Jerusalén, Yerushalayim, Al Quds

LBNL

A mediados de la semana pasada, el pazguato de Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y las condenas internacionales fueron unánimes, empezando por las de la Unión Europea ¿Pero por qué debería importarnos si todo el mundo sabe que Jerusalén es la capital de Israel? Se me ocurren un par de razones. Para empezar, como cualquiera que haya visitado Jerusalén sabe, se trata de una ciudad dividida, cuya parte oriental es completamente palestina. De otra parte, jugar con fuego es muy peligroso.

Habría sido muy distinto si el Presidente de los EE.UU. hubiera reconocido que Jerusalén oeste es la capital de Israel y Jerusalén Este será la capital de Palestina. Todo el mundo en Israel sabe que cualquier posibilidad de un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos pasa porque los palestinos tengan acceso sin restricciones a la ciudad vieja de Jerusalén, con independencia de que forme parte del municipio jerosolimitano israelí, quizás con un teniente de alcalde palestino con jurisdicción sobre la parte oriental.

La derecha israelí esgrime que el pueblo judío tiene una vinculación con Jerusalén que data de al menos tres mil años. Los palestinos responden basándose en hechos que la presencia judía en Jerusalén ha sido nimia durante los últimos tres milenios. ¿A quién le importa? No es el tema. El tema es que hoy día, con independencia de las pretendidas presencias históricas, Jerusalén es la capital de Israel y del futuro estado palestino.

Israel no puede concebir su existencia sin que Jerusalén sea su capital como lo es hoy día. Pero tampoco cabe concebir un Estado palestino que pueda convivir en paz con Israel que no incluya a Jerusalén Oeste como su capital.

El Primer Ministro israelí anda de gira por Europa esta semana, entrevistándose con el Presidente Macron ayer en París y reuniéndose esta mañana con los Ministros de Exteriores europeos, a los que sin duda habrá hecho partícipes de las intensas amenazas securitarias que acechan a Israel.

Que no son en absoluto inciertas, por cierto. La creciente influencia iraní en la contigua Siria o la prominencia de Hezbolá y su creciente arsenal balístico que amenaza a casi todo el territorio de Israel, son razones más que suficientes para solicitar el apoyo de la Unión Europea contra las fuerzar que argumentan contra la existencia misma de Israel.

Y sin embargo, el mejor servicio que cabría dar como garantía de la futura existencia de Israel, también como Estado refugio de la diáspora judía, sería avanzar hacia la solución de los dos Estados palestino e israelí conviviendo en paz y seguridad.

El Primer Ministro Netanyahu no comparte esta filosofia. Todo lo contrario. Es un convencido de la necesidad de arrinconar el nacionalismo palestino lo máximo posible. Hoy nos hará partícipes de ello, en su máxima intensidad. Los palestinos, Irán, Hezbulláh, al Qaeda, todos la misma cosa amenazante. Y Trump el salvador que sabe distinguir el bien del mal. Su discurso caerá en saco roto. Todos solidarios ante las amenazas existenciales externas contra Israel. Pero igualmente firmes ante la necesidad israelí de afrontar la realidad y apostar por seguir siendo una democracia antes que un Estado primordialmente judío.

3 comentarios en “Jerusalén, Yerushalayim, Al Quds

  1. Muchas gracias a LBNL por la reflexión sobre uno de los temas mas sensibles que existen en materia internacional. Hace un año con al llegada de Trump, el mundo de analisis politico se dividió a grandes rasgos entre dos posiciones, los que decian que Trump no iba a poder hacer gran cosa de su programa y los que pensaban que la amenaza se estaba subestimando. No sé muy bien quien ha acertado más en este momento, pero desde luego Trump parece dispuesto a que el debate no languidezca en este sentido.
    Por otro lado, la opción de un país dos estados siempre me ha parecido la más sensata en este sentido

  2. En mi opinión solo desde el exterior puede arreglarse el conflicto. Un Trump aislado y agresivo es la peor de las noticias porque espera solo la sumisión palestina y esto es garantía de fracaso. Es como ahogar el rey en una partida de ajedrez.

  3. Permítanme un excurso con los propósitos del artículo pero que tiene una conexión temática : el voluntarismo radioactivo.
    Dice Juan Carlos Díez en su último boletín:

    “ En el 15 M, además de empoderar a los ciudadanos y mayor participación, los jóvenes pedían: empleo, salarios dignos y acceso a vivienda digna. Podemos canalizó aquella energía en un partido político y gobiernan en la ciudad de Madrid y Barcelona, las dos ciudades donde más crecen los precios de la vivienda y más empeora la accesibilidad. Podemos prometió bajar los precios y acabar con la especulación y sus dos alcaldesas ya reconocen públicamente que no serán capaces de cumplir su programa.
    Lo peor que puede suceder en política es hacer promesas que no vas a cumplir y generar expectativas que luego defraudas. Lo que pedían los jóvenes del 15 M es que los políticos acaben con las crisis económicas. El problema es que desde hace milenios existen ciclos económicos. También nos culpan a los economistas, pero son millones de decisiones -la mayoría privadas- las que explican las expansiones y las recesiones.
    Lo que sucede en Madrid y Barcelona, sucede también en Nueva York, Londres y Shangai, por lo que no es culpa de los políticos. Lo explicó magistralmente Von Thūnen en el siglo XIX, en lo que fue el primer modelo de la escuela marginalista que utilizaba los avances de Newton en el cálculo diferencial. El terrateniente alemán modelizó el precio de la tierra en función de la distancia al centro de la finca. El coste del transporte aumenta exponencialmente con la distancia y todos los agricultores querrían estar cerca del centro y de los graneros. Por eso estarían dispuestos a pagar un precio más caro por esas tierras del centro y menor en la periferia.“

    El conocimiento de la fisión atómica es un dato mayor que condiciona cualquier reflexión. En economía los límites de crecimiento en un mundo concupiscente, también.

    Sin autoridad GLOBAL es imposible o marcadamente insuficiente manejar los problemas.

    Pues eso.

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