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Sociólogo

Más pobres, pero sólo algunos

José S. Martínez

La crisis ha supuesto una disminución de nuestra riqueza. En el gráfico que acompaña a este post pueden ver la evolución del PIB per cápita en euros constantes (de 2010). Disponemos ahora de la riqueza de 2006. No éramos muy pobres en ese año, y la tasa de paro estaba en torno al 8%. Ahora con el mismo PIB per cápita estamos por encima del 20% de paro. Es decir, los que se han quedado trabajando son más productivos que en 2006.

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El líder que pasaba por ahí

José S. Martínez

La combinación de la crisis económica más grave desde 1929 con Rajoy al frente del PP está produciendo una situación que podemos considerar de casi experimento natural. La forma más sencilla de contar lo que quiero decir es mediante una situación contrafáctica: qué hubiese pasado si en 2008, en el Congreso de Valencia del PP, otra persona se hubiese hecho con la dirección del partido. Probablemente ahora tendría la misma ventaja frente al PSOE, pero estaríamos diciendo que la derecha española logró un líder preclaro, que la rescató tras dos derrotas y una situación de gran división interna.

Pero no, apoyado por el amigo del alma Camps, Rajoy se hizo con el partido. Un partido que no fue capaz de pacificar tras ese congreso, sino cuando quedó patente la estrategia ganadora: esperar a que la crisis se agravase. Las cualidades de Rajoy no son las que se espera de un líder, pues de un líder se espera que afronte los problemas, que tenga propósitos claros y que dirija a la gente hacia esos propósitos, tras ganar su apoyo. Pero el apoyo de Rajoy fue el dedo de Aznar, su forma de afrontar los problemas es dejar que se pudran o se resuelvan solos, y sus propósitos, por lo menos declarados, no van más allá de unas vagas intenciones conservadoras, que no son más que reflejo de su carácter.

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«Popnografía»

José S. Martínez

Ya que estamos ante la caída del Imperio Romano, nada mejor que dedicarse a las orgías, eso siempre estará en nuestra mano. Para darle alguna vuelta a esto de la sexualidad, aprovecho este blog para reflexionar sobre estos asuntos placenteros.

Es divertido esto de jugar con las palabras, para condensar lo que quiero contar, que el porno hace tiempo que entró en la cultura popular. En el muy recomendable documental «Inside Deep Throat», en el que se muestran los comienzos del porno como parte de la cultura de masas, cuenta cómo algunos de los protagonistas de aquella época creían que el cine comercial estándar (main stream) terminaría por incorporar el porno. Era una posibilidad, pues los estrictos códigos de la autocensura que acompañaban al cine made in Hollywood casi desde su inicio se estaban relajando (código Hays). Pero no ha sido así. Más bien al contrario, por lo menos en el cine americano, los temas sexuales son tratados ahora con más recato que en entre finales de los 60 y principios de los 70 (es una apreciación personal, puede que equivocada). Ciertamente esto no es así en todos los países, por ejemplo, en el nuestro el sexo que antes se clasificaba como ‘S’ está integrado en el main stream. Pero no sucede lo mismo en el porno. Que yo recuerde, sólo he visto escenas típicamente porno en películas distribuida en el circuito comercial y de festivales culturetas en dos películas de Lars Von Triers, Los idiotas y Anticristo. 

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Pijos tontos y clases populares listas: así­ es España

José S. Martí­nez

El debate educativo está tan viciado en España que se ha creado una espiral de silencio en la cual es difí­cil matizar cualquier argumento, debido al dominio de los discursos apocalí­pticos. En este blog he tenido varias oportunidades de contribuir a que el debate sea más sensato; permítanme que en esta ocasión me detenga en una de nuestras virtudes, bastante mal interpretada.

Esta virtud es la siguiente: nuestro sistema educativo es más igualitario que el de otros países de nuestro entorno, y lo es tanto desde el punto de vista del rendimiento educativo como desde la proporción de personas de clases populares que llegan a la universidad. En esta ocasión me centraré en lo que relacionado con el rendimiento educativo. Según las pruebas de competencias del informe PISA de la OCDE, los resultados educativos en España son más parecidos entre los distintos alumnos que en otros países. Los más indocumentados del lugar se apresuran a sacar el espantajo de la LOGSE y afirman que esto se debe a la igualación por abajo. No es cierto. Basta con comprobar el porcentaje de alumnado de bajo nivel. PISA muestra que la proporción de alumnado español de baja competencia en comprensión lectora (uno de cada cinco) es similar a la de países como Reino Unido, Alemania o Francia.

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Protesta política: Realidad 1.0 vs. Internet 2.0

José S. Martínez

Los medios de comunicación han dado mucha importancia al papel de las redes sociales en los movimientos democratizadores en el mundo árabe. No dudo que las nuevas tecnologías están redefiniendo el espacio público, pues permiten una comunicación más horizontal, sin mediadores que decidan qué información o producto cultural debe distribuirse. Esta posibilidad, de todas formas, no quita que los mayores productores de la información que se consume en la red sigan siendo los medios tradicionales. Las noticias que más se siguen son las de la prensa de siempre o los videos que más vistos son los producidos por las televisiones convencionales.

Mi duda está en cuál está siendo la importancia de las redes sociales en estas movilizaciones políticas. Por un lado, Túnez y Egipto, países en los que de momento el movimiento va siendo más exitoso (esperemos que así siga), la penetración de Internet es relativamente escasa y sus niveles de analfabetismo son altos (en Egipto, la tasa de usuarios de Internet es 16,6% y la tasa de analfabetismo 33,5%; en Túnez son de 22,0 y de 27,1% respectivamente). Por otro lado, ha habido milenios de revueltas y revoluciones populares sin ayuda de las nuevas tecnologías. Para distribuir información sobre la convocatoria de una manifestación era suficiente con la “vietnamita” (tecnología de impresión también avanzada hace medio siglo). Por tanto, parece que las nuevas tecnologías ni son causa necesaria ni suficiente para que el pueblo se alce contra los tiranos. Eso sí, son un medio más en esta lucha. En general, creo que Internet sí está cambiando el espacio público, pero no me queda claro si este cambio supone diferencias cualitativas, o sólo de grado.

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Abandono escolar temprano

José S. Martínez

Para medir la evolución de la escolarización, la Unión Europea propuso hace ya varios años el siguiente indicador: la tasa de abandono escolar temprano en la población de 18 a 24 años. Este indicador es el porcentaje de jóvenes que no cursan estudios tras el nivel obligatorio. Por ejemplo, un joven que finalice con aprovechamiento la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y no siga estudiando es considerado en situación de abandono escolar temprano, al igual que un joven que deja el sistema educativo sin haber obtenido el título. Cuando llevamos hacia atrás en el tiempo este indicador,  considera que una persona sin más estudios que el Graduado Escolar que se obtenía al finalizar la EGB estaría en situación de abandono escolar temprano. Señalo este hecho debido a la confusión que ha habido en los medios de comunicación recientemente, cuando la Comisión Europea publicó el último informe sobre esta cuestión, a principios de febrero. Los medios y muchos comentaristas confundieron este indicador con otro de más raigambre en nuestro sistema: la tasa de fracaso escolar.

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Fracaso escolar administrativo

José S. Martínez

En España tenemos CCAA con excelentes resultados en rendimiento educativo, como sucede en Castilla y León, en pruebas internacionales (como PISA), pero en la que el fracaso escolar está en torno al 20%. Los resultados españoles en este tipo de pruebas de rendimiento son ligeramente inferiores a la media internacional; sin embargo, nuestras tasas de fracaso escolar son del doble. Además, debe tenerse en cuenta que en nuestro país, el porcentaje de estudiantes con muy bajo nivel en estas pruebas es menor que el de la comparación internacional ¿Cómo es posible llegar a una situación tan absurda en la que nuestros estudiantes sin ser mucho peores fracasan mucho más?

Para dar respuesta a esta pregunta podemos comparar la información disponible sobre fracaso escolar y rendimiento educativo de las distintas comunidades autónomas, como ha hecho recientemente Julio Carabaña, o comparar los resultados de España con los de otros países. Carabaña ha comprobado que en España hay poca relación entre el nivel de competencias del alumnado en pruebas como las de PISA y la tasa de fracaso escolar. El fracaso escolar es bajo en el País Vasco, pero no debido al nivel de competencias de sus alumnos, que es medio, sino debido al bajo nivel de exigencia. Este investigador estima que son necesarios 416 puntos para obtener el título de ESO en dicha comunidad, mientras que en La Rioja son necesarios 474 puntos (con datos de PISA 2006, pero no cambian mucho con los datos más recientes). En el Gráfico 1 puede observar la relación entre el fracaso escolar, según lo definen las autoridades educativas de las CCAA y según el nivel de fracaso en PISA (el porcentaje de jóvenes con resultados muy bajos en PISA). Observe cómo con el mismo nivel de fracaso escolar según PISA, el fracaso escolar administrativo es mucho mayor en La Rioja que en Asturias o en el País Vasco.
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Informe PISA: Vídeoconsolas, claro que sí (pero vídeojuegos no…)

José S. Martínez

Los padres consultan estos días con el banco y con los reyes magos la pertinencia o no de regalar vídeoconsolas a sus hijos. Hay cierto pánico moral con estos inventos del demonio, pues es normal temer lo que se desconoce y es más fácil “elegir” estar a favor o en contra de algo que dedicar tiempo para tomar una posición matizada. Por suerte, los menores cuentan con aliados entre los adolescentes cuarentones, que somos de la primera generación de vídeojugones.

Recientemente, en el blog «Nada es gratis» se ha publicado una entrada sobre este tema por Antonio Cabrales y Florentino Felgueroso (Los regalos, aún los de Reyes, tampoco son gratis: videoconsolas y efecto sobre la lectura en PISA), aprovechando que los datos del reciente informe PISA, dedicado a rendimiento educativo de los jóvenes, tiene en cuenta si en casa tienen una vídeoconsola y si la usan. Permítanme establecer polémica con este blog, en este tema concreto, pues en su razonamiento he visto varios de los errores que comúnmente se cometen en la interpretación de los datos de PISA. Una equivocación es fallar en la interpretación de las puntuaciones de PISA.Estas pruebas contienen dos tipos de errores, uno puramente aleatorio (son muestrales) y otro de medición (las preguntas que emplean para medir el nivel de competencia pueden ser equivocadas). El primer error es fácil de estimar, el segundo no. Por otro lado, está la cuestión de cómo interpretar las diferencias en puntuaciones; teniendo en cuenta que la media es de 500 y la desviación típica es de 100, si convertimos 10 puntos PISA en estatura (suponiendo una estatura media de 170 cm. y que el 95,5% de la población esté entre 150 cm. y 190 cm.), esos 10 puntos serían equivalentes a un centímetro, y ese centímetro es el margen de error aleatorio (es decir, entre 490 y 500 puntos de la diferencia puede ser por puro error estadístico). Lo digo porque estoy cansado de ver grandes propuestas de reformas educativas basadas en diferencias que son errores estadísticos o «milímetros» de estatura. Si los autores tuviesen esto en cuenta, verían que no en todos los países las vídeoconsolas producen efectos sobre la lectura.

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La juventud no existe

Pepemart

He de reconocer que títulos como el de este artículo nos pirran a los sociólogos, pues no hay mejor forma de hacerse el listo. Lo que queremos decir con este tipo de provocaciones ingenuas es que bajo una etiqueta que se maneja con profusión para hacer análisis sociales, se esconde una realidad muy heterogénea. Es decir, no existe la juventud, existen los jóvenes, y las diferencias entre jóvenes son tan grandes que es poco útil pensar en ellos como un único colectivo. Por supuesto que biológica y socialmente hay un período de transición de la adolescencia a la edad adulta, pero este hecho oscurece más que aclara nuestra comprensión de la sociedad. Eso se debe a que dentro de un mismo grupo de edad existen grandes diferencias sociales. Por ejemplo, los sucesivos artículos publicados en El País en la serie “(pre)parados” tienden a cometer el error de ver a los jóvenes como un colectivo homogéneo, oscureciendo así las desigualdades de origen social y de género. 

Por ejemplo, la tasa de paro de los jóvenes (16 a 24 años en las comparaciones internacionales sobre mercado de trabajo) es el doble que la tasa de paro del conjunto de la población. Ese dato ha sido así durante mucho tiempo, no sólo en la actual crisis, y en distintos países. Probablemente se debe a que podemos interpretar el mercado de trabajo como un «lugar» donde la gente hace «cola» para ocupar un puesto de trabajo, y los jóvenes son los últimos en llegar a la cola. Pero no todas las colas son iguales… Si tenemos en cuenta el tiempo que los jóvenes llevan en cola, es decir, el tiempo desde que terminan sus estudios, se aprecia que la tasa de paro de los universitarios es sensiblemente menor que la tasa de paro de quienes tienen menos estudios. Dos personas de 25 años tendrán la misma edad, pero si uno de ellos acaba de finalizar un máster, llevará sólo unos meses en el mercado de trabajo, mientras que si es titulado en FP puede llevar varios años trabajando. Por tanto, cuando hablamos de paro juvenil estamos ocultando que con la misma edad, el tiempo en el mercado de trabajo es mayor para unos que para otros, así como que las tasas de paro son muy distintas.  Sigue leyendo

¿Universidad humanista, cientí­fica o FP superior?

José S. Martí­nez

Cuando se debate sobre los problemas de la Universidad creo que se omiten las contradicciones sobre las tensiones de cuál debe ser el papel de la universidad, más allá de polémicas puntuales. Las tres funciones que se atribuye a la Universidad son la humanista (de preservación de la Cultura), la científica y la formación profesional. Quienes defienden la función humanista suelen ser académicos de disciplinas con escasa inserción laboral, pero con alto prestigio cultural, como la filosofía o las filologías clásicas. Otro sector de universitarios lo marcan los científicos, que, a diferencia de los humanistas, no tratan de preservar y profundizar los legados culturales, sino que se mueven por la búsqueda permanente de innovación. Para este sector, lo importante es producir novedades que sean consideradas relevantes por grupos de pares, es decir, por otros científicos. En cuanto a quienes buscan formación profesional superior, se encuentran tanto numerosos estudiantes, que esperan que la Universidad se oriente a la integración laboral como los empresarios.

Más allá de los conflictos en torno a la financiación universitaria, de cómo debe enseñarse en la universidad, los rankings… etc., cabe esperar que la universidad española esté en crisis permanente debido a que en cada universidad hay tensiones entre los tres colectivos. A cuento de Bolonia parte del profesorado y el alumnado protestaban en contra de que la Universidad prepare para el mercado de trabajo… justo lo que otros muchos estudiantes y empresarios esperan que haga. Obviamente, orientar la Universidad hacia la integración laboral es una condena a los humanistas, pues la Universidad es prácticamente la única institución que les da cobijo.

Por otro lado, hay familias universitarias en las que las funciones se han ido estableciendo con claridad, pero no en otras. Me atrevería a decir que en las disciplinas con más tradición universitaria hace tiempo que quedó claro por parte del profesorado en particular y del conjunto de la sociedad en general para qué preparan, si para el humanismo, la ciencia o la inserción laboral. En humanidades es más o menos claro que los estudiantes deben enfrentarse a textos clásicos, si me permiten exagerar, con casi los mismos autores en el temario ahora que hace mil años. Así­ debe ser para preservar la tradición cultural y reinterpretarla según las polémicas del presente. En ingenierías, también tienen claro que se debe preparar para la inserción en el mercado laboral, es lo que siempre se ha esperado de los ingenieros. Medicina o Derecho, titulaciones de las más antiguas, de forma autónoma, a lo largo del tiempo, han ido configurando una formación profesional de alto nivel. En Medicina, son médicos en ejercicio quienes enseñan la profesión a futuros médicos, con un gran peso de las clases prácticas. En Derecho es un poco distinto, debido a que el perfil profesional no es tan claro como el del médico. Probablemente, en España la carrera prepara bien para formar funcionarios de alto nivel, o por lo menos cuando yo estudiaba, pues estaba muy enfocada a la memorización. Pero no prepara tan bien para el ejercicio profesional, y posiblemente la memorización cada vez sea menos necesaria, gracias al Aranzadi y similares…

El lí­o gordo se da en carreras que no cuentan con siglos de presencia en la universidad. Aquí­ hay dos perfiles diferentes, titulaciones que no saben qué son (si humanidades, ciencias o FP superior) y profesiones ya asentadas que buscan el prestigio del título de la universidad. Entre las carreras con crisis de identidad está la mí­a, la Sociología. Entre los sociólogos, pero también en otras titulaciones de ciencias sociales, no nos hemos de puesto de acuerdo en si debemos preservar a los grandes autores, si formar para la ciencia o si formar profesionales liberales. Esto genera tensiones entre el profesorado, y desazón entre el alumnado, el cual viene la mayor parte de las veces a la Universidad pensando en su promoción profesional y no en leer a sesudos señores que murieron hace más de un siglo.

Problema distinto es el de las profesiones que no eran universitarias, pero decidieron hacerse universitarias para mejorar su prestigio, en lo que algunos sociólogos llaman una estrategia de cierre social. Trabajo Social, Pedagogía Social o Periodismo son titulaciones de este tipo. Veamos el caso de periodismo. Durante mucho tiempo ha existido este oficio, pero no la titulación universitaria de periodista. Ejercían esta profesión desde «jornaleros de la pluma», muy bien alfabetizados y con cultura mundana, pero sin estudios superiores, hasta escritores en su proceso de consagración. Pensaba el gremio, que con un título universitario conseguirían más prestigio social, y mejores salarios… pero parece que no ha sido así­. Las redacciones de los medios de comunicación están plagadas de jóvenes y no tan jóvenes con salarios muy bajos, y el resto de profesionales tendemos a escandalizarnos por la falta de conocimiento de muchos de ellos ante los problemas en los que somos expertos, como siempre ha pasado. En mi modesta opinión, creo que lo razonable es que hubiese dos tipos de titulación de periodista. Por un lado, una FP superior, orientada al trabajo práctico del periodista, y por otro una titulación de máster, para conseguir periodistas que realmente sean expertos en algo, en lo que estudiaron en el grado. Al no haber solucionado así­ el problema, nos encontramos con situaciones paradójicas, como profesores preocupados por las teorías de la comunicación, que se remontan a la caverna de Platón, con alumnos que lo que quieren es aprender a manejar una cámara de televisión, pero que no fueron a FP porque querían el prestigio de la universidad. Les recuerdo que Amenábar no puede dar clases en Comunicación Audiovisual porque no terminó la carrera.
A mi­ entender, parte de la devaluación de los títulos universitarios tiene que ver con estos recién llegados a la enseñanza superior, profesiones que no saben muy bien cuál es su perfil y profesiones de prestigio medio o medio bajo, que esperaban subir de estatus gracias a la universidad. En las filas de los mileuristas abundan más sociólogos, antropólogos o periodistas que ingenieros, médicos o abogados.

Creo que la solución a las tensiones entre las tres funciones de la universidad se puede lograr mediante la flexibilidad para transitar entre las instituciones de formación superior así­ como mediante su mayor especialización. Por ejemplo, parece bien orientada una de las actuales propuestas del Ministerio de Educación, que consiste en la mayor integración entre FP superior y Universidad. Esto podría ir deshaciendo la tensión entre la función de formación profesional y las otras dos (que creo que es la más importante), permitiendo que el paso entre ambas ramas educativas sea fluido. Así­ se conseguiría que los jóvenes se formen a la carta. Ha habido quejas de parte del profesorado de FP, pero me huelo que son puramente gremiales, ante el miedo a la «usurpación» de sus tareas por parte de la universidad, institución más prestigiosa.

Esta flexibilidad entre ramas educativas debe combinarse con una mayor especialización. Que los jóvenes sepan que, si les interesa ejercer como abogados de las finanzas, la universidad X es muy buena, pero que, si prefieren prepararse para funcionarios, deberían atender a las clases de la universidad Y. Un sociólogo también debería poder elegir entre titulaciones de sociología más orientadas hacia el perfil de humanidades, y otras como FP de grado superior. En EEUU los dos mejores departamentos de Sociología tienen orientaciones muy diferentes. En Wisconsin entienden la Sociología como una ciencia “natural” mientras que en Berkeley el estilo de trabajo es el de humanidades.

Esta especialización me parece más difícil de lograr, pues las inercias institucionales no permiten afinar tanto, pero si sabemos que es una de las soluciones, nos podremos ir ajustando. En resumen, las tres universidades son necesarias, y debemos diseñar la educación superior para que las tres coexistan.