¿Hay alguien ahí?

Aitor Riveiro

Desde abril de 2004 el Gobierno de Zapatero ha promovido una serie de leyes que han hecho de España un país mejor. La semana pasada fue la Ley de Dependencia, que amplía el estado del bienestar a un cuarto pilar, haciéndolo más robusto, más justo y convirtiendo a nuestro país en un abanderado de una política que, por desgracia, parece estar desacreditada: mientras otros países se empeñan en reducir el Estado, nosotros seguimos dotándole de medios para hacer nuestra vida y la de los demás mejor.

De todas las leyes aprobadas por el Parlamento a instancias del Gobierno, me quedo con cinco. La ya nombrada de Dependencia, la que ha aprobado el matrimonio homosexual, la que lucha contra la violencia de género, la ley antitabaco y la de Igualdad. Y el sexto de la tarde, que todavía no lo han lanzado al ruedo, la Ley de la Memoria Histórica. Seis leyes como seis toros que el Ejecutivo de Zapatero ha tenido que lidiar o está lidiando. Y con un resultado positivo.

Zapatero y su Gobierno han hecho verdaderos esfuerzos para sacar adelante estas leyes. La propia Ley de Dependencia contó con el voto en contra de CiU, PNV y EA (por temas competenciales, como no), y con el sorprendente voto positivo del PP, así como de los demás partidos del arco parlamentario. Esta unanimidad de facto (los nacionalistas votaron un ‘no’ más por la forma que por el fondo) no ha sido sencilla, sino el resultado de más de dos años de negociación. Con el resto de las leyes que he nombrado, pues parecido. Recortes, concesiones, financiación, … Y un largo etcétera de flecos que han conseguido que lleguen a buen puerto.

Y hoy, España es mejor país. Hemos ampliado los derechos de muchas personas que no los tenían por el mero hecho de amar a quien no debían; las mujeres reciben cada vez más ayudas en su lucha contra el terrorismo doméstico (y, pese a ello, hay que mejorar en este aspecto, y mucho) y se trata de que la tan manida igualdad de la Constitución llegue a buen puerto; se amplía el estado del bienestar; cada vez hay más espacios libres de humos y las empresas ya no son un lugar insalubre por los que nos hemos dado al asqueroso vicio de fumar; y, finalmente, los perdedores de la Guerra Civil por fin podrán salir de los márgenes de la Historia, ser homenajeados como lo fueron sus padres y hermanos del otro lado de la trinchera y se cerrará una herida que nunca debió abrirse.

Y pese a todo, estos logros, que en un análisis pormenorizado serían todavía más sorprendentes, no sólo no han marcado la agenda, sino que se ha pasado por alto. Lo hemos pasado por alto. ¿Cómo puede ser? ¿Qué clase de política de comunicación tiene este Gobierno, que es incapaz de mostrar sus logros? En vez de hablarle al ciudadano sobre las bondades de las nuevas leyes, sobre en qué se va a gastar su dinero y de la posible necesidad de una subida o redistribución de impuestos y tasas, gastan ingentes cantidades de dinero y tiempo en un vídeo supérfluo más destinado al «y tú más», a la venganza por otros vídeos y a demostrar lo obvio, que ha destacar la labor de gobierno del PSOE y sus socios parlamentarios.

Y el CIS, dando empáte técnico con un PP que lleva casi tres años hablando del 11M, que sale a la calle de la mano de los obispos y la extrema derecha y cuyo único discurso empieza y acaba en la «nación española». Pues muy bien.

(Sé que había prometido escribir de otra cosa el lunes pasado, pero me ha podido el no haber escuchado más que referencias de pasada a la Ley de Dependencia, con diferencia la más importante desde los primeros años 80)

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