Las miserias de la recuperación económica

Albert Sales

Ricardo “salió de la calle” hace cinco años. Después de pasar dos años durmiendo en cajeros y parques de Barcelona y de vivir en varios albergues para personas sin techo, entró en un centro en el que disponía de una habitación individual y donde encontró, según él, profesionales que le ayudaron a “cerrar heridas” y a “encontrar cierta estabilidad”. Residiendo en el centro encontró un empleo en la cocina de un restaurante y tras unos meses ahorrando se buscó una habitación. Cinco años después, Ricardo trabaja como vigilante nocturno en un garaje con un contrato de veinticinco horas semanales, aunque reconoce que su jornada real es completa. Recibe por su empleo 380 euros mensuales con los que paga la habitación en la que duerme durante el día. Sigue acudiendo al Centro de Servicios Sociales de su barrio en el que le van renovando su tarjeta para el comedor social. Bromea diciendo que gracias al comedor todavía le queda sueldo para caprichos.Si a Ricardo se le pregunta si ha dejado atrás su vida como persona sin techo no deja margen para bromas. Con la posibilidad de perder el empleo en cualquier momento y viviendo en una habitación realquilada sin contrato, se siente siempre a un paso de la calle. Aunque ha recuperado la relación con su hermana, sabe que si llegado el momento se encontrara de nuevo “sin nada”, lo último que haría sería convertirse en una carga para ella.

Ricardo es una más de las muchas personas que salen de la calle para seguir en la pobreza. Una pobreza diferente, quizá menos cruda y con toda seguridad menos visible. Sin un sistema de garantía de rentas que permita una vida digna y enfrentándose en solitario a un mercado laboral salvaje y aun mercado de vivienda no menos inhumano, las personas que reciben el apoyo de servicios sociales y de organizaciones para salir de la calle suelen mantenerse en situación de alta vulnerabilidad social el resto de sus vidas.

El incremento de precios de las viviendas de alquiler, de las habitaciones realquiladas y de las pensiones que se está viviendo en las ciudades globales cierra las puertas a la salida de la exclusión habitacional a personas como Ricardo y aumenta su riesgo de volver a la calle. La burbuja de alquileres se hincha en paralelo a la “recuperación económica” y a la necesidad de los inversores de especular o de aprovechar el tirón del aumento de la demanda de vivienda para turistas, estudiantes, profesionales de paso…

Que la recuperación de los macroindicadores económicos coincida con el incremento del número de personas sin techo en las ciudades de Europa y Estados Unidos no es ninguna paradoja. En las últimas semanas han aparecido reportajes y artículos que, remitiéndose a informes de organizaciones sociales, denuncian que en àreas urbanas de gran dinamismo económico la pobreza extrema en las calles se está haciendo más visible que nunca.

La organización no gubernamental Bundesarbeitsgemeinschaft Wohnungslosenhilfe (BAG W), alertaba en noviembre que en el país más rico de la Unión Europea, el número de personas sin hogar iba a alcanzar cifras record en 2018, asegurando que el crecimiento desde 2014 era ya del 150%. Según un informe publicado por FEANTSA (la federación europea de entidades que atienden a personas sin hogar) el pasado marzo, el número de personas sin hogar en Irlanda creció un 10% durante 2016, registrando un aumento del 59% en el número de familias sin hogar; en Luxemburgo un 61% entre 2012 y 2016; en Suecia un 29% entre 2011 y 2015; y en el Reino Unido se ha verificado un incremento del 7% en el número de personas que duermen en la vía pública entre 2016 y 2017.

La salida de la crisis coindice con un incremento de la pobreza más visible, de aquella que se manifiesta en la calle a la vista de todos, porque ni el crecimiento del PIB ni el descenso del desempleo tienen por qué garantizar el acceso a la vivienda. Un marco legislativo que potencia la extracción de rentas a través de la mercantilización de la vivienda, la destrucción (o la ausencia en el caso español) de un parque de vivienda público dirigido a ofrecer protección a los grupos más vulnerables de la sociedad, y la precarización extrema de sectores cada vez más amplios del mercado laboral, se combinan para empujar a las personas más empobrecidas a la calle o a pisos sobreocupados, habitaciones de realquiler caras e insalubres o a asentamientos de chabolas.

4 comentarios en “Las miserias de la recuperación económica

  1. ¿ Qué hizo Ricardo antes de dormir en los cajeros de Barcelona ? Tenemos imaginación suficiente para una historia de Frank Capra o de Charles Dickens, pero nunca podremos deducir una epidemia ni un shock social desde un caso individual , no sistemático , que refleje una condena masiva de origen por razón de nacimiento.
    Su situación no resulta de la recuperación económica, recuperación asentada en valoraciones contrastadas en términos de consumo y creación de empleo.
    Por no entrar en otros condicionantes como el desastre de la Administración en Cataluña.
    Que los salarios deben mejorar me parece de libro, tal y como ha demostrado la reciente modificación del salario mínimo, primer combate para la dignificacion del trabajo asalariado.
    Las ayudas administrativas para la emancipación de los jóvenes se encuentran paralizadas por los extraños manejos del plurinacionalismo.
    Quiero decir en último término que el destino de Ricardo es una combinación de su historia , la evolución del mercado de trabajo , la sensibilidad social de un partido mostrenco , la irrelevancia de un sindicalismo ideológico, la rigidez de una torpe patronal y , sobre todo , el estéril pensamiento de que todo será como siempre y que cuando haya problemas llamen a la socialdemocracia.

  2. Me pregunto si Ricardo forma parte del país de Ernest Maragall cuando ayer dejó ese mensaje supremacista y xenófobo en el parlament.: el pais siempre será nuestro, dijo el pavo. Suyo sin duda: lleva 40 años viviendo de la política catalana y ahí sigue haciendo méritos para seguir mamando de la teta nacionalista. Pobre Ricardo si esta tropa le tiene que solucionar sus problemas.

  3. Lo que sigue es culpa de nacionalismo catalán: »
    La organización no gubernamental Bundesarbeitsgemeinschaft Wohnungslosenhilfe (BAG W), alertaba en noviembre que en el país más rico de la Unión Europea, el número de personas sin hogar iba a alcanzar cifras record en 2018, asegurando que el crecimiento desde 2014 era ya del 150%. Según un informe publicado por FEANTSA (la federación europea de entidades que atienden a personas sin hogar) el pasado marzo, el número de personas sin hogar en Irlanda creció un 10% durante 2016, registrando un aumento del 59% en el número de familias sin hogar; en Luxemburgo un 61% entre 2012 y 2016; en Suecia un 29% entre 2011 y 2015; y en el Reino Unido se ha verificado un incremento del 7% en el número de personas que duermen en la vía pública entre 2016 y 2017.»

  4. Pues nada, quitarse el sombrero por el artículo; leer leer y releer; y poco mas!

    En el último párrafo esta el resumen clave. Que alguien haga algo!

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