Incógnitas para 2019

LBNL

Seguimos de fiesta y al menos yo con muchos más interrogantes que respuestas, en parte por la dispersión propia de las fechas pero también por lo insospechado de la realidad, que se supera día a día sin que esté claro que algún día vayamos a volver a la “normalidad” o si, por el contrario, el caos creciente actual es, como dicen los anglosajones, un “new normal” destinado a perpetuarse o, a lo peor, a intensificarse.

Vayamos de menor a mayor:

Carmena se presentó para un solo mandato porque decía que estaba muy mayor, y encabezando la lista de Podemos. Ahora parece que se presenta para un segundo, pero al margen de Podemos, y se dice que el PSOE sigue buscando un candidato de peso tras habérselo planteado (el PSOE lo desmintió sin demasiada convicción) sin éxito a Carmena. Asumo que Carmena ha aceptado que pese a sus accidentes domésticos -¿vieron el tweet indecente de VOX Chamberí pidiendo una investigación por violencia de género en su casa?- es imprescindible que se vuelva a presentar para tener al menos una oportunidad de impedir que vuelvan al Ayuntamiento de Madrid las fuerzas que venden pisos de protección municipal a fondos buitre con descuento y sin cumplir con los procedimientos. ¿Es mucho soñar esperar que Pedro Sánchez nos sorprenda cualquier día de estos pidiendo el voto para la plataforma de Carmena? Es lo único sensato para Madrid, PSOE y Podemos. ¿No es posible?

De municipio a Comunidad Autónoma. El Mundo publicaba ayer una encuesta en la que más de ¾ de los votantes de PP y Ciudadanos apoyan el pacto con Vox en Andalucía. Dejando de lado que me encantaría encontrarme un día con una encuesta que contradiga las preferencias del medio que la publica, de concretarse como parece probable el pacto del “three party” en Andalucía, tendrá consecuencias de calado.

Seámos claros. Todavía no se sabe lo que es Vox, pero de momento fascista no es porque no aboga siquiera implícitamente por la violencia. Tampoco es xenófobo -acepta a inmigrantes legales incluso de otras razas y credos- ni racista -se limita a plantear sospechas sobre el Islám- ni machista -solo rechaza el feminismo militante y la discriminación positiva de la mujer- ni homófobo -no persigue a los homosexuales sino que considera, como gran parte de la iglesia católica, que la unión de dos personas del mismo género no puede recibir la calificación de matrimonio, en origen un sacramento católico. Y como nunca ha gobernado no tenemos ni idea de qué haría y cómo lo haría de tener mando en plaza. Ahora bien, es evidente que el ideario subyacente a las proclamas de Vox es manifiestamente inconstitucional. Dicen lo que dicen porque decir más sería no solo contraproducente electoralmente sino que muy probablemente les haría incurrir en responsabilidades penales. Si Pablo Casado es la derecha sin complejos, Vox es la derecha ilegal, la derecha pre constitucional, hoy inconstitucional.

Desalojar al PSOE del gobierno andaluz tras varias décadas de gobierno ininterrumpido tiene su punto democrático, pero hacerlo de la mano de Vox va a manchar a PP y, sobre todo, a Ciudadanos, no solo en España sino en Europa. Como mínimo, la bromita del “three party” puede convertirse en realidad, es decir, va a resultar más difícil detectar diferencias entre PP y Ciudadanos y entre PP y Vox. Me atrevo a predecir que uno de los tres partidos lo tiene crudo y que, de los tres, el que más crudo lo tiene es el PP, que tiene ante sí el doble o nada de integrar al centro derecha y a la derecha extrema, o acabar escindiéndose dejando a Vox como “legítimo” representante de las peores pulsiones identitarias y carlistas y a Ciudadanos como líder de un centro derecha moderno homologable a nivel europeo en el que el PP nunca ha sido capaz de reencarnarse. El problema es que Ciudadanos también pacta con Vox en Andalucía… A Valls no le mola y a los liberales europeos tampoco. Se suponía -al menos yo se lo oí en una entrevista- que Rivera se había arrepentido de haberse aliado con la ultra derecha en las europeas de 2009 con los xenófobos de Libertas de Miguel Durán.

Pasando ahora al nivel “republicano” (¡la república no existe, idiota!) sospecho que ningún corredor de apuestas las acepta sobre el futuro de Cataluña. Por si no estaba claro, ayer Torra volvió a superarse apelando a la insurrección institucional y civil. Es evidente que habrá condena judicial a los protagonistas de la de hace un año, ojalá que solo por sedición para que sea más inatacable. En todo caso, habrá una fuerte reacción popular y posiblemente también institucional. Lo cual provocará sin duda la represión de los desmanes callejeros de los CDR y similares y, en su caso, la reimposición de la tutela central sobre la Generalitat (155). Supongo que los indepes creen que ello sería un triunfo en la medida en la que testificaría que el “conflicto” sigue vivo. Vivo quizás, pero moribundo en el sentido de que la independencia seguirá siendo imposible.

Para poder tener una esperanza remota de que Cataluña sea algún día independiente, el derramamiento de sangre es una condición indispensable, aunque no suficiente. Mejor sangre propia para fabricar mártires pero si no, ajena, para provocar una represión más violenta. ¿Están en esas los que aluden a la vía eslovena? ¿Si fuera así, por qué no tomaron las calles cuando el 155? ¿No había huevos o simplemente no tienen tanta fuerza?

Yo estoy por el diálogo, con los indepes y casi con quien sea. Diálogo sobre todo, incluso sobre las delirantes 21 propuestas de Torra, pero con límites, por supuesto, en este caso los que marca la Constitución. Un problema político puede y debe resolverse con diálogo y medidas políticas. Ahora bien, si la otra parte persiste en saltarse la ley democrática, leña al mono que es de goma y que cada palo aguante su vela, en parte porque es lo correcto y, también porque estoy convencido de que la inmensa mayoría de los catalanes no apoya a muerte -nunca mejor dicho- la locura independentista. En otras palabras, las fronteras y la ley democrática se respetan o te llueven años de cárcel y palos a mansalva. Salvo si se está dispuesto y se tienen fuerzas para afrontar una guerra civil: adelante con los faroles. En todo caso, en mi opinión Pedro Sánchez y el PSOE ganarían más de lo que perderían con el enfrentamiento.

Seguimos para bingo con Europa. Para empezar, el tan prolongado Brexit. Theresa May pospuso la votación sobre el acuerdo alcanzado con la Comisión Europea para no perderla pero probablemente la perderá cuando tenga que afrontarla a principios de enero. Lo que pase a partir de entonces es una incógnita que nadie – ni siquiera los protagonistas – puede resolver a priori. Mi última elucubración es que, tras perder la votación parlamentaria, May convocará un segundo referéndum pidiéndole a Bruselas en paralelo una extensión del plazo de dos años que vence a finales de marzo. Petición que Bruselas atenderá para evitar la catástrofe de un Brexit sin acuerdo al que la desunión interna británica nos está llevando. De concretarse esta hipótesis – tan válida y tan discutible como cualquier otra – May podría presentarse ante el pueblo pidiendo su voto confirmatorio del acuerdo con Bruselas pero ofreciéndole la alternativa de retirar la demanda de salida. En otras palabras, votasteis a favor de salir de la Unión y este es el acuerdo que he logrado, el menos malo posible. Si pensais que no es suficientemente bueno – tanto por alejarnos demasiado de la Unión como por no alejarnos suficientemente – tendríamos que suspender la petición de salida y darnos un tiempo para valorar la situación. Veremos.

A finales de mayo tendremos también las elecciones europeas. Parece indubitado que la PPE y SD, democracia-cristiana y social-democracia respectivamente, no alcanzarán la mayoría absoluta conjuntamente. Les hará falta incluir a Liberales y, quién sabe, quizás también a los Verdes, para conformar una mayoría contra los extremos de derecha e izquierda. No me malinterpreten: la derecha extrema populista y euroescéptica me parece mucho más peligrosa que la izquierda populista tipo Melenchon, Die Linke o Podemos, sobre todo porque está mucho más en alza, pero también porque el ataque a los valores de la ilustración europea es mucho más frontal. Pero con la izquierda radical no se puede tampoco contar para el nombramiento de Comisarios europeos, que el Parlamento Europeo tiene que confirmar, o para ratificar acuerdos comerciales que permitan apuntalar el multilateralismo amenazado por Trump.

Y así llegamos al nivel imperial. Lo de la retirada de Siria, dejándole el campo libre a Rusia, ha sido simplemente inconcebible y es posible que acabe de detonar un golpe de mano del partido republicano. La pérdida de control del Congreso y los avances de las investigaciones judiciales contra Trump – no olvidemos que su antiguo jefe de campaña y su abogado personal ya han sido condenados y colaboran con la Justicia – pueden proporcionar la percha necesaria para cesar a Trump. Lo cual sería muy positivo para la estabilidad política y económica mundial. Pero no está en absoluto garantizado que vaya a ser así. Al contrario, lo previsible es que siga pudiendo atentar contra todo – paralisis del Gobierno federal a cuenta del muro con México, parálisis de la Organización Mundial de Comercio, tensiones con la Unión Europea, Japón y Canada entre otros aliados, cesiones varias ante la agresiva Rusia de Putin… – con consecuencias imprevisibles pero nunca positivas, tampoco para la clase media estadounidense cuyos intereses dice defender.

En todo caso, que disfruten de las uvas esta noche y pierdan la cabeza lo más que puedan porque la realidad imperante requiere desconectar y centrarse en lo micro, familia y amigos. ¡Feliz año!

3 comentarios en “Incógnitas para 2019

  1. Teniendo en cuenta que definir el fascismo es una cuestión nada cerrada, y que los historiadores, politologos etc siguen trabajando sobre ello, a lo mejor conviene ir mas despacio antes de blanquear a Vox. Igual que los partidos socialistas o laboristas no defienden el mismo ideario ni los mismo programas politicos que en los años 30 del siglo pasado, pero no cabe duda de que lo son, me parece compatible que haya versiones nuevas herederas del ideario fascista. Una componente nacionalista innegable, un claro recorte de libertades, una posición moral conservadora, etc. Si nos metemos en la especifidad española, pronunciese la palabra «franquismo» delante de lo Vox, o digase que hay que hacer con un independentista catalán etc etc. Todo ello da muy bien para usar el prefijo «neo», diria yo.

  2. Si, vale, si al fascismo le quitamos la violencia, pues Vox se parece mucho. A mi más que franquistas me parecen carlistas, que es peor. Y no ser fascista no implica ser cojonudo, ergo no blanqueo nada. Simplemente me parece mejor utilizar peyorativos acertados y no solo aproximados. Pero vamos, que son no uno sino muchos pasos atrás es indubitado

  3. En cualquier caso, matices aparte, que 2019 nos haga a todos más sabios y mejores seres humanos.Abrazos y a celebrar

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