La soledad del sexo: ‘On Chesil Beach’ de Ian McEwan

Frans van den Broek

En tiempos tan piernisueltos como los nuestros, es difícil imaginarse o recordar en Europa que hace muy poco (en términos históricos, un pestañeo) el sexo era más fuente de angustia o neurosis que de placer, una obligación genésica antes que un momento de intimidad. Los años sesenta se encargaron de allanar las barreras que impedían un goce libre y desparpajado de los cuerpos, y no falta quien postule que el péndulo ha oscilado un tanto más allá de lo deseado. Pero no es en estos tiempos que McEwan sitúa la novela corta que quiero comentar, sino a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, cuando los viejos valores todavía ejercían su falleciente imperio sobre las conciencias. Los personajes principales de esta novela corta, Edward y Florence, son jóvenes que se conocen y se casan al inicio de su veintena, tras haber terminado la carrera de historia y de música respectivamente en Londres, aunque su procedencia social sea distinta y sus personalidades, en aspectos cruciales, muy diferentes. Se aman, esto es claro, pero de manera contrapuesta y sinuosa, compartiendo, sin embargo, aquel espacio ideal en el que se olvidan las particularidades y se abandonan las dudas a la propiedad burguesa y las pequeñas y grandes ilusiones de la futura familia. Durante su noche de bodas se verán, no obstante, confrontados a sí mismos y rasgarán el velo que los mantenía unidos, con consecuencias dramáticas.

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Confianza

Lobisón 

Frente al nuevo subidón de la prima de riesgo, Mariano Rajoy ha anunciado que si gana las elecciones su plan es restaurar la confianza externa e interna. No ha dicho cómo piensa hacerlo, y eso nos deja con varias dudas. A su favor juega el principio de que los inversores pueden confiar más en un gobierno conservador que en un gobierno socialista, y que muchos electores también creen que es mejor un gobierno de derecha para gestionar una crisis (el propio Rajoy, en cambio, suscita poca confianza incluso entre una buena parte de sus electores).

El problema podría surgir si ese efecto inicial fuera insuficiente para refrenar a unos mercados de deuda claramente desbocados y muy poco previsibles. Los manuales dicen que en estos casos lo que procede es anunciar un paquete contundente de medidas que muestren ambición y arrojo político por parte del nuevo gobierno. Para ello debería existir ya un plan un poco elaborado, que tendría que ir más allá de las vaguedades apuntadas en el programa electoral del PP y durante la campaña.

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Tu vout or not tu vout, dat is the cuestion… an to jum?

LBNL

En otras palabras, ¿vale la pena votar? Hombre, ?dependerá al menos en parte de las opciones? Sí, claro pero entre peor y malo, ¿vale la pena? Mujer, qué quiere que le diga… La cosa no pinta bien pero si escarbamos un poco…

¿Escarbamos? Nos han timado, durante treinta años, haciéndonos creer que éramos cada vez más ricos y resulta que era mentira, que donde antes había un sueldo por hogar ahora hay dos, que de antiguo vivíamos de alquiler barato y ahora disfrutamos de pádel y piscina comunitaria, pero en realidad el propietario es el banco, como del BMW (sin aire acondicionado que para eso no daba) que tenemos aparcado en el garaje al lado del SEAT del cónyuge (generalmente de segunda mano y ya pagado). La cafetera la cambiamos por capricho, el microondas hace no se cuantas chuminadas que nunca utilizamos, no conocemos la inmensidad de los programas del lavaplatos y la lavadora y nos cuesta mogollón dominar el super mando del iplus. Vivimos de puta madre, pero de prestado. Y muchos, especialmente los desahuciados, empiezan a darse cuenta de que nos han pegado el timo de la estampita porque los que sí que se han forrado han sido los más ricos, cuya distancia de renta con la clase media ha aumentado de forma exponencial, todavía más radicalmente que nuestro endeudamiento.

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Más pobres, pero sólo algunos

José S. Martínez

La crisis ha supuesto una disminución de nuestra riqueza. En el gráfico que acompaña a este post pueden ver la evolución del PIB per cápita en euros constantes (de 2010). Disponemos ahora de la riqueza de 2006. No éramos muy pobres en ese año, y la tasa de paro estaba en torno al 8%. Ahora con el mismo PIB per cápita estamos por encima del 20% de paro. Es decir, los que se han quedado trabajando son más productivos que en 2006.

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Lo que las encuestas dicen y lo que no dicen

Alberto Penadés

Lo primero, el dato: de acuerdo con el conjunto de las encuestas que se han publicado hasta ayer –unas 150- en los principales periódicos durante toda esta legislatura, además del CIS, un resultado probable es que el PP gane las elecciones con  el 46,5% del voto válido y que el PSOE las pierda con el 30,2%. Esa es la media a la que apuntan las predicciones (condicionada por su tendencia de cambio mensual; no dispongo de todos los datos semanales).  Un resultado que es muy cercano  al predicho por la encuesta pre-electoral del CIS (46,6% y 29,91%). Lo nunca visto. Es importante darse cuenta de que lo insólito es siempre un reto para los sondeos. La mayoría absoluta del PP en el año 2000 no se anticipó correctamente en las encuestas publicadas, y el CIS estimó entonces que la ventaja sería de cuatro puntos (fueron algo más de diez).

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¡¡¡¡ QUINTO ANIVERSARIO !!!!

Artículo colectivo

Quinto Aniversario de DC

 

Antesala

Mando un soplido desde ultramar para apagar las velas de este quinto cumpleaños. En este sexto año de andadura, que todos nuestros soplidos se sientan en medio de los vendavales que están por venir. Abrazos y soplidos callejeros.

 

Barañain

Perseverando

Empezamos esto para no dejarnos arrastrar por la marea de rebeldes cívicos pre-a-porter que amenazaba con ocupar toda la blogosfera, cogimos gusto a la cosa y… aquí estamos, cinco años después. A veces parece que damos siempre vueltas a la misma noria: ¡y es que,  a pesar de los pesares, nos gusta la política más que a un tonto un lapicero! Pero si echamos la vista atrás, y repasamos el año transcurrido, nos sorprende la variedad del “temario” abordado desde esta ventana.

¡Sí, teníamos que estar aquí!  ¿Cómo íbamos a perdernos la discusión sobre la crisis interminable,   la voracidad de los mercados o las decisiones del BCE? Teníamos que comentar el fin del ciclo de Zapatero, la vuelta de CiU y la marcha triunfal de Rajoy, pero también sobre el 15-M, la Ley Sinde, el cambio en la constitución, los 110 km/h  o los recortes sociales. ¿Quién, si no, iba a despotricar tanto contra el Supremo a cuenta de Bildu?  Atentos tanto al glamour como a la impostura, no  creímos una palabra ni a Camps sobre sus trajes, ni a Berlusconi sobre sus polvos.  Ni a la teleEspe. Hemos sabido, un año más, del informe Pisa y del debate sobre el estado de la nación, pero también hemos hecho un hueco a la melancolía, a las emociones, a la soledad, al psicoanálisis, al arte de cúchares, a las tareas del héroe o a las andanzas de una tal Lola en Nueva York,… que de todo ha habido en este DC (¡si hasta un articulista se ha atrevido con un homenaje a Zapatero!). Entre la esperanza y la desconfianza, hemos  analizado la primavera árabe y hemos asistido al final de Bin Laden y de Gadafi. Estuvimos pendientes de Fukushima y, de modo recurrente, nos  asomamos al conflicto de Oriente Medio, o sea, al conflicto. Cómo somos raritos, hasta hemos dedicado un hueco a las elecciones en Perú y en Finlandia.  Y, en fin, ¿cómo nos íbamos a perder la claudicación de ETA?

¡¡A saber qué nuevas emociones nos aguardan en los próximos doce meses!! ¡¡Permanezcan atentos a sus pantallas!!  Sigue leyendo

«One Day» de David Nicholls

Frans van den Broek

Es sorpresivo recordar que muchas de las grandes novelas del siglo diecinueve y comienzos del siglo pasado –es decir, lo que se considera la época dorada de la novela clásica- fueron serializadas, esto es, publicadas como parte de un proceso cultural dependiente de la comercialización del producto. Tolstoi y Dickens y Dostoievski, cuyas obras requieren de atención morosa y discernimiento literario, publicaron de este modo y hasta pudieron, mal que bien, hacerse de una vida. Otro era el público al que se dirigían, por supuesto, y mucho más limitado el mercado, pero me pregunto si alguna de sus obras sería aceptada en el mercado actual. Tal vez sí, vista la publicación exitosa de clásicos modernos como “Vida y Destino” de Grossman y otras novelas de igual exigencia lectora, pero no puedo zafarme de la sospecha de que más de un editor echaría los manuscritos a la basura u obligaría a sus autores a un serio recorte o reescritura del mismo (exigencia que algunos lectores actuales aprobarían, sin duda y por la que es posible argumentar sin remilgos). Con recorte o reescritura, empero, el contenido de dichas novelas no deja dudas sobre sus intenciones artísticas, que trascienden con mucho la motivación comercial y se proponen metas allende el universo personal del escritor. Algunas se proponen incluso reflejar la existencia en todas sus dimensiones, desde las intimidades del hogar hasta la hecatombe de la guerra, o desde los campos penales siberianos a los casinos europeos. Muchos escritores de aquella época pretenden reflejar la sociedad entera, sin dejar nada sin explorar, sobre todo aquellos sectores sin voz ni lustre literario, marginados u olvidados. No son pocos los que se atreven con las grandes preguntas metafísicas, con la existencia o inexistencia de Dios y sus consecuencias para el hombre, el problema del mal, la condición trágica o jubilosa del hombre. ¿Cómo se comparan con aquellas novelas las de hoy, las que logran premios y cifras de ventas abultadas, las que son leídas por un público diez, cien, mil veces mayor?

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Un acto más de campaña

Aitor Riveiro

El debate que enfrentó el lunes a los dos candidatos a presidir el próximo Gobierno de la nación no sirvió para mucho. El veredicto casi unánime es que el presidente del PP, Mariano Rajoy, ganó el duelo a los puntos. Por poco, pero ganó.

¿Qué quiere decir que ganó? Ni más ni menos que los 90 minutos de enfrentamiento catódico no sirvieron para que el candidato del PSOE, Alfredo Pérez-Rubalcaba, hiciera mella en la holgadísima mayoría que todos los sondeos vaticinan para los ‘populares’. Es posible que haya gente que piense que el que ganó a los puntos fue Rubalcaba. Para el caso es lo mismo: quedan cinco días menos de campaña y el candidato socialista ha perdido la que parecía era su única oportunidad de cambiar el rumbo de las elecciones del próximo día 20.

Ambos contendientes hicieron lo esperado. Rubalcaba puso en su punto de mira las vaguedades programáticas de su rival, mientras Rajoy se concentraba en no cometer errores de bulto. Ya en el primer tramo del debate se vio claramente que la estrategia del PSOE era errónea y la del PP muy acertada. Mientras el candidato del PSOE atacaba las medidas que supuestamente va a aplicar Rajoy cuando llegue a La Moncloa, este se limitaba a despejar, sin entrar mucho en la batalla, sabedor de que cada minuto que pasara era una opción menos para su rival. Por eso, por momentos, pareció más una suerte de debate de investidura. No es tampoco muy grave puesto que los españoles ya ven a Rajoy presidente del Gobierno, a tenor de las encuestas publicadas en las últimas semanas.
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De dibeit (Er debate)

LBNL

¿Se perdieron Vds. el debate anoche? Pues lamento decirles que se perdieron un buen espectáculo político en el que ambos candidatos a la Presidencia del Gobierno se fajaron bien: Rubalcaba notable, notable alto, tirando a sobresaliente. Rajoy bien, 6 sobre 10, pero salía a no perder y perdió el “derby” por menos de lo que podía haber sido. En todo caso, son 3 puntos y su ventaja en la Liga era mucha más amplia…

Rubalcaba lo hizo bien, en su línea de probada oratoria, agilidad mental y cercanía, en realidad lo hizo muy bien en conjunto, aunque empezó nervioso y no se salió hasta el final. Pero Rajoy también lo hizo bien, porque mantuvo la estrategia que tan buenos resultados le había venido dando hasta la fecha: proponer lo menos posible, atacar poco, esperar a que la crisis selle los clavos del ataúd del PSOE el próximo 20-N y, defender correosamente, desde que Rubalcaba dejó claro que salía a por la victoria, como si fuera el líder de la oposición.

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El PSOE, sin relato propio

Barañain

Hace tres meses, planteaba en este Debate Callejero la cuestión de qué podría haber pasado aquí­ si en mayo del año pasado (Zapatero) no hubiera aceptado hacer los recortes y reformas que se le exigieron y cuestionaba la contradicción entre las crí­ticas reiteradas al Presidente de Gobierno por su supuesta pasividad contra la crisis y por su exceso de celo en la aplicación de las medidas de ajuste (https://www.debatecallejero.com/?p=3836).

A partir de esa reflexión  -que vení­a a cuento del desastre griego, que tal vez debiera habernos servido como referencia para analizar retrospectivamente la política seguida en España-, cuestionaba el cierre en falso que el PSOE habí­a hecho al no discutir esa polí­tica o sus supuestas alternativas, nunca explicitadas del todo. El PSOE había zanjado de malas maneras la cuestión del postzapaterismo,  eludiendo cualquier debate serio sobre la crisis y sus remedios, descartando las elecciones primarias y optando por la veteraní­a de Rubalcaba como garantía para evitar el desastre que se presagiaba.

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