Cartografía, toponimia, nacionalismo

Andrés Gastey

 

Sea, como lo quieren unos, expresión colectiva del genio superior de la raza o, como sostienen otros, plebiscito cotidiano; trátese de una unidad de destino en lo universal o, según dijo aquél, de un proyecto sugestivo de vida en común; póngasele el ropaje lírico o épico que se desee; apélese a la historia, a la lengua, al grupo sanguíneo o al volkgeist: lo cierto es que hay pocas certidumbres sobre la idea de nación, y fue el Presidente del Gobierno, ese relativista contumaz, quien con mayor acierto desentrañó su esencia afirmando que se trata de un concepto “discutido y discutible”.

 

Pese a lo elusivo de su término de definición, lo que no les falta a las naciones es cartografía. El límite, la demarcación, la barrera, el borne que permite deslindar lo propio, autóctono, endémico o genuino frente a la realidad exterior es consustancial a la nación. No sabremos muy bien qué cosa será la nación, pero tenemos la seguridad de que comprende lo que hay dentro de una frontera, lo nuestro, respecto a lo que operamos una especie de expansión fraudulenta del derecho de propiedad individual hacia lo colectivo.

 

A estas alturas del partido, no seré yo quien atribuya todos los males del mundo a la propiedad individual; algunos sí, como los que derivan de su irrefrenable vis expansiva. Siempre tentó al propietario rural la posibilidad de desplazar los mojones del predio para alterar las lindes y añadirle así subrepticiamente algunas fanegas. Del mismo modo, toda nación que se precie se fundamenta en una cartografía, en un terreno, llamado con razón por los inspirados poetas de la tribu “solar patrio”; y la historia gloriosa o ignominiosa de las naciones se traduce en la sucesión secular de esfuerzos por ampliar los confines de ese solar. Por eso los nacionalistas tienen algo de registradores de la propiedad inmobiliaria.

 

La cartografía alimenta a la nación. Por supuesto, no hace falta que sea actual. En aquellos largos años en que España era una mierda, un país devastado y oprimido por la dictadura, muchas generaciones de españoles fuimos educados en nuestro amor a la nación gracias a unos mapas de colores en los que nunca se ponía el sol. Y encima, para remachar teníamos a mano el siempre promisorio Plus Ultra. España había sido grande, universal, y como españoles nos correspondían si no la actual propiedad del mundo, sí, cuando menos, ciertos derechos hereditarios sobre él adquiridos gracias a las gestas de nuestros antepasados. Aunque hoy parezca mentira, con estas memeces, el gasógeno y unas tazas de achicoria sobrevivió el país durante las décadas que siguieron a la guerra.

 

Como es obvio, el rigor histórico no es necesario, ni siquiera conveniente, para la cartografía nacionalista. Son por ello también ejemplares los mapas de quienes matan para conseguir “zazpiak bat”. Se inspiran en una mitología brumosa sobre un protoestado que habría creado cierto Santxo, y cuya resurrección hace necesario y urgente, por lo visto, el despedazar a bombazos a algunos emigrantes en el aparcamiento de Barajas.

 

Hay más cartografía alimenticia. ¿Qué mapa tienen en la cabeza los partidarios del Eretz Israel? Es un mapa aún más antiguo que el de Santxo o el de Felipe II; de hecho, el más antiguo del mundo, dibujado ni más ni menos que por el insigne cartógrafo Yahvé y cifrado en la Torah. Lo han actualizado no a escuadra y cartabón sobre un planisferio, como se hizo para liberar del yugo colonial a los pueblos africanos (con lo que se les subyugaba de nuevo, al condenarles a la putrefacción que florece en torno a las fantasías cartográficas); sino con el trazo más rotundo de un muro de hormigón sinuoso e impenetrable, diseñado, so capa de legítima defensa, para frustrar el Estado palestino que nunca llega y para seguir atormentando a los filisteos.

 

Además de la falsificación histórica y del delirio teocrático, hay una tercera raíz inspiradora de la cartografía nacionalista, que es la sociolingüística. La lección introductoria del manual incluye siempre datos heroicos sobre la difusión del idioma propio, que es patrimonio de gentes ingentes habitantes de vastos dominios. Antes de saber pedir la cuenta en la lengua de que se trate, el aprendiz habrá recibido la catequesis sobre el rancio abolengo del idioma, su injusta persecución pretérita y presente y su extraordinaria utilidad. Por ejemplo, para aprender catalán se debe conocer antes la información esencial de que la llengua se habla también en la noble villa sarda de l’Alguer y se extendió en la plenitud hasta el Ducado de Atenas y Neopatria.

 

Está, por último, la ciencia. Siempre me han parecido una curiosidad científica de primer orden los mapas del tiempo que utiliza el mejor servicio meteorológico peninsular, precisamente el catalán, que informa con el mayor detalle y acierto sobre el Principat, pero desafía rayas autonómicas y estatales para extender generosamente su prognosis a todos los Països, incluso Catalunya Nord y, naturalmente, les terres robades de la Franja de Ponent. De esta manera, la física de la meteorología se transforma en proyecto de construcción política de la nación irredenta.

 

Ahora bien; al Oeste de Fraga se encuentra, como es sabido, la nada, el vacío, la tierra sin nombre; según la terminología del almogávar oficial del blog, “Enestepaís”. Porque los nombres, o su supresión, son también importantes para el nacionalismo. No hay nación sin cartografía, y tampoco sin toponimia. Ello es lógico; pero, como pasa con los mapas, la tendencia expansionista es irrefrenable, hasta el punto de que se pueda hablar de un imperialismo toponímico nacionalista.

 

Se llega a él en tres fases. Jalonan el sendero que conduce desde lo razonable hasta lo disparatado. Veamos un caso práctico tomado de nuestra patria común e indivisible.

 

Primera estación: lo razonable. Sus habitantes denominan naturalmente la ciudad en que viven usando el idioma que prefieren emplear. Cuando algún poder ilegítimo prohíbe ese nombre e impone una versión distinta, lo lógico es que se combata la imposición. Los gerundenses catalanoparlantes tienen, por eso, toda la razón del mundo al llamar a su ciudad Girona, tanto en su vida privada como en los documentos oficiales.

 

Segunda estación: lo discutible. Sí, pero resulta que no hay monolingüismo en España, y que también hay gerundenses castellanoparlantes, usuarios de una lengua que, por cierto, es cooficial. ¿No pueden ellos utilizar el nombre castellano de su ciudad, Gerona, en sus gestiones oficiales? Podrían, claro; pero tal vez quepa defender que, como sería una tontería repetir siempre las dos versiones seguidas de un guión (Girona-Gerona), es normal que la Administración establezca la convención de que con una de las variantes, la pour ainsi dire autóctona, basta. Así, Gerunda será siempre Girona en impresos, señales de tráfico, comunicaciones, etcétera, y el término castellano desaparece del mundo oficial.

 

Tercera estación: lo disparatado. Aceptando que una de las lenguas cooficiales quede preterida, uno podría pensar que no hay inconveniente en que, al hablar o escribir privadamente en castellano, utilicemos el nombre castellano de la ciudad, Gerona. Pues no; la toponimia nacionalista conquista terreno e invade otros espacios idiomáticos. Ya no nos duelen los ojos viendo como, en textos redactados en castellano, se escriben sistemáticamente palabros como Girona, Catalunya o, según se recordaba aquí recientemente, A Coruña. Parece que la corrección política al uso atropella la corrección gramatical.

 

Pero, señoras y señores, les daré una noticia sensacional: en castellano A Coruña es La Coruña, como London es Londres o Aachen es Aquisgrán. En materia de toponimia, yo no soy partidario de mantener la V.O. a toda costa; porque es imposible en muchos casos (transliteraciones de alfabetos diferentes) y porque es poco respetuosa en otros. El que una ciudad situada en zona ajena a nuestra área lingüística tenga un nombre específico en nuestro idioma es un síntoma del aprecio y de la consideración que esa ciudad ha merecido y mantenido a través de lo siglos. Hablando castellano, no creo que deban obligarme a llamar Antwerpen a Amberes, Bordeaux a Burdeos o Pasaia Donibane a Pasajes de San Juan. Del mismo modo, no sería razonable exigir a los catalanes que designen a la capital maña con su ceceante nombre, porque el catalán tiene una denominación específica para la ciudad, conforme con sus reglas de pronunciación: Saragossa. Respetemos, pues, la diversidad toponímica como una riqueza.

 

Cuestión menor, se me dirá: cierto, no se trata más que de algo anecdótico. Creo, sin embargo, que refleja un problema mayor. En las sociedades bilingües, no es fácil pasar de la diglosia a la coexistencia armónica entre idiomas sin que las tornas se reviertan. No estoy nada seguro de que en España lo estemos haciendo bien.

 

Y reconozco que algunos nos hemos quedado atascados en un internacionalismo que hoy resulta premoderno. No veo, sin embargo, motivos para no insistir en dos obviedades: las fronteras son una añagaza, los idiomas no son más que medios de comunicación.

 

Samuel Johnson, qué gran tipo.

110 comentarios en “Cartografía, toponimia, nacionalismo

  1. Queridos amigos y amigas, hace ya algún tiempo os hablé aquí de Alberto Reig Tápia, politólogo e historiador, con motivo de la publicación de su «Anti-Moa», una refutación del revisionismo histórico y lo que él acertadamente llama «historietografía», por obra y gracia de una serie de autores curiósamente prolíficos, con un público fiel y notable en número (lo cual garantiza un apreciable volumen de ventas), cuya principal misión consiste en una rehabilitación descarada del franquismo y sus «logros» y una paralela criminalización de todo aquello que remótamente huela a República o a oposición del franquismo, con una negación de los crímenes y violaciones de derechos humanos de la Dictadura y el intento de culpabilizar al régimen que se sustentaba en la legalidad constitucional de 1931 de la posterior guerra civil y sus secuelas. Autores como César Vidal, José María Marco, Fedeguico en sus columnas de Pedro oJt’s News, y por supuesto, el terrorista rehabilitado Pío Moa.

    Pues bien, en la misma línea del anterior volumen, imprescindible revulsivo a la conciencia democrática frente a la apología del autoritarismo, está ya calentito su último libro, «Revisionismo y Política. Pío Moa revisado» (Ed. Foca) en el que el bueno de Alberto incide en las prácticas de falta de rigor profesional y de manipulación (incluída la ofensa descarada a las víctimas de la Dictadura) de este grupetto de plumas de la extrema derecha. Me permito hacer publicidade del libro, y enlazaros esta entrevista a mi amigo en «El Plural». Espero os guste:

    http://www.elplural.com/politica/detail.php?id=22312

  2. UNo es vasco, hijo de castellano y arratiana y en casa las pocas veces que se oía algo en euskara era la voz de la abuela; en la escuela era imposible y en la calle casi milagroso. Uno lleva treinta años unido a una cada día más bonita gallega, que no habla gallego, pero los suegros, muy mayores ya, hablan regularmente ese gallego de aldea orensana cercana a Ribadavia. Uno tiene algunos de sus mejores y viejos amigos catalanes (aquellos que se hicieron y perduraron en épocas rocosas)…y jamás tuvo uno ningún tipo de problema para entenderse con ellos ni con otros. Así que tampoco comprende uno muy bien esa suerte de escudo protector que parece tratar de plantarse ante en desarrollo de las lenguas cooficiale, esa fijación casi obsesiva de lengua en peligro de ser rodeada y destruida por nadie sabe que pequeños y ancestrales idiomas tribales. Sin embargo, porque uno vivió con notable desasosiego y no poco ira el intento de hacer desaparecer una determinada lengua porque los salvapatrias con galones la consideraban «traidora»-hay que ser imbéciles-, a veces siente algo parecido, a la inversa, cuando, al margen de la realidad social y, en ocasiones, contra ella; se pretende imponer mediante forceps una determinada forma de Ser esto o lo otro.
    Lo cierto es que hay proyectos de normalización lingúística que, como los que se vienen desarrollando en Euskadi, están consiguiendo lo contrario de lo que teóricamente persiguen. Fundamentalmente en la última década se está dando un estancamiento, cuando no una regresión -dependiendo de zonas- en el uso del euskara en e Pais Vasco…y todos los indicadores confirman que tal situación se viene dando porque se está tratando de imponer su uso de forma arbitraria y contracorriente. Hasta tal punto es esto así que numerosos vasco parlantes de nueva generación han dejado de hacer uso de la lengua vasca en sus relaciones cotidianas.

  3. La semblanza personal de nuestro amigo Lezo es la viva muestra de la pluralidad cultural y de la diversidad lingüística. Es el retrato de la normalidad y de los cotidiano. De ahí que las soluciones de inmersión lingüística por coxones de algunos nacionalismos periféricos y las de total predominio del castellano de nacionalistas centrales demuestren ser soluciones de vía estrecha. No conducen más que a un callejón sin salida.

  4. a verlas, sus deseos son órdenes para mí.
    O mesón do Bento, fue evidentemente traducido por «el mesón del viento» Como quiera que allí no es ningún sitio en el que haga viento muy a menudo, intenté investigar. Ese pueblo se creó alrededor del mesón del tío Benito.

  5. Felicitaciones a Andrés Gastey por su artículo, con el que he disfrutado y con el que comparto el grueso de las apreciaciones.

    Como apunta Andrés Gastey, el paso de la diglosia a la coexistencia armónica de dos lenguas no está exento de dificultades. Una de las fricciones más importantes en las Comunidades Autónomas bilingües de España tiene que ver con las medidas de fomento y normalización de la lengua no castellana. Por poner un ejemplo, cada curso académico asistimos a la reclamación del derecho a recibir la educación en castellano por parte de algún colectivo de padres de alguna Comunidad bilingüe.

    La lengua vehicular en la educación no universitaria en Cataluña es el catalán. La llei 1/1998, de política lingüística, así como otras disposiciones normativas previas, lo disponen y justifican sobre la base de que el catalán es la lengua propia de Cataluña. En oposición, no pocos colectivos reclaman la enseñanza en castellano, aduciendo que es la lengua oficial en todo el territorio del Estado, cooficial en Cataluña, y lengua materna o de uso habitual de una mayoría de niños.

    Una buena parte de la opinión pública catalana es partidaria de que haya una única lengua vehicular y de que ésta sea el catalán, por las siguientes razones: por un parte, se rechazan modelos bilingües en el seno de una misma clase de estudiantes, sobre la base de la conveniencia, en términos de superioridad cognitiva, de utilizar una única lengua en el proceso de adquisición del conocimiento; asimismo, se niega la conveniencia de implantar un sistema en el que coexista la enseñanza en las dos lenguas, en el que los padres elegirían en cuál se educarían sus hijos, debido a las consecuencias que ese sistema tendría en relación con la cohesión social; por último, la idoneidad de que la lengua sea el catalán radica en que es la fórmula para equiparar su uso social con el del castellano ya que, mientras que los que hablan catalán con asiduidad son competentes en español, este fenómeno no ocurre a la inversa.

    En mi opinión, el conjunto de argumentos expuestos anteriormente resultan suficientemente convincentes para apoyar el sistema educativo no universitario en Cataluña, pero me inspiran una serie de interrogantes para los que no tengo respuesta: ¿Debería protegerse el derecho de un niño de habla castellana a ser educado en el sistema público de enseñanza en su lengua materna, dentro del territorio español? ¿Existe tal derecho (y en qué se funda)? ¿Afecta negativamente al proceso de aprendizaje o de maduración personal recibir la formación primaria en una lengua distinta de la materna? ¿Podría resultar inocuo, en términos de cohesión social, separar a los estudiantes según la lengua por la que sus padres hayan optado para su formación? ¿Podría ser que el nivel de competencia adquirida en castellano por los estudiantes no fuese suficiente?

    Quizás, el principal problema es que las respuestas a estos interrogantes por parte de muchos miembros del Gobierno de la Generalitat de Catalunya con responsabilidades en educación, de diputados del Parlament de Catalunya, y de una buena parte de la opinión pública catalana sería un rotundo «no», sin que éstas se fundaran en el conocimiento que tenemos sobre estas cuestiones (por ejemplo, en el libro de Colin Baker, «Foundations of Bilingual Education and Bilingualism», se cuestiona la certeza de alguno de los argumentos esgrimidos por los ideólogos del catalanismo en materia de educación). De la misma forma, esperaría un rotundo «sí» a todos esos interrogantes, con el mismo grado de respaldo científico, al plantear estas mismas cuestiones en otros ámbitos.

    Un problema no menor es que se tilde de reaccionario o de anticatalán, como suele hacerse, a quien plantea estos u otros interrogantes con el único objetivo de pretender que cualquier política que quiera llevarse a cabo se funde en argumentos sólidos, contrastados por los estudios disponibles en la materia y tras un proceso sereno de análisis.

  6. Desperta ferroooo!!!

    Almogavar oficial del blog quien escrive usualmente Enestepaís? Seré yo? Soy el único catalan (junto con Teoura?) del blog. Y no habiendo aragoneses, ni valenicanos coblogueros capaces de recoger el título, me parece inapropiado para Amistad Cívica. he estado tentado de hecerme un fajín (cuatrribarrado) e ir por ahí presumiendo. ALmogavra oficial nada menos! Claro que cuando me refireo a mi puto país como Charneguistán o R.P. de Kataluñistan… qué soy, facha? o más sencillamente un pateico graciosín? No recuerdo si he hecho algunas grecietas con otros territorios.

    En cualquier caso:
    ** Por la vía romántica, me pido caporal 1r del regimiento de la Coronela de Barcelona
    **Por la vía intelectual, preferiría ser conocido como Ajudant del comissari polític de la Columna Lenin, o en su defecto, de alguna unidad del Ejercito de Este. Tal es mi ardor guerrero, ordenar los papeles del Comissario.

  7. Amos allá

    No estoy de acuerdo con el artículo de hoy. Cabroncetes, cómo se aprovechan de mi debilidad después de cuatro días de hotel, playa, piscina y Pequeña Prtaxanda pasando de los horarios regulardes de sueño. A saber:

    a) Hay algun antropólogo en DC? Es que las tribus no creo que compitan por los terrenos, sino por los diminios de clanes, de personas en definitiva. La asociación del concepto nacional al tribal en sentido peyorativo ya es… muy «nacionalista» y deacertado.

    b) Claro que Gastey tiene razón, la cartografía como «arma» ha sido muy estudiada, hay mucho ejemplos, etc, etc, Lo que no entiendo es que teniendo imperios y nacionalismo estatales que han abusado del tema (el poder utiliza la cartografía) le dedique tantas frases al mindundi del mapa de l tiempo de TV3, y a la toponímia de las carreteras. Primero: TV3 tiene un 15% de audiencia en las Baleares (Pitiusas Civicas Incluidas) y cierto seguimiento en la CAV. O lo tenía antes de canal 9. Tiene cierta lógica, no? No sé, podíamos hablar del enfoque eurocentristra de los mapas, etc pero no, hablamos de la rotulación de las carreteras y los mapas de TV3. Todo muy del gustro de Ciutadans, La Razón, El Mundo, Alfonso Ussía, etc. Le estoy llamando facha? En absoluto, no se ofenda Sr. Gastey, le estoy llamando nacionalista español (con perdón)

    c) Efectivamente, las lenguas poseen nombres propios para referisrse a los topónimos más usados de los paises vecinos. Londes-London , Tolosa-Toulouse, etc. Efectivamente decimos Londres y Edimburgo, pero tambien Liverpool, Glasgow y Cardiff. Decimos Moscú, San Petersburgo y Stalingrado (ah, esto ya no!), pero decimos Minsk o Niznhi Novgorod. Decimos Normandía y Alsacia, pero decimos Lyon y Cordes-sur-ciel. En catalán sucede lo mismo. Podemos decir Saragossa y Osca, pero a nadie se le ocurre decir, «Almunia de la senyora Godina». O Vallverda de camí, en la província de Huelva. En castellano sucedía lo mismo, si uno mira el cadastro de Ensanda y otros documentos semejantes puede encontrar Alaba, Abila, Sedrañola, Tarrasa, Terrasa, San Boi, etc. Pero, apartir de 1939, a determinada gente le entra la vena traductora y TODA , absolutamente TODA, la toponímia catalana es traducida, hasta los extremos de San Cucufate (Sant Cugat) o San Baudilio (Sant Boi). Y no solo ciudades, barrios y edificios se traducen a saco. El problema es que aun hoy La Razón escribe Nueve Barrios, o Palacio San Jorge, O Montjuich. O Renfe habla de Villanueva y la Geltrú, etc, etc, Toponimias todas no anteriores a 1939. Pero cuidado. El probelma es que ponen Girona en una autovía española, ojo. Como son los «nacionalistas» Los nacionalistas «Otros» claro!

    d) Cuantos castellanohablantes hay en Londres para que no digamos London. Qué tiene que ver que en Gerona haya castellanoblantes (casi un 100%) para que se diga Gerona en castellano. Como si no hubiera ninguno y Cataluña fuera un país independiente. Se seguría diciendo Gerona en Castellano ( y Girona en catalán wel día que no quede ninguno catalanohablante). De verdad, señor Gastey que es un razonamiento que me frapa. ES posible que la mayor parte de los habitantes de «esaciudad» prefieran Girona en sus matriculas, en los mapas, etc. Pero da igual, mientras quede un solo defensor de la denominación «Gerona» ahí estará undefensor del nonacionalismo para reivindicarles.

    e) Sr Titos, tenga la bondad de esperar a la muerte del catalán para enterrarlo, que no son maneras. Lo de la inmigración como antídodoto contra el nacionalismo no es nuevo. Y hasta aquí puedo leer.

    f) Salaberria 65. Lo del Barça te ha afectado. Te ruego que no te enfades pero la parrafada del Imperialismo es imfumable, lo siento. El Imperialismo es la última fase del capitalismo, no del nacionalismo. Lo decía Lenin, que por cierto, sinedo internacionalista admitía (al menos de boquilla) el derecho de autodeterminación. Aquí, no admitimos ni una consulta/eferendum no vinculante (si no es vinculante no tiene porque ser anticonstittucional)

    g) Anda que no habia ejemplos de chorrapolleces. Uno: sesudos artículos del país sobre lo que el francés avanza en Guinea a costa del castellano. Denunciable?.Dos: Centenarios escritores en lengua castellana que critican la situación sociolongüística en Puerto Rico… y en el caso catalán… afirman lo contrario.Tres: Cuantas veces no hemos visto en los telediarios el avance del castellano en EUA. Por no hablar de la educación bilíngue que fué suprimida tras referendum. Nada, menudencias. El claro ejemplo de nacionalismo lingüístico es que a los alumnos de catalán se les diga que en una puta ciudad, de un puta isla del puto Mediterraneo, hablan un puto dialecto del catalán, prácticamente indescifrable para los continentales y los pitiusos. Falsificación. Como penitencia, le conmino a ver 3 programas seguidos de «300 millones»

    i) En general, de los pocos nonacionalistas de DC señalar a Don Cicuta. De quien, si no es de música y deportes, puedes suscruibiri cuanto dice (o casi) . Nacionalismo? pues no se, al fin y al cabo democracia, Quien debe decidir sobre los rótulos de las autopistas y los mapas del tiempo de TV3? O de los rótulos de Vazquez-City en Galícia

  8. Adenda

    respecto a que en ambientes académicos catalanes, hables de Gerona, etc. y te pongan mala cara,… pues solo decir que es que el gato escaldado del agua huye. Que sí, que no se es facha, que se puede argumentar decir Gerona, que tal y tal pero… miren, es un deja vu que te cagas, es que es oir una serie de items y desconectar oiga. Les dejo con unos momentos musicales

    Ilegales

    Los chicos desconfian lo haran toda la vida
    estan pergueñando su antiespañola acción del día

  9. Buenas noches. Dos (o tres) para Pratxi:

    a) Yo no me puedo enfadar contigo, leñes …..
    b) Pero sigo en mis trece: casi todos los casos de nacionalismos contemporáneos y de otros tiempos se construyen en base a la instrumentación de un enemigo exterior, un presunto ocupante, y derivan en reivindicaciones de más territorio allende los límites originales de la reivindicación. Si hasta aquí abajo había teóricos del nacionalismo andaluz que reivindican como propias Cartagena y La Unión, por oriente, y buena parte de Badajoz, por occidente. Yo sinceramente, las querencias de los nacionalistas vascos sobre Navarra y las de los independentistas catalanes sobre Comunidad Valenciana y Baleares, en ambos casos muy pero que muy al margen de las voluntades de sus habitantes, no me suena a ejercicio del derecho de autodeterminación, sino a expansionismo. Será infumable, pero …..
    c) De acuerdo contigo en que lo de Lenin aceptando el derecho de autodeterminación era de boquilla: de hecho, las independencias de las antiguas repúblicas soviéticas empiezan a producirse, como caída de fichas de dominó, tras la caída del régimen comunista. Yo veo más a Lenin en el «centralismo democrático» y esas cosas.

    Posdatilla: También de acuerdo contigo en lo otro ….. en que lo del Barça me ha jodido bastante, aunque no tanto como me va a fastidiar la temporada que viene si la moció no lo remedia.

Deja una respuesta