LBNL
Por si no lo sabe, le han timado, a Vd. como a mÃ, y encima pretenden volvernos a timar. ¿No lo tiene claro? Se lo explico y, sinceramente, creo que vale la pena porque lo que es a mÃ, cuando lo he visto claro se me ha puesto una cara de tonto que pa qué, que rápidamente ha evolucionado a una mala leche de impresión.
Nos han engañado durante casi cuatro décadas convenciéndonos –a la clase media- de que cada vez vivÃamos mejor mientras que los pobres tenÃan sus necesidades más básicas cubiertas. Mientras nos solazábamos en nuestra pretendida prosperidad creciente, los más ricos se enriquecÃan de verdad, ensanchando en progresión geométrica la diferencia de renta con la clase media. Su avaricia rompió el saco en 2007 y el tinglado estalló, al mismo tiempo que se desvanecÃa el afán que le tenÃan a la protección a ultranza de la propiedad privada durante los años de enriquecimiento. Ahora es al revés, tenemos que socializar las pérdidas porque si no, quebrarÃa el sistema. Seguramente es irremediable, al menos en parte. Ahora bien, lo que no tiene pase es que encima pretendan que nos creamos que la solución a sus desmanes consiste en socavar todavÃa más las bases de nuestra convivencia social, asentadas en el New Deal de Roosevelt acuñado en los años treinta del siglo pasado.
No, las medidas que reclaman cada vez con más intensidad los que nos han llevado a la ruina –la nuestra, no la de ellos- podrán ser convenientes pero no son en modo alguno la causa de la crisis por lo que, como mÃnimo, habrán de ser adoptadas junto a las que de verdad remedien e impidan la repetición de sus desmanes.
A decir de nuestro Presidente de Gobierno electo, las dos prioridades absolutas son las reformas del mercado laboral y del sistema financiero. En puridad, Rajoy no se ha pronunciado apenas pero el coro mediático polÃtico se centra exclusivamente sobre la primera. Sindicatos y empresarios han sido convocados a negociar de urgencia y en ausencia de acuerdo, el Gobierno legislará rápidamente. De una forma o de la otra, es obvio lo que va a ocurrir: abaratamiento del despido, flexibilización de la negociación colectiva, reducción de los gastos sociales asociados al empleo, etc.
He tenido la responsabilidad de dirigir una empresa y no puedo por menos que compartir al cien por cien la necesidad de poner orden en el mercado laboral. No puede ser que, forzado a despedir a un trabajador por incapacidad manifiesta y continuada, el abogado te someta dos cartas: en la primera le comunicas su despido por las razones objetivas que concurren; en la segunda, sin embargo, reconoces la improcedencia del despido y le concedes la indemnización máxima de 45 dÃas por año trabajado. Es un caso real, propiciado porque la trabajadora en cuestión tenÃa sólo dos años de antigüedad y porque resultaba complejo probar su reiterado absentismo, falta de profesionalidad y su conflictividad para con sus compañeros.
Como ciudadano, de izquierdas, subrayo, no puedo tampoco compartir las tesis de quienes pretenden mantener un empleo protegido para los de más edad y un alto desempleo para los que vienen detrás. Los sucesivos gobiernos han tratado de arbitrar fórmulas para remediar la situación desde al menos el 14-D de 1988, pero lo han hecho con muy poco tino a decir de los resultados. ¿Por qué no mantener los derechos adquiridos pero establecer condiciones mucho más modernas para los nuevos contratos? Entiéndaseme bien, cuando digo modernas me refiero a modernas de verdad, es decir, una indemnización algo menor para el despido sin causa, todavÃa más baja para el despido que pretende asegurar la viabilidad económica de la empresa e inexistente cuando se incumple el régimen de orden interno de la empresa. Pero también, una regulación -copiada de la holandesa si hace falta- eficaz que incentive el trabajo a tiempo parcial, el trabajo desde casa y las jornadas continuadas. Nada de todo ello se ha hecho, al menos no se ha hecho bien a juzgar por la pervivencia de los vicios de nuestro mercado laboral de origen franco-gironista.
Pero, ¡por dios! estoy cayendo en el defecto que pretendo denunciar: ¡no puedo centrarme en aquello que les interesa y dejar de lado las causas del desmán que nos ha llevado a la ruina! Porque, señores, las ineficiencias de nuestro mercado laboral no están en el origen de la crisis, ni de la española ni mucho menos de la europea o la internacional. De otra forma ¿se explicarÃa que nuestra legislación laboral afecte al resto de Europa y prácticamente al mundo entero?
Es absurdo. Volvamos al principio. La causa de por qué estamos donde estamos es que nos han timado. Desde la segunda guerra mundial, social-cristianos y social-demócratas nos pusimos de acuerdo en la conveniencia de reducir progresivamente las diferencias entre los más ricos y la clase media, en parte porque el New Deal habÃa dado resultado para acabar con la crisis que la avaricia habÃa provocado en 1929, pero también para evitar que las masas proletarias recurrieran a la revolución violenta para poner fin a la injusticia social; de ahà el corolario del safety net o red de protección para los más pobres.Â
Dicho consenso funcionó hasta mediados de los años setenta, basado en una fiscalidad progresiva que permitÃa progresar en la igualdad de oportunidades sin cercenar el emprendimiento privado. La guerra de Vietnam, la crisis del petróleo tras la guerra del Yom Kippur y la segunda crisis del petróleo provocada por la guerra Irak-Irán, tuvieron como consecuencia la llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Curiosamente los dos eran clase media total, venidos a más gracias al cine aquél y a la polÃtica ésta, aquejados del sÃndrome “si nosotros hemos podido llegar, cualquiera puede, y el que no llega es porque no quiereâ€. SÃndrome, seguramente, también inducido por aquéllos que más tenÃan que ganar con su adhesión a la causa de la desregulación y liberalización extremas.
En consecuencia, durante las dos décadas siguientes –ambos fueron sucedidos por acólitos- asistimos al desmantelamiento de las bases del sistema, incluyendo la desaparición progresiva de los cortafuegos que Roosevelt habÃa impuesto para civilizar el sistema financiero en EEUU y su extensión mundial a través de la conversión del más limitado GATT en la OMC, es decir, pasar de un tráfico limitado de bienes a la circulación prácticamente sin barreras de bienes, servicios y capitales –no personas, ojo- a escala mundial. Es decir, lo que no podemos conseguir mediante reformas domésticas, lo inducimos como inevitable por la necesidad de mantener competitividad a nivel internacional.
Como todo iba bien, mucho mejor que en los años setenta y primeros ochenta, la academia economista se fue convirtiendo al liberalismo, progresivamente. Las barreras son en principio malas asà que ¿por qué no eliminarlas todas y conseguir una mayor eficiencia general? AsÃ, Clinton y Blair, sucesores de los acólitos Bush senior y John Major, no sólo mantuvieron la tendencia sino que la profundizaron con la ayuda de ideólogos como Giddens y su tercera vÃa. Y fueron -¿fuimos?- muchos los que, también desde la izquierda, nos apuntamos al carro. No hay otra opción, es lo más eficaz, tiene mucho sentido… Incluso alguno –espero no haber pecado pero es posible…- argumentó que era lo más justo porque también el tercer mundo tenÃa derecho a comer.
Cierto, la liberalización del comercio mundial sacó de la pobreza a cientos de millones de chinos y a algunos cientos de millones de ciudadanos de otros paÃses pobres. Y claro, pasar de un dólar al dÃa a dos, es un logro impresionante, sobre todo si son millones los que se benefician de ello. Pero el coste fue demasiado alto, no sólo para mÃ, mi familia y la gente de mi barrio, sino también en términos ideológicos y fÃsicos: por ejemplo, el medioambiente en China, India o Brasil, o la condonación de las penosas condiciones de trabajo –iguales a las denostadas de la Inglaterra de la revolución industrial- en las minas y fábricas de tantos paÃses. ¿No habrÃa tenido mucho más sentido haber sido firmes en la adopción de medidas sociales y medioambientales para poder disfrutar de las ventajas de la liberalización? Sin duda, pero ello habrÃa impedido el objetivo de conseguir el retorno progresivo del estado feudal por la vÃa de la presión exterior.
Porque ese y no otro es el resultado del ensanchamiento de renta entre ricos y clase media: la vuelta al pasado, a los privilegios para los que ganan millones y decenas y cientos de millones y no pagan impuestos, y los que trabajamos y pagamos la leva religiosamente a través de un Estado que legisla al servicio de los señores.
Me estoy poniendo un poco tremendista pero es que no es para menos: es lo que tiene la mala hostia de descubrir que te han timado y ¡encima! que pretendan volver a timarte. PermÃtanme un sÃmil. Me acaban de pegar el timo de la estampita y cuando acudo a comisaria el policÃa me dice que, de acuerdo, se van a ocupar de perseguir al timador, me lo garantiza, pero por favor pase por caja y cumplimente un donativo a la hermandad de huérfanos de la guardia civil; y resulta que el poli en cuestión se apellida Roldán… Señor que me estoy perdiendo…
Volvamos a la realidad. La diferencia entre ricos y menos ricos no sólo cambió de rumbo en las últimas décadas; lo hizo en proporción geométrica, en paralelo a la eclosión desmesurada de la industria financiera y sus beneficios en los últimos 15 años. Nosotros, la clase media, pasamos de un sueldo por hogar a dos –es super progre, las mujeres tienen derecho a trabajar. Y además llenamos la casa de lavadoras, lavaplatos, microondas, wi-fi, móviles y coches, y por cierto, pasamos de alquilados a propietarios, a señores feudales en pequeñito. En muy pequeñito porque de golpe y porrazo nos hemos dado cuenta de que cada vez nos pagan menos por nuestro trabajo y de que, horror, la mayorÃa de lo que pensábamos que era nuestro es del banco, algo de lo que no nos habÃamos percatado suficientemente porque los recibos mensuales eran fijos, por más que nos endeudáramos, efecto de magia logrado a través de unos tipos de interés históricamente hiper bajos.
Recuerdo que mis padres pagaron el primer piso del que tengo conciencia a un 16% de interés, tipo que hoy dÃa es normal en muchos paÃses, curiosamente aquéllos ajenos a la crisis que nos asola. Quizás por ese recuerdo, cuando me tocó comprar casa en 1999 y vi que el banco me ofrecÃa un 5% fijo o un 3,8% variable, opté por el primero, pensando que en muy poco tiempo saldrÃa ganando: a los cinco años no pude sino pagar la penalización para pasar al 3% variable que pagaban todos mis conocidos, saliéndome el cambio muy a cuenta. Afortunadamente tuve que vender la casa cinco años después por avatares personales y volvà a ser alquilado: mucho mejor que ser desahuciado por no poder afrontar una subida nimia del Euribor, como tantos centenares de miles de personas sólo en España (ayer leà a un experto inmobiliario que estimaba en 7 millones los desahucios potenciales en nuestro paÃs, lo cual me dejó un poco acongojado, incluso descontando su probable exceso de pesimismo).
La cuestión es que, como producto de una gran conspiración o, mucho más probable, por efecto de la ilimitada estupidez humana, nos hemos dejado llevar por la colusión de intereses de los bancos de inversión, los grandes bancos comerciales, las aseguradoras multinacionales, las grandes auditoras y las agencias de calificación, que han pilotado el proceso de destrucción de las bases de nuestra democracia social – Estado Democrático y Social de Derecho, según reza la Constitución que hoy festejamos- mientras aceptábamos limitar los poderes y los medios materiales de los reguladores del sistema coadyuvando al establecimiento de un entorno ideológico que impedÃa su acción efectiva.
En 2001 sonó la alarma con la burbuja de las punto com y el fraude de Enron, pero nos contentamos con la reforma del oligopolio internacional de las auditoras, obligándolas a no ser juez y parte: si auditas no puedes tener intereses en el auditado. Qué bien, pero no fue suficiente, como demuestra que el porcentaje de la industria financiera siguierea creciendo respecto al total de los beneficios empresariales, llegando a suponer el 40%, porcentaje curiosamente idéntico al que provocó la crisis de 1929.
Recuerdo que cuando tenÃa no más de quince años mi padre me explicó que la razón última de la crisis del 29 habÃa sido que la gente habÃa pasado a ganar más especulando en bolsa que poniendo sus ahorros al servicio de la economÃa productiva (seguro que utilizó otro término, que yo era más capaz de entender). La explicación es igualmente válida: en el momento en el que se gana más especulando en el casino financiero que invirtiendo en la producción de riqueza tangible, el sistema acaba quebrando. Lo acongojante es que tipos como Bob Bernanke, Presidente de la Reserva Federal y supuesto experto en la crisis del 29 (no está claro que lo sea más que mi padre), no vean claro que el sistema ha explotado por la proliferación de productos financieros tan sofisticados (los llamados derivatives) que no los entienden siquiera aquéllos que se forran intermediando con ellos y que por ello nos dictan que son buenos para todos.
No les voy a dar más el coñazo. Simplifico. En las últimas décadas, los incentivos a los altos ejecutivos han pasado a incentivar los resultados a corto plazo, la llamada creación de valor (en bolsa). En paralelo, su tasación fiscal se ha desplomado. Cuando se les despide por haber llevado la empresa a la semi quiebra se llevan una indemnización blindada igualmente millonaria. La compañÃa en cuestión no desaparece sino que, si le ha sido permitido comprar otras compañÃas sin lÃmite (¿dónde queda la regulación anti-trust frente a la pulsión dominante de fusiones empresariales?) y adquirir el tamaño suficiente para que su hundimiento amenace al sistema, la compañÃa es rescatada por los poderes públicos sin coste para sus accionistas. Y en aquellos casos en que lo tiene¸ los accionistas no pueden actuar contra los directivos que les han hecho perder su dinero porque todo es legal. Al final es el contribuyente el que paga, con el agravante de que la clase media es prácticamente la única que contribuye al haberse generalizado las rebajas para las grandes fortunas, popularizado la limitación de la progresividad fiscal y allanado el recurso a los paraÃsos fiscales gracias a la liberalización de la circulación internacional de capitales.
En pleno pánico máximo la Cumbre del G20 de Pittsburg acordó una serie de medidas “revolucionarias†para lo que venÃa siendo el consenso económico internacional. Asà lo defendà en este foro: acabar con los paraÃsos fiscales para que los grandes capitales no puedan escapar de la fiscalidad de las grandes economÃas; ligar los incentivos de los altos ejecutivos a los resultados de su gestión a largo plazo en vez de a corto; obligar a las agencias calificadoras a no tener conflictos de interés con los calificados; limitar el apalancamiento exigiendo mayores garantÃas colaterales; etc.
Pero el gran pánico pasó, fundamentalmente gracias a la masiva puesta a disposición de capital público al rescate de los criminales financieros que lo habÃan provocado, y todo quedó en agua de borrajas.
Entretanto, los gobiernos han sufrido un deterioro espectacular de sus finanzas, primero por verse obligados a intervenciones masivas para reactivar la economÃa, segundo por la reducción de ingresos fiscales provocada por el parón de la actividad económica y tercero por el incremento espectacular de los costes indirectos de la crisis como los subsidios a los desempleados.
Y ahora, los que nos llevaron a la crisis, los que se beneficiaron directa e intensamente mientras lo hacÃan, pretenden convencernos de que el problema es el gasto público. Es claro que a largo plazo no se puede gastar más de lo que se ingresa, como también que el mercado de trabajo serÃa más eficaz si fuera más flexible. Obviamente las autoridades públicas no deben volver a incurrir en los derroches en infraestructuras de los últimos años. Igualmente, el sistema de salud admite grandes mejoras, útiles para que su universalidad siga siendo viable. Lo mismo vale para el paro.
Pero, perdónenme, nada de eso nos ha llevado a la crisis, no es esa la raÃz de la desesperada situación económica que padecemos. De hecho, si nuestras autoridades públicas hubieran gobernado con la máxima eficacia, estarÃamos en una situación muy parecida. Derrochamos mucho -50 aeropuertos frente a 18 en Alemania-, pero lo hicimos mientras el Gobierno aplicaba la ortodoxia liberal de reducir la deuda pública y el déficit, llegando a tener superávit. La realidad es que, pese al derroche y la ineficiencia, sólo el 15% del total de nuestra deuda es pública, siendo el resto privada.  Las administraciones públicas pueden y deben adelgazar, pero la ineficiencia autonómica no es tampoco la causa de la crisis.
La verdadera causa de la lamentable situación en la que nos encontramos es la impunidad que hemos consentido en conceder a los golfos apandadores, nacionales e internacionales, que nos han obligado a poner a su servicio miles de millones de las arcas públicas para mantener con vida un sistema económico amenazado por su avaricia sin lÃmites.
No es una cuestión ideológica. La social democracia debe poner el énfasis en la progresión más rápida hacia la igualdad de oportunidades, mientras el centro derecha debe preocuparse de limitar las cortapisas al emprendimiento privado. Es un buen equilibrio que lamentablemente desapareció hace algunas décadas, con la complicidad de todos y en beneficio exclusivo de los criminales que se forraron mientras los demás, tanto los de derechas como los de izquierdas, Ãbamos aguantando hasta que empezamos a perderlo todo, primero capacidad adquisitiva, luego trabajo y finalmente nuestras propiedades, incluida la vivienda.
Nos han timado abiertamente y pretenden volver a hacerlo, con nuestra complicidad a base de convencernos de que no hay más remedio que tragar. La cosa está muy mal y no queda otra que ceder parte de “tus privilegiosâ€, insostenibles dada la situación.
No es cierto. Claro que hay otras opciones. Obviamente no la revolución violenta del proletariado, como tampoco la resistencia numantina a cualquier cambio para defender conquistas supuestamente sociales pero cada vez más “corporativistas†dado que sólo benefician a los ya instalados en el mercado de trabajo. Tampoco parece viable la opción de la revolución pacÃfica “indignadaâ€, demasiado amplia y difusa.
La única vÃa para salir de esta con bien y sentar las bases de un futuro próspero, justo y estable es muy simple: que las clases medias, de derecha e izquierda por igual, retomen el control polÃtico y social –que para algo somos mayorÃa- y fuercen la vuelta a la senda del estrechamiento de la brecha de prosperidad entre ricos y menos ricos. Es sencillo, basta con tomar conciencia de que nos han timado y pretenden volvernos a timar.
Not in my name. Hopefully not on yours either. Es decir, que estos golfos criminales no cuenten conmigo y ojalá que no cuenten contigo tampoco.
Al articulista y artÃculo de hoy ……….. chapeau.
Hay un problema importante, vital dirÃa yo, que se origina en otro tipo de «lucha de clase» que, a mi entender, ha desequilibrado y mantiene un constante avance en el crecimiento de la brecha que podemos entender como «desigualdad» y es la lucha entre la clase capaz y la clase mediocre. No es una lucha entre desiguales a la hora de valorar intenciones, que pueden ser en ambos casos loables, sino en la dificultad de que el capaz no termine abusando de la permisividad del sistema unida a su capacidad para, asimismo, buscar los vericuetos necesarios que arrimen el ascua a su sardina. Lamentablemente la clase capaz, necesaria por su fuerza para desarrollar riqueza, conocimiento, impulso, orientación, camino etc. etc. no se está dedicando, ni en la medida necesaria, ni en los momentos oprtunos, ni en la universalidad requerida, a la polÃtica, sino que, vista la mayor rentabilidad que otras opciones ofrecen, bien por interés, vocación, u otros motivos, se dedican a otros menesteres distintos. La polÃtica se está nutriendo, sobretodo en paises y entornos económicos que aún no han consolidado sistemas que impidan los abusos que de todo tipo y en toda circustancia se puedan dar, de gente, en su mayorÃa mediocre, incapaz de poner coto a los desmanes, ni de generar y hacer aplicar leyes que eviten que el defraudador no solo no sea defendido, cosa que hoy sucede, sino mÃmimamente desactivado y de desiquilibrar en favor del bien común, la desigual lucha entre riqueza y poder vinculado a la misma y resto del mundo.
La primera condición para plantear un cambio es hacer una buena diagnosis. Hay que saber contar la historia y la sucesión de acontecimientos que han llevado a la situación actual, que parece bien reflejada.
Hablando con americanos de los que viajan (que dicen que no son mayoria) uno se da cuenta de que la percepción del problema mundial, con sus particularidades, es similar a la que muestra el articulo de hoy y a la que muestran, o mostramos , mucha gente en Europa y en España. Aunque no toda.
Me gusta cómo lo dicen ellos, plantean muy bien el problema, a veces nebuloso de la pérdida de fe de la clase media. Antes, dicen estos viajados yankies, uno podia esperar que por un trabajo razonable uno podia acceder a unas condiciones de vida razonabes, el «american dream», casa con vallita, coche y bienes de consumo. HabÃa un cierto sentido de la justicia. Rooselvet dijo aquello de «el salario de un dia por el trabajo de un dia» para explicar que no podÃa haber condiciones laborales tan penosas que no permitieran a la gente normal vivir dignamente de su trabajo. Cierto es que los stándares de vida se han elevado desde los 30, menos mal, pero parece que ya no hay esa percepción. Desde las crisis del petróleo y las subsiguientes deslocalizaciones industriales masivas, todo puede perderse de un dÃa para otro. Del America Can Make Everithing (el ACME que salÃa en los dibujos de Bugs Bunny o del Correcaminos) hoy la Economia americana tiene un 12% de peso industrial. Les pasa a otros paises….a ESpaña, al Reino Unido casi a Francia.
Lo llamativo de este proceso destructivo ha sido que se ha hecho con el beneplácito y, es más, el impulso desde la ciencia economica. Salvando las distancias, si el sistema feudal contó con la justificación moral de la religión católica, la pérdida de capacidad y el nuevo abuso se han apoyado en una peculiar enunciación de las reglas de lo conveniente y lo útil hecha desde una disciplina aproximadamente cientifica. En otras palabras, desde hace treinta o cuarenta años, gran parte del cuerpo del mensaje de la economÃa a los ciudadanos ha sido «jódase.» Esto tiene que cambiar. Hace falta una economÃa de la liberación.
Off topic, porque el dÃa lo da:
Hoy, 6 de diciembre, DÃa de la Constitución. Como cada año celebramos el comienzo de la más prolongada etapa de convivencia democrática de nuestra historia y rememoramos como desde el diálogo y el consenso se pueden superar las discrepancias para establecer un campo de juego común. Tras tres décadas de vida constitucional, la reforma del art. 135 (compartida por unos, por otros entre los que me encuentro, no), sà que sirve para demostrar que la Constitución no es un dogma sagrado, sino una realidad jurÃdica viva, que debe adaptarse a las circunstancias sociales cambiantes. Por ello, este 6 de diciembre deberÃamos reflexionar sobre los cambios que los nuevos tiempos demandan: fortalecer los pilares del Estado de Bienestar como elementos fundamentales del sistema constitucional no susceptibles de ser sacados a pública subasta, fortalecer la polÃtica frente a los poderes no representativos (como los económicos y financieros), abordar con valentÃa una de las asignaturas pendientes de la democracia española, que no es otra que la reforma electoral (hacia una mayor proporcionalidad e igualdad entre los actores del juego polÃtico: un hombre / una mujer = un voto) y, ante los recientes acontecimientos, reconsiderar la forma de Jefatura del Estado, sin complejos ni miedos.
Feliz dÃa a todos, y especialmente a los premiados con Acueducto de Segovia.
On topic: estupendo artÃculo. De sombrerazo.
Hola a todos!!
Muchas gracias por el artÃculo LBNL: OLÉEEEEE 🙂
QuerÃa aprovechar y preguntar que si no se puede cambiar la fiesta de la Constitución y ponerla en Febrero, por ejemplo, que me viene mejor algún dÃa de fiesta ese mes en lugar de Diciembre, que ya hay muchas fiestas… No sé… ya que se cambia la Constitución sin más pues que se cambie la fecha de su celebración sin más también! Hombre, es verdad, las fiestas (que yo sigo religiosamente) están muy mal distribuidas…
Saludos!
Hay otro aspecto que destacar en la depauperación de las clases medias (suena esto peligrosamente marxista). Es el deterioro de las relaciones laborales. Buenos y malos trabajadores los ha habido siempre, buenos y malos empresarios también. Pero sà se ha observado en este proceso largo del que habla el articulista un sesgo muy acusado hacia una pérdida de la consideración debida al factor trabajo. No ya solo en el lenguaje y la, digamos, actitud analÃtica al respecto (siempre se habla de costes laborales, del coste de despedir, de reducirlos, extinguirlos, etc., en lugar de verlos analÃticamente como un factor esencial a la hora de que una empresa funcione), sino en una serie de prácticas conexas que han acabado siendo francamente destructivas.
No es la primera vexz que se comenta en este foro ese tipo de practicas como externalización de funciones, outsourcing, bodyshopping, etc. que, pudiendo tener cierta justificación lógica en terminos funcionales, por el volumen que han alcanzado las conveirten en responsables de ese fenómeno de empobrecimiento de los que trabajan, o trabajamos. En el momento en que una empresa valora un puesto en X y el que realmente realiza el trabajo recibe una fracción pequeña de X, estamos presenciando una injusticia básica que cabrea mucho al personal, mientras que permitimos el engorde de esos intermediarios más alla de lo que corresponderÃa por una mera función de ajuste que deberÃa ser residual o marginal.
Si estamos diciendo que debe ponerse coto a la desregulación como principio, este tipo de práticas debe tambien acotarse, por lo dañinas que son.
Porque no sean todo flores para el articulista, lo de Franquismo Gironismo para la regulación laboral española… hombre… si vamos a llamar hitleriana a la regulación alemana (más restrictiva y con costes de despido más altos) pues estupendo. O podemos buscar epÃtetos curiosos para la Noruega, donde los convenios colectvos son a escala nacional… no sé. Que las cosas son siempre mejorables, no cabe duda. Que las mejoras siempre han venido desde la misma dirección y con el mismo propósito en los últimos años, también… y que lo de Franquismo Gironismo es manifiestamente mejorable… pues eso.
Es que ciertas cosas a uno le chirrÃan, precisamente a lo mejor las que a Fernando le han hecho, que lo hace muy pocas veces, felicitar por el artÃculo en lugar de gastar alguna broma.
LBNL, hoy me ha dejado el ordenador sin tinta de tan extensa exposición, gracias por su visión.
«La única vÃa para salir de esta… …que las clases medias… …retomen el control polÃtico y social… …y fuercen la vuelta a la senda del estrechamiento de la brecha de prosperidad entre ricos y menos ricos». Su propuesta está dentro de los parámetros posibles para enderezar el rumbo, pero olvida de que estamos hablando, del capitalismo y sus crisis cÃclicas, lo que invalida su vÃa como una solución estable. Hay que replantearse el sistema y aceptar otros valores mucho más sólidos como puede ser el valor de la vida del que tanto he escrito en este estimulante y prestigioso blog.
Por eso, hoy, dÃa de la Constitución, les traigo lo prometido, la herramienta web «cestoonu» en apoyo de la vida del ser humano como valor capital universal:
http://www.cestoonu.com/
cestoonu es singular, especial. Es un lugar donde se puede votar por una propuesta global. Es un sitio probatorio y una vitrina pública. Una acción pacÃfica y solidaria. Un proyecto humano único, el primero de su tipo. Un referéndum global en apoyo de la vida del ser humano como valor capital universal. Un simple gesto, un voto útil y gratuito, humanitario, a favor de la vida, en auxilio del fin del hambre, la miseria y la pobreza del planeta. Vitaminas para el sistema. Un bálsamo para la mente. Un camino a seguir.
El camino puede ser muy largo, todo depende su sus voluntades reales para cambiar y mejorar el mundo. Si no hacemos caso ha esta propuesta ya saben lo mal que acabará todo y estoy convencido que no desean que eso ocurra, asà que regÃstrense y sean felices para siempre.
«Otros pájaros volarán más lejos»
Muy buen artÃculo, sà señor. No obstante, no me quedan clara la identidad de los timadores. ¿Quiénes son exactamente? No es por ponerme nostálgico, pero yo creo que no hay unos timadores como tales, sino que más bien es «el sistema» el que ha producido esto. Los timadores, además, no son criminales, pues han actuado según las reglas de juego del sistema. No han robado, ni han engañado. Para mi lo más irritante no son los financieros que se han hecho de oro a costa de desestabilizar el sistema, sino la profesión económica, que les ha dado la cobertura ideológica y les ha facilitado los instrumentos para sus inversiones especulativas. Los economistas no lo han hecho por interés personal, sino por dogmatismo ideológico. Las grandes ideas de nuestra época (desregulación, privatización, libertad absoluta para los flujos financieros, agencias independientes del poder polÃtico, etc.) son ideas paridas por los economistas que nos han llevado a este mundo tan desagradable de hoy en dÃa. El poder polÃtico es tan débil que Obama veta cualquier propuesta de tasa a las transacciones financieras. El sistema ha desplazado el equilibrio de poder entre capital y trabajo. Los salarios como porcentaje del PIB vienen descendiendo en todos los paÃses de la OCDE desde hace 25 años. E iremos a peor, qué duda cabe. Por muy profunda que sea la crisis, las relaciones de poder no se han alterado y no parece que vayan a hacerlo en el futuro inmediato.
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SerÃa muy bueno que las empresas españolas tuviesen su misma opinión y punto de vista en lo referente a las relaciones laborales. ……. Sobretodo las que compiten con la mÃa.
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Déjeme usted tranquilo.
Por ultimo, para cerrar el dia, o el mio al menos, tambien una observación a los ultimos parrafos del artÃculo.
«, con la complicidad de todos y en beneficio exclusivo de los criminales que se forraron mientras los demás, tanto los de derechas como los de izquierdas, Ãbamos aguantando hasta que empezamos a perderlo todo…»
Yo no tengo problemas en comprarle, porque creo que es verdad, que a esos golfos apandadores nadie, ni izquierda ni derecha, realmente se les ha enfrentado o les ha puesto coto claramente en los ultimos años. Bien.
Otra cosa es al lado de quien aparecen siempre, y con quien van todo el rato, y que compañias frecuentan con mas gusto y de la mano de quien vinieron. Es que parece que hubieran apaerecido un dia como champiñones a «robarnos» a todos. Hablando en plata, con un ejemplo muy simple y de fuera, para no herir supceptibilidades, el Tea Party tiene un signo politico y una afinidad politica muy determinada.
Este tipo de enfoque de las relaciones politicas y económicas lo trajo la derecha y sobre todo es defendido por los partidos de derecha, envuelto en mucho ropaje de proteccion a la actividad empresarial y todo eso.Por mucho que en el parrafo en cuestion aprezcan igualmente damnificados digamos que un lado tiene mucha mas paternidad que el otro.
Dicho lo cual, yo me apunto a eso de la unión, y que duerma el león con el cordero (por cierto, que según el libro de las revelaciones es una señal del fin del mundo), pero me parece que este discurso cala mas con un sustrato ideologico determinado que, por ejemplo, con el que pueda abrazar con entusiasmo a Esperanza Aguirre y sus propuestas en madrid. Habrá que convencerles de que en el fondo están fatal, porque a ellos les parece que están estupendamente.
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Perdone usted señor asesor del Ministerio de Industria. DesconocÃa que entre sus potestades estaba la de citar a los intervinientes en DC sin que éstos pudieran responder.
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Ex asesor. Profesor universitario, economista y algún que otro par de cosas. Todas ellas desempeñadas de la mejor manera en que uno puede (ya se sabe lo que pasa con el filtro este de la capacidad que mencionaba usted en su comentario uno -esto si algo parecido a una cita y no lo que usted menciona tan dolido-)
No puedo mencionar sus logros profesionales, ya que usted no escribe con su nombre, sino con seudónimo. No obstante ya lo ha hecho usted mismo en alguna ocasión y no parecen malos.
Tampoco, por desgracia, puedo agradecerle la mención a mi trayectoria profesional porque no parece hecha con buena intención.
Matizar que yo no «le cito», ni contra-argumento algo de lo que usted diga, ni nada parecido. Menciono que le gusta el artÃculo en lugar de gastar bromas, aventurando una razón por la cual puede ser. Conociendo lo que cada uno escribe por aquà lo primero es en si una noticia digna de comentario, pero no entro al contenido, por tanto, insisto, no hay cita.
La petición de que me deje usted tranquilo, que ha preferido de manera tan sumamente elegante no atender, se deriva de que en su comentario no hay , parece ser , deseo alguno de argumentar o apostillar o matizar nada del comentario 7, -diria que no lo ha leido o solo lo ha hecho de una manera muy diagonal- sino solo soltar «una fresca» al respecto. No me gusta entrar en ese tipo de intercambios.
Aprovecho para reiterar educadamente la petición que me deje usted tranquilo, que espero, atienda.
La tranquilidad es un estado de ánimo. ….. procure estarlo si tanto le preocupa.
Comenta LBNL: «Mientras nos solazábamos en nuestra pretendida prosperidad creciente, los más ricos se enriquecÃan de verdad, ensanchando en progresión geométrica la diferencia de renta con la clase media.» El viejo esquema marxista de una clase explotadora y otra explotada, se quiebra. Antes, la solución venÃa cuando la clase proletaria cogÃa el poder y mediante la propiedad pública de los medios de producción, acababa con la explotación. Pero ahora, resulta que no hay burqueses explotadores y proletarios explotados. Según, LBNL, hay clase media y «los mas ricos». ¿PodrÃa estar la solución en la toma del poder por esta clase media y la socialización de los medios de producción y de financiación? ¿Se acabarÃa asi con la explotación de la clase media por «los mas ricos»? El problema es que «los mas ricos» salen de la clase media. La experiencia de 70 años de propiedad pública de los medios de producción, desde 1917 hasta 1989, no trajo una prosperidad para la clase media. La clase media de las democracias populares veÃa como su nivel de vida era muy inferior al de la clase media de los paises gestionados por la socialdemocracia o cristianodemocracia. Por tanto, la propiedad pública de los medios de producción y financianción no resuelve el problema. La única solución viene de la reglamentación de la actividad de distribución de beneficios en los sectores productivos y en los sectores financieros una reglamentación mucho mas estricta de productos financieros permitidos.
Pero actualmente los sectores financieros se niegan a aceptar normas de conducta y de admisión de productos financieros controlados. Paradójicamente, el mundo financiero ya no es el que era. Nueva York, Chicago, Londres, Frankfurt, Tokyo ya no se distribuyen la totalidad de las finanzas mundiales. Ahora estan muchos mas centros financieros con mucho poder y todo se hace mas confuso.
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Pierda usted cuidado.
Agradecido por su preocupacion.