La sentencia

LBNL

Vaya por delante mi respeto a la independencia judicial y también a aquello de que cuidado con juzgar lo que no conoces en detalle, o no eres capaz de conocer suficientemente por falta de conocimientos. Dicho lo cual, me parece perfectamente legítimo opinar sobre la sentencia del viernes pasado que condenó a Urdangarín y absolvió a la Infanta y todos los acusados valencianos. Porque es un caso de trascendencia pública, porque hemos tenido ocasión – durante años – de conocer los hechos a través de la prensa y porque la sentencia ha sido comentada también por expertos jurídicos. Para empezar, cabe decir que, como todos los tribunales, el que ha dictado la sentencia en cuestión es falible. Y subjetivo. Lo cual no es óbice para que, con todas sus imperfecciones, el Estado de Derecho siga siendo una opción mil veces mejor que el juicio mediático-popular.

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