Policía moral andina

Frans van den Broek

Desde muy niños a los peruanos se nos adoctrina en las maravillas del imperio incaico, el cual fue llamado alguna vez –por un francés, para más señas- un imperio socialista, por su combinación de regencia vertical con comunismo plebeyo. Si bien la última autoridad residía en el Inca, hijo directo del Sol, de Inti, los bienes del reino se repartían de acuerdo con la necesidad de cada quien. Así, cada pareja casada recibía su pedazo de tierra para labrar, y además trabajaba la tierra del Inca por un tiempo asignado de tal modo que le permitiera trabajar su propia tierra, quienes no podían trabajar eran protegidos por la comunidad o Ayllu, las decisiones eran democráticas, en lo que concernía a los intereses locales, y se permitía a las otras etnias adorar a sus dioses, con tal que también incluyeran al dios supremo Inca, Viracocha. En pocas palabras, una dictadura benévola y con espíritu ilustrado.

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