Crónica de la Cataluña rota

Senyor_J

Cataluña es un espacio geográfico y una realidad simbólica que se encuentra en una profunda crisis. Siete años de disputas sobre su encaje en España, culminados con una DUI, han supuesto, entre otras cosas, el levantamiento o voladura definitiva de toda la simbología construida durante la Transición y más extensamente, durante 25 años de pujolismo. Esta Cataluña de hoy no es reconocible y tampoco es entendible desde el resto del Estado, lo que complica extraordinariamente las cosas para encauzar dicha crisis.La evolución simbólica de Catalunya en los últimos cincuenta años se enmarca en tres grandes series de relatos que se han ido encadenando. Frente a la larga etapa franquista, triunfó un primer relato que invocaba el fet nacional català y la recuperación del autogobierno, el cual encontramos perfectamente sintetizado en el lema: «Llibertat, aministia i Estatut de Autonomia«. Fue un relato hegemónico en Cataluña e inteligible para España, que le sirvió a Tarradellas nada menos que para recuperar la Generalitat ya antes de aprobarse una Constitución y para establecer un primer punto de consenso en el que se integraba toda una constelación de partidos de distinto signo que se consideraban catalanistas: la materialización más clara de dicho consenso fue l’Assemblea de Catalunya.

El segundo relato es el del pujolismo, un relato que profundiza en el fet nacional poniendo en marcha el fet diferencial, y con ello el desarrollo de un autogobierno que a la interna presenta la Generalitat como un Estado dentro del Estado y a la externa persigue el despliegue de un conjunto mayor competencias y recursos financieros, sin cuestionarse realmente su pertenencia a España. Es así como durante un periodo aproximado de 20 años será el pujolismo lo que dará sentido al catalanismo y desde donde se marcará la pauta a todos los demás partidos, que interiorizarán sus principales representaciones y simbologías. Son tiempos en que todos los partidos hablarán catalán en el hemiciclo y en que la Generalitat se percibirá, en definitiva, como algo más que un Gobierno autonómico.

Los mayores éxitos del pujolismo se producen en los dos periodos de gobierno del Estado en que no existen mayorías absolutas y en que los partidos nacionalistas se convierten en socios preferentes de gobierno. Par entonces esa Cataluña es admirada y rechazada por el resto de España a partes iguales, gracias por un lado a los logros que consigue y por el otro a las diferencias observables en cuanto a peso político, en comparación con otras regiones, pero sigue siendo entendida plenamente en la esfera política española, en la medida que la táctica del peix al cove se desarrolla con unas reglas muy claras de favor por favor: el dar (apoyos) a cambio de recibir (impuestos, infraestructuras…) rige la relación entre ambas esferas.

La fractura de ese segundo relato será larga y sinuosa. Se iniciará principalmente por los acuerdos de gobierno que suscribirá el pujolismo en Cataluña con Jose María Aznar para conllevar dos minorías parlamentarias: la de Aznar en 1996 (pacto del Majestic) y la de Pujol en 1999 (investido con el voto del PP). Para entonces ERC ya se ha convertido en una fuerza política de cierta relevancia en el Parlament (12 escaños) y se prepara para su gran crecimiento (23 en 2003). El PSC ha situado una alternativa al pujolismo en la figura de Pasqual Maragall, que se coronará como presidente en 2003 y que hará del cuestionamiento de los logros del pujolismo su razón de ser. Será entonces cuando los partidos catalanistas inicien su último viaje juntos y establezcan su último gran acuerdo, la redacción de un nuevo Estatut que culminará en septiembre de 2005 en el Parlament, tras una primera etapa de desencuentros entre las diferentes fuerzas.

El traslado del Estatut al Congreso, su proceso de aprobación definitiva en 2006 y el recurso de inconstitucionalidad ese mismo año marcarán hasta el año 2010, tras la sentencia definitiva del Tribunal Constitucional, el trayecto hacia el punto de inflexión en el que el catalanismo finaliza su etapa de unidad de acción y objetivos comunes, generándose un cisma entre unos partidos que se acomodan en posiciones netamente soberanistas, ya sea por ideología, decepción o por interés electoral, y el resto. En el transcurso del mismo, el PP renuncia en gestos y palabras a tejer vínculos y complicidades con el catalanismo y surge el fenómeno Ciudadanos, como propuesta que impugna el relato del fet diferencial y los consensos básicos del catalanismo. Un Cataluña separada en tres espacios políticos my distanciados empieza a surgir.

De 2010 a 2017 se inicia la larga marcha de los partidos que se identifican como soberanistas hacia posiciones independentistas y que culmina el pasado mes de octubre con la proclamación de la DUI, la aplicación del artículo 155 de la Constitución sobre la Generalitat y con el encarcelamiento de destacados miembros del último Govern. Para entonces los relatos ya se han vuelto plurales, si bien uno de ellos habrá sido durante 5 o 7 años el más hegemónico: el independentista. El soberanismo recorre los últimos tramos de esta etapa a lomos del relato de la independencia y la República Catalana, que queda aparcado por la reacción implacable del Gobierno español y la imposibilidad de hacer efectivo el nuevo Estado. Frente al mismo, el relato no catalanista compartido por Ciudadanos y populares avanza, especialmente en último año, con la generación de una respuesta identitaria a la DUI que consigue un eco muy amplio en ciertos sectores.

Es así como llegamos a la campaña electoral del 21 de diciembre, en donde la fragmentación de los relatos y los objetivos estratégicos no podría ser mayor. Porque no solo existe una confrontación total entre el bloque independentista y el bloque constitucionalista, al que completa la coalición de los Comunes y Podemos desde posiciones un tanto equidistantes, sino que además dichos bloques están lejos de ser verdaderos bloques. Importantes diferencias existen entre por un lado PP y Ciudadanos, entregado este último a un identitarismo feroz, y un PSC que no abjura del todo del catalanismo del que procede y que hace lo posible por recomponer puentes con los espacios anteriormente llamados catalanistas. Y también las hay entre tres partidos independentistas cuyo discurso se ha visto truncado por el fiasco de la DUI y que recurren en estas elecciones a argumentarios variados para obtener el voto, sin renunciar explícitamente a la independencia.

Con estos ingredientes sobre la mesa, la comunicación con el electorado no es tarea sencilla. Quien más está acusando esta dinámica es Podemos y los Comunes, cuyo discurso social vuelve a sonar tan fuera de agenda como le sonaba a Joan Herrera el suyo en 2011 y que tienen enormes dificultades para situarse entre los dos polos en disputa: su interés en marcar distancias de los partidos independentistas, reforzadas tras la dimisión y ruptura realizada por el exsecretario general de Podem Catalunya Albano Dante Fachín, les lanza a buscar a un electorado frustrado con el Procés que cuenta con otros referentes más definidos en lo identitario a los que agarrarse, y a pesar de que gran parte del izquierdismo en Cataluña ha virado netamente hacia posiciones soberanistas o, al menos, se ha sentido cercano a las mismas, especialmente en jornadas como el 1 de octubre.

Pero no solamente. Encauzar el fracaso de la DUI es todo un reto narrativo para las tres listas independentistas, si bien dos de ellas cuentan con la capacidad de hacer una apelación emocional al voto gracias a la situación de prisión a que se encuentran sometidas todavía diversas figuras y la condición de expatriadas que ostentan otras. Es no obstante a Ciudadanos a quien le aguarda mayor recorrido dada la radicalidad de su discurso antiindependentista y su esfuerzo por identificarse con una simbología netamente españolizante, mientras el PSC bascula entre su perfil de partido estatal «responsable» y su cortejo al viejo y casi extinto catalanismo moderado al que intenta atraerse mediante la inclusión de democratacristianos de la antigua Unió en sus listas.

Los sondeos que se han publicado anuncian una importante sacudida al esquema político catalán, en el que resulta posible tanto la pérdida de la mayoría absoluta por parte del independentismo como su revalidación. Incluso hay quien se atreve a pronosticar la investidura de un candidato o candidata no necesariamente catalanista, un hecho que resultaría del todo inédito. Quedan dos semanas hasta las elecciones, lo que no es mucho tiempo para intentar edificar algo en un paisaje devastado por las guerras políticas, pero una cosa es segura: el consenso catalanista del oasi català de finales del siglo XX está lejos de regresar.

7 comentarios en “Crónica de la Cataluña rota

  1. Muy buen análisis de la reciente historia y presente de Cataluña. Tengo que decir que ayer coincidí con los manifestantes indepes que tomaron el centro europeo de Bruselas. Aproveché para mezclarme un poco y escuchar algunas conversaciones. Venían en plan excursión familiar, con muchos niños y familias, bien encarados, apacibles y hasta afables. Me parecieron hasta majetes aunque no pude dejar de intervenir cuando uno de ellos le explicaba a un local en francés a la puerta de un bar que el Partido socialista era completamente de derechas. Antes que defender al bueno de Iceta, envidé más: Para derechas, Puigdemont, no? Me miró sorprendido y balbuceó algo que mi limitado francés no alcanzó a comprender. Pero no debió ser muy convincente porque rápidamente prosiguió su camino. Camino que culminó en el mitín que vimos todos por televisión en el que Puchi y una de las dos que no se sabe la cifra del paro en Cataluña me recordaron al flautista de Hamelín, embaucando a una gran masa bien intencionada hasta el abismo. Afortunadamente no van a tener que saltar y todo va a volver a la normalidad mucho más rápido de lo que esperamos. Tengo ese pálpito.

  2. No sé, pero de los primeros parlamentos catalanes no sé si no habría intervenciones de diputados del PSUC en castellano, aunque claramente no fueran beligerantes con el catalán.
    Quizás habría que recordar entes como el Partido Socialista Andaluz, creo que finalmente integrado en el PSC.

    Es sorprendente que sigan los partidos soberanistas con la matraca y la cara de inocencia. Lo de Marta Rovira con los inventos del estado es para finalizar un poema de amor loco. Y sus comparaciones son odiosas.

    Pero yo por lo menos paso de ir de una bandera a otra. La economía y los derechos sociales… Ahí están las cosas de la democracia y no en los derechos nacionales de Catalunya o España.

    Catalunya me es cansina, España también.

  3. Yo discrepo con los relatos , las postverdades y los hechos alternativos con la mejor arma de la que podemos disponer : los simples y desnudos datos electorales y la permanente orientación de las alianzas en torno a la mejor estabilidad política para lograr una financiación creciente , ultima razón que acelera los procesos cuando los recursos escasean por la combinación de una desastrosa administración y , sobre todo , la monumental crisis económica.
    El segundo Estatut, entre exasperantes detalles que se amontonaban para ocultar su verdadero propósito – un concierto catalán y su cupo correspondiente-
    fue aprobado con el mismo entusiasmo que puso el Principe Charles al casarse con Lady Di ( el 80% del 48% del censo ) .
    Nadie recuerda por qué se enfadaron tanto después de todo. Ahora viene Iceta con más de lo mismo. ¡ De acuerdo , hablemos de dinero ! , pero sin los Jordis ni Rovira ni , por supuesto, el hipermajadero de Rufián con su torpe densidad argumentativa.
    Discrepo con lo de la masa bienintencionada , porque la masa nunca lo es y
    me alegro por LBLN con sus aciertos y los que vendrán con otra Gran Coalición de la mano del SPD.

  4. Cómo debo pertenecer a ese «resto del estado» ( todo) que no entiende a Cataluña ( toda), seguramente por alguna tara de origen ( español) que me impide analizar la grandeza y complejidad del process, prefiero quedarme con las flatulencias del consejero Turull, que ni Guantánamo, y llegar a la conclusión ( como Luis Pastor o Almudena Grandes) que esa vaina que no entiendo por mi defecto de origen ( español) es una cosa de ricos contra pobres. Nada nuevo en la Historia. La novedad es esa izquierda que aplaude entusiasmada a ese grupo de señoritos flatulentos. Y eso lo entiendo todavía menos.

  5. Bueno…ejem ….cada vez que oigo hablar a Marta Rovira me entra un escalofrio nervistico,un espasmo mental en toda regla.
    Creo que es la misma sensación que tiene Polonio cuando escucha a los zeñoritos consellers hablar de «las mazmorras del estado opresor».
    Y es que están completamente fuera de lugar …una ombliguitis crónica.

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