Barañain
Este próximo jueves se inicia, en el Palacio de Justicia de Bilbao, el juicio contra el lehendakari Juan José Ibarretxe, el secretario de los socialistas vascos, Patxi López,  el también dirigente de esta formación  Rodolfo Ares y varios lÃderes de Batasuna, con Arnaldo Otegi a la cabeza. Su desarrollo va a ser el pórtico de la campaña de las elecciones al Parlamento Vasco, cuya celebración Ibarretxe ha fijado para el 1 de marzo.
Ibarretxe y López, protagonistas indudables en esta reñida campaña electoral que se avecina, son llevados ante el Tribunal Superior de Justicia del PaÃs Vasco (TSJPV) pese al desistimiento de la fiscalÃa, que consideró que no hubo delito alguno en sus reuniones con la extinta Batasuna. Recuérdese que se les imputa “colaboración necesaria†con Batasuna, por esas reuniones, para la comisión por parte de esa organización del “delito de desobediencia†a la suspensión judicial de sus actividades.  Por lo mismo, se podrÃa imputar colaboración necesaria a los periodistas que acuden a las numerosas ruedas de prensa que los batasunos protagonizan: un disparate. Y, lo que es más grave, una intromisión desde la esfera judicial en la esfera polÃtica que es propia al trabajo tanto del lehendakari como de otros representantes. Asà lo entendió el Tribunal Supremo cuando rechazó  una pretensión similar contra el Presidente del Gobierno, RodrÃguez Zapatero, por su autorización de contactos y reuniones con ETA durante el frustrado proceso de paz.Â
El sensato pronunciamiento del Supremo no ha disuadido a los jueces del TSJPV que por mayorÃa insistieron en seguir adelante con esta mascarada aun sabiendo que el resultado final de la ocurrencia no va a ser otro que la absolución de los imputados. Algunos magistrados deben creer, tal vez, que vivirán asà su momento de gloria con lo que imaginan como un paseÃllo humillante de polÃticos ante su estrado. A falta de la fiscalÃa, se han apoyado, para ello, en la persistencia de la acusación popular protagonizada por una entidad fantasma como es la denominada “Dignidad y justiciaâ€Â –de la que se conoce su vinculación con la extrema derecha aunque no sus fuentes de financiación-, y, cómo no,  el inefable “Foro de Ermuaâ€. Es decir, meras pantallas necesarias para llevar a cabo el trabajo sucio que no se atreve a ejecutar el sector más crispador de la derecha española.
Se prevé que la vista concluya para el dÃa 22 y que la sentencia se haga pública o bien coincidiendo con la campaña electoral o bien cuando sea ya conocido el veredicto de las urnas. Veredicto bastante más trascendental, claro está, que el que pronuncie el Tribunal, tanto para los imputados como para el conjunto de los ciudadanos. Este episodio chusco no mejorará, desde luego, la negativa valoración que la justicia merece a los ciudadanos pero añade un ingrediente de extravagancia a la ya tortuosa y atÃpica evolución de la vida polÃtica vasca. La situación es tan absurda –y sin precedentes conocidos- que, para cualquiera de los dos principales imputados, Ibarretxe y López, el trámite judicial va a ser el preámbulo de su acceso a la presidencia del Gobierno Vasco. Uno de los dos, sin duda, será proclamado lehendakari tras las elecciones del 1 de marzo. Del Juzgado a Ajuria Enea. Ahora bien, ¿el paso por el Juzgado será solo un engorroso trámite para ambos o incidirá en la estrategia electoral?
Han sido varias las hipótesis que en estos dÃas han circulado, entre polÃticos y medios de comunicación, para explicar la sorprendente decisión de Ibarretxe de convocar a los ciudadanos vascos el mismo dÃa en que ya estaba fijada la fecha de los comicios gallegos. Sorprendente por lo que tiene de novedad, por el desaire a los gallegos que habÃan enfatizado su deseo de evitar la coincidencia con otros procesos electorales (este aspecto de la cuestión lo explicaba muy bien  el artÃculo de ayer de Millán) y porque una vez que se descartó el adelanto electoral tras el verano pasado se suponÃa que cuanto más se demorasen las elecciones más difÃcil le resultarÃa afrontarlas a los socialistas, con la crisis económica en pleno apogeo.
Precisamente, la explicación oficial del PNV de que, al fijar para el 1 de marzo las elecciones, lo que  pretenden es disponer cuanto antes del nuevo gobierno que salga de las mismas para afrontar mejor la lucha contra la crisis es la que suena más falsa. Si por algo no se ha caracterizado el ejecutivo de Ibarretxe es por su preocupación por la gestión de esta crisis, ensimismado como ha estado, y de manera obsesiva, en su iniciativa polÃtica soberanista. Con la que está cayendo, ni siquiera ha sido capaz Ibarretxe de sentar en una mesa a empresarios y sindicatos para discutir las perspectivas económicas y sus repercusiones sociales y la forma de arrimar el hombro ante las dificultades existentes. Por eso, nadie ha tomado mÃnimamente en serio esa explicación.Â
Algunos comentaristas han visto en la decisión el deseo de poner trabas a la participación de dirigentes nacionales del PSOE y el PP en la campaña vasca, obligados a repartir su tiempo entre Euskadi y Galicia. Aparte de que tal eventualidad no supondrÃa problema alguno para los aparatos de ambas fuerzas polÃticas, es evidente que, al menos en el caso del PSE, no hay ningún especial interés es forzar la presencia del PSOE en la campaña vasca. Tampoco parece razonable la explicación de que, al adelantar la fecha respecto a las previsiones que habÃa, el PNV torpedea a su ahora socio de gobierno, Eusko Alkartasuna (EA), que no dispondrÃa ya de tiempo suficiente para que fragüe su proyecto de plataforma soberanista con el que ideaba concurrir a las elecciones una vez descartada una nueva coalición electoral con el PNV. Esta bobada bien podrÃa haber sido difundida por la misma gente de EA, necesitados de ponerse ya la venda antes de la herida, esto es, del batacazo que, según todos los sondeos, les espera. Pero lo cierto es que el PNV no puede tener mucho interés en la debacle de sus socios parasitarios (IU y EA). De sus resultados, por discretos que sean, dependerá seguramente que pueda disponer de mayorÃa absoluta un nuevo tripartito soberanista.
Por sus propias y exclusivas fuerzas parece difÃcil que el PNV sea capaz de remontar las expectativas desfavorables con las que llega a las elecciones. Pero no es imposible: el PNV puede volver a ganar si consigue convertir la campaña en un plebiscito victimista. Como en 2001. Ahora no le ayuda, a diferencia de lo que ocurrió entonces, la voluntad decidida de Patxi López y el PSE de rechazar cualquier veleidad frentista y de reforzar su perfil más autonomista. Voluntad que se ha plasmado en la orientación de la, hasta ahora, impecable precampaña caracterizada por la presentación de sus propuestas ante auditorios insospechados tiempo atrás, en lo que ha sido el mejor indicador del aire de “fin de ciclo†que se respira en la polÃtica vasca. Ese perfil autonomista es el que se verá igualmente refrendado, si los sondeos aciertan, en las elecciones gallegas. De ahà deriva el interés partidista de Ibarretxe en la coincidencia entre ambos procesos: no le convenÃa encarar la contienda electoral con un PSE que pudiera esgrimir ya la reválida de su gobierno de progreso en aquella otra Comunidad.
Queda el victimismo, cuyo recorrido quizás no esté aun agotado. Con dos ingredientes obvios y un requisito previo. Los ingredientes serán, uno, la vindicación de su frustrado plan soberanista, frenado en las Cortes primero y por el Tribunal Constitucional después, y el otro,  el paso del lehendakari por el Juzgado. Con toda probabilidad, Ibarretxe intentará personificar a ese pueblo vasco al que no se le deja decidir por sà mismo ni buscar sus propios caminos para la paz. Como si fuera la propia sociedad vasca la que se sentara en el banquillo de los acusados. El juicio de marras no es sólo un disparate en sà mismo sino la estúpida oportunidad que se brinda a Ibarretxe para exhibirse en su peor versión. Claro que al tener que compartir banquillo con los socialistas y los lÃderes de Batasuna, dispondrá de menos margen para la simulación del que hubiera deseado.
El requisito es la ausencia de representación parlamentaria de la izquierda abertzale que posibilite el agrupamiento de todo el voto nacionalista. No es casual que en las últimas semanas los nacionalistas lancen insidiosas acusaciones sugiriendo que el PSE y el Gobierno de Zapatero puedan estar barajando la posibilidad de permitir la concurrencia a las urnas de la izquierda abertzale por puro cálculo electoral. Para debilitar a Ibarretxe. Lo hacen a la vez que critican en paralelo, faltarÃa más, la aplicación de la Ley de Partidos y las limitaciones impuestas a ese sector polÃtico. Pero, en el fondo, es esa imposible participación (imposible, sobre todo, porque no está en el ánimo de ETA jugar esa baza) lo que temen. ConfÃan en que ante un llamamiento a la abstención del mundo abertzale radical, y con una Aralar de perfil tan plano que sólo aspira a subsistir, sean muchos los votantes radicales que opten, como mal menor,  por evitar el desalojo del PNV del poder. Como en 2001.Â
Dado lo escaso del bagaje con el que tanto el propio Ibarretxe como el PNV llegan a estas elecciones, no les queda más opción que jugárselo todo a la carta victimista. Con un gobierno tripartito empantanado, incapaz de sacar adelante sus iniciativas legislativas, acosado por escándalos muchos de ellos desvelados desde el interior de sus propias filas, con una división interna que aflora a la menor oportunidad, con socios como EA que aspiran a volar con sus propios y raquÃticos medios, sin un proyecto nuevo ilusionante (¿más de lo mismo?, ¿volver a presentar su plan?), etc. Que fuera el propio aparato del PNV el que frustrara el proyecto de Ibarretxe de llevar a la jurisdicción europea su denuncia contra el Estado Español, por el rechazo de su plan soberanista, es bastante ilustrativo del desconcierto en el que está sumido el nacionalismo vasco.
Yo creo que el PSE sólo va a entrar en el Gobierno si Patxi López es lehendakari. Asà lo ha prometido y yo no tengo motivos para no creerle. Asimismo, considero que López sólo va a ser lehendakari si tienes más votos que el PNV o más escaños (aunque tenga menos votos). También creo que el PNV va a aferrarse el poder e incluso acercarse al PP. Un gobierno PSE-PNV implica que el EBB corte la cabeza polÃticamente hablando a Ibarretxe. Yo descarto completamente la opción de un gobierno PNV-PSE. Sólo veo viable, desde el punto de vista del PSE, un gobierno en minorÃa con apoyos puntuales con diferentes fuerzas o un gobierno al estilo alemán entre PSE y PNV, pero siempre liderado por López y donde Ibarretxe no participe.
Un saludo.
No he pretendido decir, y lo siento si asà se ha interpretado, que el PSE aceptarÃa un gobierno modelo 86, con Ibarretxe o sin Ibarretxe. Conozco un poco a Patxi López y un bastante más a Josean Pastor y estoy convencido, hasta dónde se puede estar convencido en polÃtica, de que no entrarán en un gobierno como segundo plato.
Simplemente querÃa poner sobre la mesa que el PNV hará todo lo posible, incluyendo la «retirada voluntaria» del candidato a lehandakari y si fuera necesaario el diálogo con el PP, antes de perder la primogenitura.
52
Totalmente de acuerdo. La prioridad del PNV será continuar con el tripartito actual pero como consideran que el poder les corresponde por decisión divina pondrán todos los medios a su alcance para tener el poder. Y, repito, al PNV es a quien más le interesa que no se cuele ninguna tapadera de Batasuna. Matizo, quizás les interese más a Aralar o Eusko Alkartasuna pero el voto útil abertzale si ilegalizan a «Batasuna como quiera que se llame» irÃa directamente al PNV.
Un saludo.
Cuidado si al final se produce un resultado donde el PNV gane en votos y el PSE en escaños. A ver qué pasa ahÃ.