Gracias por ayudarnos a los independentistas, sr. Rajoy

José Rodríguez 

Si eres catalán esta semana ha sido bastante divertida: comenzó Felipe González  en El País comparando el proceso soberanista con el auge del nazismo en Alemania o del fascismo en Italia, a Catalunya con Albania y afirmando que se perseguía la libertad de expresión de quien no era independentista en Catalunya. 

Siguió al día siguiente un lamentable artículo ilustrado en El Mundo donde se dibujaba Catalunya como un enorme mosquito que chupa la sangre de los españoles y Artur Mas vestido como un matón de los camisas pardas. 

Pero para redondear la semana, el PP se desmarca con una propuesta de reforma express del Tribunal Constitucional para que pueda sancionar e inhabilitar a Artur Mas. 

La estrategia es burda y fácil de describir. Satanizamos al rival político, asociamos su ideología al mal más absoluto (el nazismo), y después aplicamos leyes de excepción diseñadas para acabar con ese rival político y su ideología. 

Entiendo que fuera de Catalunya no se entienda que el movimiento independentista no depende de Artur Mas o de Junqueras. 

El cordón sanitario mediático que se ha dibujado alrededor de las voces favorables, o como mínimo neutrales, hacia el proceso soberanista catalán (hasta el punto de que estas voces son casi inexistentes en los medios de ámbito estatal) puede hacer creer al español medio que si desactivamos a los actores políticos (Artur Mas, CDC y en menor medida ERC y Junqueras) el problema soberanista se desactivará. 

Pero esto no es así. El movimiento independentista puede poner más de un millón de personas en la calle cada año y el movimiento soberanista consiguió que más de 2,3 millones de personas participaran en un acto de desobediencia política el pasado 9 de noviembre del 2014. 

Si alguien cree que por inhabilitar a Artur Mas, o incluso ilegalizar CDC, ERC y CUP, el movimiento independentista va a ser “derrotado” se equivoca. El movimiento independentista solo puede ser derrotado en el ámbito del demos, no por vías puramente institucionales o legales. 

Modificar el TC con una ley a medida para inhabilitar a Artur Mas tiene además elementos perniciosos adicionales. En pleno choque de legitimidades (entre las instituciones donde los independentistas pueden conseguir mayoría y el resto de instituciones del estado), crear una ley ad-hoc que además desvirtúa el papel del TC lo vuelve a deslegitimar. ¿Qué  va a tener legitimidad para un catalán aún cuando este no sea independentista? ¿El Parlament que él ha votado recientemente o un Tribunal que ha demostrado ser instrumento del partido del Gobierno y al que le diseñan leyes ad-hoc para acabar con rivales políticos? 

Como vuelvo a decir tal vez el PP, y no solo el PP, cree que como ha establecido un cordón sanitario mediático sobre el independentismo en el resto del estado, puede operar sin demasiados problemas con estas leyes de excepcionalidad. 

Pero internacionalmente no se visualiza así; ya hay 3 parlamentos de países europeos que han instado al gobierno español a ofrecer una solución negociada, y que Merkel no esté tratando el caso catalán con la misma beligerancia verbal que con Grecia y haya dado un apoyo tan ridículamente tibio a Rajoy no es gratuito. 

Y tampoco se interpreta así en Catalunya. Este gesto empuja a los que aún no son independentistas a aproximarse a los que sí lo son y consigue que estas elecciones se perciban aun más como plebiscitarias. 

El independentismo tiene una mayoría muy justa y cuestionable cuando el marco de debate es “independencia vs. el resto de opciones”, pero con esta ley de excepcionalidad del TC el marco se desplaza. Ya no es un debate independencia sí o no, sino entre quienes hacen leyes ad-hoc para acabar con sus rivales o no. 

Hay algo que sigo sin entender. El PP tiene el artículo 155 de la Constitución Española para ejercer la violencia institucional en el momento que él crea (ya que tiene la mayoría absoluta en el Congreso) y poder suspender la autonomía catalana. No entiendo este uso torticero del TC. 

 ¿No se dan cuenta de que si hoy hay un lío independentista en Catalunya es en gran parte por la sentencia de 2010 contra el Estatut y la campaña que hizo el PP? 

El más alto tribunal de la democracia española está deslegitimado para millones de catalanes, cuyas sentencias se las pasan por el forro y participan de actos de desobediencia civil aún cuando el TC dijo que esto no era posible. 

Si el independentismo tiene alguna posibilidad es porque millones de catalanes quieran seguir participando de actos continuos de desobediencia civil y política. Sólo falta que el tribunal que es percibido como el más ajeno, partidista y deslegitimado, sea el actor que inhabilite a Artur Mas (o a cualquier President de la Generalitat). 

Conversando con amigos independentistas la conclusión a la que llegamos es que la independencia la conseguiremos, sobre todo, por errores de adversarios políticos, como este.

Gracias Rajoy.

 

11 comentarios en “Gracias por ayudarnos a los independentistas, sr. Rajoy

  1. Un desvarío absoluto.
    Resulta que, según el autor, esta semana ha sido muy “divertida” para los catalanes pero, en realidad, se está refiriendo a los independentistas, felices en su opinión ante lo que creen errores de sus adversarios que les favorecen. Ya es sabido con qué facilidad el nacionalismo confunde la parte, “su” parte, con el todo. Es sólo un primer detalle.
    Lo que resulta muy pero que muy burdo –por usar su expresión-, es pretender que las opiniones críticas (artículo de González) persiguen “satanizar” al independentismo. No, oiga. Las opiniones críticas son eso, opiniones críticas. Y se refieren a actuaciones políticas concretas que anuncian la intención de incumplir la ley, no a ideologías o formas de pensar. Es también muy reiterado entre los nacionalistas –sobre todo entre lo más radicales- calificar de “leyes de excepción” las iniciativas parlamentarias que no les cuadran. Que gusten más o menos es una cosa, pero ver una ley de excepción en la idea de dotar al TC de instrumentos para exigir por sí mismo el cumplimiento de sus resoluciones, algo de lo que ya disponen los órganos de control constitucional en otras partes del mundo (desde Alemania a los EEUU), es sólo una descalificación para desviar la atención. Las críticas más razonables al proyecto del PP reprochan su inutilidad por cuanto esos instrumentos de control ya existen. ¿Dónde está entonces la excepcionalidad? De lo que se trata –con mayor o menor acierto- es de garantizar que las leyes y sentencias se cumplen. Punto.
    José Rodríguez dice no entender este proyecto sobre el TC porque, según él, “el PP tiene el artículo 155 de la Constitución Española para ejercer la violencia institucional en el momento que él crea (ya que tiene la mayoría absoluta en el Congreso) y poder suspender la autonomía catalana”. Sería bueno que el señor Rodríguez se leyera la Constitución o, al menos, el artículo 155 que ni refleja ninguna “violencia institucional” (¿qué será eso?) ni prevé la suspensión de una autonomía. Y que, por cierto, es uno de los artículos que fue aprobado por unanimidad cuando se debatió en la Comisión Constitucional, tal y como recordaba Alfonso Guerra (que de ese proceso sabe bastante) en el artículo que se colgó ayer aquí.
    ¿Necesita realmente el TC tener carácter ejecutivo? ¿Se le va a desobedecer? ¿Es injustificada la cautela? No lo parece, a juzgar por lo que escribe este entusiasta Rodríguez. Pues tras descalificar a quienes temen que quieran romper la ley, no tienen ningún reparo en reconocer la intención del “movimiento independentista” (¡el Movimiento Nacional!) de, le cito textualmente, “pasarse por el forro” las sentencias del TC y practicar eso que llama “desobediencia civil” (o sea, no respetar la democracia) “aún cuando el TC dijo que esto no era posible”: he aquí cómo José Rodríguez da la razón al PP en la necesidad de dotar de fuerza ejecutiva al TC.
    Y sí, ya sabemos que ese glorioso Movimiento Nacional “puede poner más de un millón de personas en la calle cada año” y todo eso. Pues que no decaiga y persevere. Y si las iniciativas y prevenciones democráticas encima les hacen felices, mejor para todos. Pero, eso sí, cuando crucen la línea roja y quiera saltarse la legalidad (el “golpe de estado” del que hablaba Guerra, con razón), espero y confío en que tendrá enfrente la fuerza del estado.

  2. He olvidado comentar dos cosas:

    – ese reiterado gusto por exhibir la fuerza de las demostraciones callejeras del Movimiento Nacional catalán (“el movimiento independentista puede poner más de un millón de personas en la calle cada año”, “millones de catalanes, cuyas sentencias [del TC] se las pasan por el forro”, “millones de catalanes quieran seguir participando de actos continuos de desobediencia civil y política”, etc.) demuestra que no andaba muy descaminado Felipe González al invocar totalitarismos pasados. Lo de “la calle es nuestra”, lo dicen siempre los nacionalistas radicales. En Euskadi vivimos muchos años esa permanente ocupación de la calle, la exaltación de la nación excluyente. Pero, creáme, todo pasa -si se sabe resistir- y los monstruitos se quedan en eso, en monstruitos.

    – ¿Le parece a Ud. serio suponer que el hecho de que “Merkel no esté tratando el caso catalán con la misma beligerancia verbal que con Grecia y haya dado un apoyo tan ridículamente tibio a Rajoy no es gratuito”. Si Merkel no trata con la misma beligerancia el desafío soberanista de un país socio de la UE que la crisis griega es, sencillamente, porque esta le afecta al bolsillo y lo nuestro no. ¿Se imagina lo que ocurriría allí si el presidente de un “land” alemán anunciara su intención de desobedecer las leyes (o simplemente una sentencia de su TC) y romper la república federal? ¿De verdad se cree que la independencia unilateral que promueve el soberanismo catalán dispondrá de algún apoyo comunitario? ¿Se les está yendo la pinza?

    :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

    Hoy, en “cartas al director”, de El País:
    “Fue usted político y es ahora un ciudadano valiente, contundente. Nunca le voté, pero le aseguro que si se presentara en Cataluña le votaría. ¿Dónde están los líderes? Lleva razón, yo tampoco los veo. En Cataluña hay miedo a decir lo que se piensa si eres contrario al independentismo porque te insultan y te dan la espalda. Y lo digo por experiencia. Los medios de comunicación también hacen piña y así somos muchos los que nos sentimos excluidos. Ahora le ha tocado a usted, ya ve cómo están las cosas por aquí.— Josep Antoni Pla.”

    http://elpais.com/elpais/2015/09/02/opinion/1441191281_550777.html

  3. El artículo 155 es la foto de un garrote, una imagen por tanto ; y carece de un desarrollo, de un reglamento porque era inimaginable que nadie dejara de contemplarlo en la robustez y dureza de sus aristas: su sola visión debería surtir los mismos efectos paralizantes que la kryptonita para Supermán.
    Ibarretxe, que no era un Supermán con boina, ni de lejos se puso tan bruto como Mas y su estrategia infantil de escalada en la provocación.
    No es cierto que el origen de la desafección de una parte de la ciudadanía catalana hacia España provenga de un complejo entramado de disputas reglamentistas que ni se entendieron en su prolija complejidad cuando se votaron ni se evaluaron de igual modo cuando se “pasó el cepillo»- en frase de un Guerra ocurrente.
    El núcleo duro es el dinero , su recaudación y su reparto , porque de opresión cultural , nada de nada.
    No existe ningún abismo al que nos dirigimos ni al que nos llevan. La división está en Cataluña y han medido mal sus fuerzas. La representación política de la burguesía catalana se recompondrá porque no tiene otra salida. Corrupción, ineficiencia ,aventurerismo, nihilismo y
    cobardía es lo que han obtenido con Mas.
    ¿Cómo ha sido posible que un partido de oportunistas- vean su historia y personajes desde la transición – como ERC ocupe el desmesurado espacio e influencia política que hoy tiene ?
    Frente a ese desafío que tensiona y preocupa a los españoles, las vacilaciones de Sánchez -no las de Susana, seguramente- provocan desazón.
    Y respecto a esas pretendidas deslegitimaciones de TC entre “ millones de catalanes” nada deslegitima más que la ausencia de autoridad para hacer cumplir la ley.

  4. Que desfachatez la de los que interpretan la voluntad de los catalanes como la suya propia, cuando cualquier analista cabal puede apreciar que no tienen el apoyo de la mayoría pero desprecian al resto ignorándolos.
    Los medios de comunicación públicos catalanes son lo más parecido al Nodo franquista.
    Se ofenden con la tímida comparación de González con la Alemania e Italia de los años treinta y la mayoría de ellos llaman facha al que no opine como ellos. Además no se fijan en que ellos llevan años tratando al resto de España, a la que suelen confundir con Castilla, mucho peor que como dicen les tratan a ellos.
    Los independentistas están haciendo un daño a los CIUDADANOS DE CATALUÑA que puede sea irreversible, pero ellos siguen culpando a Madrid de todas las miserias que sufren estos mismos ciudadanos.
    No hablen más en nombre de CATALUÑA , ya que esta es el conjunto de ciudadanos y de estos no tienen Uds. más que una minoría, eso sí muy movilizada como es propio de los movimientos irredentistas ( por no llamarles de otras maneras).
    No nos cuenten la historia a su modo y menos la guerra civil, ya que gran parte de sus acólitos más significados descienden directamente de franquistas.
    Devuelvan a la ciudadanía los medios de comunicación públicos y dejen de subvencionar a los privados proporcionalmente a la propaganda que estén dispuestos a darles.
    En definitiva dejen de tocar las narices a los catalanes, que Uds. no tienen el monopolio, salvo que pretendan dar carnés de quién es catalán y quién no.

  5. El Artículo 222 del Estatut de Catalunya establece que es necesaria una mayoría de dos tercios de los diputados del Parlament para poder realizar una modificación del mismo. Es absurdo pensar que una declaración unilateral de independencia del Parlament, que supone mucho más que una modificación del Estatut, se pueda hacer por la mitad más uno de sus diputados que ni siquiera representan la mitad más uno de los votantes.

  6. Tanto estar unidos como dejar de estarlo tienen ventajas e inconvenientes, lo que no puede ser es querer separarse para dejar de tener los inconvenientes, pero querer seguir teniendo las ventajas de estar juntos. O todo o nada. Si Cataluña se separa saldrá de la Unión Europea y del euro, habrá una frontera, con sus aranceles y pasaportes, los impuestos de las ventas en España se pagarán en España por sociedades españolas, las pensiones de Cataluña se pagarán por los trabajadores de Cataluña, y el Barça no jugará en la Liga Española….Y esto no es por querer mal a los catalanes o querer fastidiarles, es de sentido común. Solo les están contando las ventajas de separarse, pero no los inconvenientes y los costes de una fractura y de un Estado nuevo.

    La solución, que tampoco quieren los más españolistas, es como en Canadá, hacer una Ley de Claridad, que regule claramente la pregunta, plazos, mayorías y condiciones del referéndum, las garantías para las partes y ciudadanos que no quieran separarse, reparto de activos y pasivos estatales, condiciones y plazos de entrada en la Unión Europea, gestión de las fronteras, aranceles, impuestos y pensiones, en definitiva, que queden claras las condiciones, ventajas e inconvenientes de la separación, sin poder mantener las ventajas de la unión si se quieren evitar sus inconvenientes. Esto evidentemente debe ser aprobado por el conjunto de los ciudadanos españoles. De esta manera, como en Quebec, no querrán separarse, porque a la gran mayoría de catalanes no les compensa.

    Lo que no quita para que de una vez hagamos la reforma federal de la Constitución, con un sistema claro y estable, y un sistema de financiación racional, no como el actual, y ya así se sepa que las opciones que hay son ésta o lo establecido en la Ley de Claridad, y nada más.

  7. Sr. articulista, el problema no es el nivel de indepndentismo que el ciudadano catalán profese, ni cuanto crece ese nivel con motivo de las medidas que el estado español pueda dictar. Da igual como de colorado y rabioso se ponga el independentista. Lo importante es cuanto crecen en número y no su nivel de cabreo. Y mucho tiene que crecer ese número para que en un supuesto referendum la mayoría de la población del estado español vote en favor de la independencia de Cataluña. Hoy por hoy no llega ni al 5% …….. y bajando.

    En Nombre del Sr. Rajoy …….. de nada, a mandar.

  8. Coincido totalmente con las opiniones de Javier respecto al contenido del artículo de José Rodriguez..

Deja una respuesta