La verdad verdadera del 11-M

MCEC

Que no cunda el pánico que no pretendo dar la matraca con la manipulación cuasi golpista a través de la cual el PSOE consiguió llegar al Gobierno. Ni tampoco de cómo el Tunecino convenció al camello «chino» de que le pasara a Trashorras, a quien conocía a través del chuloputas Zouhier, chocolate a cambio de titadyne (oops), o de cómo ETA consiguió ocultar su evidente zarpa en el asunto tornando txapelas en chilabas. O sobre todo lo contrario. No, me voy a centrar en la verdad verdadera, más verdadera aun que la supuesta falacia de que el Gobierno del PP engañó a todo el mundo sobre la autoría con propósitos electorales, dejando a gusto del consumidor si es la falacia la supuesta o más bien el engaño.

En todo caso espero que el consumidor convenga conmigo en que la verdadera verdad, la verdad de la buena del 11-M, está siendo soslayada en el juicio, como en su día lo fue en la Comisión Parlamentaria de Investigación. La pugna política a propósito del (supuesto?) engaño masivo del anterior Gobierno, de la presunta utilización partidista de los atentados por parte del PSOE y la intensa campaña conspiranoica que hemos venido padeciendo los últimos tres años a manos de Pedro Jeta, Casi(ni)miro Gª AhPardillo y demás detectives de la desinformación, han conseguido oscurecer la realidad más trágica de los atentados de Atocha. Y la verdad no es otra que los atentados pudieron, y por tanto, debieron haberse evitado.No hizo falta un plan sofisticado ni una organización sólida que lo ejecutara para segar 192 vidas en Madrid aquel día. Como tampoco el concurso de servicios secretos de montañas nevadas o desiertos próximos, o de tramas policiales locales de lealtades pasadas. No. Bastó con una panda de maleantes con ida de olla considerable y la inestimable colaboración de la falta de profesionalidad, impericia, irresponsabilidad, chapucería y el consiguiente mar de lagunas, agujeros y fallos monumentales escenificado por nuestras cuerpas y fuerzos de seguridad del Estado, por ridiculizar el inevitable latiguillo como merecen en este caso. Sí, ya sé que el Gobierno Ansar no estuvo en absoluto atento a las señales de sentido común que alertaban sobre el incremento del peligro islamista, más aún en un país cuyo Gobierno se distinguió por apoyar a capa y espada una guerra preventiva, agresora e ilegal. Y también soy consciente de lo increíble que resulta que los, a la sazón, Ministro del Interior, Secretario de Estado de Seguridad y Director General de la Policía, hayan dedicado sus mejores esfuerzos durante los últimos tres años a intoxicar, calumniar y levantar falso testimonio (pecado Acebes, ¡pecado!) sobre el 11-M en vez de recluirse en un monasterio para arrepentirse de su negligencia o, en su defecto, imitar a Michavila representando a personajes de la farándula o incluso a Trillo, que ha optado por parapetarse detrás de un prudente silencio para esconder su inmundicia moral de engañar a los familiares del Yakolev sobre el entierro de sus muertos.

 

Pero incluso a sabiendas de que un Presidente del Gobierno más inteligente no se habría dejado ver en las Azores, me parece excesivo argüir un nexo causal directo entre la dichosa foto y el 11-M, en ausencia del cuál las bombas no habrían explotado. Como sería ilegítimo culpar al Gobierno actual de un atentado semejante si sus ejecutores lo achacaran a nuestra presencia hoy en Afganistán, por muchas y grandes que sean – que lo son – las diferencias. En otras palabras, el Estado, la Administración, debe ser capaz de prevenir eficazmente la locura asesina de un grupo de principiantes del terror por descabelladas que sean las decisiones de los que lo dirigen. Y no fue capaz.

El 5 de diciembre de 2003 la guardia civil de tráfico tuvo al «chino» a tiro y no le detuvo, limitándose a denunciarle por posesión de armas blancas, denuncia completamente inútil porque no tuvieron acceso a su carné de identidad español y dejaron que una grúa trasladara su coche averiado a Lavapiés al día siguiente, donde podría haber sido fácilmente localizable.Antes, en febrero de ese mismo año, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil supo, de boca del confidente Zouhier, que Trashorras, vigilante de minas ocasional y traficante de droga conocido por la pasma, buscaba compradores para 150 kilos de goma 2 robados a través de su cuñado. Enterados luego de que había viajado a Madrid para venderlos, la UCO llegó a organizar un encuentro entre el confidente y el cuñado, transmitiendo toda la información a la Comandancia de Asturias. Comandancia que ya había recibido varios chivatazos en 2002 y 2003 sobre la venta de explosivos pero que llegó a la conclusión de que todo era un cuento chino según testificaron tres mandos de la Guardia Civil de Asturias ante la Comisión parlamentaria de investigación el 15 de octubre de 2004. Cuento “chino��? en verdad. ETA podría haberse ahorrado los robos de explosivos en Francia si hubiera sido capaz de imaginar que en España, país azotado por el terrorismo desde hace décadas, estaban al alcance de cualquiera. Los mineros y vigilantes de la mina Conchita han relatado cómo los segundos entregaban a los mineros las cantidades que solicitaban, sin comprobar si se usaban en su totalidad. Tampoco importaba, porque los que sobraban tras cada jornada quedaban fuera de la mina sin ningún tipo de protección, sólo tapados con una chapa para que no se vieran. Es más, cuando un minero reparó en la desaparición de cuatro cajas dejadas el día anterior se lo notificó al vigilante, cuya inacción o complicidad le tiene hoy procesado. ¿Había más control en las demás minas? Pero, no se vayan que aún hay más, amigos. Nuestros cuerpas y fuerzos despreciaron los repetidos avisos del CNI sobre la peligrosidad del terrorista argelino Alekema Lamari, excarcelado por error judicial (¿Audiencia Nacional quizás?) varios años antes de cumplir la condena que le había sido impuesta (“otra vez los del CNI dando la murga con esos nombres árabes tan difíciles de pronunciar…��?). Y resulta que la Guardia Civil, alertada por los vecinos, se acercó hasta la casa de Tajuña que sirvió como centro de operaciones del grupo yihadista. Pero como no había nadie, se fue. Y a nadie se le ocurrió volver, al menos no hasta después de los atentados.En suma, descontrol de la mina, abandono del seguimiento a los sospechosos y confidentes y descoordinación total de las cuerpas y fuerzos: chapuza total made in Spain. Esta es la verdadera verdad del 11-M. Y, dada la falta de atención que ha recibido, no estoy seguro de que se hayan puesto los medios para que no se repita. A preguntas de los periodistas anoche en A3, el Presidente Zapatero explicó cómo los efectivos policiales dedicados al terrorismo islamista han pasado de 150 a 1.000, los traductores de árabe se han multiplicado por 3 ó 4 y se ha reforzado sustancialmente la cooperación antiterrorista en el seno de la UE y con EEUU y los países del Magreb. Mencionó también la creación del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista y podía haberse referido al establecimiento del mando único Policía-Guardia Civil que, esperemos, habrá contribuido a mejorar también la coordinación interna. Pero queda mucho por hacer.  En los próximos días IU tiene intención de preguntar al Gobierno sobre el cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión de investigación parlamentaria. Estaré atento a las respuestas porque me encantaría sentir que la próxima vez que un grupo de desalmados no de ETA intente sembrar el terror en nuestro país, gobierne quien gobierne, se encontrará con al menos alguna dificultad por parte de quienes tuvieron en su mano evitar y no evitaron el 11-M.    

   

 

 

 

Deja una respuesta