¿Golpe, jaque o farol al Estado?

LBNL

La investidura anoche de Puigdemont como President de la Generalita tras la cesión in extremis de la CUP plantea un escenario lleno de interrogantes. En principio la jugada catalana le da la puntilla al intento de Pedro Sánchez de formar un gobierno de izquierdas con ayuda de Podemos dado el apoyo de este último a un referendum de autodeterminación, y si no consigue ser Presidente del Gobierno, muy dificilmente conseguirá sobrevivir como Secretario General del PSOE. Pero el que lo tiene peor, sin duda, es Puigdemont, que se va a enfrentar a la ineludible necesidad de violar la ley e incurrir en responsibilidad penal o defraudar las cada vez mayores expectativas del independentismo catalán. Mas fue muy cuco en todo momento, como también en lo personal, guareciéndose siempre de quedar al descubierto. Puigdemont, en cambio, no tiene alternativa. Ha sido elegido para cumplir la resolución del Parlament que requería la presentación de leyes independentistas en el plazo de un mes, con vistas a una declaración de independencia en plazo de año y medio. Y sin embargo, su nombramiento será comunicado a Su Majestad El Rey al objeto de que tenga validez y efectos legales. Ese es su principal problema: en el momento en el que se declare insumiso con respecto a la legalidad constitucional, cualquier catalán podrá declararse insumiso respecto a la Generalitat.

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