El autismo del PP

Lobisón

A los gobernantes les cuesta mucho reconocer que han perdido la legitimidad de ejercicio cuando cuentan con legitimidad de origen, sobre si todo si obtener esta última ha sido fruto de un largo proceso y de una áspera confrontación. Un perfecto ejemplo lo ofrece Mohamed Morsi, el presidente egipcio, ahora amenazado por los militares si no consigue resolver la crisis abierta por las masivas movilizaciones en contra suya. Podemos lamentar la amenaza militar, pero es evidente que Morsi ha seguido un curso de confrontación en el que, frente a las protestas, se ha limitado a reafirmar su victoria electoral de hace un año, y a acusar a sus oponentes de ser seguidores del depuesto Mubarak.

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