China de moda

LBNL

Reunidos en Bruselas hoy los Ministros de Exteriores de la UE conmemorarán el quinto aniversario de la ilegal anexión rusa de Crimea, seguida por la agresión militar en el Este de Ucrania. Como no hay visos de cambio en Moscú, las sanciones económicas europeas por valor de más del 1% del PIB ruso seguirán en vigor indefinidamente porque es difícil que algún Salvini u Orban de turno se atrevan a ejercer su derecho de veto y exponerse a las graves consecuencias que ello depararía, tanto para sus países como para sus propias carreras políticas. Baste recordar el coste que tuvo para Fraga su decisión de propugnar la abstención en el referéndum de la OTAN. Y sin embargo, el foco geoestratégico ha cambiado hacia China, al menos desde que en diciembre el grupo de los “cinco ojos” (Estados Unidos, Reino Unido, Canada, Australia y Nueva Zelanda) denunciara la magnitud del robo continuado de propiedad intelectual occidental por parte de grupos de hackers oficiales chinos, el denominado APT 10 en particular. Pero los chinos no “roban” más que los japoneses en los años setenta del Siglo XX. El problema es que amenazan la hegemonía occidental, lo cual es legítimo, pero lo hacen saltándose todas las reglas. De ahí que el Consejo Europeo de finales de semana vaya a dar la bienvenida a varias iniciativas que tienen a China en el punto de mira, incluidas la Comunicación de la Comisión de la semana pasada, la inminente Recomendación de la Comisión sobre un enfoque común para la red 5G, las nuevas normas para el control de las inversiones extranjeras directas y la propuesta de la Comisión para antes de fin de año sobre como lidiar con los efectos distorsionadores de las ayudas estatales extranjeras a empresas que pretenden competir en el mercado interior europeo. De ahí el título: China domina la agenda.

La Comunicación de la Comisión de la semana pasada básicamente dice que China es un aliado en algunos temas globales importantes – cambio climático, programa de proliferación nuclear iraní, paz y seguridad en África, terrorismo… – al tiempo que un competidor económico – que no debería beneficarse de condiciones privilegiadas – y un rival sistémico que propone un modelo socio-político contrario a los valores europeos de respeto a la democracia, los derechos humanos y la economía de mercado.

La Comisión no propone por tanto una guerra comercial con China para defendernos de su competitividad o la oposición a China per se. Lo que si subraya es que el mantra según el cual el crecimiento económico y la creciente prosperidad de los chinos – el desarrollo económico chino es el principal responsible de la ingente reducción de la pobreza en el mundo en los últimos años – no va a propiciar un alineamiento de China con los valores occidentales. Al contrario, el éxito económico chino está proyectando sobre el resto del mundo la noción de que la dictablanda puede ser más eficaz, alentando a machos alfa como Erdogan en Turquía, Putin o incluso algunos indeseables europeos que ya gobiernan o están a las puertas.

En otras palabras, el auge de China alienta la convicción de muchos de que la democracia conlleva demasiados problemas. No lo dicen abiertamente pero la filosofía que subyace es que lo de la sociedad civil, las manifestaciones, la libertad sexual y demás mariconadas, son un lastre que es mejor cercenar.

Vaya por delante que considero que pensemos lo que pensamos adocenados por nuestro endogamia europea, China ha sido el país más importante del mundo en la inmensa mayoría de los veinte siglos más recientes. Leonardo, Miguel Ángel, Cervantes, Shakespeare y demás no son menos excepcionales por reconocer que en el lejano Oriente concurrieron tantos o más genios – desconocidos para la mayoría de nosotros – como en el seno de la civilización judeo-cristiana.

Así que no debería ser de extrañar que China, por su tamaño, por su potencia y por el peso de su cultura, esté en condiciones de emanciparse del dominio occidental de los últimos dos siglos. Pese a su asertiva política sobre el mar del sur de china frente a sus vecinos sud-asiáticos y las ingentes inversiones que dedica a la modernización de sus ejércitos, China está lejos de ser una amenaza militar para Occidente. Y no hay ninguna señal de que pretenda serlo, como tampoco hay ejemplos históricos de afanes expansionistas más allá de su vecindario inmediato.

Ahora bien, desde la óptica china seguramente parece deseable despojarse del yugo de la superioridad armada norte-americana que protege a Corea del Sur, Japón y, muy importante, la rebelde isla de Formosa-Taiwan, que es casus belli para China. Una cosa es que no vaya a invadirla así sin más y otra bien distinta que esté dispuesta a consentir su rebeldía indefinida apoyada por una potencia lejana. Para entenderlo basta imaginar por un momento que Baleares insistiera en su independencia apoyada por Japón. O que lo hiciera Sicilia apoyada por Rusia.

Claro está, si China fuera una democracia al uso, como lo son Corea del Sur, Japón y la misma Taiwan, sería mucho más difícil justificar la situación actual. Como ya se ha dicho arriba, no solo no lo es sino que se ha desvanecido la noción de que acabará siéndolo irremisiblemente. Al contrario, estamos frente a un gobierno totalitario basado en un partido único que no duda en someter sin escrúpulos cualquier conato de disensión interna, como ha hecho el partido comunista últimamente con los sindicalistas que empezaban a protestar contra las condiciones de trabajo esclavistas imperantes.

Coincidir con Trump, Bolton, los neo-con y los supremacistas occidentales siempre es incómodo y conviene sopesar cuidadósamente la posición propia antes de hacerlo. De ahí que la Comisión haya resaltado que en algunos temas importantes – pocos lo son tanto como la lucha contra el cambio climático – China es un aliado indispensable. Frente a la unilateralidad corto-placista y suicida de la administración Trump, por ejemplo. En otros, Trump y China son aliados implícitos, como es el caso contra la Corte Penal Internacional, a la que China nunca se adherió y contra la que Trump impuso sanciones unilaterales el viernes pasado para tratar de impedir sus investigaciones sobre posibles crímenes de guerra en Afganistán y en Palestina por parte de Israel.

En todo caso, lo que Europa no puede seguir consintiendo es que unidades cibernéticas del ejército chino sigan robando secretos industriales europeos, que empresas chinas que se benefician de financiación gratuita estatal sigan compitiendo por contratos públicos en Europa en evidente desigualdad de condiciones y que empresas chinas puedan tener un papel importante en sectores vitales para nuestra seguridad, como la futura red 5G, al menos no sin las indispensables garantías de que ello no supondrá un grave riesgo para nuestra seguridad.

De todo ello hablarán los Ministros de Exteriores europeos hoy y los líderes europeos a finales de semana, con la vista puesta en la próxima Cumbre con China que tendrá lugar el 9 de abril también en Bruselas. Los chinos son duros negociantes pero por lo mismo, respetan mucho más al negociante que tienen enfrente si es capaz de enseñar los colmillos. Europa está empezando a amagar con hacerlo. Esperemos que lo consiga.

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