Egipto

LBNL

Si parece un golpe, suena a golpe y huele a golpe… es un golpe militar. Bueno, salvo que tengamos otros principios a la Groucho Marx para el caso de que los primeros no convengan. ¿Puede un golpe de estado ser legítimo y/o tener un efecto positivo para la población? Sí, por ejemplo la revolución de los claveles, llamada así precisamente para distinguirla de lo que era técnicamente: un golpe militar. Ha habido otros cambios de gobierno aconstitucionales que la Historia ha reconocido como positivos. Pero siempre contra gobernantes autocráticos, es decir, dictadores. El Presidente Morsi no lo era. Es más, fue el primer gobernante egipcio elegido democráticamente.

Oiga, pero es que Morsi tenía muchos problemas. Además de feo y barbudo, viene de los Hermanos Musulmanes, hoy más moderados pero no hace tanto para echar de comer aparte, y encima ha cometido muchos errores durante su primer año de gobierno. ¡Y la economía no remonta! La oposición dijo haber conseguido 22 millones de firmas pidiendo su renuncia y por más que las hayan recogido al estilo PP contra el IVA, unas pocas al menos debían ser verdaderas. Y el ejército no ha tomado el poder sino que ha puesto al frente del país a un consejo provisional presidido por el presidente de la primera autoridad judicial del país. Y cuando se hizo el anuncio, los militares estaban flanqueados por los líderes de la oposición laíca, el partido salafista (todavía más islamistas que la Hermandad) y los principales líderes religiosos. ¡Qué más se puede pedir! Su derrocamiento no puede ser negativo. Hitler también fue elegido en las urnas y ojalá el ejército se hubiera levantado para poner fin a su delirio mientras aún era posible.

Discrepo. Un golpe de Estado es un golpe de Estado y yo estoy en contra. Algunos aducirán que el Presidente Morsi (que personalmente me inspira tanta simpatía como una imputada de la Diputación de Alicante) se había metido en una deriva autoritaria a cuenta de que en los últimos meses y semanas remodeló su gobierno para incluir a más miembros de su partido en vez de formar un gobierno de unión nacional como pedía la oposición, y se atrevió a poner la autoridad del Presidente por encima del control de los jueces violando la Constitución. Las dos acusaciones son factualmente correctas. Ahora bien, si gano las elecciones tengo derecho a nombrar a los ministros que yo decida. Y, muy importante, la judicatura, todavía más vinculada al régimen de Mubarak que la española de la transición a la dictadura franquista, estaba torpedeando la acción del gobierno.

Cuando se vio claro que Morsi iba a ganar la segunda vuelta contra el ex Primer Ministro de Mubarak apoyado por el ejército, el antiguo régimen y hasta la oposición laica, las fuerzas armadas dictaron un decreto por el cual se arrogaron la posibilidad de intervenir que materializaron ayer. El decreto se promulgó casi mientras se cerraban los colegios electorales y dejó fuera del control del Presidente banalidades tales como el presupuesto, las relaciones exteriores, etc.

Desde entonces hasta ahora, Morsi ha ido rebelándose contra la tutela que el ejército pretendía ejercer, en coalición con la judicatura y con la complicidad de la oposición laica y supuestamente liberal. También Mubarak jugó durante décadas con el peligro islamista como coartada perfecta para mantener el estado de emergencia mientras los Hermanos Musulmanes vivían en la clandestinidad, tolerada en el ámbito social pero absolutamente prohibida en el político. Morsi relevó a la cúpula militar pero tuvo que ver cómo se anulaba la victoria de su Hermandad en las elecciones parlamentarias. Cuando los jueces empezaban a desplegar una ofensiva que iba a culminar con la vuelta de la Hermandad a la clandestinidad, Morsi declaró sus decretos exentos del control judicial. No fue bonito desde un punto de vista constitucional o democrático, pero tampoco lo era todo lo demás que, a la fin y a la postre, no es más que la negativa a aceptar el resultado de la democracia.

Es prematuro aventurarse a predecir qué pasará en Egipto. Con suerte, se evitará el derramamiento de sangre a espuertas y el nuevo gobierno provisional convocará unas nuevas elecciones en poco tiempo. Si no se trampean como en tiempos de Mubarak, es previsible que los Hermanos vuelvan a ganarlas y con un poco de sentido común, ambas partes se comportarán con algo más de cordura. El ejército y la oposición laica verán que esto de la democracia es incómodo cuando uno no tiene la mayoría y se resignarán a perder el control de los resortes del poder. Y los Hermanos irán con algo más de tiento dado el precedente.

A lo peor el régimen tratará de controlar el proceso para asegurarse de que un afín, alguien que garantice a los poderes fácticos la conservación de sus privilegios (el ejército disfruta prácticamente en exclusiva de los beneficios de la cuantiosa ayuda militar norteamericana – alrededor de 2.000 millones de dólares) sea elegido Presidente y ejercerá la autoridad en la calle inspirándose en la toma del control por parte del ejército argelino cuando el FIS ganó las elecciones. En aquella ocasión el resultado fueron unos 150.000 muertos, unas decenas de miles arriba o abajo porque estos cálculos son tan variados como los de los asistentes a una manifestación en España. Y no sólo eso, todavía hoy sentimos sus efectos con la transformación del FIS en el GIA y luego en el GSPC y más recientemente en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Es decir, incluso si aceptáramos la absurda tesis de que el islamismo político es inherentemente liberticida y por tanto no puede tolerarse su participación política en condiciones de igualdad, su represión tampoco funciona. Salvo que mates a muchos más, a los islamistas, a sus familias, a sus conocidos, etc. Contando con que en Egipto la población es de unos 80 millones de personas y Morsi obtuvo algunas decenas de millones de votos, echen cuentas de los cadáveres que serían necesarios para erradicar de raíz el fenómeno.

No, la democracia implica que el que gana las elecciones gobierne, con todos los poderes a su disposición y con todas las garantías legales a disposición de las minorías, políticas, étnicas o confesionales. El ejército podría muy bien garantizar estas últimas pero no estaban en peligro.

Así que no me vengan con cuentos. Morsi es feo y barbudo y sus congéneres también y sus ideas son bastante obsoletas y peregrinas. Y sin embargo, la manera de combatir su ideario es dejar que se estrellen contra la complejidad de la gestión de la vida pública y los complejos problemas que afronta el país.

La intervención militar es lógica. No quieren perder el poder y las prebendas que han venido detentando en las últimas décadas, tienen la fuerza para evitarlo y son militares, de un país bastante subdesarrollado, así que no cabe pedirle peras al olmo y esperar de ellos talante democrático alguno. Que los salafistas haya apoyado el desalojo del poder de la Hermandad también se entiende. Desde luego no son demócratas y aspiran a reemplazar a la Hermanda. Ahora bien, lo que no tiene pase ninguno es que figuras como Mohamed Al Baradei, funcionario internacional de prestigio que desde la Secretaría General de la Agencia Internacional para la Energía Atómica se encargó de levantar el farol de las armas de destrucción masiva iraquíes, no sólo apoyen el golpe sino que hayan venido animando al ejército para que lo diera, con la esperanza de ganar por las armas lo que no supo conseguir del pueblo egipcio.

8 comentarios en “Egipto

  1. Hace un año tras la victoria electoral de Morsi, debatíamos aquí lo sucedido (“Aquella primavera”, 25.06.12). No era preciso ser adivino para advertir de lo incierto del futuro inmediato en Egipto dado el estrecho margen de actuación que los militares -que representan además un poder fáctico-económico de primer orden en ese país-, dejaban al presidente electo. La coexistencia de islamistas y militares, decía, “promete emociones fuertes”.

    Frente a las no demasiado fundadas esperanzas depositadas en esa “primavera árabe” creía que la transición egipcia –transición a no se sabe bien donde-, “ya sólo se dirime entre unos “malos, muy malos” y otros “aún peores”. Y concluía que si la democracia requiere, sobre todo, que haya demócratas suficientes no se aprecia aún –o no me lo parece a mí-, en el seno de esas sociedades la masa crítica de demócratas necesaria.

    De lo ocurrido asombra la rapidez con que se han precipitado las cosas: un año escaso ha tenido Morsi para agotar la paciencia de unos militares a los que apenas había sido capaz de molestar y para que la oposición viera en él un nuevo Mubarak. Pero asombra, también y más aún, la levedad de la convicción democrática de esa oposición que no ha dudado en celebrar el golpe militar como si de un gesto genuinamente democrático se tratara (y, como dice LBNL, un golpe es un golpe); ¡ y son los mismos que reprochaban a Morsi, entre otras cosas, que dejara intacto el aparato del régimen de Mubarak, uno de cuyos puntales-el principal-, era ese ejército ! Otro puntal, la judicatura, también ha jugado a sabotear el nuevo régimen.

    Lo ocurrido no convierte a Morsi y su Hermandad en pobres víctimas de una extraña conjura (militares, salafistas y “demócratas”); con su torpeza han labrado su caída. EEUU evacua a estas horas su embajada y desde el Pentágono se advierte a los militares de que tengan cuidado con su gestión de la crisis política que han abierto en el país. Es evidente que en la Casa Blanca no ha sentado bien lo ocurrido o no se lo esperaban; apostaron por la Hermandad y por engrasar la docilidad del ejército a base de millones de dólares.

    ¿Abrirá este episodio la puerta a una segunda oportunidad a la democracia en Egipto? Lo dudo, pero, visto lo visto, no se puede descartar que a la segunda salga la cosa bien. Quizás si de verdad que los militares promueven pronto nuevas elecciones, un nuevo triunfo de la Hermandad les coloque otra vez al mando, vacunados esta vez contra tentaciones hegemonistas. Pero no apostaría yo fuerte por esta posibilidad. No veo yo un «happy end» a corto plazo.

    Dice LBNL que «incluso si aceptáramos la absurda tesis de que el islamismo político es inherentemente liberticida y por tanto no puede tolerarse su participación política en condiciones de igualdad, su represión tampoco funciona». No insistiré mucho -para no repetirme- en que la tesis dle carácter liberticida del islamismo de absurda no tiene nada. Es evidencia empírica. Pero esa constatación -que LBNL, se niega a aceptar-, no lleva unida la segunda parte que plantea el autor. Una cosa es no hacerse ilusiones con el islamismo -como Obama-, y otra creer que la solución es su represión violenta. E insisto, si no hay demócratas -y no parece que sobren entre esas masas que vitorean a los golpistas-, no habrá democracia.

  2. Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, en la proclamación en Alzira (Valencia) de los candidatos a la alcaldía de 30 municipios de la provincia

    «¿Habéis visto Egipto? El pueblo, cuando quiere, puede, y el pueblo español quiere»,
    «Españoles y españolas, valencianos y valencianas, ciudadanos hartos del paro y de la crisis económica, de la crisis de valores y de la crisis social, de la crisis política y de la depresión institucional»,
    «No basta con atender a los ciudadanos cada cuatro años, cuando llega el momento de votar», sino que hay que atenderlos «siempre», moviéndose «como se mueve el corazón de los ciudadanos».
    «Nos están recordando también a nosotros que nos queda mucho para que nuestra democracia sea de verdad una democracia de calidad»,
    «Ójala Fidel [Castro] sea el siguiente».
    :::::::

    En fin,nuestro ejercito es una mierda,ha perdido todos los valores que le dio el caudillo Franco y nos ha dejado en manos de «La Hermandad de los divinos tesoros» con su amplia mayoría y su gobierno psicópata.
    Si El Rey le pidiera al ejercito que acabara con estos integristas,España jamas volveria a ser republicana.
    Moraleja:
    ¡¡¡Viva Honduras!!!…..JAJAJA….que nervios.

  3. Tomar partido a favor o en contra del golpe es bastante complicado. Dice LBNL : «Y sin embargo, la manera de combatir su ideario es dejar que se estrellen contra la complejidad de la gestión de la vida pública y los complejos problemas que afronta el país.» Podriamos mencionar aqui la famosa frase de Keynes » a largo plazo todos muertos». La situación económica de Egipto se ha deteriorado muchísimo. El turismo no está funcionando y no genera divisas. Pero es que Egipto es importador de energía y las colas de 12 a 24 horas de espera para llenar el depósito en las gasolineras estaba impidiendo que el flujo de bienes y servicios estuviera colapsado. Pero Morsi parece que lo único que le interesaba era colocar como funcionarios a una gran masa de «hermanos» que nunca habían gozado de ese placer del sueldito escaso pero continuo. Podía, ante la grave crisis económica, buscar un gobierno de coalición o hacer responsables a los militares de la falta de combustible, obligandoles a vaciar sus depósitos militares.
    Los militares egipcios dependen muy fuertemente del pentagono. Ellos dominan una buena parte de las fabricas del país bajo jurisdicción militar. Si Morsi quería acabar con el fuerte poder militar, debió aliarse con los partidos laicistas. Fue lo suficientemente estúpido para pensar que colocando a sus hambrientos hermanos en todos los resortes del poder civil podría domesticar a los militares. Pero los militares que son una sociedad cerrada dentro de la sociedad egipcia saben que el Pentagono y gran parte del senado y gongreso de EEUU les protegen. A cambio de esa protección, ellos simplemente deben garantizar tener la frontera con Israel cerrada y los demás acuerdos que sellaron la paz con Israel. Obama, al igual que se lamenta de que exista Guantanamo y de que EEUU haya espiado tan exhaustivamente al resto de los gobiernos del mundo, puede solicitar en público que vuelva lo mas pronto que sea posible la presidencia a Morsi.
    Dice Barañaín que para que haya democracia en un país debe haber una mínima masa crítica de demócratas convencidos. Tiene toda la razón. En Egipto no la hay todavía, frente auna clase media liberal q

  4. Viendo lo que ha pasado en Egipto,uno se pregunta si en la famila Tejero hay algún guardia civil radical de izquierdas….en fin…..jeje.

  5. Mohamed al Baradei me perece un gran hombre. No cre cono LBNL que haya aceptado ser parte del Golpe Militar para «ganar por las armas lo que no supo conseguir del pueblo egipcio.» Creo que se ha sacrificado a ser criticado de mancharse las manos con el único objeto de salvar a su país del caos. parece que tanto LBNL como Barañaín han considerado que era necesario reeplazar a Berlusconi por Monti por el bien de Italia e incluso de la zona euro. Pues en el caso de Egipto ha pasado lo mismo, era necesario reemplazar a Morsi por un gobernante con mas temple de defender al país y no solo a su visión de lo que debía ser el país.

  6. A ver, Magallanes, el reemplazo de Berlusconi no fue muy edificante pero se guardaron las formas, no se conculcó el orden constitucional y realmente él era responsable del caos. Morsi no lo ha sido más que los que le han boicoteado desde el minuto 1 de su presidencia.

  7. Barañain me levanta el farol cuando califico de absurda la tesis de que el islam es liberticida y no lo argumento. Como tampoco argumenta él porque dicha tesis es evidencia empírica. Y hombre, a falta de argumentos, otorguemos el beneficio de la duda. Pero no, no basta con eso, en los tiempos que corren de barbudos terroristas y violadores de derechos humanos, hay que demostrar la inocencia del Islam. En realidad es bastante sencillo. Basta con fijarse en países islámicos asiáticos, tipo Singapur, Malasia, Brunei o Indonesia, en los que el crecimiento económico es brutal y la convivencia entre los diferentes grupos sociales es bastante saludable. No dejan de ser ex colonias y por tanto democracias muy imperfectas, pero no por ser islámicos. Pakistán es todo lo contrario, un caos. Pero no por ser islámico. Como tampoco los problemas de los países árabes vienen del Islam. Cosa bien distinta es que la versión del Islam imperante en las últimas décadas e impulsada por los petrodólares saudíes, sea terriblemente integrista, dogmática y contradictoria con cualquier atisbo de sensatez, política, económica o social. Pero eso viene a ser como considerar que los excesos soviéticos invalidan el ideario de mayor igualdad social y de ahí pasar a argumentar que la única opción válida es el neoliberalismo, lo cual también es bastante común en nuestros días.
    El Islam no deja de ser una religión más, tan totalitaria y primitiva como las otras dos que tan bien conocemos y sobre las que se basó. Con el paso de los siglos, muchos musulmanes sensatos la fueron desarrollando y modernizando (véase el sufismo). En parte por la dominación occidental del norte de África y Oriente Medio, la versión más radical se ha ido imponiendo en esa parte del mundo, pero eso no implica que el islam como religión sea incompatible con la democracia o inherentemente liberticida. Ahora bien, cada cual con sus prejuicios, con sus blancos y sus negros, que ayudan bastante a sentir certeza, aunque sea basada en premisas cuando menos inexactas. Sin acritud.

  8. A mi me parece que LBNL mezcla la realidad sociológica del islam con el islamismo político. Es a este al q considero liberticida – en todas sus expresiones, en todas sus plasmaciones históricas, sin excepcion (de ahí lo de la «evidencia empírica»)-, y no al islam aunque sea el sustrato necesario. Porque, en contra de lo que cree LBNL no todas las religiones son iguales. La vocación totalitaria del islam ( ocupar todos aspectos de la vida) es lo q lo distingue de las otras.Y la negación de cualquier resquicio a la interpretación pues el Corán ha sido dictado por el mismo Dios.
    En fin, supongo que seguiremos esta interesante discusión en otra ocasión; pretextos no van a faltar.

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