Sobrevivir a la Navidad

Barañain

Recién concluida la Navidad, le envío un sms a una  amiga, asidua de Debate Callejero,  y le digo que estoy escribiendo un artículo para el blog, del que ciertas turbulencias personales y familiares me han tenido apartado últimamente.  Lo cierto es que,  acabada la primera fase de los festejos (aún nos quedan la temible Nochevieja y los regalos de  Reyes), he salido airoso –de las turbulencias y de los excesos navideños-, así que con el ánimo restaurado me presto a mi trabajo de articulista.

-“Escribiré algo sobre las entrañables navidades”.  Y según tecleo en el móvil  esa frase, ya me estoy imaginando en el papel de Mr. Scrooge, ese extraordinario personaje del Cuento de Navidad de Dickens al  que, invariablemente, rindo un  íntimo  homenaje en estas fiestas tan horriblemente familiares.

 Aunque el mensaje ha sido a través de un escueto sms, al otro lado de la línea se ha percibido de inmediato que adjetivar como “entrañables”  las navidades era un preludio de la  hostilidad con que pensaba referirme a ellas.

-  “¡La navidad es asquerosa!”, me contesta con complicidad mi amiga, que me anticipa así una radicalidad superior a la mía.

 -  “Creo que somos multitud los que las tememos”, apunto con precisión de científico social.

 -  “Yo pico todos los años y preparo la cena de nochebuena con entusiasmo; luego, quedo para el arrastre y me retiro de la vida útil”. Aparte de radical, mi amiga es exagerada, pues estoy seguro de que el retiro apenas le dura un suspiro.

-“Y te prometes que este sí que ha sido el último año, aún sabiendo que el que viene volverás a picar”, replico adoptando el perfil de complaciente psicólogo de cabecera.

-“Ya ni me lo prometo”, concluye mi amiga con fatalismo derrotista.

A veces he llegado a pensar –e incluso a ilusionarme con ese pensamiento-, que somos mayoría en esta España secularizada los que sentimos un desapego por la Navidad, que oscila entre  el mero  desdén, creciente con los años, y  la más combativa hostilidad. Al menos muchos se muestran comprensivos con mi estado de ánimo crítico y me confiesan similares opiniones. Pero enseguida compruebo que se trata de una falsa ilusión y que quedar a salvo de  la Navidad es una batalla perdida de antemano.

 La incomodidad empieza a asediarme  ya en las semanas previas,  cuando los madrugadores adornos callejeros (con sus inverosímiles motivos de renos y estrellas nevadas) y el bombardeo de la lotería más deseada, preludian las fiestas.  Año tras año me imagino que esta vez sí, que esta vez conseguiré escapar de la trampa familiar de las navidades, del ajetreo callejero y comercial que vuelve las calles impracticables y el tráfico aún más insoportable de lo habitual; que eludiré la secuencia de comilonas y lunchs con compañeros de trabajo; que dejaré de estrujarme la cabeza pensando en regalos con los que sorprender a niños y jóvenes de mi entorno familiar que, como todos, tienen ya de todo; que evitaré la cena anual con esos cuñados pelmazos; que , en fin, dejaré de escuchar lo de ese  insufrible pez que bebe en el río, y bebe, y vuelve a beber, de contento que está por ver a Dios nacer. La madre que lo parió.

( Y eso por no hablarles de nuestra inventada tradición del “Olentzero”, horrible muñegote  que representa a un sucio y alcohólico carbonero que baja del monte y deja regalos a los niños vascos; como ven, todo un derroche de encanto y glamour  esta  alternativa del nacionalismo vasco al tripartito de Melchor, Gaspar y Baltasar).

En mi caso esa incomodidad debe tener algún rasgo genético. Pese a lo reconfortantes –y a menudo tramposos-, que son los recuerdos infantiles, que casi siempre incluyen alguna amable imagen navideña, siendo ya mayorcito mi madre me confesó que, en realidad, a ella –a la que yo recordaba tan presta a agradar a toda la familia que se reunía en torno a una cena  pantagruélica, con fondo de villancicos, belén y espumillón  -, no le gustaban nada estas fiestas. Que la entristecían. Quizás porque a su vez le hacían evocar las navidades de su niñez y con ellas las alegrías,  las personas y, sobre todo, las ilusiones  desaparecidas en su personal  túnel del tiempo.

Pero ese también debe ser un rasgo muy común. Parece que son muchas las personas a las que la navidad entristece más que alegra. Y sin embargo  se asume como algo inevitable que hay que sobrellevar de la mejor forma posible. “Pero, eso sí, que pasen rápido”, oigo decir a menudo. La coartada tiende a ser, igualmente, universal: “lo hago por mi familia, si dependiera sólo de mí,…”.  Cuando somos jóvenes y hemos superado ya la espera ansiosa de los regalos y del plus de atenciones familiares que esperamos recibir, acudimos al rito familiar anual para agradar a los mayores. Y acaso porque no hay mejor momento que ese para montar la trifulca entre padres e hijos adolescentes. Una vez independizados, el festejo familiar –ahora complicado con la demanda adicional de la familia política (¡qué cruz!)-, se convierte en cita obligada para mantener vivo el vínculo con la tribu. La llegada de hijos / nietos hará ya inevitable  restaurar con nuevos bríos la tradición (“ellos disfrutan tanto…”).

Si te imaginas –inocente de ti-,  que cuando crezcan tus vástagos y se hagan autónomos y  descreídos podrás escaquearte y dedicarte, por ejemplo, a viajar en estas fechas a algún remoto destino de palmeras y tablas de surf, sin resonancia navideña alguna, pronto  te darás cuenta de que es un objetivo imposible. Bien sea porque siempre hay niños pequeños a los que satisfacer su ilusión (las generaciones no se suceden simultáneamente sino de modo escalonado, y si no son hijos, son sobrinos, y si no, nietos,…) bien sea porque cuando unos crecen otros, los padres, merman y, claro, en su vejez y  deterioro no es de buen tono dejarlos solos en esta fechas tan entrañables (¡¡ya está, en algún momento tenía que salir lo de “entrañables”!!). 

En mi caso, como ocurre a otros muchos,  la demencia mantiene a mi madre –que vive conmigo-, en su propio e impenetrable  mundo. En los últimos años, confieso que he intentado valerme de esa situación para evitar la ronda gastronómica familiar (ya saben, cenar con unos en Nochebuena, comer con otros en Navidad, pasar la Nochevieja o el año nuevo con los que faltan, etc…). Ni así; cuando lo he intentado, toneladas de altruismo me han caído encima: “¿pero, qué dices,  cómo no vamos a ir a tu casa y dejarte que pases esa noche sólo con la madre?”, “seguro que ella, a su manera, lo nota y lo agradece”.   No conseguiré nunca escapar de la Navidad: cuando crea estar  ya libre de compromisos, la vejez  propia me impedirá salir y no podré librarme de los “entrañables” agasajos y atenciones que otros se sentirán obligados a compartir conmigo.

En fin, a pesar de todo creo que he salido, en esta ocasión, bastante indemne. Pero  no cantaré aún victoria: quedan por pasar las duras pruebas de la Nochevieja, con sus programas recopilatorios de lo mejor y lo peor del año que se va (¡qué ocurrentes son los medios de comunicación  en esta época!), con sus uvas y su retransmisión televisiva de las campanadas (¿pero es inevitable tener que asomarse año tras año a la horterada de la Puerta del Sol?), con su concierto de año nuevo y esos que palmean la Marcha Radezky tras pagar con mucha antelación  unas carísimas entradas en alguna sala vienesa), con su concurso de saltos de skí en casadios, con la cabalgata de los Reyes (o lo que sea que hayan montado nuestras multiculturalizantes autoridades municipales),  con el emocionado recuerdo a nuestros soldados en Afganistán (¿o eso ha sido ya?), con su cuesta de enero, en fin,  a la vuelta de la esquina.

No sé, igual piensan  que soy un raro. O un cenizo. Pero no soy un ogro y puedo asegurarles que pasadas estas fiestas, me olvido hasta el próximo diciembre de Mr. Scrooge. Y seguro que vuelvo a olvidar enseguida  que debo reservar unos días de vacaciones para el final del año, a ver si consigo, con un poco de suerte, ese imposible deseo de viajar al otro hemisferio en las próximas navidades.

22 comentarios en “Sobrevivir a la Navidad

  1. Sí, es verdad, las fiestas navideñas son muy pesadas. Uno tiene obligación de reunirse con los seres queridos, algunos oficialmente queridos -cuñados o suegros y también familiares propios, otros de verdad, queridos o con los que simpatizamos o tenemos algo que compartir. Como dice Barañaín, tienes que repartirte. Tienes 3 ocasiones, nochebuena, navidad y fin de año e intentas ir con unos u otros para que todos sepan que has querido estar con ellos. Lo mas frecuente en matrimonios con hijos es con la familia materna el 24, con la familia paterna el 25 y en finde año con las amistades más queridas.
    Pero antes, desde el comienzo de diciembre, no puedes olvidar a nunguno de los grupos profesionales o deportivos de los que formas parte o has formado parte. Hay que asistir y programar o incluso pelearte sobre si puedes tal o cual dia.

    Et Pourtant….como diría Charles Aznavour….. je n´aime que toi. Quiero decir con esto que, en realidad, pensamos que somos muy individualistas, pero en realidad no lo somos y menos cuando los dias se acortan tanto que a las 6 ya es de noche y, querámoslo o no, la falta de luz y el frio, hacen que el individuo se disuelva en la colectividad, busque el contacto con la tribu. Aparte de este resurgir del espiritu tribal en tiempos oscuros y frios, también hay un deseo de romper con la rutina, aunque se ha roto con la misma en otras varias ocasiones del año. Si el frio y la oscuridad deprimen, las obligaciones de tener que organizar la cena de nochebuena o los restantes ágapes colectivos, de tener que buscar por la ciudad regalos para tus familiares, te impiden deprimirte.

    Para los cristianos, además, la idea de que esa noche nace un niño que va a salvar al mundo, aunque, en el fondo nadie sepa en que consiste esa salvación, les da un motivo más para combatir la depresión invernal. Ya pueden pelearse en las colas de las tiendas por conseguir el mejor besugo o capón, mirar con odio al que impide que su coche avance en un atasco, da igual. Esa noche, aunque tambien los distintos familiares se lancen puyas por viejos agravios o por lo que tiene que pagar cada uno, es la noche de paz a los hombres de buena voluntad. ¿Que estas son flagrantes contradicciones? Sí, pero hasta el mas frio y racional ser humano está lleno de contradicciones ¿Que en el hemisferio sur deberían ser las fiestas invernales en torno al 21 de junio? Sí, pero es el hemisferio norte el que colonizó al hemisferio sur.

  2. Y pa los que ya estén hartos de pavo, que se pasen ar faisán, que ahora es el mejor manjar del Mundo.

  3. Joer quería mandar la viñeta de Martinmorales en tamaño grande ….. pero sale toa la página del piridioco.

  4. Er espíritu Navideño que no decaiga. Hay que defendé las tradisiones.
    Y ar que no le guste …… que chille.

  5. Buenos dias!!!

    Barañain, pues sí, ya ha pasado la primera parte de la Navidad… y la verdad yo he disfrutado mucho mucho mucho, es verdad que las fiestas son (o parecen) más entrañables cuando se celebran fuera de España, como nosotros casi cada año, que nos vamos al sur de Francia a la maison de mi segunda familia. Ahí hay más temas de conversación y más risas porque hay más interés en los cotilleos de los dos países, y los roces son menos, primero porque no es familia directa y segundo porque son en francés y es más difícil enterarse de las puyas entre unos y otros… jejeje Y los regalos son fáciles, turrón y polvorones para todos!!! Si a eso le sumamos el buen vino continuo y el magnífico queso…. Sólo decir que hasta fui con los demás a la iglesia del pueblo a cantar la noche del 24… ‘o la laaaaaa’ jajaja y luego tomar más vino con el párroco, un señor mayor de Pau, tremendo oiga!!jajaja (cruzaré los dedos para que me sigan invitando….jejeje porque todo hay que decirlo, si celebrase las fiestas de forma convencional me deprimiría, que ya me ha pasado, mi altruismo me dice que hay que salir corriendo de aquí!!!jajaja)

    Y al regreso…. concierto de Fito!!!! para qué pedir más jejeje

    Ahora queda la segunda parte, veremos cómo nos lo vamos montando… La tercera parte, la de los Reyes, se la dejo a otros.

    Saludos! Y buen día de los inocentes, no?

  6. Un detalle: a partir de estas fechas los días empiezan a ser más largos. Igual es el verdadero motivo de celebración. O lo mismo las navidades son una inocentada y todavía no nos hemos enterao porque no tenemos remedio, como sugieren el articulista y su amiga.

    En fin, feliz año por si acaso y para el atracón recomiendo famidigest, una infusión que suaviza los efectos navideños.

  7. ¡Ay, la Navidad! …ese oscuro motivo de deseo.
    La Navidad es para los niños,si ponemos buena cara es por ellos.
    El Fin de año es un pretexto para celebrar el fin del Mundo…ya saben…¡Follemos ,follemos que el mundo se acaba!!
    El primero de año es mi cumpleaños,el dia mas tranquilo del año….estan todos hechos polvo….jeje.

  8. Para seguir con el ambiente navideño escribo aquí la letra de uno de los temas que se ‘cantuvo’ en la iglesia en su ‘idioma regional antiguo’, ¿cuántos idiomas pueden diferenciar?:

    MARIA
    Sorelh deu purmèr dia,
    E deu darrèr moment,
    Maria de tot dia,
    Maria de tostemps,
    Deu som de la montanha,
    Maria deu camin,
    Tan cap de la mar grana,
    Maria deu marin.

    Que vos saludi, Maria
    Tant per gai com per dolor,
    Dessus nosauts, cada dia,
    Pausatz los uelhs de l’amor.

    Dens lo miralh que danÇas,
    Taus qui se son perhuts,
    Dens la desesperanÇa,
    Aquera prauba lutz,
    Auquera cinta blua,
    Com un trocòt de cèu,
    Aqueth arrai de lua,
    Au capulet de nèu.

    Maria qui bailina,
    Tots los desconsolats,
    Maria medecina,
    Maria sonque patz,
    La nosta dama blanca,
    Maria de qui cau,
    Maria qui enfranta,
    Maria….. o la laaaaa

  9. Cuando los niños nacen, buscan a toda costa rutinas. Se sienten seguros cuando reconocen sus rutinas. Les gusta jugar siempre a lo mismo, cantar las mismas canciones, etc. y siempren acogen con recelo cualquier novedad. A medida que nos hacemos adultos (algo que muy pocos consiguen), vamos quitando valor a las malditas rutinas, aunque rara vez llegamos a desembarazarnos de ellas completamente. La Navidad es una de las más egregias. No puede haber Navidades sin alguna diatriba antinavideña, como la de hoy. Es parte de la rueda que gira. No podría asegurar si ya leí el año pasado el artículo de hoy de Barañaín, pero da igual, puesto que podría haber sucedido perfectamente. El sorteo del gordo, con el señor de los botones presente en la sala, los reportajes en el telediario sobre la industria juguetera en el levante, el anuncio de Freixenet, las aglomeraciones en los comercios, las uvas y no sé cuántas cosas más, se repiten año tras año mientras unos se alegran, otros se desesperan, otros se aprovechan e incluso alguno permanece indiferente. ¿Y qué? El niño Dios nació en invierno y lo mataron en primavera sin duda para que las vacaciones estén equilibradas a lo largo del año. A mi me parece que responde a un plan inteligente y no veo motivos para cambiarlo. Y para que la repetición y la rutina no nos ahoguen, la Semana Santa cambia de fechas de año a año. ¿Qué más se puede pedir?

    PD1: hay un artículo verdaderamente excelente de Victor Lapuente hoy en la Cuarta del País. Recomiendo con entusiasmo su lectura.

    PD2: De estas Navidades me quedo con este resultado: Belén Esteban-1, Jaime Peñafiel-0.

  10. No pensaba intervenir hoy porque simpatizo con el sentimiento de Don Cicuta: hay debates que se repiten con demasiada frecuencia y uno lo tiene todo dicho. Pero leyendo su comentario, me ha recordado a un tipo que ya no volverá a repetirse: el señor de los botones. Tuve la suerte de conocerle personalmente. Se llamaba Salvador Benítez Griñó y nació en Valderrobres (Teruel). En la comarca le llamaban ‘El loco del Matarraña’.

    Para mucha gente era un tipo peculiar, pero la historia de esta persona creo que merece ser conocida. En mi modesta opinión, creo que retrata un poco lo que ha pasado con nuestra memoria histórica. Salvador, tras la Guerra Civil, se exilió a Francia huyendo de la represión franquista. En Francia se unió a la Resistencia, con la mala suerte de caer preso del nazismo. Ello le condujo a un campo de concentración, Mathausen, donde estuvo más de un año. Tras ser liberado por los aliados, fijó su residencia en París, donde trabajo modestamente en un taller de coches. Una vez se jubiló, se dedicó a viajar por montones de lugares con sus trajes peculiares que el confeccionaba. Era un clásico el día de la lotería, pero recuerdo como nunca fallaba a las fiestas de mi pueblo. Tuve la suerte de conversar con él varias veces y cuando le preguntábamos porque había decidido seguir esa forma de vida, siempre respondía lo mismo: «quiero hacer feliz a la gente». En fin, un tipo muy pecaliar que falleció hace 5 años. Luchó contra el fascismo, estuvo por ello en un campo de concentración y en nuestra memoria será siempre ‘el señor de los botones’ o ‘El loco del Matarraña’.

  11. Agradezco mucho el comentario de Isidoro. Me confirma plenamente esto del eterno retorno: el pobre señor de los botones lleva cinco años muerto, pero yo juraría haberlo visto en el sorteo del año pasado. Cosas de la memoria. ¿Y para cuando un artículo cultiparlante sobre nuestros toponímicos? Creo que le corresponde a Penadés hacerlo. Sugiero empezar pro «Matarraña». ¿Cómo diablos se llaman los de ese pueblo, «matarraños»?

  12. Bueno pregunta, don Cicuta. Yo siempre he hablado de los habitantes del Matarraña, pero no conozco el gentilicio. Además, el Matarraña no es un pueblo, es un río que da nombre a una comarca que engloba a varios pueblos. Entre sus peculiaridades está que hablan un dialecto del catalán pese a ser aragoneses. En catalán se llama Matarranya. Pronto vendrá Pratxanda y reclamara la anexión del Matarraña a los condados catalanes…..

    De hecho, recomiendo a todos los lectores del blog la visita de esta comarca. Se le conoce como la ‘toscana aragonesa’. Además de estar hermanados con la Toscana, el paisaje y el clima es muy similar. Entre sus productos destaca el aceite y el vino. De hecho, si quieren probar un buen vino, pregunten por Venta d’Aubert. Es un vino de excelente calidad criado en Cretas (Matarraña).

    Ala, ya he hecho propaganda de la zona!!!

  13. La verdad es que sí, Amistad. Darle ese bajonazo a las expectativas del PP y reducirlas a solo una ventaja de 2,9 puntos es una inocentada tan poco creible que todos la habrán adivinado. Si solo la hubiesen rebajado al 5,8% hubiese picado más gente.

  14. Señor, qué cruz! Hoy en Intereconomía preguntan si las fiestas han perdido su vertiente religiosa.

    Que perrera les ha entrado en DC con la falta de luz en invierno. Y qué coño tiene que ver el gregarismo. Ante las verbenas de San Juan qué decimos… que el exceso de luz lleva al individuo al gregarismo… ya la tribu, sí, pero a cual? Item donc, cuando celebramos nuestro cumpleaños a qué colectividad petrtenecemos? Cuando una pareja celebra el día que se conocieron o su boda… es minigregarismo o doble individualidad?

    Como decía San Manuel Delgado, las fiestas SON la religión. Las fiestas son aquello que marca y mide el tiempo. Se imjaginan una Navidad perpétua? No. Se imaginan un mundo sin fiestas? A que no. Luego está la teología de relleno y todo eso. Y, lçogicamente, las fiestas nace, cambian, mueren y se transforman.

    Ahora han sacado una nueva en Madrid que va nosequéde las familias. Si esto pasa en BCN, el gremio de pasteleros, que son quienes marcan el calendario ya habrían sacado la tarta de la familia tradicional.

    Creo que desde que se inventó la calefacción el rollo de aprtarse para combatir el frío no cuela. Supongo que me equivoco, pero diría que por estas fechas está la cosa sembrada, o no se puede hacer nada hasta la siembra y de ahí que se montaran unas fiestas cojonudas. Hasta el extremo de que en tiempos. por estas fechas, una matrona romana podía FOLLARSE (con todas las letras) al más sucio del os esclavos sin perder dignidad alguna. Luego vienieron los Roucos y la cosa fue cambiando. En todo caso qué más da, se trata de hacer excesos. Los que sean. Y que no metan al pobre arameo en esto, que en la otra parte del mundo hacían Poltach y esas cosas.

    De verdad, olvídense de mirar el termómetro, dejen de ser tan esnobs, y bebanse media botella de cava. O la botella entera. Y aluego escriban el artículo. Haganlo antes de las cinco, que se ve que lo de la luz solar da para mucho.

    Felices fiestas

  15. En catalán el gentilicio es matarranyencs. En castellano…. la página de wikipedia está menos elaborada.

    Pese a ser aragoneses hablan un dialecto del catalán… Es realmente curioso porque al resto de turolenses les pasa lo mismo, pese a ser aragoneses hablan un dialecto del castellano. Incluso los catalanes hablamos un dialecto del catalán. 🙂

    Voy a contarles la historia del colgado del Matarranya (Lo penjat del Matarranya) un individuo que, harto de ser explotado por los amos (de las tierras) decide emigrar a Barcelona para ser explotado por los amos de las fábricas. Aunque en un entormo más in, y con mejores posibilidades para sus pequeñas. Lástima que un mes de julio se lo llevara todo por delante. Los planes.

    Pero.. la felicidad no es eterna, ni en casa del rico, los nietos del colgado amenazan con anexionarse la comarca, mientras pintan horrorosamente, se dejan bigotes ridículos y escuchan a Wagner.. o a Brams. Ahora no recuerdo si hablan de los Sudetes o de la 9ª Veguería. Que se ve que Juilo Embid lo permite y Zapatero lo consiente.

    En cualquer caso, si no les gusta el cava denle al vino de cretas (en matarranyenco se pronuncia queretes) si no de esa marca de otras. Más en:

    http://www.portalmatarranya.es/cont.php?sec=ftu&ssec=pob

    ::

    Que antes m e he olvidado decir que la rutina no es mala. A la hora de conducir siempre por el mismo recorrido es peligroso pero productivo. Es un ejemplo

    Que se ve que el niño Jesús, nació en setiembre, pero la peña está muy ocupada en el campo y mejor lo dejaron para diciembre.

  16. Amigo Pratxanda, yo a Ud. le permito lo que usted quiera y pueda con nuestros territorios fronterizos. Además sepa que vamos a dos dados y en caso de empate el defensor (léase ‘los maños’) gana.

    De cualquier manera, creo que el día que la religión católica caduque seguiremos celebrando el fin de año o el solsticio de invierno porque ninguno de los presentes piensa renunciar a sus festivos laborales por su ateísmo ¿o sí?

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