La inmigración como riqueza

Millán Gómez

La inmigración es la cuestión social, económica y cultural más importante de los últimos tiempos en nuestro país. En España, la inmigración es un fenómeno relativamente novedoso puesto que no estamos tan acostumbrados a recibir inmigrantes como países como la vecina Francia, Inglaterra o Alemania. Es imposible comprender el espectacular crecimiento económico español sin tener en cuenta la inmigración. La inmigración es un agente de transformación social que nos permite, si hacemos las cosas bien, enriquecernos cultural y socialmente. A pesar de ello, nuestros políticos no dedican a este asunto el tiempo necesario. La inmigración entraña riesgos de conflicto, como se está pudiendo comprobar en las costas canarias con la masiva llegada de inmigrantes africanos a bordo de las ya populares embarcaciones conocidas como “cayucos�. Simplemente dos datos: en los primeros cuatro meses de 2006 llegaron más inmigrantes a las Islas Canarias que a lo largo de todo 2005 y en el fin de semana de los días 7 y 8 del pasado mes de mayo llegaron 451 ciudadanos africanos a la isla de Tenerife.

El problema de la inmigración radica en que nuestros políticos no le dedican el tiempo necesario. La inmigración debería ser una prioridad en la agenda política española. Los políticos españoles tendrían que tener un poco más de visión de futuro para intentar solucionar hipotéticos problemas antes de que sucedan, no una vez que ya ocurren, como viene siendo la tónica habitual en la política española. Debemos fijarnos en las experiencias de otros países para aprender de los errores para que nosotros no caigamos en la misma piedra. Tenemos la ventaja de tener precedentes cercanos que nos servirán para guiarnos y favorecer la plena integración social de los inmigrantes que llegan a España. Poniendo entre todos nuestro granito de arena, conseguiremos convertir a los inmigrantes en ciudadanos españoles de pleno derecho como cualquiera de nosotros. A estar alturas, resulta un poco obvio recordar que los inmigrantes son seres humanos como nosotros. Ni más ni menos.
Para solucionar los conflictos derivados del fenómeno de la inmigración, los políticos deben sacar a relucir su sentido de anticipación ya que si no solucionamos los problemas a tiempo puede suceder en España lo que hace unos meses aconteció en Francia. Los gobernantes deben anticiparse a los problemas para que éstos no sucedan.

Una postura común de los países miembros de la Unión Europea en materia de inmigración y la colaboración entre el gobierno español y el ejecutivo marroquí deben ser pilares básicos que sustenten que la inmigración es un fuente de enriquecimiento cultural y no una fuente de conflicto social. Si desde los gobiernos se gestiona correctamente la inmigración, todos nos beneficiaremos de la riqueza que supone la integración en nuestra sociedad de los “nuevos españoles�.

La llegada de inmigrantes está provocando también que en los colegios haya cada vez más alumnos inmigrantes. El Ministerio de Educación y las Consejerías de Educación de las diferentes comunidades autónomas españolas deben sentar las bases de un proyecto común que impida la segregación física entre los españoles de origen extranjero y los españoles nacidos aquí. No podemos construir centros educativos bipolarizados y que fomenten la exclusión social. Desde la niñez, tenemos que educar a los alumnos en un ambiente que favorezca la imagen social del alumno inmigrante y erradicar infundadas y xenófobas ideas como relacionar la inmigración con delincuencia. Esta relación entre inmigración y delincuencia es uno de los pilares básicos de la ideología de extrema-derecha y de la derecha más reaccionaria, carca y trasnochada de Europa. No podemos permitir que las escuelas españolas se conviertan en guetos.

Los inmigrantes que llegan a España y se matriculan en colegios públicos (donde están obligados a admitirlos) y no conocen en el idioma, deberían incorporarse a aulas especiales donde les permitiesen aprender a entender, hablar y escribir en castellano en la mayor brevedad posible. No podemos permitir que los inmigrantes sean marginados y excluidos por no conocer el idioma sino que tenemos la obligación moral y pedagógica de ayudarles porque nadie nació aprendido. Los alumnos de origen español tampoco pueden verse perjudicados porque otros alumnos no conozcan el idioma. Los agentes educativos y las instituciones deben velar por una fórmula de consenso (antónimo de la situación política actual) que permita tanto a los alumnos inmigrantes como a los alumnos nacidos en España avanzar y progresar en su educación en paralelo sin crear divisiones entre inmigrantes y españoles. Los alumnos inmigrantes que no conozcan el idioma deben ser introducidos en aulas de enlace donde aprendan el idioma pero también en otras clases donde convivan con alumnos españoles para, de esta manera, integrarse con el resto de alumnos y plasmar en la realidad que la inmigración, si la sociedad en su conjunto y las autoridades competentes actúan correctamente, es una riqueza y no un problema como nos quieren hacer ver desde los sectores más conservadores de nuestra sociedad.

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