Cartografía, toponimia, nacionalismo

Andrés Gastey

 

Sea, como lo quieren unos, expresión colectiva del genio superior de la raza o, como sostienen otros, plebiscito cotidiano; trátese de una unidad de destino en lo universal o, según dijo aquél, de un proyecto sugestivo de vida en común; póngasele el ropaje lírico o épico que se desee; apélese a la historia, a la lengua, al grupo sanguíneo o al volkgeist: lo cierto es que hay pocas certidumbres sobre la idea de nación, y fue el Presidente del Gobierno, ese relativista contumaz, quien con mayor acierto desentrañó su esencia afirmando que se trata de un concepto “discutido y discutible”.

Sigue leyendo

¿En qué se equivoca la Ministra?

Andrés Gastey

 

Tras ganar las elecciones, el Presidente del Gobierno decidió crear una nueva cartera en su gabinete, el Ministerio de Igualdad, y confiársela a Bibiana Aído Almagro.

 

Como es sabido, en nuestro sistema constitucional es prerrogativa del Presidente tomar las decisiones que estime oportunas tanto sobre la estructura del gobierno (número de carteras y cometidos de cada una de ellas) como sobre la selección de los responsables de los distintos departamentos.

Sigue leyendo

Tiempo

Andrés Gastey

“Suena el despertador

que da la vida sin ser dios…”

(Antonio Vega)

Y la ciudadana reingresa en su tiempo. Antes de encender la luz, sabrá la hora exacta gracias a los dígitos rojos de su radio reloj. Pero las cifras, las mismas de todos los días, no terminan de adquirir nitidez. Tiene que frotarse los ojos para quitar las telarañas que se quedaron prendidas durante el tiempo suspendido, residuos de sueños pastosos que no puede recordar. Luego tanteará con los pies el suelo frío buscando la felpa de las zapatillas, mientras se engrilleta la muñeca izquierda con el reloj de pulsera que ha recuperado de la mesa de noche. Hoy se vuelve a poner el del trabajo, funcional, gris, de un plástico que no le provoca alergias; no es día para las frivolidades de colorines ni para deslumbrar a nadie con el de bolsillo o con el suizo de oro blanco que usa para bodas y bautizos.Procede a reconstruir sus rasgos ante el espejo mientras en la radio un locutor insiste en recordarle a cada instante que su tiempo se acaba. Se diría que la noticia más importante del día es que ha fenecido un minuto más: cada hora brinda sesenta oportunidades para informar sobre el luctuoso suceso.

Sigue leyendo

Sangre y lenguaje

Andrés Gastey

Cuarenta años de violencia terrorista no pasan en balde. Van dejando ausencias y cicatrices. Ninguna secuela puede compararse con el dolor de quienes han padecido en carne propia, o en la de sus seres queridos, el zarpazo de otros que creen justo matar o mutilar por una idea; pero el terrorismo forma parte de nuestras vidas desde hace tanto tiempo que ha acabado afectándonos a todos en una u otra medida. La violencia no sólo envilece a quien la ejerce. Tiene una fuerza expansiva que corrompe y contamina aquello que toca. El veneno que inyecta en la sociedad posee efectos directos bien conocidos y otros secundarios más recónditos. El lenguaje ha experimentado estos efectos secundarios.  

Los españoles fuimos ya antes testigos y partícipes de la subversión del lenguaje. La dictadura construyó una narrativa abyecta que caló hasta el fondo de nuestros huesos. “Siempre fue la lengua compañera del Imperio”, nos decían citando a Nebrija, y eso justificaba las persecuciones y tropelías del “hable usted en cristiano”. Cautivo y desarmado, sin novedad en El Alcázar, caballeros mutilados, tercio de familia, sindicato vertical, conspiración judeo-masónica, sequía pertinaz, oro de Moscú, contubernio, disponible gubernativo pendiente de depuración, gloriosa cruzada… La dictadura incrustó el castellano de miserias que nos está costando dios y ayuda limpiar.

 

Con la democracia pudimos aspirar a reconquistar el sentido auténtico de las palabras, pero la pervivencia del terrorismo las ha deformado y pervertido otra vez.

Sigue leyendo

Porque yo estaba antes

Andrés Gastey

Los métodos de asignación de derechos en cualquier sistema social son variados. En las democracias, se atribuye a cada ciudadano un buen paquete de derechos por su mera condición de miembro de la polis. Luego, el azar, el mercado, el voto o la superestructura jurídica (reglamentación hereditaria y registral) distribuyen facultades de acción con mayor o menor justicia entre los ciudadanos. Uno de los mecanismos más antiguos y extendidos de atribución de derechos es el de la prioridad temporal, la precedencia: se le reconoce a alguien un mejor derecho no por razones de mérito o necesidad, sino porque «llegó antes». Ya lo usaban los romanos, que acuñaron la fórmula «prior in tempore, potior in iure».

Sigue leyendo