han dejao en pèlota picá!!

  17. Alguien me comentó hoy que seguramente habría sido Letizia la que instó el secuestro del Jueves. No se me había ocurrido y en principio me opongo a la corriente de opinión de que Letizia es mala remala, como a la contraria. Pero bien pensado no pudo ocurrírsele a Conde Pumpido, puede ser torpe pero listo sí lo es. Aunque supongo que Letizia, si mantiene los piés en el suelo, sabrá mejor que nadie en la Casa Real las consecuencias mediáticas de una decisión así. No se, el caso es que la cosa coleará, especialmente si les condenan. Y si en cambio ganan será barra libre para todos, así que miel sobre hojuelas pero al revés.

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