Millán Gómez
Francia puede presumir afortunadamente de haber conocido el fenómeno migratorio antes que nuestro país. Gran Bretaña, exactamente lo mismo. En estos tiempos donde una mentira fluye a la velocidad de la luz mientras las realidades avanzan lentamente, no es un cero a la izquierda afirmar, sin tapujos, que si un país recibe inmigrantes es por su notable calidad de vida, su capacidad para ofrecer oportunidades a los ciudadanos o su potencial económico y cultural. Los españoles en general y los gallegos en particular hemos emigrado a lo largo de los tiempos. Por eso, quizá haya pocas cosas más absurdas y contradictorias que un español alérgico al extranjero, al foráneo. Cualquier día los vuelven a llamar bárbaros. No vivimos en un país xenófobo, pero sí en un territorio donde hay ciudadanos xenófobos y racistas, que no es lo mismo.