Hillary era peor

Guridi 

Hillary era peor: esa es la frase que se le repite a uno por parte de la verdadera izquierda cuando uno se lleva las manos a la cabeza al ver la actitud de la Administración Trump. ¿Qué Trump es un plutócrata con una peligrosa tendencia al fascismo? ¡Da igual! El pecado era de Hillary, por no ser lo suficientemente pura.

Ay, parece que últimamente la gente de izquierdas nos hemos obsesionado por la pureza de las ideas, por adherirnos de manera diamantina a esos conceptos puros, de los que hablaba Platón, esas verdades tan absolutas que no pueden existir en nuestro mundo sino a través de sombras.  

Por eso la verdadera izquierda se alboroza con las derrotas de los socialdemócratas, porque no son puros, porque se han manchado las manos con los pactos, con las cesiones, con la responsabilidad. Porque no siempre han cargado como quijotes contra los molinos de la economía internacional. Porque en ocasiones han tenido que tomar la dura decisión de elegir entre proteger el sistema democrático o sacar pecho de izquierdista. Porque cuando se hacen muchas cosas te equivocas en unas cuantas. Y porque cuando haces política para la gente y no según el manual, te ves obligado a caer en el pecado de la heterodoxia.  

Es verdad que el fulgor y la pureza de nuestras ideas de izquierda nos iluminan el camino y eso, pero no es menos verdad que ese camino está sembrado de baches, socavones, arenas movedizas y trufado de salteadores, con un troll debajo de cada puente.  

La mejor manera de adherirse a la pureza de las ideas que reclaman que el sistema funcione de manera diferente precisamente es estar fuera del sistema. Mirar todo con el desprecio con el que Diógenes miraba al mundo desde su barril. De todas las palabras que hay para describir a los que se aferran a las doctrinas y las visiones inalterables del mundo, hay dos que me gustan mucho: fundamentalistas e integristas.  

A veces me divierte ver el parecido entre los líderes de Dáesh, declarando apóstatas a todos los que no sean exactamente como ellos y a otros barbudos, como Anguita, Iglesias Turrión y Pérez Tapias, sacándonos a los demás de la izquierda porque no viajamos en el tiempo para impedir que Franco ganase la guerra civil.  

Pero es que, en tiempos de tanta incertidumbre, el brillo de las ideas puras atrae. Las cosas puras, ciertas por sí mismas. Decirlas en voz alta es como hacer magia, desata las pasiones, convierte el miedo en ira, reparte culpas de pecados inexistentes y elimina esa molesta cosa que se llama “humanidad”, por lo que puedes machacar alegremente a los que no sean cómo tú. Porque alejarse de la ortodoxia siempre tiene que tener un altísimo precio. Para dar ejemplo al resto de los tibios y heterodoxos.  

Por eso negociar está tan mal visto hoy en día. O llegar a acuerdos. Victoria o muerte. Si para ello hay que vivir en una fantasía adolescente, donde la democracia que tanto ha costado conseguir desaparece por arte de magia, se hace. Y por eso, nada que no sea la pureza, aunque se sepa imposible, vale. 

Otra característica de la pureza es que es como la lejía, decolora todo lo demás, borra las cosas. Incluidos los pasados incómodos, las incongruencias de los líderes y se ponen a cero cuentas que están llenas de números rojos.  

Qué suerte, qué suerte tenéis los que habéis descubierto la pureza de Pedro Sánchez. La mala suerte la seguiremos teniendo los demás. 

7 comentarios en “Hillary era peor

  1. Yo sigo pensando que Trump es un gran representante de lo que es Estados Unidos de América.

    Sobre parecidos con el Daesh… Me parece que comparte métodos con los ejércitos de la OTAN.

    Y por último me gustaría saber cuántas empresas públicas se han creado en los gobiernos del Socialdemócrata FG o Zapatero. Y vivienda pública?

  2. Trump es un bruto de mirada cetrina, que se expresa como un bruto y se mueve en los platós de las televisiones como un gorila en celo , amenazante y dominador. Poco a poco se percata de que su estilo es incompatible con ese enrevesado sistema legal de los Estados Unidos, a veces tan pintoresco , que permite a los padres entrenar a sus hijos menores en el manejo de los famosos kalashnikov o pasear a cientos de enajenados con una cruz en llamas mientras proclaman a los cuatros vientos la supremacía blanca ; toda esa gente es capaz de juntarse luego como pacíficos ciudadanos frente a mazorcas de maíz con crema de cacahuete.
    Pero esa nación tan enorme defiende un concepto de libertad tan sencillo en su formulación que nos ha permitido a los europeos sacudirnos el yugo de los sistemas totalitarios y resistir a esa insidiosa, permanente , rebelde y mutante aspiración a la esclavitud que nidifica en el corazón de los jóvenes románticos.
    Su pureza evanescente nada dice sobre ese gorilón bigotudo de Venezuela ( tan entrañable a Zapatero ) que no duda en cerrar un Parlamento porque no entiende su función ;
    nada dice tampoco cuando la gente , su gente, se hace incómodas preguntas acerca de la gestión de los millones de votos recibidos y su destino práctico.
    Así que Guridi acierta de nuevo al animar una reflexión sobre la izquierda , sus compromisos y desviaciones dentro de la complejidad de una sociedad industrial avanzada.

  3. Dios le oiga , Jon. Las declaraciones de Javier Pérez de Seoane que acompaña son de una sensatez que reconforta.
    Vea la experiencia francesa y los juegos de poder de Valls y Hollande : han dejado a Hamon en el más miserable ridiculo de toda Europa. ¿ Pero qué se creía el majadero ? ¿ Que se iban a dejar dominar por su populismo y someterse ? No y mil veces no. Los militantes no pueden invertir el orden lógico de las cosas. Ya han escarmentado en cabeza ajena y es el final de este sobresalto narcisista. Ahora solo falta Inglaterra y un artístico cerco florentino contra los sediciosos.
    ¡ La nave va !

  4. Si hace unos años, cuando ZP se batía el cobre en materia social con iniciativas legislativas sin precedentes y los demás nos lo batíamos por defenderlas (luego vino la primavera negra y sensata de 2010), me dicen que el futuro de la nave va por la vía de los halagos de una clase empresarial mediocre y explotadora (reforma laboral gratias), no me lo hubiese creído.

    En cuanto a populismo y narcisismo, hay una campeona:

    http://blogs.publico.es/dominiopublico/19586/el-populismo-de-susana-diaz/

    Sólo falta que vuelva Rosa Díez al PSOE. Creo que en las actuales circunstancias volvería a sentirse cómoda.

  5. Esto sí que reconforta. Sobre todo a quienes malviven:

    http://www.lavanguardia.com/vida/20160712/403140717999/economialaboral–el-circulo-de-empresarios-veria-irresponsable-derogar-la-reforma-laboral-y-peligroso-subir-el-smi.html

    Un señor reconfortante que nos reconforta al saber que sus beneficios se reconfortan más durante y tras la crisis que antes de ella incluso. Y se reconforta dando lecciones (perdón) órdenes políticas y legislativas. Mola.

  6. Entiendo a lo que se refiere Guridi y comparto su punto de vista. Lo que no entiendo es que se siga asociando lo que no es más que narcisismo estéril (aquí y en todas partes, ahora y en cualquier época pasada) con una supuesta «pureza de ideas». Para que fueran puras primero tendrían que existir tales ideas: en el izquierdismo (en cualquiera de sus variadas formulaciones) no se conocen apenas. Y las que se sospechan o nos sugieren sus comportamientos, no se sí serán puras pero sí que son nocivas, retrógradas y tendenciosamente antidemocráticas o, si se prefiere, liberticidas. Y, desde luego, estupidas. Cierto que en la izquierda no narcisista tampoco abundan las ideas, pero al menos sigue anclada en este mundo y aun hay quien confía -y yo deseo que no se equivoquen- en que puede reverdecer y volver a ser alternativa de poder. Para eso, condición necesaria, aunque no suficiente, es que se despegue del narciso. La izquierda consecuentemente democrática debería estar hoy, por poner un ejemplo, denunciando con mucha más energía al golpismo del régimen venezolano, ese que cuenta con asesores entre nuestros diputados para vergüenza nacional (un conspicuo representante de la izquierda reaccionaria, Pablo Bustinduy daba hoy el cotidiano ejemplo de estupidez -y/o desverguenza- explicando la crisis venezolana como un «conflicto de legitimidades»).

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