Saturación

Lobisón

Quizá es un simple fenómeno de saturación, pero la incredulidad y la repulsión se han disparado tras las informaciones sobre la Operación Púnica. Ya es demasiado, tras la imputación contra el ministro Angel Acebes, los nuevos datos sobre pagos de la caja B en las obras de Génova, la apasionante saga de los Pujol, etcétera, etcétera. Hasta la propia Esperanza Aguirre se quedó sin habla en un primer momento al saber de la detención de Carlos Granados (dice que nunca había sospechado nada).

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Lo primero que hay que tener en cuenta es que  ‘fuentes jurídicas informan de que no se trata de una trama de financiación irregular de partidos, sino de gente que está en política, a la que se le acaba la carrera, y «se corrompe para lucro personal»’ (El País, 27 de octubre de 2014). No vale entonces remitirse a las deficiencias de la legislación sobre partidos o a la escasa transparencia de éstos. Es cierto que el cierre en falso del ‘caso Naseiro’ sentó un mal precedente y pudo hacer pensar a las cúpulas de los partidos que siempre se podía encontrar una salida. Pero ahora el problema no es ése.

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