Banderas contraproducentes

LBNL

Caben muchas interpretaciones sobre lo que pasó la semana pasada. La más extendida entre la prensa apunta contra la Vicepresidenta Calvo y su imprudencia al revelar el acuerdo para incluir un “relator” en la mesa de diálogo de partidos políticos que estaba negociando con los líderes independentistas catalanes. La fuerte reacción de la derecha y las protestas de la vieja guardia socialista habrían obligado a recular a Sánchez. El probable rechazo de los Presupuestos esta semana nos acercaría a marchas forzadas a la convocatoria de elecciones generales junto a las locales, autonómicas y europeas a finales de mayo. Esto mismo reclamaron ayer varias decenas de miles de personas ayer en Colón: ¡Volem votar! En el otro extremo, alguna voz se atreve a sugerir que todo responde a una estrategia bien pensada de Moncloa. El empeño dialogante del Gobierno le genera tantas críticas en la derecha como le carga de legitimidad y le genera votos por la izquierda. Que los independentistas rompan la baraja porque no se acepta negociar sobre la autodeterminación también refuerza al Gobierno: diálogo solo dentro de la Constitución. Que también incluye el artículo 155 que el Gobierno no dudará en aplicar si el juicio contra la insurrección institucional de la anterior Generalitat lleva a una nueva insurrección por parte de Torra y sus acólitos. Con Podemos en coma por su descomposición interna, la firmeza constitucional dejaría fuera de juego a Rivera, cada vez menos de centro tras su pacto con Vox en Andalucía y la foto de Colón de ayer. Ladran, luego cabalgamos, podrían estar diciéndose en Moncloa.

Las jugadas de ajedrez complejas no suelen salir bien en política, incluso cuando están bien planteadas, porque la actuación de los múltiples protagonistas suelen incluir movimientos no anticipables. La manifestación de ayer podría haber sido absolutamente masiva y haber debilitado seriamente a Sánchez. Pero no lo fue, en parte por la rectificación del Gobierno y, en todavía mayor parte, por la sobre actuación de los convocantes, que se llenaron la boca de acusaciones criminales – la traición es un crimen – y rimbombantes – ¿quién usa felón en la vida normal? – cuando menos prematuras. Casado y Rivera acusaron al Gobierno de aceptar establecer una negociación bilateral con la Generalitat en presencia de un árbitro internacional. Lo cierto es que se planteaba la presencia de un observador nacional en una mesa de partidos, innecesaria pero inocua. Y frustrada al fin y al cabo no tanto por la reacción en contra sino por la cerrazón de los independentistas de incluir explicitamente el término autodeterminación en la hoja de ruta.

En sus soflamas, Casado aludió a ETA tan extemporaneamente como cuando alude a la necesidad de financiar las pensiones para justificar la conveniencia de restringir el derecho al aborto. Pero salvando las distancias, el “proceso de fin dialogado de la violencia” que entabló Zapatero también fue rechazado por todos aquellos que temían que la autodeterminación era objeto de negoaciación. No lo era. Zapatero lo dijo por activa y por pasiva. Pero daba igual porque, o bien le consideraban un rojo, buenista, blandito y dispuesto a todo para seguir en el poder, o bien querían sacar partido a sabiendas de que su acusación era falsa, como cuando Rajoy, plenamente informado, le acusó en el Congreso de traicionar la memoria de los muertos.

Casado, Rivera y no digamos Vox, no quieren desaprovechar ocasión para debilitar al Gobierno y, además, quieren vencer al independentismo, doblegarlo, que aprenda la lección, antes que pacificar Cataluña. No a todo precio, por supuesto, pero la pulsión independentista es prueba de un problema político – dos millones de personas no se sienten cómodas en la situación actual – cuya solución requiere de diálogo, acomodos y concesiones. Dentro de la Constitución. Como las requirió acabar con ETA y superar el desafío del Plan Ibarretxe, pergeñado al alimón por PNV, EA y Batasuna.

ETA dejó de matar, los terroristas cumplen sus condenas y salen antes de tiempo solo cuando aceptar su responsabilidad política y civil, el nacionalismo vasco acepta las reglas democráticas e Ibarretxe vive su fracaso en libertad y Atutxa, el Consejero de Interior vasco que más daño le hizo a ETA, no tuvo que pasar por la cárcel como pretendía Aznar en castigo por haber tramitado el Plan. Y la España constitucional es más fuerte gracias a todo ello, no más débil. Sobre todo en el País Vasco donde el independentismo se desinfló en cuanto desapareció el pus de ETA.

De la misma manera, se trata de encontrar la forma de que los catalanes – todos – vuelvan a centrarse en la butifarra, el Barça, los amores, la educación de los hijos y demás rutinas ahora desdeñadas en favor de causas heroicas absurdas.

La independencia de Cataluña es imposible. Sería absurda por innecesaria, tan dañina para los catalanes como el Brexit para los británicos y además imposible. Porque no se contempla de forma realista en la Constitución – las mayorías necesarias son inalcanzables – y porque no conviene a nadie en uan Europa que no ha olvidado los millones de muertos provocados por el nacionalismo.

Sánchez y Calvo lo saben seguro. Algo que deberían saber también los que piensan que no tienen la categoría necesaria para ejercer los cargos que ocupan. Ahora bien, no deben explicitarlo porque sería contraproducente para su objetivo de reconducir la pulsión indepe que tanto creció con el PP en el Gobierno. Aceptar un relator en una mesa de partidos políticos es un gesto inane que no habría tenido ninguna consecuencia. Desde luego muchas menos que aceptar negociar con un grupo terrorista que había matado a cientos de personas, lo que aceptaron hacer no solo Zapatero sino también Aznar – que le encargó al Obispo Uriarte que mediara y llegó a referirse en televisión al Movimiento Nacional de Liberación Vasco para que ETA aceptara reunirse – y Felipe en Argel, el mismo que ahora brama contra el relator.

España es un país muy sólido, fuerte, consolidado, que por supuesto tiene muchas insuficiencias y mucho por ganar, algo que no conseguirá si una parte del país sigue utilizando la bandera contra otra. A mi me costó aceptar la bandera. En parte por la añoranza de todo aquello que había logrado la República y por lealtad a una democracia que fue reemplazada violentamente por una larga y sombría dictadura. Pero también porque tenía a mi alrededor a varios niños que me restregaban su pegatina en el reloj, adueñándosela, primero con el aguilucho, luego sin escudo.

Soy tan español o más que cualquiera de los que se manifestaron en Colón ayer. Y tengo tan claro como cualquiera de ellos que la disgregación es absurda y que la unión hace la fuerza. Pero nos separa la táctica. A diferencia de ellos, yo no les acuso de traición sino de estar equivocados.

Hoy gobierna Sánchez en perfecto cumplimiento de las reglas democráticas imperantes. La crítica a su acción de gobierno no es solo legítima sino necesaria, tanto como lo es el respeto a la discrepancia. El Gobierno y el PSOE tienen una idea de España plurinacional, diversa, integradora. Tan válida como la centralista que tienen los que hablan de recuperar competencias autonómicas. Y todos deberíamos de estar de acuerdo con que impere la ley y recaiga sobre quienes la incumplen todo el peso de la ley. Pero solo el peso de la ley.

La actuación de Puigdemont, Jonqueras y demás merece mi más absoluta repulsa, no tanto por ilegal, que es algo que corresponde dirimir a los jueces, como por insensata y absurda. Pero igual que aceptamos hacer negocios con gente que nos merece desprecio o tenemos que lidiar con mucho indecente en nuestra vida diaria, la solución de la situación en Cataluña requiere de interlocución con quienes representan a una gran parte de su población. Cabe discrepar pero no apropiarse de España y su bandera para calumniar a los que pensamos así. En realidad, lo que hicieron ayer aquellos que dicen amar a España más que nadie, la debilita, aunque solo sea por dividir a todos los que queremos preservarla.

Y cuidado, porque con el inicio del juicio vienen curvas. ¿Van a elogiar cualquier postura de fuerza de la fiscalía pero criticar cualquier concesión? ¿Van a seguir acusando de traición al Gobierno si templa los ánimos frente a las protestas que se van a organizar en Cataluña en la medida en la que sean legales? ¿Van a seguir reclamando el 155 pese a que el Presidente de Sociedad Civil Catalana, vilipendiada por facha por los indepes, admita que por el momento no ha lugar?

5 comentarios en “Banderas contraproducentes

  1. Ayer Sánchez salvó el match point que la derecha le había planteado. Va a tardar el tripartito en convocar otra manifestación conjunta viendo su resultado. Pero queda mucho partido. Sanchez tiene otro campo de minas del lado independentista con el juicio que comienza el martes. Si Sánchez llega vivo a las generales con este panorama será para estudiar. Tampoco debemos descartar la comprobada capacidad de Sánchez para hacer lo mismo y lo contrario según le convenga, con esa manera suya tan peculiar de entender el ejercicio del poder. Tan peculiar que Sanchez, vía Calvo, se enteró el viernes a las tres de la tarde que el independentismo lo que quiere es la independencia. Algo que le hizo romper ( de momento) la negociación ( modo ironía)
    Igual ayer la derecha no fue a la concentración por las mismas razones que la izquierda se quedó en casa en Andalucía: el enorme hartazgo con esta clase política.

  2. Hombre,Polonio,que Peter Sanchez » , vía Calvo, se enteró el viernes a las tres de la tarde que el independentismo lo que quiere es la independencia. «….no se yo ,si es una verdad irrefutable o más bien una forma de decir que los que se han enterado son «Los salvadores de la patria» que vimos ayer y los independentistas que no se bajan del guindo del guindal en el que viven instalados.
    Pero bueno,quizás sea una metáfora sutil de como está instalado el desconcierto político en ausencia de una verdad que no se alcanza a concretar.
    Y hoy vemos una jugada más en el tablero
    Peter Sánchez baraja el 14 de Abril como fecha de unas elecciones anticipadas….algo así como decirles a los separatistas,que está en sus manos ponerse la soga al cuello…ejem

  3. En el final de ETA concurrieron varios hechos principales :

    1. La lucha y perfeccionamiento de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado , especialmente sus servicios de información que lograron con pericia y valor infiltrarse en esa organización. Nunca bajaron la guardia ni renunciaron a la presión sofocante a la que sometieron al entramado político militar de ETA.
    2. La ilegalizaciòn de HB el 17 de Marzo de 2003 ( muy contestada entre los bienpensantes ), la dureza penal y la dispersión y alejamiento de etarras.
    3. La colaboración generalizada entre las fuerzas de seguridad se los países occidentales tras los atentados de Al Quaeda.
    4. La organización de la sociedad civil en plataformas que convergían desde la pluralidad en un frente de rechazo de la violencia terrorista y de la violencia política : Gesto por La Paz , Basta ya , Foro de Ermua , Manos blancas , etc .

    Ahora solo quedan zonas en donde aún perdura el miedo porque a sus gobiernos locales han accedido los restos blanqueados en nuevas siglas como si aquí no hubiera pasado nada. Pero esto es mas a largo plazo.Nunca se insistirá lo suficiente en la necesidad de no olvidar y de dejar claro que los demócratas vencimos y que el sacrificio de los muchos pocos sirvió para construir la paz.

    Coincido con el articulista en la sobre actuación de Casado y Rivera , no menor en sus efectos a la de todo un gobierno que marea con su ir y venir nervioso por pasillos , salas de conferencias , presentaciones de documentos para que al final ….nada, de nada.
    Han desgastado tanto la palabra diálogo que su sola mención debiera producir , al igual que ciertos medicamentos , efectos paradójicos.

    La comodidad o incomodidad en la vida política democrática de una nación son intercambiables por temporadas ; en el caso catalán es evidente que han sido sometidos ( al igual que en el Pais Vasco ) a un transplante de médula espiritual , algo que intentó- yo diría que sin conseguirlo -la dictadura de Franco a través de manuales de formación del espíritu nacional.

    Lo criticable de Sánchez es que no convenza a sus interlocutores catalanes de la imposibilidad de sus pretensiones y no creo que se trate solo de sus limitaciones expresivas sino que existe en sus formas una secreta admiración por el tesón que demuestran en la reivindicación de su pequeña diferencia con enigmas triunfadores del estilo » el Barça es más que un club «, y que alienta esperanzas secesionistas de manera inconsciente , magnética, con expresiones alambicadas que suenan mejor de madrugada.

    El juicio que se inicia mañana transcurrirá en orden y con las debidas garantías. Creo que vamos a debatir en los cafés sobre escuelas de derecho constitucional mientras se derrumba la agitación de estos años a medida que se acerque la sentencia y comprendan estos líderes catalanes que sus acciones tienen consecuencias. Ya habrá tiempo favorable para el perdón.

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