Guerra en Europa

LBNL

No es alarmismo. A nosotros, en la periferia europea más occidental, nos queda lejos, pero hoy, de nuevo, hay guerra en Europa. Como en los noventa en los Balcanes. Todavía no es del todo abierta, pero podría llegar a serlo pronto si no se alcanza una solución diplomática, y ya está tardando… Los “pro-rusos” que combaten contra el ejército ucraniano, y las milicias que lo apoyan en Lugansk y Donetsk, son principalmente ucranios del Este pero cada vez es más evidente que luchan con armas proporcionadas por Rusia y con apoyo bélico y económico ruso, por no hablar del político. Las cifras de muertos no dejan de aumentar y la barbarie se extiende, con cada vez más civiles bajo fuego militar, de ambos bandos, además de en condiciones humanitarias terribles (si nosotros pensamos que estamos pasando frío…).

Putin es lo que es, un ex cuadro medio – mediocre – del KGB venido a más, consolidado al albur del ejército y los oligarcas, a los que venía bien, y crecido estos últimos años, al punto de lanzar hace año y medio un órdago del que dificilmente puede bajarse sin poner en riesgo su cabeza, apoyado por la masa nacionalista rusa, que añora el Imperio y estaría dispuesta a tumbarle sin remisión a la primera señal de que el sueño es en realidad una pesadilla. Porque Rusia, bajo Putin, sigue siendo un desastre. ¿Recuerdan la última vez que compraron algo ruso? Petróleo y gas no cuentan.

Además, Ucrania es y ha sido siempre, un territorio vital para Rusia, colchón de su seguridad frente al siempre ambicioso Occidente, socio comercial de primer orden y, en particular en lo que se refiere a Crimea, territorio “dudoso”. No tiene ningún sentido pretender dejar de lado la geografía, la historia y la realidad, y aducir que Ucrania tiene perfecto derecho a integrarse en la OTAN. Su supuesto derecho sería más que dudoso pero principalmente la adhesión no tendría sentido  porque cerca de la mitad de su población recuerda que la OTAN se construyó contra Rusia, la misma Rusia que consideran parte de su acervo identitario, tanto como a la propia Ucrania.

La tecnocrática Unión Europea le ofreció a Ucrania lo mismo que a todos los vecinos del este: un acuerdo de asociación profundo que incluía el libre comercio sobre la base de una homologación de estándares y normas casi completa. Rusia tiene claro que no está en condiciones de competir en igualdad de condiciones. Y que no tiene por qué aceptar tal igualdad de condiciones dado que venía subvencionando la economía ucraniana desde hacía años, con gas barato y préstamos a bajo interés para compensar la pésima gestión y la corrupción masiva de los sucesivos líderes políticos ucranianos.

Putin impuso sanciones comerciales, Yanukovitch se echó atrás a última hora, la otra mitad de la opinión pública ucraniana montó en cólera – entre otras cosas en reacción a la última arbitrariedad del corrupto máximo -, Yanukovitch empezó a matar, se echó a perder, pactó bajó presión y salió echando leches cuando pensó que podía acabar mal y perder la ingente fortuna amasada. El vacío de poder lo asumió la oposición ucraniana – no la gente del Maidan – que se hizo más lamentable todavía de lo que ya era cuando, como primera medida, decidió anular la ley protectora de las minorías que permitía la enseñanza en ruso en el Este.

Putin se dejó llevar y anexionó Crimea, por la fuerza pero sin pegar un sólo tiro, corrigiendo la absurda cesión de Kruschev. Occidente puso el grito en el cielo ante la evidente violación del Derecho Internacional e impuso sanciones. Putin no se arredró y apoyó la insurrección del Este de Ucrania. Tengo un amigo sobre el terreno. No fue Putin quien animó a los «pro-rusos» a montarla, pero sí quien les dio el apoyo indispensable para llegar hasta donde están hoy.

Se insurreccionaron porque estaban hartos de ser la última prioridad de Kiev y estar a merced de los oligarcas locales, tanto bajo Yanukovitch como bajo los nuevos líderes. Pero el FSB ruso (nuevo KGB) hizo bien los deberes y fue apartando a los cosacos más locos y promocionando a los líderes locales que podían servir para la operación geoestratégica que mejor le viene a Moscú: una insurrección potente, dispuesta a morir matando, pero también dispuesta a pactar un régimen confederativo que visualice a las claras que Kiev, que Ucrania, no puede independizarse verdaderamente de Rusia. Si una parte importante del país – especialmente en términos poblacionales e industriales – depende del apoyo de Rusia, Ucrania nunca podrá integrarse en la OTAN. O negociar unilateralmente con la Unión Europea su nivel de integración en la misma.

Se podrá compartir esta explicación, necesariamente simplista, o no, pero lo cierto es que Europa está prácticamente en guerra. Con frecuencia se olvida que el fundamento primigenio de la Unión Europea es asegurar la paz entre las naciones europeas, tan proclives a suicidarse mutuamente. Y no hablo de Francia y Alemania sólo; piensen en Bulgaria y Rumanía o en Chequia y Austria… Afortunadamente la Unión Europea existe y por ello las diferencias internas que ha suscitado el conflicto de Ucrania, hasta la fecha, no han hecho mella. Al contrario. Europa ha respondido como “un sólo hombre” y ha apostado por una doble vía: sanciones a Rusia por la anexión de Crimea y por su apoyo activo a la insurreción del Este ucraniano, en paralelo a la apuesta por la diplomcacia.

Francia y Alemania vienen liderando los esfuerzos diplomáticos, que fructificaron en el acuerdo de Minsk, que nunca se puso en práctica, y en los últimos días, Merkel y Hollande le han visto las orejas al lobo y han tomado el mando. El pasado fin de semana pasaron por Kiev y Moscú y quizás mañana miércoles se hayan cumplido las condiciones necesarias para reunirse a cuatro con los Presidentes de Ucrania y Rusia en Minsk. Es bastante dudoso pero esperemos acontacimientos…

Hollande habla menos pero Merkel es explícita: tiene poca fe pero hay que intentarlo porque los riesgos son enormes. Fue ella la que, cuando los pro-rusos tumbaron el avión holandés – seguramente por error – lideró la imposición de unas sanciones económicas durísimas a Rusia, que le están haciendo mucha pupa. Y será ella la primera en pedir que se incrementen el próximo jueves 12 cuando junto con Hollande, se reúna con el resto de líderes de la UE, si Putin no hace ni siquiera lo mínimo por alcanzar un acuerdo que permita salvar los muebles. Y nadie será capaz de plantarle cara, ni siquiera Tsipras, en vista de la implicación personal demostrada por la cúpula.  Pero también será la primera en recordar que nadie está por la labor de mandar tropas a Ucrania para ayudarla contra los rusos y que más vale un mal acuerdo que una guerra abierta.

Me fastidia enórmemente alabar a Merkel, la adalid del austericidio – y más todavía después del ignorante e irresponsable artículo de Vargas Llosa en El País el pasado domingo a cuenta de los problemas de Greica – pero en lo que respecta al conflicto en Ucrania, es sin duda la voz más sensata y más determinante en Europa, a la que Obama, el mismo que critica su excesivo rigor presupuestario, sabe perfectamente que tiene que respetar. Porque no hay ninguna opción buena, pero prácticamente todas las que están sobre la mesa – incluida la aceptación de una tutela rusa sobre el Este de Ucrania – son menos malas que la situación actual.

3 comentarios en “Guerra en Europa

  1. Gracias, LBNL, por aclararnos las cosas a ignaros como yo. Ahora veo más claro lo confuso que es todo en este conflicto.

    Lo único que sé es que las sanciones comerciales rara vez contribuyen a resolver los conflictos y quienes más las sufren son los ciudadanos rasos.

    Me ha encantado la alusión final al artículo de Vargas Llosa. Muy de acuerdo.

  2. Una exposición completa del poblema. Solo se olvida de mencionar que frente a sanciones, Putin puede congelar las exportaciones de petroleo y gas natural a los paises europeos. Recientemente ha firmado un acuerdo comercial con China y están montando los oleoductos para exportar su petroleo y gas a China. De modo que puede no perder mucho a la larga si corta la venta de petroleo a europa. Es sobre todo Alemania la que sufriría más con una restriccion energética de productos rusos. Lo de Merkel no es tan solo puro pacifismo. Gerhard Shroeder, el anterior lider socialdemócrata ocupa un puesto importante en la empresa exportadora rusa de energía. Pero es obvio que Europa es una comunidad de poblaciones que buscan el bienestar social y vender bienes y servicios, no de guerreros. Si fabrican armamento militar es para exportar. Nuestra protección militar se basa en la alianza con EEUU. Rusia es todo lo contrario. Quieren mantener la cohesión social a base de patriotismo y victimismo y para eso le viene bien que haya pequeñas guerritas de liberación de poblaciones rusas sojusgadas por estados periféricos. Enfin que no hay más remedio que negociar una paz cediendo territorio de Ucrania. ¿Es un nuevo tratado de paz como el firmado con Hitler en Munich? Es difícíl de saber, Putin no ha escrito Mein Kamp y la sociedad rusa también quiere vivir bien, por lo que creo que no será una repetición de aquello.

  3. No creo que Rusia y Ucrania sean ejemplo de nada.
    Muy razonable el comentario de Magallanes respecto a la dependencia energética de la Mitteleuropa del gas ruso.
    Recordarles el reciente comentario del expresidente Gorvachov sobre el peligro que supone la excesiva presión a la que está sometido su país por las medidas adoptadas por la UE.

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