Elecciones en Israel

LBNL

No está claro quién va a ganar las elecciones israelíes de mañana martes. Es posible que el derechista Likud de Netanyahu consiga a última hora superar a la alianza centrista “blanco y azul” (por los colores de la bandera) de los prestigiosos ex-generales Gantz y Ashkenazi con el liberal Lapid, que ha venido encabezando las encuestas durante las últimas semanas. Es bastante probable en todo caso que el bloque de derechas, que incluye a los más halcones y a los ultra religiosos, supere al de centro y las izquierdas, que incluye a los laboristas y a los diputados árabes. La única opción para que el centro y la izquierda puedan gobernar es que los ciudadanos árabo-israelíes – alrededor de un 20% de la población de Israel que no incluye a los palestinos de Cisjordania y Gaza – voten en masa, lo que es poco probable. Todo puede ser, como también una alianza del Likud con la alianza centrista e incluso los laboristas. Parece que los resultados serán ajustados y de la diferencia final dependerá en gran medida si Netanyahu consigue repetir como Primer Ministro, lo que le convertiría definitivamente en el más longevo de la historia de Israel. Pero son muchos, incluido el Presidente Rivlin, del Likud, los que van aprovechar cualquier resquicio para encargarle la formación de Gobierno a alguien que no esté procesado por corrución como lo está Netanyahu.

Netanyahu es un maestro experto en sobrevivir en la salvaje jungla política israelí. El último conejo que se ha sacado de la chistera es la entrega por parte de Rusia de los restos de un soldado israelí muerto en una batalla en Líbano en la guerra de 1982. Fuera de Israel generalmente no se conoce la importancia que da Israel a la recuperación de los restos de sus soldados caídos en combate. En concreto en el caso de este soldado y sus dos compañeros desaparecidos con él, Israel había gastado varios millones de dólares tratando de comprar información sobre dónde estaban los restos. A finales de la semana pasada, Putin mandó los restos del soldado desaparecido y otros quince cadáveres por si fueran de sus compañeros, lo que parece no es el caso.

Netanyahu agradeció vivamente el gesto de su amigo Vladimir, tanto como la semana anterior había celebrado en Washington que su íntimo Donald Trump diera instrucciones para reconocer la soberanía israelí sobre el Golán, anexionado unilateralmente en 1981 junto a Jerusalén, lo que fue rechazado por la inmensa mayoría de la comunidad internacional. Trump ya le había dado hace meses el éxito de mover la Embajada norteamericana a Jerusalén, que algunos países han empezado a seguir timidamente, incluidos Rumanía, Hungría y Chequia, para deshonra de una Unión Europea cuya política exterior es cada vez menos “común” en Oriente Medio.

Viéndole las orejas al lobo Bibi se ha lanzado en el sprint final a anunciar que anexionará todos los asentamientos israelíes en Cisjordania. Seguramente no lo cumplirá porque no le hace falta y porque supondría un obstáculo para el plan de paz de Trump, que se supone que su yerno judío presentará finalmente tras las elecciones. Plan de paz que se ha mantenido hasta ahora en el más estricto secreto pero que todo el mundo teme que será absolutamente inaceptable para los palestinos, que son la otra parte del conflicto, por lo que será completamente inútil. Bibi lo sabe pero no puede ser él quien lo obstaculice. Él dirá que el plan es una buena aportación que implica grandes sacrificios para Israel, que está dispuesto a estudiar, confiando que los palestinos se nieguen a siquiera debatirlo y queden como los enemigos de la paz.

Benyamin – Bibi – Netanyahu va a ser procesado por al menos un caso de corrupción y penden sobre él al menos otros dos probables procesamientos por causa similar. Su antecesor, Olmert, tuvo que dimitir por un procesamiento similar, por el que acabó finalmente condenado a pena de cárcel. Pero Bibi decidió no dimitir y denuncia una persecución política de la que aspira a librarse con el apoyo del sugragio popular. Hasta se planteó una ley de inmunidad para el Primer Ministro en ejercicio, finalmente desechada.

Netanyahu es nocivo para la democracia israelí. Y para la diáspora judía, especialmente la norteamericana, que ha visto como les ha dejado al márgen por hacer concesiones a los ultra religiosos. Seguramente Bibi merecería ir a la cárcel por violar la ley repetidamente pero eso es un asunto a solventar por los jueces israelíes. De lo que no me cabe duda es que la democracia y la seguridad de Israel estarán mucho mejor protegidas por un líder que no solo sepa ganar elecciones engañando al electorado y puñaleando a sus rivales, incluidos los de dentro de su propio partido político, sino que sea un verdadero demócrata y un hombre de Estado, al que le preocupe más el bienestar y la seguridad de Israel que su propio interés.

Creo que a todos nos irá mejor si los Netanyahu, Erdogan, Salvini, Orban en Hungría, Putin y Trump son retirados por sus electorados, cuanto antes mejor, como ya lo fue Berlusconi. Ojalá el martes Israel nos de una buena noticia y en los días siguientes el Presidente Rivlin pueda encargarle la formación de Gobierno a otro que no sea Bibi.

PD: Por cierto, al margen de lo que pase en el Consejo Europeo de este miércoles, si para el viernes 12 de abril Reino Unido no ha convocado elecciones al Parlamento Europeo ya no cabrá que se quede dentro de la UE pasado el 22 de mayo.

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