El Prestigio de la Formación Profesional y la desigualdad de oportunidades educativas

José Saturnino Martínez García, @mandarrian

Uno de los déficits de la LOGSE fue la poca atención a la formación no académica en la enseñanza obligatoria. El grueso del currículum de la ESO se diseñó con materias que eran sucedáneos de las asignaturas del 2º ciclo de EGB y de los primeros cursos de BUP, pero no de FP I o FP II. Los sucesivos desarrollos de lo que comenzó como “Garantía Social” se diseñaron sin salida a la educación post-obligatoria, cuando hay estudios que prueban que las “vías muertas” del sistema educativo son fuente de desigualdad. El anterior gobierno, introdujo primero, como con mala conciencia los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), una vuelta de tapadillo a la FP I. Digo con mala conciencia porque en su origen se planteó la situación absurda de que no se dejaban cursar a no ser que se hubiese repetido algún curso, lo que suponía un grave despilfarro de recursos y frustración para el alumnado. La Ley de Economía Sostenible vino a resolver este desaguisado, permitiendo cursar materias más orientadas al Bachillerato o a la FP en el último curso de ESO. Por ello extrañan las declaraciones aparecidas en prensa del Ministro Wert, afirmando que no hay diferenciación en la ESO. Sí que hay, pero sin convertirla en una trayectoria cerrada, en la que un adolescente de 15 años deba elegir su futuro, con muchas dificultades para cambiarlo luego. Un método, además, desaconsejado por la OCDE, pues no mejora el rendimiento educativo y sí aumenta la segregación social, según numerosos estudios.

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