Barañain
Cuando cogÃa el avión que me llevarÃa de visita turÃstica a Chicago la prensa española se hacÃa eco del inicio del juicio a  Camps. Al llegar a esa magnÃfica ciudad, capital del estado de Illinois, allà -y en todo el paÃs-, era noticia de portada la condena a catorce años de reclusión, por varios delitos de corrupción, del exgobernador del estado Rod Blagojevich. ¿En todas partes cuecen habas? Esa continuidad es sólo aparente; no puede ser más diferente el enfoque del problema a uno y otro lado del atlántico.
Blagojevich, demócrata, fue arrestado en 2008, pocas semanas después de la victoria electoral de Obama. Aunque el exgobernador fue imputado por 17 delitos (la mayorÃa referidos a fraude electrónico, extorsión y soborno) el cargo principal, el que dio notoriedad al asunto, fue que trató de lucrarse con la adjudicación del escaño en el Senado que el nuevo presidente dejó libre al tomar posesión de su puesto en la Casa Blanca, aprovechando en beneficio propio su prerrogativa para designar a la persona sustituta. La imputación provocó su destitución por parte de la Cámara de Representantes de Illinois y su retirada como senador del estado ya en 2009. El juicio se celebró el pasado mes de junio -mejor obviamos las comparaciones con la “celeridad†de la justicia y la polÃtica en España, a la hora de depurar las responsabilidades-, y ahora se conocÃa la sentencia. Como el caso estalló recién iniciado su mandato, no tuvo repercusión sobre la imagen popular de Obama aunque se suscitaron algunas dudas sobre el conocimiento que la Casa Blanca tenÃa de lo que estaba sucediendo en Chicago.Â