El caso de la casa y la cosa política

Senyor_J

Poco puede decirse que no se haya dicho ya. Pablo Iglesias se compro un chalet de más de 200 metros cuadros con piscina, casa de invitados y terrenito, y justo después se abrió un foso bajo sus pies. El caso de la casa fue la espoleta para activar una vez más desde los medios una de las nociones más ampliamente compartidas para interpretar nuestra realidad política: que todos los políticos son iguales. La vocación que tiene la gente de igualar a los políticos e incluso de igualarse a ellos no tiene parangón, porque es uno de esos argumentos que nos permite justificar que seamos peores de lo que podríamos ser y que nos permite vernos igualados en lo malo con los demás. Es este un rasgo sin duda miserable de la condición humana, aunque no el único.Que un chico de barrio se compre una chabola como esa en el país de latrocinio institucional generalizado es algo que necesariamente habría de hacerle pensar mal a uno, si no fuera por el hecho de que el hombre se la ha comprado con su dinero y no con el de los demás, que es la práctica habitual en el «todos son iguales», pero entrar en matices es un ejercicio inútil, ya que esa noción no es racional sino instintiva. Y revela además lo crucial que resulta la comunicación en una sociedad mediatizada y electoralizada como la nuestra. Hacer política será lo que será en cada caso y según cada cual, pero ganarse el favor de la gente depende básicamente de cómo comuniques y de cómo sintonices con tus conciudadanos, y en la decisión de la casa esa sintonía ha quedado dañada: no puedes sintonizar igual con los barrios de la gente humilde desde Vallecas que desde una casa con piscina situada a 40 km de Madrid. Un representante político debe representar y es clave que represente bien. Y el caso es que Pablo Iglesias ha representado a la ciudadanía anónima en momentos de máxima indignación ciudadana y que los votos han ido hacia él para que representase esa impugnación, pero la noción de chalet no casa demasiado bien con ese mensaje, porque te hace parecerte menos a quien quiere impugnaciones y más al que ha de ser impugnado.

De ahí que el gran riesgo de esta situación es que pueda crearse una doble fractura entre las dos cabezas visibles de Podemos y los votantes: comunicacional y emocional. Es por ello que se ha puesto encima de la mesa la consulta ciudadana para que las personas inscritas decidan si deben o no seguir en el cargo, precisamente porque esa treta te permite dar una respuesta a esos dos niveles: una respuesta comunicacional a la crispación mediática generada y un contrapunto emocional a los diversos malestares que, al menos en el ámbito de la militancia, se hayan producido. El desenlace de la misma será sin duda una alta participación y la finalización del debate. Lo que pasa es que la efectividad de la consulta para impactar sobre los sectores electorales hacia los que debería expandirte es nula y pueden haberse generado importantes barreras mentales para conseguir seguir creciendo fuera de tu espacio, las cuales van a superponerse a las que ya existían y que no eran precisamente pocas.

Podemos fue uno de los primeros partidos españoles en sacar partido de la empatía hacia los electores, pero hoy son otros los que explotan mejor ese terreno de juego. Sin duda son los partidos soberanistas lo que mayor maestría han demostrado al respecto. El gran hallazgo del independentismo catalán ha sido dar con las manivelas para crear en sus afines un mecanismo de vínculo emocional permanente. Tanta patria, tanta utopía y tanta historia todos los días ha desencadenado la formación de un vínculo estrechísimo entre representantes públicos y ciudadanía, que no hay Dios que lo rompa y que ha permitido la cristalización de personajes envueltos en bandera de muy dudosa catadura, además de poner en suspenso el debate más político a muchos niveles. Pero también Ciudadanos ha aprendido la lección y está integrando con cierta habilidad una dimensión emocional que apela a lo nacional con unos rasgos impugnadores en los que ellos se erigen como la renovación de lo viejo. El resultado es un coctel más eficaz que el utilizado por Podemos.

Podemos explotó su empatía mediante una encendida dialéctica entre los de arriba y los de abajo que se le vuelve en contra, no porque Pablo e Irene se hayan convertido en alguien de los de arriba, sino porque la casa les identifica con un estilo de vida que se parece menos a los de abajo y esa es una disonancia que habrá que ver como se gestiona a partir de ahora.

7 comentarios en “El caso de la casa y la cosa política

  1. Lo único que tiene importancia política en este tema es que los dos máximos dirigentes han embarcado al partido en la santificación de sus decisiones personales. Puede que Iglesias gane esa consulta ( de dudosa calidad democrática) pero es seguro que la perderá Podemos.
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    El PSOE debe presentar una moción de censura con un único punto en el orden del día: convocatoria de elecciones tras el verano. Y que todos se retraten. A Ciudadanos ya no le vale el truco de Madrid. Tendrá que inventarse otro. O no.

  2. Entendiendo que la planificación de los articulos blogueros a veces hace que temas se queden fuera de foco, mientras otros importantes quedan sin tratar, pongo esto.

    https://politica.elpais.com/politica/2018/05/25/actualidad/1527234273_841677.html

    En cuanto a «lo del chalet», despachandolo muy brevemente, si no hubiera dicho tantas tonterias al respecto de una supuesta incapacidad de gobernar dependiente del precio de la vivienda que uno habite y no se hubieran manejado tantos argumentos twiteros de medio pelo, ahora Pablo Iglesias no se tendría que poner colorado. Si la existencia de un partido político depende de esto, es que ese partido político no era viable.

  3. He tenido la enorme experiencia de oír a Villegas, portavoz de C´s en el congreso y seguido a maillo, numero 3 del PP, al respecto de la moción de censura del PSOE.

    Tengo que valorar la profesionalidad que requiere ponerte enfrente de las cámaras sabiendo que estas diciendo un hatajo de tonterías.

  4. Estoy con Laertes. También oí a Villegas. Y la misma sensación tuve oyendo por la tarde a un diputado del PP, cuyo nombre no recuerdo. Negaba todo, la sentencia, todo.
    Y también me pareció excelente Pedro Sánchez.
    Y Rajoy volvió a ser el de «traiciona usted a los muertos».

  5. Confieso que a este país que algunos llamamos España cada día lo reconozco menos. En algunos sitios admiten con naturalidad a un xenófobo racista y hoy mucho opinadores que respeto se han tirado al cuello de Sánchez por su moción de censura. Mi periódico preferido dice que lo que toca son elecciones generales. Claro, hasta ahí llegamos solos, queridos. Pero si el presidente se niega a convocarlas, qué se puede hacer. Si negamos la moción de censura,que es el único medio que tiene la oposición, y dejamos la solución en el tejado de quien es el problema, me parece que estamos ante lo más parecido a quedarnos como estamos. Es eso? Por supuesto que la moción tiene altas probabilidades de no salir, y soy de los que piensa que debería tener un único punto a tratar: elecciones generales, pero no veo otro medio para obligar a marcharse al impresentable que padecemos como presidente y que es un peligro para nuestra democracia.

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