LBNL
Hay consenso sobre que 2016 fue un año malo de toda maldad y también una gran incertidumbre, apesadumbrada, sobre lo que nos deparará el año entrante, sin necesidad de profecías mayas o milenarias de por medio. No hay que ser un lince para atisbar que Trump va a generar no pocas turbulencias, incluso aunque alguna pueda llegar a ser positiva. Si alguno confiaba en lo contrario, su pre-ejercicio del cargo desde que fue elegido indica que, a todas luces, va a ser fiel a su estilo, precisamente bastante caótico y desde luego poco ortodoxo. En Moscú se frotan las manos y seguramente no todas sus expectativas se cumplan, como es de esperar que tampoco lo hagan todas las amenazas frente a las que ya se está preparando Pekín. En el ámbito patrio, el escenario tampoco es demasiado halagüeño. Si bien el PSOE y el PP llevan unas pocas semanas demostrando respectivamente que se puede hacer oposición constructiva eficaz y gobernar con cierta flexibilidad y diálogo, la pareja de hecho forzosa puede saltar por los aires en cualquier momento, especialmente teniendo en cuenta el proceso congresual que afrontará el primero antes del verano – esperemos al Comité Federal para la fijación de la fecha definitiva.