¿Obligación o convicción?

 Barañaín

En un reciente artículo en El País (“Cuando llame Rajoy” 21/07/11), Patxo Unzueta abordaba un asunto interesante: “Hay una cierta confusión cuando a Zapatero se le critica a la vez su pasividad contra la crisis y su exceso de celo en la aplicación de medidas contradictorias con sus compromisos electorales. La situación griega (en los despachos y en la calle) lleva a preguntarse qué podría haber pasado aquí si en mayo del año pasado no hubiera aceptado hacer los recortes y reformas que se le exigieron.”

En mi opinión esa es una cuestión crucial que tienden a escamotear quienes, desde ángulos ideológicos distintos, coinciden en criticar la gestión de la crisis por parte del presidente Zapatero. El motivo es obvio en el caso de los críticos de derecha: como también apunta Unzueta, “la dificultad para encontrar elementos claros de diferenciación programática (fue) lo que llevó a los estrategas del PP a poner el acento en el liderazgo y, por tanto, en la necesidad de cambiar cuanto antes de Gobierno adelantando las elecciones”. 

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