Lobisón
Si prescindimos de los laboriosos problemas de la sucesión de Mahoma y de la perfidia británica, el problema habría comenzado porque Sadam Husein buscó apoyar su dictadura en la minoría suní (un 20% de los iraquíes), a la que pertenecía, frente a la mayoría chií (un 60%). Y ésta, en el nuevo régimen traído por la invasión de las tropas norteamericanas, ha sido incapaz de desarrollar una acción de gobierno que supere la fractura sectaria del país. El recién reelegido primer ministro Al Maliki es acusado por los suníes no ya de marginarlos, sino de ser el responsable de la existencia de bandas parapoliciales que les persiguen.