¿Para qué sirve un viejo?

Marta

Eso preguntaba, a todo aquel que se le ponía a tiro, el personaje magistralmente interpretado por Amparo Baró en la película Nueve Mesas de Billar Francés. Por supuesto, los personajes interpelados se quedaban sin saber muy bien qué responder y seguramente que nos pasaría otro tanto a la mayoría de nosotros. En cambio, el que parece tenerlo muy claro es el viceprimer ministro y ministro de Finanzas japonés, Taro Aso (un jovencito de 72 años).

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Preguntas y más preguntas

LBNL

La exactitud y veracidad de las declaraciones de bienes e ingresos de los diputados y senadores, ¿no se comprueban? Si no se comprueban, ¿para que sirven? En caso de que sí se comprueben, ¿cómo se explican las divergencias con las declaraciones de la renta presentadas por Mariano Rajoy? Una fuente del PP adujo que Rajoy había declarado al Congreso sus ingresos netos en vez de brutos, pero creo recordar que los ingresos brutos declarados en concepto de IRPF ascendían a unos 180.000 euros en el mismo ejercicio en el que Rajoy declaró al Congreso ingresos por valor de unos 85.000 euros. Ergo, ¿ese año tributó a un tipo marginal del 111%? En otras palabras, de los 180.000 euros brutos que recibió como salario, pagó a Hacienda casi 100.000? En todo caso, las inexactitudes y errores de las declaraciones de bienes e ingresos de los diputados y senadores ¿dan lugar a algún tipo de sanción legal? En caso contrario, de nuevo, ¿para qué sirven?

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Apólogo de la joven socialista

Lobisón

La joven socialista Beatriz Talegón se ha ganado una popularidad fulminante por echar una seria bronca a los dirigentes de la Internacional Socialista reunidos en Cascáis, Portugal. Eso está bien, sin duda, porque los jóvenes tienen como una de sus funciones regañar a los viejos, y porque además, tal y como están las cosas, sería bastante inapropiado que los socialistas jóvenes felicitaran a sus mayores. Pero con las broncas ya se sabe lo que pasa, que a veces lo primero que se viene a la boca no es necesariamente lo más importante, y puede desviar la atención de las cuestiones centrales.

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Foro Ético

Jon Salaberría

En este tempestuoso mar de la política nacional, en el que cada día nos desayunamos con una “mala nueva”, no existen a corto plazo motivos para el optimismo. La implosión de lo público con la catarata de novedades en torno a la corrupción política, fundamentalmente a partir del “serial Bárcenas”, convertido de pleno derecho en “Caso Rajoy”, deja de relieve que la crisis que atravesamos y que antes tenía predominante carácter socioeconómico es ya una crisis sistémica que deja a nuestro modelo de convivencia política y a nuestro proceso democrático totalmente al borde del precipicio y con una incertidumbre difícilmente soportable. La reciente oleada del CIS, correspondiente a enero de 2013 (si bien previa al bombazo de “El Mundo” y a la publicación de los “papeles de Luis el Cabrón” en “El País”), confirma lo ya sabido con anterioridad. Vivimos en la cresta de una ola de deslegitimación de lo político en la que un 83,8% de los encuestados en el citado CIS de enero determinan que la situación política es regular, mala o muy mala; un 58,8% creen que evolucionará a igual o peor, mientras que problemas antes marginales en las preocupaciones de los ciudadanos y ciudadanas, como la corrupción, el fraude y la propia “clase política” (concebida como problema) crecen en importancia cualitativa hasta colocarse cerca de la máxima preocupación social, el paro.

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Perder una oportunidad para callarse

José D. Roselló

O lo que hizo el presidente de la CEOE,  Juan Rosell a finales de la semana pasada. Por si estaba el ambiente poco cargado de prominentes personalidades haciendo declaraciones pintorescas en público, decidió el máximo responsable de los empresarios españoles sumarse al cortejo. Debe ser que, como la gripe, se extiende de mala manera la afección de no pensar dos veces lo que se dice estando delante de un micrófono.

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El señor mayor ese

Julio Embid

Ocho de la tarde. Noche cerrada invernal en la Periferia Sur de la capital del Reino. Peluquería latina/dominicana unisex. Suena la bachata y el merengue en Onda Latina en los altavoces del local, combinando las dulces letras Luis Vargas con las letras más agresivas del Daddy Yankee y entre cada canción anuncios de discotecas latinas de La Cubierta de Leganés con los mejores productos latinos. El olor a laca y a productos cosméticos se puede sentir desde la acera, porque la puerta no deja de abrirse y cerrarse.  Sigue leyendo

Preguntas

LBNL

Si las cuentas millonarias de Barcenas no tienen nada que ver con la financiación del PP y en el PP no llevan años repartiendo sobre sueldos en efectivo a su cúpula dirigente Rajoy incluido, ¿por qué Rajoy no salió el primer día a declarar públicamente que él nunca ha cobrado sobre sueldos en efectivo, que todo lo que ha cobrado lo ha declarado a Hacienda religiosamente y que la financiación del PP es plenamente legal?

No dijo nada durante varios días y cuando lo dijo no permitió preguntas y se limitó a leer un texto cuidadosamente preparado. ¿Por qué hacía falta tanta preparación si todo es falso? No negó haber cobrado sobre sueldos sino haber cobrado o repartido dinero negro. A mí no me importa el color del dinero sino si cobró en efectivo y, en tal caso, si lo declaró.

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Todos mienten

Lobisón

En una vieja película de Woody Allen un marido era sorprendido por su esposa en la cama con otra mujer. El tipo negaba los hechos y se vestía, mientras su compañera de actividades hacía otro tanto y desaparecía, y tras una confusa discusión, en la que el marido mantenía su negativa, la esposa comenzaba a dudar de lo que había visto y musitaba: ‘No sé, me siento tan confusa’. Así me siento yo ahora. Puede que no sea el único, y puede que sembrar la confusión sea precisamente el objetivo deseado.

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La codicia

Alberto Penadés 

En The Passions and The Interests, Albert O Hirshman (que ha muerto hace unas semanas) intentaba sorprenderse de cómo las pecaminosas motivaciones propias de prestamistas y mercaderes fueron pasando a ser juzgadas como legítimos intereses hacia los siglos XVII y XVIII; no solo legítimos sino, en último caso, provechosos para el bien común,  hasta como árbitros de la conducta desordenada de las pasiones, con las que antaño se hubieran emparentado.

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