Alberto Penadés
«Esta tierra que mira al oriente
cuna fue del primer mestizaje
que nació del amor sin ultraje
de Gonzalo Guerrero y Za’asil.»
(Himno del estado de Quintana Roo, México)
Los amantes de los mitos nos señalan que Gonzalo Guerrero (Palos de Moguer, ca 1470-Punta Caballos, Honduras, 1536) fue el padre, en pleno sentido de la palabra, del primer mestizo de la tierra que, con licencia, podemos llamar México (por cierto, fue mestiza, pues fue niña). En un tiempo en el que a nadie reparó en esa primicia, que atentos historiadores establecieron más de tres siglos después, simplemente pasó por renegado, por malo o por traidor. Mucho mejor conocida es la figura histórica de Malintzin o Doña Marina (1502-1529), normalmente llamada La Malinche (aunque Malinche también decían a Cortés), la princesa cautiva (ya antes de servir a Cortés) que contribuyó a la conquista con su capacidad de traducir de las lenguas maya a la lengua nauahtl de los aztecas. El malinchismo es, en el lenguaje de los mexicanos de hoy -simplificando mucho- el desdén por lo propio y la reverencia hacia lo foráneo. Un cosa tan humana, con la sombra de la traición. Jerónimo Aguilar (Écija 1489-Nueva España 1531), menos famoso, fue tan importante como Malintzin en la conquista, pues él traducía el castellano de Cortés a una lengua maya que esta comprendía y, a su vez, traducía. Fue el leal a “los suyos”, aunque no parece haberse sentido mal con los demás.
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