Fundamentalismo y sexualidad a vuelo de pájaro (sin dobles alusiones)

Frans van den Broek

I

Mi primer encuentro personal con un sistema de creencias religiosas que hoy en día muchos no dudarían en cualificar de fundamentalista –aunque la categorización no sería del todo correcta- ocurrió durante mi primera juventud bajo los cielos grises del invierno limeño. Tendría por entonces unos 17 o 18 años, y nada me había preparado como para escuchar un mal día de labios de mi amigo más cercano de entonces que se había hecho miembro de una secta religiosa en la que el líder, un conocido profesor universitario de sociología, afirmaba conversar con Dios y cuyas exigencias de total entrega a la fe me parecieron propias del medioevo. Perú era entonces un país calmadamente uniforme en materia religiosa y bastante laxo en el cumplimiento de los preceptos católicos –comenzando por quienes debían dar el ejemplo, los egregios líderes de la nación-, de modo que comprobar que mi viejo compañero de infancia, con quien había compartido el colegio y a quien me unían toda clase de intereses comunes, de pronto se había hecho sectario fue casi como enterarme de una traición. ¿Él, con quien tantas conversaciones sobre la necesidad de la liberación de los yugos del pasado habíamos tenido, con quien nos habíamos emborrachado tantas veces, con quien íbamos en busca de mujeres a cuanta fiesta se pusiera en el camino, quien tenía una inteligencia más que saludable y una sensibilidad artística superior a la media, él, de entre todas las personas, haciéndose miembro de una secta, conminándome a dejar a Jesús entrar en mi corazón, repitiendo como cacatúa fórmulas moralistas y escatológicas?

 

Pasado el choque emocional, mi reacción fue quizá tan fervorosa como su compromiso religioso y consistió en un denodado intento por disuadirlo de sus nuevas ideas, por cuanto medio fuera posible. Reuní a los amigos comunes para examinar el caso, leí cuanto pude sobre la secta en cuestión y sobre sectas en general, me sumergí en cuanta psicología o filosofía pudiera ayudarme a mi labor de disuasión, hasta donde pudiera entenderlas un jovenzuelo de 18 años, por supuesto, y fui al ataque. Recuerdo un sesión monológica en casa de una amiga común que duró más de seis horas sin parar, durante las cuales el que debió parecerse a Savonarola fui yo, no el acusado de sectarismo. Recuerdo una carta que le escribí de más de treinta páginas, escritas con tal pasión que las páginas llegaron a parecer pergaminos. Recuerdo muchas páginas más escritas en mi diario, comentándome el problema, analizándolo, convenciéndome a mí mismo de la necesidad de redención de mi amigo. Pero hiciera lo que hiciera y por inspirados o extenuantes que fueran mis intentos, nada logró mi objetivo, pues mi amigo no sólo siguió acudiendo a su grupo religioso, sino que decidió, por sugestión de su guía espiritual, meterse a un convento benedictino, apartándose de la sociedad y de mis inútiles argumentaciones, para llevar así una vida dedicado a la contemplación y al servicio de Dios.

 

Pasaron muchos meses, en que no supe nada de mi querido compañero de infancia, pues el convento estaba en los andes peruanos y su estadía en el mismo suponía el aislamiento, creo recordar, y cuando iba a ser ya un año de su partida, me lo encontré de pronto, y sin anuncio previo, en la calle, cerca de mi casa. La persona que reencontré no era ya la misma que se había unido a la secta religiosa, sino en buena medida la de antes de su conversión, aunque cierto aire de vergüenza ejercía como una sombra sobre su presencia. Reconstituidos nuestros lazos de amistad, pude indagar en las razones de su defección y vuelta al mundo de los pecadores. Me imagino que no es fácil para nadie dar cuenta de decisiones como las que había tenido que tomar mi amigo y mencionó por ello con cierta vaguedad varios factores: la estricta disciplina monástica, que incluía diversos votos, como el de silencio, la nostalgia de la familia, la soledad de un monasterio alejado de la ciudad. Pero si estas razones sonaron un tanto brumosas y poco convincentes, siendo condiciones de las que había sido consciente antes de partir y para las que tendría que haberse preparado de alguna forma, la razón que finalmente enfatizó con meridiana agudeza y ninguna vaguedad, y a la que atribuyó la mayor responsabilidad por su renuncia a la vida contemplativa no fue otra que aquel atávico compañero de la vida de los seres biológicos sobre la tierra: el sexo.

 

Este viejo perturbador de conciencias, en no poca medida instigador de rebeldía y trasgresión, en el origen de guerras épicas y de éxtasis gloriosos, arruinó por completo la vocación monástica de mi amigo. El proceso fue gradual, pues los primeros meses se adhirió sin problemas a la rutina monacal, las oraciones y los trabajos comunitarios. Pero con sigilo primero y de modo creciente después, le empezaron a asaltar fantasías eróticas y a acalorar deseos venales que no hubo oración ni penitencia capaces de atemperar. Al final, el apremio sexual y la necesidad de ser honesto pudieron más que su apego por la vida santa, pues bien podría, me dijo, haberse solazado en solitario y seguido en el monasterio, pero esto habría sido prescindir de los mismos principios que le hicieron buscar dicha vida en primer lugar. La carne es flaca, se dice, y lo fue para mi amigo también. Sobre todo si se tienen diecinueve años y se rezuma testosterona por las orejas.

 

Un hecho a tenerse en cuenta, sin embargo, es que la irrupción perturbadora del sexo pudo haberlo incitado a abandonar el monasterio, pero no necesariamente las ideas religiosas que lo llevaron al mismo. Podría haber racionalizado su defección diciéndose a sí mismo que aunque sus creencias permanecían incólumes, su naturaleza era débil y poco adecuada para una entrega total, hecho que ocurre, sin duda, en muchos casos de abandono de la vida religiosa. Pero en su caso el viejo Pan no sólo le llevó fuera del monasterio, sino que su flauta sibilina ejerció el efecto de romper el hechizo fundamentalista. Así me lo dijo: como si hubiera despertado de un sueño, las ideas extremas del grupo al que perteneció le empezaron a parecer absurdas y menos comprensible el que alguna vez hubiera creído en ellas. Sus preocupaciones religiosas no desaparecieron, no obstante, pero se volvieron un interés más existencial y flexible, y luego estudió, se casó, tuvo hija y emigró, sin volver a ser tentado por pensamiento extremo alguno. Al menos por más de veinte años, ya que la última vez que hablé con él se había convertido en discípulo del Maharishi (el de la Meditación Trascendental), algo que en América difícilmente puede ser llamado fundamentalista. Ciertas personalidades son más proclives que otras al sectarismo, me imagino.

 

Esta experiencia me enseñó algunas cosas que me fueron pertinentes más tarde a la hora de reflexionar sobre el fenómeno del fundamentalismo. Entre otras, que jamás se discute de religión con alguien de pensamiento sectario, porque antes que disuasión se produce más persuasión. Me indicó además que el fervor religioso, como tantos estados mentales y sistemas de creencias, tiene una duración limitada. Habrá a quienes, individuos o grupos, les dure toda la vida, pero la exaltación suele ser pasajera y estar sujeta a procesos de cambio inevitables. Esto es correlativo con el descubrimiento de que suele ser muchas veces bastante superficial y de que es incluso esta superficialidad la que la caracteriza, a pesar de su aparente impacto sobre quien la experimenta. Noté también que la separación del grupo que le había mandado al monasterio, antes que intensificar su fervor, contribuyó quizá a desinflamarlo. Pude constatar asimismo que esta exaltación religiosa es muchas veces reactiva, respuesta a retos que amenazan la propia identidad –en su caso, hechos personales que no es menester relatar aquí-. Y aprendí también que, tarde o temprano, la realidad más basal reclama sus fueros, bien sea en la forma de urgencias hormonales o en la simple y práctica necesidad de supervivencia. Pero mientras permanece, el fanatismo es como en aquella metáfora que lo equipara al ojo, que mientras más luz recibe, más se contrae. Razón por la cual, discutir es muchas veces inútil, y son los métodos indirectos los que a la larga ofrecen mejores perspectivas.

 

II

 

En todo caso, lo que quisiera destacar aquí es la conocida obsesión fundamentalista por el sexo, algo que a menudo parece tan obvio que ni siquiera vale la pena preguntarse por la curiosa relación entre estos fenómenos mayores de la condición humana. ¿Por qué la rigidez fundamentalista con los comportamientos sexuales? No voy a entrar en el problema de ofrecer una definición precisa del concepto de fundamentalismo, algo en sí mismo complicado, cuando no imposible. Sólo cabe resaltar que de la definición que le demos al fundamentalismo dependerá también su relación con el fenómeno de la sexualidad. Por ejemplo, si encontráramos alguna secta que proclamara una lectura sensual y hasta orgiástica de la Caritas cristiana, y que tuviera un número fijo de fuentes doctrinales a las que apela para entregarse a actos de devoción dionisíacos, podría darse el caso de que la sexualidad, antes que suprimida o regulada, es alentada y celebrada en un contexto que, en términos generales, no nos quedaría más remedio que llamar fundamentalista por su estructura o dinámica interna. Esto me trae a la memoria una curiosa costumbre andina de mi país, bellamente captada en el film Madeinusa, que ignoro si se estrenó en España, que estipula que entre la muerte de Cristo, un viernes, y su resurrección tres días después, no hay Dios en el universo, y, por lo tanto, todo está permitido, hasta acostarse con la esposa del mejor amigo, o con la propia hija, como cuenta el film mencionado. Durante estos tres días de gracia no existiría pecado, pues no existe Juez. Podría darse el caso de que esta idea se formalizara en una serie fija de preceptos doctrinarios, los cuales a su vez podrían servir de base a un grupo fundamentalista, al menos teóricamente.

 

Pero no es así como conocemos al fundamentalismo realmente existente. Y quizá no sea un hecho puramente circunstancial, sino intrínseco al fenómeno mismo. Más allá del contenido doctrinario específico, el fundamentalismo puede verse como un modo de operación psico-social que, entre otras cosas, se caracteriza por una fuerte tendencia a la imposición de conformidad en el grupo. Todo grupo tiene sus mecanismos de imposición de conformidad, pero en los grupos fundamentalistas este aspecto está exacerbado, en no pocas ocasiones hasta la crueldad y la brutalidad. ¿Cómo podría una sexualidad desinhibida encajar en la dinámica de un grupo de esta naturaleza? El sexo podrá ser muchas cosas para muchos hombres, pero si algo se puede afirmar del mismo es que soporta rezongando las limitaciones que toda sociedad le impone. No quisiera repetir aquí los viejos clichés del sexo como una fuerza liberadora en sí, pero siendo la fuerza tan poderosa que es, toda agrupación humana, grande o pequeña, ha normado su expresión y satisfacción de alguna forma. En realidad, no existe sexo libre por completo, porque su total libertad supondría su anulación como fenómeno humano. Como sabe todo connoisseur, hasta las perversiones se disfrutan más si las acompaña cierta ritualización, o cierta formalización y autocontención. Pero algo en este aspecto primario de nuestra naturaleza tiende a la disolución de las normas y a su expansión o recusación. Por qué esto es así, se lo dejo a los filósofos, antropólogos, científicos sociales y demás diletantes, y sobre todo a los posmodernos, que son quienes suelen acudir a la discusión con las ideas más extravagantes o divertidas. A todo el mundo les será conocida su cacareada noción del empañamiento de los límites, de modo que digamos que el sexo lo empaña todo, dejado a sus propias fuerzas y al garete. En esta perspectiva, es lógico que los grupos fundamentalistas regulen la sexualidad de forma obsesiva, porque si algo no les gusta, son los paños sucios que todo lo mezclan. (Si alguien quiere explicaciones más extravagantes, que se sumerja en los delirantes discursos de Lacan, y de paso me los explique tras su experiencia).

 

Fundamentalismo y sexualidad, en este sentido, tienen que ser polos opuestos en la dinámica de estos grupos, el uno obcecado por la imposición de normas de carácter absoluto, el otro por saltárselas de cualquier manera. Pero esta explicación no satisfará a todos, y menos a quienes acostumbran a ser las más interesadas en el problema, a saber, las feministas, para quienes la opresión de las mujeres en los regímenes fundamentalistas supone una prueba más de las maldades del patriarcalismo milenario que ha ofuscado a la humanidad desde la desaparición del matriarcalismo originario. Para muchas teóricas de esta laya, a menudo de formación posmoderna, el fundamentalismo en realidad es su propia explicación, porque ¿de qué otro modo se iba a comportar un macho religiosamente exaltado? Cabe señalar que casi nunca mencionan a la opresión sexual de los hombres, quienes aparte de carecer de solaz para sus no menos presentes urgencias hormonales, tienen además que largarse a pelear con los americanos o el grupo rival para asegurarse de la pureza de su doctrina y el próximo cultivo de opiáceos. Quien se sienta interesado por los meandros argumentales del feminismo sobre el fundamentalismo, no tiene más que escribir las palabras adecuadas en Google y le arrollará una catarata de información, sobre todo si escribe las palabras en inglés. Con esto no quiero desdeñar el valioso trabajo que bajo el membrete de feminismo se ha llevado a cabo para ayudar a las mujeres en verdad oprimidas de muchas regiones del mundo, sólo llamar la atención sobre el tipo de explicaciones teóricas que se aducen para explicar la relación de estos términos. Es de común conocimiento que quienes menos explican, hacen más y mejor, pero esto no viene mucho al caso en estas líneas.

 

De otro lado, es casi inevitable ceder a la tentación biologicista cuando se trata de un fenómeno tan permeado de biología como la sexualidad. Después de todo, de que los espermas lleguen de cualquier manera al óvulo deseado depende nuestra supervivencia. La necesidad de oprimir fanáticamente a la mujer en los grupos fundamentalistas se explicaría por la correlativa necesidad de asegurarse de que la propia progenie sea la que uno cree que es, y no del cartero o el tendero de la esquina. Este temor no está tan desencaminado como el lector de las sociedades occidentales y democráticas puede creer. Según ciertos estudios, uno de cada diez hijos no pertenece al padre que los está criando en el beatífico convencimiento de que lleva sus genes. Las separaciones son casi del cincuenta por ciento de la población en nuestras sociedades, y la inversión parental en una prole que irá a compartir inversión parental femenina con la prole de otros machos, por tanto, es masiva. El biologicista argüiría que las propias condiciones de bonanza material que caracteriza a nuestras sociedades permitiría la tolerancia con que aceptamos estos comportamientos liberales. En las sociedades donde el fundamentalismo tiene más arraigo, las condiciones son otras, y por tanto, existe una tendencia biológica a proteger la propia inversión energética en el pasaje de los propios genes a la siguiente generación, crianza llena de peligros, dado que la mortalidad infantil es más alta.

 

Esta explicación, resumida de modo muy esquemático, no sirve, sin embargo, para explicar el fundamentalismo en sí, aunque tal vez sea valiosa para entender por qué toda sociedad ha regulado la sexualidad de alguna manera u otra. El fundamentalismo, en primer lugar, también surge en sociedades más desarrolladas, como lo prueba el caso de los Estados Unidos de Norteamérica. Dentro de ciertos parámetros, sin embargo, la idea no es del todo inservible, pero se discute precisamente cuáles deben ser dichos parámetros. Lo más importante, empero, quizá sea el hecho de que la sexualidad no es meramente biología, sino sobre todo comportamiento cultural. La biología puede explicar hechos básicos de nuestra sexualidad, lo cual no es decir poco, pero no creo que pueda acceder a las razones más propiamente humanas de nuestro proceder sexual. ¿Por qué, entonces, la obsesión fundamentalista con el sexo y su restricción a ultranza? Uno puede referirse a los contenidos doctrinales de las religiones o doctrinas que producen grupos fundamentalistas, pero, de nuevo, esto puede explicar parte del problema, pero no puede dejar de lado el hecho de que haya muchos grupos religiosos con las mismas fuentes de autoridad que, sin embargo, no se desarrollan como grupos fundamentalistas. Como se ha argüido en general para el fundamentalismo, quizá los grupos fundamentalistas y sus restricciones sexuales surjan más fácilmente en ambientes hostiles o percibidos como tales, una forma de agruparse como un puño de conformidad tradicional para enfrentar las fuerzas disolutorias de las sociedades liberales y sus representantes. Cuando la propia identidad se ve amenazada, es más probable que algunos grupos sociales y religiosos desarrollen características de obcecamiento fanático. El sexo ocuparía un lugar tan prominente entre las preocupaciones fundamentalistas por las razones antes aludidas, que combinan su aspecto biológico con los aspectos socioculturales e históricos del grupo en cuestión.

 

Ahora bien, precisamente por esta característica cultural de la sexualidad, aquella naturaleza expansiva, creativa o disolutoria que se atribuye al sexo puede ponerse a su vez en cuestión. ¿De dónde hemos sacado la idea de que todo el mundo quiere practicar el sexo oral, recorrer todas las posiciones del Kamasutra, y coger el látigo de vez en cuando para explorar las fronteras de la sensualidad? Esta concepción de las necesidades sexuales está muy lejos de ser universal. Al contrario, la experiencia sexual de la gran mayoría de la humanidad tiende a ser expeditiva, mecánica, resignada y hasta francamente aburrida. Para cientos, tal vez miles de millones de personas en el mundo la preocupación sexual es mínima, asociada a la reproducción y a placeres momentáneos y esporádicos. ¿Es para ellos la sexualidad sinónimo de liberación? Sería bueno que lo fuera, pero lo dudo. Y esta tibieza erótica no sólo implica a hombres y mujeres bajo regímenes fundamentalistas, sino bajo todo tipo de formas sociales y políticas. Esta experiencia de la sexualidad no tiene tampoco que ver en sí con restricciones religiosas, sino más bien con las condiciones de existencia de la mayoría de nuestros congéneres, angustiados antes por la preocupación por saber de dónde va a salir la próxima cena que por el deseo de experimentar orgasmos más cósmicos, como es el caso de nuestra sociedad.

 

El sexo, sin embargo, por anodino que sea, no puede dejar de ser perturbador o instigador de pensamientos poco rimables con un régimen de disciplina corporal y mental demasiado estricto, como descubrió mi amigo el benedictino y como lo ha hecho ver la literatura tantas veces y no pocas veces con más éxito que muchos tratados científicos. Baste citar La Iliada, por ejemplo, la historia de una guerra crudelísima ocasionada por el robo de una bella dama, o Madame Bovary, la historia de una desgracia ocasionada por una mente demasiado calenturienta en un pueblo infamemente aburrido. De seguro que cualquier lector puede encontrar un ejemplo en su propia experiencia personal, además. Puede que el sexo no venga siempre acompañado de fuegos artificiales, pero de que tiene aristas que liman ataduras, no cabe duda. En verdad, el fundamentalismo refrendaría aquel famoso dicho machista de que dos tetas, jalan más que dos carretas (con el perdón de los PC), y lo que menos quiere el fundamentalista es que le jalen las carretas, o las barbas, para tal caso, porque le desarman el tinglado y el público se marcha. Pero, como diría Nietzsche, la pasión podrá ser estúpida, pero los fundamentalismos añaden otra estupidez a la primera: querer suprimirla. Lo que dignifica al hombre es darle forma a la pasión y hacerla expresión de su sofisticación personal y cultural. Como tantas veces, me parece, la actitud más saludable se halla en algún lugar intermedio entre el desvarío orgiástico del libertinaje y el encorsetamiento casto de los patriarcas. Pero cada quien ha de ser maestro en su propio cuerpo, mientras no afecte a los demás y respete la misma libertad.  

 

27 comentarios en “Fundamentalismo y sexualidad a vuelo de pájaro (sin dobles alusiones)

  1. es que nadie sabe qué decir o qué pasa…?

    Buenos días Frans, puede que la simpleza humana se corrigiese con algo más de sentido común?

  2. Cualquiera dice algo con la bronca que nos ha dado.
    Me remito a los años en que confesaba mis poluciones nocturnas lleno de arrepentimiento momentaneo,al cura parroco.

    Voy a graduarme la vista porque por lo visto,se pierde la vista por practicar ante el espejo.

  3. He leído varias veces, pasmado, el artículo de van den Broek. Qué facundia, qué dominio de la palabra. Yo estaría horas leyendo su prosa desbocada. Toca un tema delicado, con alusiones al sexo, lo que puede dar lugar a diversas especulaciones sobre el pajeo de Averlas. El que nos mira, de hecho, ya ha comenzado a hablar de poluciones nocturnas. Pues bien, hoy agarro la brocha gorda filosófica y me propongo enmendar al mismísimo van den Broek, quien a mi juicio no llega a apercibir la conexión (inversa) entre fundamentalismo y sexo. Verán: el ser humano es cobarde por naturaleza. Aborrece la muerte y huye de ella. Quizá tenga algo que ver con el conatus del que se habló aquí hace no tanto. Pues bien, ese horror hacia la muerte se puede canalizar en dos direcciones distintas. Una, la de los fundamentalistas, que por decirlo así huyen hacia arriba, hacia el mundo supralunar. Creen encontrar la salvación en el espíritu. Otra, la de los amantes del sexo y libertinos, que huyen hacia abajo, hacia el mundo infralunar. La conexión entre sexo, erotismo y muerte la teorizó Bataille en su momento, con bastante acierto en mi modesto entender. El sexo nos hace tierra, materia, animalidad, nos sustrae de nuestras angustias y meditaciones de la misma forma que la religión, sólo que al revés. De ahí que Sade sea la contrafigura de Bin Laden: dos cobardones que no se reconcilian con la muerte, cada uno a su manera. Religión y sexo son bienes sustitutivos, no complementarios. De ahí la rivalidad entre ambos. Son propuestas de vida alternativas. Quien se deja dominar por el sexo hasta sus últimas consecuencias, no necesita alimento espiritual. Y quien renuncia al sexo necesita mucho, mucho alimento espiritual para no llevarse la mano a la entrepierna. En fin, que la muerte está en el fondo de esta curiosa repulsión entre contrarios.

    PD: para los locos de la política, recomiendo la columna de Vizcaino que aparece en Publico, los viernes, sobre las barbaridades de las tertulias de la COPE y similares.

  4. Menos mal que don Cicuta los tiene bien puestos y se atreve con van de Broek…jeje.

    Si no he entendido mal, el que «solo mira» esta en un punto equidistante entre el cielo y el infierno …¿verdad?

  5. Si el texto de hoy lo hubieran escrito en» bereber caucasico «me habria quedado igual de traspuesto.

    Gracias por ayudar a mis maltrechas neuronas a comprender por que el pan se coge con la mano.

    Pero dice Don cicuta «Religión y sexo son bienes sustitutivos, no complementarios. De ahí la rivalidad entre ambos. Son propuestas de vida alternativas.».

    ¿Y los que llegamos al extasis sin necesidad de sexo ni comulgar la hostia consagrada ni ponernos una bomba en el pecho?.

    ¿Que clase de individuos somos?(si es que somos individuos y no entes disparatados…jeje.)

    Ni la religion nos ayuda a dejar de tener miedo por la muerte,ni el sexo a saber en que agujero estamos metidos.

  6. Gracias, Van den Broek, por su artículo.

    Me ha parecido especialmente brillante su metáfora de la progresiva cerrazón del fanático a medida que más luz se arroja sobre su pupila.

    Dicho esto, veo una sutil relación entre sus elucubraciones y las anteriores de Lope Agirre acerca del deseo.

    Según es mi obligación, otra vez tengo que discrepar de Cicuta, que hoy disparata a base de bien. Quien afirma que religión y sexo son dos mundos excluyentes evidencia que, en realidad, ambos le son ignotos. No hay más que recordar la entrañable figura patria del sobrino del cura; el dinerito que invierten los católicos estadounidenses en compensar a los chavalines violados por los pederastas de clergyman; la potente motivación sexual de los típicos sectarios del Medio Oeste. Osama y el Divino Marqués se parecen, creo, más bien poco. El sexo y la religión no son «propuestas de vida alternativas»: el primero es necesario y constitutivo de nuestra condición humana; la segunda, contingente y típicamente superestructural.

    De todos modos, la discusión abstracta es ociosa. El asunto quedó resuelto por aquellos esclarecidos pensadores que resumieron la cuestión en la famosa fórmula «a follar, a follar que el mundo se va a acabar».

    Abrazos para todos.

  7. Yo me he quedado sin palabras. Imposible decir algo interesante en mi caso. Solo aplaudir y felicitar al autor, que escribe de forma magistral.

    Cicuta, lo que no entiendo es que con esa fascinación por la muerte, el sexo y la religión no seas un fan de las películas de Buñuel y sí de los Bingueros y demás películas de Pajares y Esteso -gran nombre el de Pajares para un día como hoy en DC….-.

  8. Se nota que Teoura es alérgico al razonamiento, un ciliaco intelectual, vamos. Cómo voy a pensar que Sade se parece a Bin Laden: tan sólo he apnutado que son imágenes especulares. También se nota en su post que su iniciación al sexo ha debido quedar interferida por elementos eclesiásticos. Qué gente más rara se pasa por este blog.

  9. El nuevo comunicado de eta demuestra el gran error del PNV al no apoyar en su momento la Constitucion española y al apoyar en otro momento el estatuto de Guernica.
    No se puede estar eternamente entre dos aguas acaba uno desidratado.

  10. Me ha impresionado mucho el ensayo de van den Broek, y también la tesis de Don Cicuta.

    Yo me voy a poner un poco sociólogo especulativo. Creo que no se distingue lo suficiente entre castidad femenina y masculina en relación con la religión. El control de la vida sexual de las mujeres es algo común en las sociedades de Europa y Asia, más cuanto más jerárquicas y más cuanto más alto el estrato social. Coincide con la difusión de las grandes religiones, pero no parece causado por ellas. También es una característica de las primeras sociedades estatales, y no es necesariamente algo político. No creo que nadie lo sepa a ciencia cierta, pero parece que la modestia sexual es algo a lo que las mujeres se somenten a cambio de un pequeño conjunto de derechos económicos. En las sociedades donde tienen más libertad, sus derechos se encuentran más limitados. La castidad total, el monacato, se ofrece en muy pocos casos (la religión católica y alguna oriental), como opción para mujeres que no se casen (que no tengan por qué hacerlo para vivir). Santa Teresa de Jesús tenía éxtasis religiosos que podrían ser, siguiendo a Don Cicuta, la imagen especular del éxtasis sexual (aunque quien contemple la expresión de la escultura que le dedicó Bellini puede que vea un orgasmo, lo mire como lo mire), pero, sobre todo, Santa Teresa fue una mujer notable que tuvo mayor control sobre su vida que la mayoría de las mujeres de su tiempo. Dadas ciertas condiciones de dominación, la castidad puede ser liberadora.

    Las historias de santos que fueron grandes pecadores (San Agustín, San Ignacio) muestran que las dos opciones para escapar de la muerte pueden ser visitadas en una misma vida. También parece que Bin Laden y algunos de sus secuaces fueron jóvenes disolutos. Pero la obsesión por el sexo de la mayoría de los integristas no puede ser un efecto de rebote, es difícil que mucha gente se llegue a adentrar mucho en dos direcciones tan distintas. Para el caso musulmán existen dos tesis complementarias. Los jóvenes empobrecidos no pueden casarse, o se casan mucho más tarde que las generaciones anteriores, lo que significa que permanecen célibes, y será así en tanto la sociedad no se transforme totalmente y las mujeres tengan más libertad. Eso debe dar lugar a mucha frustración. Para esos jóvenes, militar en esa transformación no es una opción realista: tras el fracaso de los estados guiados por ideologías laicas las iglesias se convierten en uno de los principales provisores de bienestar inmediato para muchas familias. El fanatismo y sus correlatos es, según algunos argumentos, una señal que hace del sujeto alguien fiable para recibir los bienes de la iglesia en un contexto de incertidumbre. De este modo, los prejuicios de la burguesía piadosa que sostiene a las iglesias no sólo no son desafiados sino que se ven superados por los jóvenes quienes, tomada su opción, lo que menos pueden tolerar es que las mujeres no cumplan “su parte” y esperen a casarse con uno de ellos.

    No sé si esto ilumina algo, pero en todo caso me parece que tanto o más que en la religión hay que pensar en los vínculos entre la familia, la propiedad y el amor, como hicieron los clásicos socialistas y anarquistas.

  11. Con el maximo respeto hacia el cuidado ensayo del autor:

    Yo, que soy una mente sugestionable, no puede llegar al final de I, tuve que irme a trascender hacia el cielo, cicutianamente hablando, y no parée de rezar y mortificarme hasta llegar a un éxtasis comparable al de Santa Teresa, llegué con soluta al lado del plafón del techo, lo cual entre arrobo y arrobo me permitió dejarlo como los chorros del oro.

    Al bajar, mucho mas elevado sobre las vicisitudes del mundo material, abordé la lectura de II. Embargáronme la voluptuisidad y la lujuria, cicutianamente hablando de nuevo, y con mucho miedo a la muerte, llegueme a casa de unos vecinos franceses que suelen practicar sus efusiones con singular brío y falta de discreción. No daré detalles, solo que en ocasiones el citado plafón del techo, ya convenientemente limpio, se movió cual botafumeiro gallego.

    Tras dos veces trascender en una noche, me di cuenta de que por mucho que hubiese logrado un éxito parcial en triunfar sobre las miserias cotidianas, si queréa llenar la nevera tenía que acostarme y venir al trabajo hoy. Aquello acabó con mi estado superior de consciencia…..y así me ven ustedes hoy, hecho un ser humano normalíiiiiisimo.

    PD: Los franceses, al menos, me saludan con cariño y el plafóon sigue funcionando.

  12. Santa Cecilia de Broek…yo te adoro….eres LSD en estado puro….jeje.

  13. Perdoname Sanata Sicilia de Broek …por este lapsus …es que estaba escuchando una cancion de Ceccilia y se me cruzaron los cables…Jjeje.
    escucha:
    Puntual cumplidora del tercer mandamiento
    Algún desliz inconexo,
    Buena madre y esposa de educación religiosa
    Y si no fuera por miedo
    Sería la novia en la boda,
    El niño en el bautizo,
    El muerto en el entierro,
    Con tal de dejar sello

    Dama dama de alta cuna
    De baja cama, señora de su señor,
    Amante de un vividor.
    Dama que hace lo que le viene en gana
    Esposa de su señor,
    Mujer por un vividor.

    Ardiente admiradora de un novelista decadente
    Ser pensante y escribiente,
    De algún versal autora, aunque ya no estén de moda
    Conversadora brillante en cóctel de 7 a 9
    Hoy nieva, mañana llueve, quizás pasado truene,
    Envuelta en seda y pieles.

    Dama dama de alta cuna
    De baja cama, señora de su señor,
    Amante de un vividor.
    Dama que hace lo que le viene en gana
    Esposa de su señor,
    Mujer por un vividor.

    Devoradora de esquelas, partos y demás dolores
    Emisora de rumores, asidua en los sepelios
    De muy negros lutos ellos.
    El sábado arte y ensayo, el domingo en los caballos
    En los palcos del real, los tés de caridad
    Jugando a remediar, es una…

    Dama dama de alta cuna
    De baja cama, señora de su señor,
    Amante de un vividor.
    Dama que hace lo que le viene en gana
    Esposa de su señor,
    Mujer por un vividor.
    …………………………Cecilia…..

    ¿A que es normal que flipe tanto?….jeje.

    ..

  14. Hoy el debate ha subido de la calle a la galaxia gracias a la formidable disertación de Van den Broek. Espero que me permitan añadir algunas consideraciones sobre sexo y religión a las visiones filosóficas (Cicuta), campechana (Teoura) y sociológica (Tareq), desde mi propia disciplina: la etnología materialista.

    Es conocido que la mayor parte de los fenómenos culturales se explican por la necesidad de obtener alimento y energía y controlar la presión demográfica. La guerra y el culto al varón son fenómenos que facilitan el mecanismo más eficiente que existe de control de la población: el infanticidio femenino. Y es sabido también que la religión ha sido tradicionalmente el mecanismo más eficaz para imponer la sumisión de la mujer y la perpetuación de la supremaciá masculina. La guerra y el patriarcado engendran el fundamentalismo. Y el infanticidio femenino explica la generalización de los tabúes sexuales asociados.

    Así pues, la ciencia de la cultura permite explicar las tesis tan brillante y literariamente avanzadas por Van den Broek y rechazar por psicologizantes las aproximaciones altenativas. La explicación filosófica es especialmente psicologizante por remitir arbitrariamente los fenómenos del sexo y la religión a un sentimiento de temor y, además, encierra un juicio de valor arbitrario por considerar cobarde el miedo a la muerte.

    Abrazos para todos.

  15. Esto se pone interesante….a ver que dice Don Cicuta a las palabras de R.Parellada ( poniendolos sobre la mesa)…espero que no le diga lo mismo que a Teoura :

    «es alérgico al razonamiento, un ciliaco intelectual, vamos.»….jeje.

  16. ¿Quién dijo el otro día que en Debate Callejero se saltaba de tema a tema sin parar? En los últimos días hemos tenido Tirofijo-ChikyChiky-Deseo-Ibarretxe-Fundamentalismo y sexo. Más variación imposible. ¿Se acuerda alguien de cuándo había un monotema?
    El artículo de Von den Broek me deja sin nada que decir. Por miedo a hacer el ridículo. Me ha gustado especialmente la parte I, con la historia de su amigo el benedictino y me hubiera encantado leer la carta-pergamino de quince folios que le escribió tratando de convencerle de que entrara en razón. Muy aguda la observación de que los intentos de hace entrar en razón a alguien metido en un rollo fundamentalista no hacen sino reforzarle en su cerrazón. Por último, ojalá todos los fundamentalistas benedictinos o de otras órdenes religiosas fueran tan coherentes como el amigo de Van den Broek y abandonaran la secta cuando se cercioran de que no son capaces de renunciar al sexo. Cuantos niños y jóvenes de tantos colegios religiosos hubieran tenido una vida mejor.

  17. La carta que Van den Broek escribió a su amigo no tenía quince páginas, sino más de treinta (cf. segundo párrafo).

  18. Perdón, perdón…. más de treinta, es verdad. Por eso me impresionó tanto.

  19. Creo que D. Cicuta resume muy bien la disyuntiva: el miedo a la muerte;unos buscan la solución en el cielo, otros en los placeres carnales. Claro que tambien hay los listillos que alternan ambas soluciones, a veces a escondidas (hipocresía), otras con la solución cíclica: se intenta la castidad, pero después de algún tiempo, se cae en la tentación, bien en forma de fast-food (mano en la entrepierna), bien dejándose llevar por otro humano incitador. Después viene el arrepentimiento, en que uno reconoce que es una mierda y vuelve a prometer la abstinencia…… . Ha habido algunas religiones en que la sexualidad formaba parte del camino hacia lo sobrenatural. En Babilonia, las jóvenes debían perder su virginidad por imperativo de una Diosa, todos hemos visto fotos de ese templo hindú en que los bajorelieves muestran un Dios y una Diosa en pleno coito. Pero es la excepción que confirma la regla.

  20. Aviso esto es un mal plagio…jeje.

    En la Luna de Miel:

    Ella :»Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.»

    El: «Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.»
    Ella: «Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás al ángel.»

    El accede y va a buscar al obispo X, quien se halla entre los pobres, cerca de la tercera mojonera de la Vía Lactea.
    X le acoje con gran gozo.
    Se acerca un anciano que lleva un documento en el que estann escritas las siguientes palabras:
    «Un solo Señor, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todo y en nuestros corazones.»
    X le pregunta a El: «Â¿Crees esto?»
    El responde que sí y X le confiere el bautismo.
    El regresa a donde esta Ella, ve a un ángel de pie junto a ella.
    El ángel coloca sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios.

    Poco después llega Otro, el hermano de El y los jóvenes esposos le ofrecien una corona inmortal si renuncia a los falsos dioses.
    Otro se muestra incrédulo al principio y pregunta: » ¿Quién ha vuelto de más allá de la tumba a hablarnos de esa otra vida?»
    Ella le habló largamente de Jesús.

    Otro recibió el bautismo, y al punto vio muchas maravillas.

    Moraleja :

    Si te casas ¡Cuidado con «el agua bendita»!…jeje.

  21. ¡¡Aleluya!!
    Si Dios es grande…Mr Alguien es inmenso…se merece una orgia de ordago santificada por la Iglesia para que no haya conflicto de intereses entre el Bien y el Mal (cicuticamente hablando…jeje)

  22. Me ha gustado, me pasa muchas veces, no comprendo prácticamente nada de lo que leo, pero me gusta, mi reblandecido cerebro no da para más.

    En la primera lectura dude, en la segunda lo tuve claro, después de la sesión monológica de MAS de SEIS HORAS y de la CARTA DE MAS DE TREINTA (30) folios, a cualquiera le entran ganas de silencio y de la soledad en el monasterio que más lejos quede de la ciudad.
    Se ve que el amigo en el convento cumplió a rajatabla el voto de silencio, creo que si hubiese tenido alguna charla, BREVE, con el prior , se habría dado cuenta que podría satisfacer allí mismo sus necesidades sexuales, solo o en compañía de otros compañeros de vida contemplativa, sin ningún problema de conciencia.

    En el párrafo inmediatamente anterior a II, mi psicopatía me trajo a la cabeza esa expresión que leí el otro día aquí “Rosa es nuestra guía” ,y pensando en ese grupo estoy de acuerdo con eso de que jamás se discute de religión con alguien de pensamiento sectario, porque antes que disuasión se produce más persuasión. ¿ Los bichitos que adornan las solapas del “faro” de la upd tendrán alguna connotación sexual?

    De estar dándole al vicio los tres días de semana santa, nada de nada, murió el hijo, pero siguen vigilantes el padre y el espíritu santo. Así que ¡ojo!

    Un compañero, hace años, cuando comenzaban mis problemas de presbicia, me colocó un folio delante de la cara con unos garabatos imposibles de leer, cuando me lo puso en la distancia adecuada, bastante distancia, se leía perfectamente “ No joder produce ceguera” Y como se ha podido notar con el cambio de aspecto del blog, cada vez veo peor. Posiblemente mi compañero había leído los delirantes discursos de Lacan, seguro.

    Resumiendo: El sexo es lo único importante

  23. Ayer Saenz de Santamaría se preguntaba donde estaban ZP y Solbes. Yo me pregunto donde está Econnon? Donde Marta Marcos? en un convento o practicando sexo como locos?
    Econcon ¿tenemos que irnos mentalizando los funcionarios para una próxima congelación salarial? Da la cara.
    Marta Marcos, acabas de ingresar en el cuerpo de vagos y maleantes ¡podrás disfrutar de este inmenso privilegio?
    La manifestación de hoy en Madrid era de armadores o de pescadores? O son la misma cosa.
    Y los periodistas siguen hablando gallardon y rajoy, centristas ambos.

  24. ¡Mi reino por una entrada triunfal de Averlas !
    ¡LLega la hora bruja!…y Averlas Ailas…jeje.

  25. Agradezco mucho los comentarios de todos, incluidos los más jocosos. Este tema es en verdad complicado y con el artículo no he intentado sino una mención de ciertos problemas asociados al mismo, y para nada una exposición teórica que dé cuenta de la relación entre fundamentalismo y la sexualidad. Como habrán notado tampoco he desdeñado cierto tono humorístico, el que, al parecer, es también un rasgo universal asociado al sexo y sus fenómenos concomitantes. Esto sería en sí mismo un tema de investigación, con tal que se olvide a Freud y sus teorías hidráulicas. Es siempre un incentivo, además, el aprecio que tienen algunos bloggeros por mi escritura, aprecio que agradezco y valoro. Pero las ideas expresadas no son menos importantes: la conciencia de la muerte tiene que jugar algún rol, me imagino, así como la lealtad dentro de los grupos dominantes, sin dejar de lado el control de la población mediante infanticidio. Ideas que estimulan a seguir investigando. Y gracias por el humor también, me he reido de verdad en la soledad de mi cuarto en Amsterdam. Una gozada formar parte de este blog. Saludos.

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