La mentira de la tele-verdad

Frans van den Broek

Habrá quien piense que dichos programas son en el peor de los casos inocuos o tan solo mal entretenimiento, y habrá hasta quien los considere un avance democrático, una ruptura con los programas tradicionales o incluso una encarnación de la disolución de fronteras entre la realidad y la ficción, como dirían los posmodernos, no lo sé. En lo que a mí concierne tiendo a considerarlos una expresión más de la estupidez humana, tan nutrida en ejemplos que nos hace olvidar que las cosas pueden ser de otro modo y que a pesar de su prevalencia hay una diferencia fundamental entre distintas formas de operación de la conciencia. Me refiero, lo digo de una vez, a los así llamados “reality programs”, o como quiera que se los llame en castellano, aquellos en que las gentes deciden exponerse al gran público, en principio sin inhibiciones y sin tapujos, tal y como son en realidad.

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