No habrá Desfile de la Victoria

Barañaín

Tras el éxito alcanzado en las elecciones municipales y las cotas de poder local y provincial conseguidas, los de Bildu están, si no exultantes, si lo suficientemente crecidos como para no mostrar ya ni rastro de aquellos signos de angustia existencial que han caracterizado a la izquierda abertzale durante su travesía del desierto, cuando estaba en juego su legalización y ponían velas para que ETA asumiera su necesario ostracismo. 

Lejos de mostrar su perfil más institucional y hacer gala de su capacidad de gestión, los representantes de Bildu –especialmente el alcalde de San Sebastián y el Diputado General de Guipúzcoa-,  siguen regodeándose en sus discursos habituales sobre los planes pendientes de ejecutar en sus territorios (en particular, sobre infraestructuras) y no escatiman gestos simbólicos en relación con los presos de ETA. Es verdad que reiteran también su distanciamiento respecto a la violencia y su respeto por las víctimas del terrorismo, pero esos pronunciamientos los hacen con sordina, sin la rotundidad y apariencia de sinceridad que muchos desearían. 

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