Acerca de lope agirre

periodista y escritor

Qué poco sabemos de nada

Lope Agirre 

Abrumadito estoy de toda la sabiduría que se destila, como vino recio, en estas páginas de DC, Debate Categórico, Divulgación Científica, Duelo Carbónico, Doble Colesterol, y es tanta mi vergüenza por no saber lo que debería, para estar a la altura de los debates circunstanciales, es tanta la ignominia que siento subírseme por el canalillo de las vísceras, por no ser siquiera capaz de aparentar un mínimo de entendimiento, que me veo obligado a hacer una confesión: “Sólo sé que no sé nada”. Duda Cierta, que no es lo mismo que Cierta Duda. Ya es algo, ciertamente. Dudo luego existo, quizás, quizás, quizás.

 

La primera pregunta que me hago todas las mañanas, tras haberme despachado el café con leche y los suculentos bollos, medialunas, napolitanas que le acompañan es la siguiente: “¿Qué sé yo?”. No es pregunta fácil ni sencilla, no es cuestión, como se dice ahora, baladí, que te di, porque de equivocarnos y afirmarnos, como consecuencia, en el ¡”Yo qué sé!”, estamos cambiando de tercio y de lugar sintáctico, en ese Desierto Caliente, que es el de la escritura y la comunicación.

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El arte del desgarro

Lope Agirre 

“El infierno es ahora todo mi vicio”. Son las únicas palabras que escribió Camus, como parte de una canción que Sartre quería incluir en su obra. Lo cuenta Simone de Beauvoir y añade que, cuando Sartre le propuso la ejecución de la canción, Camus iba acompañado de una cantante en la que estaba interesado. La cantante era Juliette Gréco, el año el de 1947, la ciudad París, y todavía no se había consumado la ruptura entre ambos escritores. Pero se veía venir. Albert Camus conoció a Arthur Koestler, desencantado entonces del comunismo. A Camus le atraía Koestler en la medida en que su teoría se sustentaba en la experiencia. Koestler había sido dirigente comunista, combatió en España, durante la Guerra Civil y, como otros muchos, vio que la revolución por la que él había luchado se transformaba, con y bajo Stalin, en una tiránica y sangrienta dictadura. Koestler había vivido en su propia carne la sinrazón de aquella deriva, y eso era precisamente lo que Camus admiraba en un intelectual. En sus primeros escritos hay una frase, certera como una flecha y afilada como el puñal de un sicario: “Algunos de nosotros no soportamos que se hable de la desdicha, si no es con conocimiento de causa”. Dicha frase traería como consecuencia la enemistad con parte de la  izquierda francesa, tan dada a la teoría y a la abstracción. Merleau-Ponty había justificado los Procesos de Moscú, con el argumento de que era la reacción de una revolución asediada. Para Camus comunismo y asesinato eran sinónimos. Sartre justificó y defendió a Merleau-Ponty y la amistad se resintió.

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Jugar en el cuatro y medio

Lope Agirre

Cuando el lehendakari Ibarretxe anunció la fecha de convocatoria de las elecciones autonómicas vascas para el día 1 de marzo, la sorpresa fue grande, porque, aunque se puede suponer que la decisión habría sido analizada, discutida y tomada en grupo, pocos se esperaban que dichas elecciones de Euskadi coincidieran en el mismo día que las de Galicia. El lehendakari, en su breve intervención a la prensa reunida para el efecto, tampoco aportó datos que justificaran dicha coincidencia. Dijo que el trabajo más importante estaba hecho y que había que celebrar las elecciones cuanto antes, termino impreciso donde los haya. Podía haber convocado una semana antes o una semana después de las gallegas. Pero, no; el mismo día. Tradicionalmente las elecciones autonómicas vascas no coinciden con ningún otro acontecimiento, festivo, religioso o electoral. Esta vez va a ser diferente. Ibarretxe quiere jugar de otro modo y en otro espacio.

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Sancho en Pamplona

Lope Agirre

 

Estando solo Sancho Panza, una vez que feneciese su amo y amigo Don Quijote, el de la Mancha, mas no baldón, marchó a Granada, y allí se quedó prendado de unas coplillas que cantaban las mozas y que decían:

 

“Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada

como la pena de ser ciego en Granada”.

 

Le gustaron los versos tanto que las cantaba a muchas horas, por la mañana al despertar y por la noche al acostar, sobre todo. Pero como no era ciego, de cuerpo afuera al menos, porque sabía que no hay peor ciego que el no quiere ver, veía y miraba aquellas maravillas que la naturaleza y el cuidado del hombre habían creado y multiplicado y se asombraba.

 

–Gran ciudad es Granada, la bella. Y gran desgracia ser ciego entre las hermosuras que encierra.

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Venganza

Lope Agirre

Que las palabras “venganza” y “vergüenza” son similares desde el punto de vista fonético es una obviedad, lo cual no significa que tengan una raíz común. Venganza significa la supresión simbólica del daño recibido, mediante el castigo del ofensor. Lógicamente, el daño recibido es imposible de ser borrado, porque ha sido ya efectuado, pero queda la supresión simbólica del acto como tal. La venganza actúa como retribución de algún mal recibido y supone, de alguna manera, la recomposición, la revisión de un anterior acto que se considera perjudicial y lesivo. Según Spinoza, el esfuerzo por hacer el mal a aquel que odiamos se llama ira; pero el esfuerzo por devolver el mal que nos ha sido hecho se llama venganza. En la Grecia clásica se citaba la venganza de Orestes, que mató a su madre Clitemnestra, porque ella, a su vez, hizo lo mismo con Agamenón, padre de Orestes. Para la mentalidad griega de su época la venganza de Orestes era un acto de justicia, además de una obligación noble, para dioses y hombres. La vergüenza, y el oprobio, acompañaban a aquel incapaz de cometer un acto vindicativo. Nerón también mató a su madre, pero nadie en la Antigüedad lo consideró como acto de justicia, sino como fruto de su soberbia. La madre de Nerón no le había hecho a su hijo un daño tal que pudiera ser restituido con la muerte. Nerón ha pasado a la historia como un ser vil y despiadado; Orestes, como un ser piadoso. Nerón, como un asesino; Orestes, como un justiciero. Aunque  ambos, Nerón y Orestes, hubieran matado a sus respectivas madres, los ciudadanos europeos de nuestra época sabemos o intuimos que no son actos que puedan ser equiparados, ni siquiera justificados. Nuestra razón práctica nos reafirma en la idea de que sólo el estado es el único autorizado para ejercer la justicia.

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El caso Kundera

Lope Agirre

 

Vida y literatura acostumbran a estar unidas entre sí, pero dicha unión no es siempre explícita; no, al menos, en la manera que quisiéramos. Escribir es un acto que va más allá de la vida; y la vida no es una actividad que pueda ser condensada en y por la escritura, por sí misma. Escribir es como adentrarse en el río, dejarse llevar por la corriente de agua y marchar hacia el mar, sabiendo que el viaje no finaliza allá, porque no tiene final ni dirección alguna. Algunos viajes tienen como único objetivo hacer el  propio camino, andar y desandarse en él, como dice ese hermoso poema de Kavafis: “Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca, debes rogar que el viaje sea largo”. La literatura es más que vida, y la vida es más que literatura, muchas veces. Literatura es algo que se va deslizando entre sospechas y dudas, algo siempre cambiante, siempre al borde de la fatiga y del tedio, como la vida misma, porque sin vida no cabe hablar de literatura. También se puede plantear otra suerte de preguntas, si puede existir literatura desprovista de vida o si existe vida que no pueda ser dicha y expresada.

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Lo falso

lope agirre

 

El concepto de “lo falso” procede del mundo del arte. La falsificación intenta muchas veces sustituir a la obra verdadera, con fines comerciales, claro. Y lo consigue; hay quien prefiere obras falsificadas en el comedor de su casa, amueblada según el canon estético comprado en Ikea, todo noble, como se sabe.

 

La ciudad de los Agirre, a orillas del Cantábrico, es un lugar admirable e incluso entrañable. Su peculiar belleza, de rasgos precisos y certeros, está rodeada, sin embargo, de un halo de falsedad. La famosa “área romántica”, un apacible y ordenado conjunto de calles, rodeando la Catedral, es falsa, en la medida que lo son las imitaciones en comparación con el original. Lo mismo sucede con la Catedral del Buen Pastor. Vista desde el cielo, se sabe que es catedral, recia como una caja de piedra, mas por ser imitación del gótico, sin serlo verdaderamente, hay que considerarla como falsa. Pero que nadie tome el término “falso” en un sentido peyorativo, sino en uno amable. En el mundo circulan perlas falsas que más bien parecen auténticas. También se ven perlas ensangrentadas y flores pisoteadas, que cantaba no sé quién. Los Agirre, cuando una mujer se nos insinúa, cosa que sucede una vez en el siglo, luciendo en su cuello un fanal de perlas, no preguntamos si son perlas verdaderas, sino si es ella, la hembra, verdadera y no producto de la imaginación, que de todo hay. También circulan por el mundo, perlas auténticas que más bien parecen falsas. Lo falso, muchas veces, es una manera de ocultarse. 

 

Los seres humanos tendemos a embellecer el pasado que no hemos tenido. El pasado nos atrae hacia sí, como una piedra magnética. A veces, la embellecemos inventándola; otras, decorándola por fuera, en la parte visible. Se pueden adecuar, según mande la ocasión, las opiniones que no hemos tenido, y manipular los recuerdos. En muchas biografías  no aparece nada que a la luz actual sea oscuro o deplorable, aunque en la vida real lo hubiera. La belleza del pasado recreado destruye la verdad del suceso. Surge el mito, al otro lado del espejo. Si no se puede conducir el presente hasta el pasado, se atrae el pasado hasta el presente. Humana condición.

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La casa del padre

lope agirre

El poema más conocido de la literatura vasca lo escribió Gabriel Aresti, bilbaíno, comunista, amigo de Blas de Otero y de la verdad, como solía gustarle decir a él. El poema en cuestión se titula “Defenderé la casa de mi padre”. Muchas interpretaciones he escuchado y también oído sobre la significación simbólica del poema. Unos afirman que la casa del padre es la lengua vasca; otros que la patria. El poema acaba con estos versos: 

 

Me moriré,

se perderá mi alma,

se perderá mi prole,

pero la casa de mi padre

seguirá

en pie.

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Máquina

Lope Agirre

Desde que el mundo sea, o es, mundo, o como se llame a esta tierra, andan sabios y no tan sabios, fuertes y débiles, duros y blandos, individuos y grupos, inteligentes y estúpidos intentando saber qué clase de misterio es ese del ser humano y buscando un poco de luz en la más obscura tiniebla. 

 

Hace poco, volví al lugar que había jurado jamás volver. No estaba, sin embargo, ni demasiado triste ni demasiado alegre, ni demasiado forzado a la estancia, ni demasiado ilusionado por la circunstancia, si todo hay que decirlo. Vínome a la mente la idea de que el azar o la suerte me llevaban cogidito de la mano, que a la postre yo no era más que una máquina que inmensas fuerzas, imposible discernir si eran cercanas o lejanas, me utilizaban a su gusto y placer, sin poder rebelarme siquiera. Sentí pánico, aquel pánico que siglos antes había experimentado Pascal: “Cuando considero la corta duración de mi vida, absorbida por la eternidad precedente y posterior (memoria hospitis unius diei preterentus), el pequeño espacio que ocupo, e incluso que veo, sumido en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí en lugar de allí, pues no hay ninguna razón para un aquí en vez de un allí, ni para el presente en lugar de para un después. ¿Quién me ha puesto aquí? ¿Por orden y decisión de quién este lugar y este tiempo me han sido adjudicados?”

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Sueños

lope garcía

 

Soñé que entraba en DC y que, al momento y sin esperarlo por no sé qué suerte malvada y malversadora de ilusiones, se convertía en CD, y sonaba como Siniestro Total, Ayatollah, no me toques la pirola, y, de pronto, me puse a bailar de alborozo, recordando, seguramente, tiempos que creía olvidados. Pero luego, intentando volver a la realidad, pensé que se iban a enfadar los musulmanes que hay en el mundo y que nos iban a perseguir de uno al otro confín, porque en la lona gime el viento, y hay que andar con tiento, con lo políticamente correcto, que es lo más incorrecto que pueda haber, pero París bien vale una Visa, así que cambié de música y puse a los Sex Pistols, God save the Queen. Pero la Reina no apareció. El Rey tampoco, porque estaba desnudo y como que no estaba por la labor

.

Soné que Alguien era Nadie y se enfrentaba al Polifemo que, aunque tenga un ojo sólo, todo lo ve y todo lo huele y todo discierne, aunque esté en ciernes. Y le animaba a seguir el viaje, porque Itaca no puede estar muy lejos, a la vuelta de la esquina, no te digo. Y allí se encontrará con su perro fiel, y será feliz, como todos los que lo son y lo han sido, que son legión, como los demonios y los ángeles, vaya por Dios.

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