La cobra enrevesada

 

Frans van den Broek

Hace algo más de un mes, el premio Nobel de literatura V.S. Naipaul tuvo que pasar por la inusual experiencia de ser atacado por un escritor indio. Digo inusual no porque haya mucha gente que lo adore en dicho país -antes bien, al contrario-, sino porque por lo común es Naipaul quien se dedica a administrar puyas a diestra y siniestra, conocido como es por su temperamento atrabiliario y contreras. La ocasión fue un festival literario en Mumbai en el que también se le agasajaba y el responsable del ataque fue el escritor y director de cine Girish Karnad. El hecho llegó a los medios, incluida la televisión, que es donde me enteré del asunto, pero las razones particulares que impulsaron dicho intercambio se me escaparon, aparte de las conocidas, referentes a la implacable crítica con que Naipaul regala a cuanto país o tema se le ponga de por medio. Creo que Naipaul había en cierta ocasión denigrado el estado cultural o político de la India, o ambos, cosa que irritó a la clase gobernante e intelectual y dejó impertérritos a la inmensa mayoría que ni sabe ni le importa quién será aquel viejito amargado que de vez en cuando salía por allí y que, al parecer, era indio o de origen indio, a juzgar por la apariencia, no por su lengua o las ideas que propalaba. Karnad le reprochaba el que Naipaul se creyera en su derecho de criticar a la India sin saber en realidad ni pío de lo que pasaba allí, solo por su procedencia y amparado en su renombre. Le reprochaba, además, que dijera cosas falsas o incorrectas, como acusar al Islam de haber arruinado la cultura india con su fanatismo, siendo ajeno al espíritu fundamental de tal nación. Karnad le recordó, no sin razón, que se podía decir más bien lo contrario, pues el imperio Moghul contribuyó a enriquecer la cultura de aquel país de muchas maneras, pero ya se sabe que Naipaul lo que quería, en esencia, era incordiar al patio y aliviar su bilis sempiterna.

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